En el folleto que adjuntamos tienes la información del Encuentro Internacional de Personas Mayores que tendrá lugar del 2 al 6 de octubre.
Pulsa en este enlace para descargar el folleto
Movimiento Laical de Jubilados y Mayores
En el folleto que adjuntamos tienes la información del Encuentro Internacional de Personas Mayores que tendrá lugar del 2 al 6 de octubre.
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La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha presentado este martes un documento con orientaciones para la pastoral de las personas mayores en el que invita a toda la Iglesia a «reclamar los derechos de los mayores». Se refiere, en concreto, a las pensiones bajas, viviendas no adecuadas a las limitaciones de movilidad, complicaciones en las ayuda a la dependencia, atención sanitaria deficiente, dificultad para el acceso al mundo digital o a la necesidad de ser acompañados en hospitales y residencias y a recibir atención espiritual.
En este sentido, el presidente de la Subcomisión para la Familia y Defensa de la Vida de la CEE, José Mazuelos, ha criticado que se promuevan leyes como la de dependencia que luego se aplica en función de los intereses del Gobierno de turno. Ha sido especialmente duro con la brecha digital que sufren los mayores y ha lamentado que los político faciliten a los bancos la reducción de personal pero no atiendan a las personas que más dificultades tienen para acceder a los medios telemático. «Estamos más dedicados a otro tipo de leyes que a atender a los mayores», ha añadido.
El documento, titulado La ancianidad: riqueza de frutos y bendiciones, también aborda cuestiones como la soledad o la necesidad de acompañar y ayudar a las familias en el cuidado de sus ascendientes, sobre todo de los que son más dependientes. En este sentido, una de las propuestas del texto es la de «habilitar los medios necesarios para apoyar a las familias, buscando estar presentes cuando necesiten cuidar de los abuelos y ancianos, ya que las familias deben ser un hogar para las personas mayores».
En concreto, cita la necesidad de que los agentes de pastoral y voluntarios que se dediquen a este colectivo tengan una formación específica, así como se creen grupos que den soporte a los familiares que ejercen de cuidadores, de modo que se puedan tomar un respiro de vez en cuanto.
Estas orientaciones pretenden ser un acicate para relanzar la pastoral de las personas mayores en las parroquias y en las diócesis, siempre teniendo en cuenta las iniciativas ya existentes. En este sentido se va a promover la organización de un congreso anual para la difusión de esta pastoral y para facilitar el encuentro de las distintas realidades que trabajan en este ámbito. A nivel diocesano, también se suscitarán encuentros con personas mayores.
Además, la Iglesia se implicará en las jornadas, civiles y eclesial, referidas a los mayores, como el Día Mundial de la Toma de Conciencia del Maltrato del Mayor (15 de junio), la Jornada Mundial de los Abuelos y Personas Mayores (26 de julio) y el Día Internacional de las Personas Mayores (1 de octubre).
Queremos compartir con vosotros las Actas del Primer Congreso Internacional de la pastoral de las personas mayores, «La riqueza de los años», celebrado en Roma del 29 al 31 de enero de este año.
En las páginas del documento PDF que podéis encontrar al final de esta página, se han recogido las actas del primer Congreso internacional de la pastoral de las personas mayores titulado: “La riqueza de los años”, organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida en Roma del 29 al 31 de enero de 2020.
«La decisión de publicar los textos quiere ser una primera, transitoria, respuesta a la motivación que el Santo Padre dirigió a los participantes del evento: “He recibido con interés la iniciativa de este congreso […]. Les pido que esta no se quede como una iniciativa aislada, sino que marque el inicio de un camino de profundización pastoral y de discernimiento” sobre la importancia de la presencia de las personas mayores en la Iglesia.»
¡Tuve hambre y me diste de comer!
Jesús nos sorprende separando a las personas en dos grupos, a su derecha y a su izquierda y diciéndoles que el motivo es “porque tuve hambre y me diste de comer o tuve sed y no me diste de beber”.
A un lado los que han dedicado su tiempo a mejorar la situación de los demás y al otro los que han vivido de espaldas a ellos. Para Jesús, lo que decide es el amor entregado a los otros y la ayuda solidaria a los que más lo necesitan.
Hoy, también tenemos a nuestro lado personas que necesitan ayuda, incluso con necesidades tan básicas como comer o de beber. Si queremos mejorar la sociedad, podemos tener gestos solidarios con los demás, aliviar la situación de los que viven en condiciones precarias a nuestro alrededor y mejorar su dignidad como personas.
Según nos muestra Jesús, todo lo que se haga a cualquiera de los más débiles de la sociedad, se le hace a Él mismo. Debemos reconocer en los otros el rostro de Dios, y nuestra tarea es ocuparnos de los que sufren, de los más débiles, de los indefensos, de los olvidados…
Entrada: DESDE MI BALCÓN (Ixcís)
Perdón, por asomarme
desde mi balcón
a las miserias de la tierra
a la gente que no interesa,
por no meterme en el fango
y hacer mío su dolor.
Antífona: MI ROCA (Ixcís)
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo,
tu eres mi roca, mi defensa, mi sosiego.
[D] El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar.
[I] Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
[D] Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
[T] Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y ante Él se reunirán todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.»
Entonces los justos le contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?»
Y el rey les dirá: «Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.»
Y entonces dirá a los de su izquierda:
«Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.»
Entonces también éstos contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?»
Y él replicará:
«Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.»
Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»
EN MI DEBILIDAD (Brotes de Olivo)
En mi debilidad me haces fuerte.
En mi debilidad me haces fuerte.
Sólo en tu amor me haces fuerte
Sólo en tu vida me haces fuerte.
En mi debilidad te haces fuerte en mí.
LA MISERICORDIA DEL SEÑOR (Taizé)
La misericordia del Señor,
cada día cantaré.
La misericordia del Señor,
cada día cantaré.
Oración al Creador
Señor y Padre de la humanidad, que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad, infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal.
Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz.
Impúlsanos a crear sociedades más sanas y un mundo más digno, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.
Que nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la tierra, para reconocer el bien y la belleza que sembraste en cada uno, para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas.
Amén.
Siente como llora Dios
por cada lágrima de un niño
por cada mano que golpea,
por cada grito de violencia
Por cada uno de nosotros
que no hacemos nada por los otros,
más que mirar.
Siente como llora Dios
por cada vez que das la espalda,
por cada vez que no ayudamos
a quien tenemos por debajo
tan sólo nos fijamos
si es del norte o es del sur
pero es tu hermano.
SIENTE COMO LLORA DIOS
EN LAS ESQUINAS
EN LAS CHABOLAS,
EN LA GUERRILLA
SIENTE COMO AHORA DIOS
ESTÁ LLORANDO,
ESTÁ SENTADO
A NUESTRO LADO
Por otra parte, se desechan toneladas de alimentos. Esto constituye un verdadero escándalo. El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable». Mientras muchas veces nos enfrascamos en discusiones semánticas o ideológicas, permitimos que todavía hoy haya hermanas y hermanos que mueran de hambre o de sed, sin un techo o sin acceso al cuidado de su salud. Fratelli Tutti, 189 |
Esta tarde del 16 de noviembre ha dado comienzo en la sede de la Conferencia Episcopal Española la Asamblea de los obispos, quienes van a participar en esta reunión hasta el próximo viernes algunos presencialmente y otros por modalidad online, debido a las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia.
A esta novedad se suma también el hecho de que el arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella, haya inaugurado esta Asamblea Plenaria pronunciado el discurso de apertura, como resultado de ser elegido presidente de la Conferencia Episcopal en la anterior Asamblea de los obispos, celebrada el pasado mes de marzo.
El cardenal ha presentado su discurso con el título “Renacer entre todos”. Tras su lectura, y ante la situación grave que padecemos en nuestros días, el presidente de los obispos propone a cada uno «aportar lo mejor de nosotros mismos para el bien de toda la humanidad».
La pandemia derivada de la Covid-19; las consecuencias sociales y económicas que se derivan; las tensiones políticas que se presentan; el clamor por un Pacto educativo en España; la defensa de la dignidad incondicional de cada ser humano; la atención a los migrantes; el llamamiento a la sociedad civil; y así como el compromiso por parte la Iglesia de acercarse a las periferias sociales y existenciales para anunciar el Evangelio son algunos de los asuntos más destacados del discurso inaugural que se ha escuchado en esta Asamblea.
Para el presidente de los obispos españoles, “la Iglesia debe comprometer todas sus energías en crear esperanza”. Sin olvidar además, señala el cardenal Omella, que también “la caridad eclesial no puede ni debe detenerse”, ya que la Iglesia tiene en su centro de atención a la persona.
A continuación se ofrece algunos extractos del discurso pronunciado por el cardenal Juan José Omella durante la apertura de la Asamblea de los obispos, que ha estado inspirado en todo momento por el deseo de hermandad, recurriendo a su vez a una disposición de concordia a la hora de abordar los asuntos públicos.
Este coronavirus ha provocado un tornado que, si por un lado, está catalizando todos los males de nuestra época, por otro lado también está provocando la activación de multitud de fuerzas tendentes al bien, que queremos alentar y favorecer vengan de donde vengan, pues, como dijo Jesús: «El que no está contra nosotros está a favor nuestro» (Mc 9, 40).
La COVID-19 nos ha conmovido especialmente con las heridas y esquinas que permanecen oscuras en nuestra sociedad. Nos ha hecho mirar superando la invisibilidad y la ceguera. Es muy importante que la pandemia siga abriendo nuestros ojos y nuestros corazones a las personas sin hogar, a quienes sufren soledad, a los inmigrantes y refugiados varados en las fronteras, a las mujeres víctimas de trata y prostituidas, a las personas que están en prisión, en alojamientos colectivos… Por muy intenso que esté siendo el dolor en nuestro país, deseamos seguir atentos y comprometidos con los lugares de la Tierra donde más se está sufriendo esta y otras pandemias como la violencia, el hambre, el racismo o la destrucción forestal de la Amazonía.
Valoramos el gran esfuerzo y buena voluntad de todas las instituciones que han trabajado incansablemente por el bien de todos los ciudadanos. Humildemente debemos reconocer y agradecer también la labor de las instituciones de la Iglesia durante este tiempo convulso que estamos padeciendo. La Iglesia ha cooperado y sigue cooperando con las instituciones públicas y privadas en todo lo que se nos ha solicitado y en lo que estaba en nuestras manos dar y hacer.
La Iglesia ha multiplicado exponencialmente su atención a las personas y a las familias vulnerables a través de Cáritas y de la numerosa red de entidades impulsadas por todo tipo de instituciones y comunidades cristianas.
No podemos ocultar nuestro dolor ante la imposibilidad de atender a muchos pacientes durante la enfermedad y, particularmente, en los últimos momentos de su vida, por la escasez de material de protección. Confiamos en que se haya aprendido de la situación y, de ahora en adelante, se reconozca la importancia del acompañamiento o asistencia espiritual durante la enfermedad. Sabemos que no se puede imponer, pero creemos que no se puede impedir. El derecho a recibir una atención espiritual es un derecho humano que no se puede vulnerar.
Ante el sufrimiento que ha quedado en el corazón de aquellos que han visto cómo sus seres queridos morían solos, los pastores y todos los cristianos estamos llamados a ser buenos samaritanos que pongan en el centro de su corazón el rostro del hermano en dificultad, que sepan ver su necesidad y que le ofrezcan todo el bien necesario para levantarlo de la herida de la desolación y abrir en su corazón espacios luminosos de esperanza.
España está sufriendo la pandemia con una especial intensidad, particularmente durante el comienzo de la llamada segunda ola, y se agudizan todos los problemas. Es de tal envergadura el trauma que está impactando sobre todos nosotros y tal el espectáculo del enfrentamiento casi continuo de los líderes políticos, que corremos el riesgo de dar pábulo a la desesperanza, alimentar una mirada excesivamente negativa sobre nosotros como país, hundir nuestra autoestima colectiva, dejarnos vencer por el pesimismo e incluso caer en la depresión cultural, hasta el punto de creer que somos incapaces de superar esta crisis y vernos como una sociedad sin futuro. En estos momentos es importante no sembrar la desesperanza y no suscitar la desconfianza constante, aunque se disfrace detrás de la defensa de algunos valores (cf. FT, n. 15).
La Iglesia debe comprometer todas sus energías en crear esperanza.
Tenemos que esperar y suscitar con confianza lo mejor de nosotros mismos y de los demás. Especialmente, debemos animar a los jóvenes, que están sufriendo una importante quiebra de sus proyectos de futuro y no tienen todavía la perspectiva histórica de haber vivido otras duras crisis que hemos logrado superar.
Por mucho que las malas noticias destaquen y se acumulen, debemos ser un pueblo de esperanza que «eleva el espíritu hacia las cosas grandes» y «se abre a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna» (FT, n. 55). El que se ha equivocado, que pida perdón. El que ha caído en la corrupción que devuelva lo robado. En nuestro país debe haber espacio y tiempo para el arrepentimiento y para el perdón.
Recordemos que el juicio de cada uno solo corresponde a Dios. Es momento para pedir al Padre que nos conceda la virtud teologal de la esperanza que sabe mirar en profundidad, que sabe descubrir en las pequeñas cosas que la bondad siempre llega más lejos que cualquier mal, que la verdad es más profunda que la mentira y que la belleza siempre es mayor que el horror. Imploro el don de una esperanza concreta que reconozca y dé valor a todo lo positivo que emerge en la vida de cada persona, de cada familia y de la sociedad en su conjunto.
Dada la situación de emergencia nacional y mundial, deberíamos evitar tensionar más la sociedad política con cuestiones que no sean prioritarias o que requieran de un debate sereno y profundo.
La mejora de nuestras instituciones no pasa por el «borrón y cuenta nueva», ni por el romper radicalmente el consenso, sino por trabajar unidos para mejorar y potenciar el actual sistema democrático. Se trata de acoger todo lo bueno que hay en ellas y mejorar o corregir todos sus fallos y limitaciones.
Hoy es una urgencia generar espacios y actitudes de reencuentro. Hablar de «cultura del encuentro significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos» (FT, n. 216).
La tarea de reducir la crispación y de promover la cultura del encuentro no solo corresponde a los medios de comunicación y a las figuras públicas, sino también a cada uno de nosotros. Lo podemos hacer en nuestros contextos diarios, en las conversaciones, en las redes sociales, en la formación de los niños y jóvenes, en los mensajes que ponemos en circulación en la sociedad.
Sabemos que el mayor daño que está sufriendo la economía española en comparación con otras se debe también a la existencia de carencias previas que padecíamos y que han acentuado gravemente el efecto del parón de la actividad.
En su conjunto, necesitamos, por un lado, promover un mercado laboral digno que permita conciliar la vida familiar con la vida laboral, ya que toda medida tendente a proteger la estabilidad de la vida familiar acaba beneficiando económica y socialmente a todos.
Si la sociedad en su conjunto está sufriendo, esa fragilidad se multiplica entre las personas y familias que están en situación de exclusión o al borde de la misma por el desempleo.
Ante la peor recesión económica desde la II guerra mundial, la reacción de la Iglesia ha sido y es salir al rescate con todos los medios a su alcance, redoblando todos sus esfuerzos y empleando todos los recursos disponibles.
La caridad eclesial no puede ni debe detenerse.
Es un momento en el que tenemos que estar presentes más que nunca al lado de los más necesitados, todo ello en la línea de lo afirmado en la instrucción pastoral Iglesia, servidora de los pobres (24.IV.2015)
Son muchas las personas que manifiestan su descontento con una forma de hacer política y con la manera que se está llevando a cabo la gestión de la cosa pública.
Administración pública y sociedad civil hemos de resolver conjuntamente la dramática situación ante la que nos encontramos. Políticos y gestores públicos necesitan nuestra colaboración para la consecución del bien común.
Es por ello que hacemos una llamada a potenciar nuestra sociedad civil que, lamentablemente, sigue siendo muy pobre.
Solo la concordia, el consenso y la cooperación nos hacen crecer como país. Necesitamos más que nunca de su liderazgo y de su testimonio.
La labor de la Iglesia en el ámbito educativo es relevante. No solo atiende a casi dos millones de familias -muchas de ellas en los enclaves más pobres y populares de nuestra sociedad-, sino que además promueve proyectos de investigación, innovación y desarrollo para el conjunto de profesores y centros del sistema educativo. A este servicio de educación reglada se une la acción social de una multitud de entidades de educación en el ocio y en el tiempo libre de inspiración cristiana que, fuera del horario escolar, trabajan para fomentar la equidad, la formación a menores vulnerables y el desarrollo humano e integral de cada persona. En el episodio de grave crisis social que atravesamos, sabemos que debemos intensificar nuestro compromiso educativo, especialmente allí donde más se sufre.
El clamor de la inmensa mayoría de la sociedad por un Pacto educativo en España, que sea a largo plazo y que incorpore a todas las fuerzas políticas y también a las entidades civiles y religiosas activas en el campo de la educación, no ha cesado de crecer. Sería conveniente que de este pacto educativo pudiera concretarse una ley sólida que no sea objeto de debate con cada cambio de color político en el Gobierno.
La Iglesia y todas sus instituciones educativas se suman a este Pacto Educativo Global propuesto por el papa Francisco con el fin de formar personas capaces de amar y ser amadas, dispuestas a ponerse al servicio de la comunidad.
Por eso lamentamos profundamente todos los obstáculos y trabas que se quieren imponer a la acción de las instituciones católicas concertadas. Nuevamente insistimos que no es el momento de poner trabas, de enfrentar instituciones públicas y privadas, sino de trabajar conjuntamente, de cooperar de forma eficaz y eficiente para ofrecer una educación adecuada a todos los niños, adolescentes y jóvenes de nuestro país, respetando en todo momento el derecho constitucional de los padres y madres a escoger libremente el centro y el modelo educativo para sus hijos —en consonancia a su conciencia, identidad y tradiciones—, y asegurando siempre el derecho constitucional a la libre iniciativa privada.
Consideramos que, siempre y cuando se actualicen correctamente y se garanticen las necesidades económicas para una buena prestación del servicio educativo, la fórmula de la concertación pública como mecanismo de financiación de la educación general sigue siendo plenamente válida y útil para que se dé la participación plural, la diversidad que enriquece a la sociedad y la implicación de la ciudadanía en la consecución del bien común. También creemos que se pueden valorar otras medidas interesantes adoptadas en países de nuestro entorno europeo (como es el caso del “bono escolar”) con el fin de garantizar los derechos constitucionalmente reconocidos a los padres y a la libre iniciativa privada.
Por último, y en la senda del Pacto Educativo Global promovido por el papa Francisco, nuestro empeño se concentra en poner a la persona en el centro, garantizando una educación integral de la misma en todas sus dimensiones —humana, relacional, psicológico-intelectual y espiritual—.
Esta pandemia nos está empujando a recuperar el valor de la vida y, de una manera particular, la de nuestros mayores y la de las personas que viven con más soledad y aislamiento. Hemos tomado conciencia de la importancia de cultivar sus relaciones humanas y familiares para proteger su salud y sus ganas de vivir.
Ante el sufrimiento que derriba a las personas, algunos proponen la eutanasia como solución. Nosotros, ante este grave dolor humano, apostamos por una cura integral de las personas que trabaje todas sus dimensiones: médica, espiritual, relacional y psicológica.
La sociedad, en su conjunto, debe promover una ética del cuidado y del reconocimiento personal, no legislaciones y lógicas superficiales e individualistas que extiendan la cultura de la muerte y fomenten el subjetivismo moral.
Queremos, pues, renovar nuestro compromiso irrenunciable con la defensa de la dignidad incondicional de cada ser humano desde el momento de su concepción y con un morir digno en que la vida sea plenamente humana y pacífica hasta el final, excluyendo tanto la anticipación de la muerte como su retraso mediante el ensañamiento terapéutico. La comunidad cristiana quiere cooperar con todos para construir esa sociedad de los cuidados a los más vulnerables.
La encíclica Fratelli tutti que estas semanas estamos acogiendo e interiorizando nos propone que amemos a nuestros hermanos más allá de las fronteras geográficas y existenciales. El papa nos señala con especial insistencia el riesgo que amenaza a las personas migrantes y que parece haber cuajado en ideologías xenófobas que ceden a «la tentación de hacer una cultura de muros» (FT, n. 27).
Nuestros esfuerzos ante las personas migrantes que llegan pueden resumirse en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar (FT, n. 129).
La suma de ambas crisis, la financiera del 2008 y la provocada por la pandemia, está afectando seriamente a nuestro estado de ánimo y está provocando en no pocas personas una crisis existencial ante la que están aflorando las grandes preguntas del ser humano sobre el sentido y el modo de vida que llevamos, así como las preguntas sobre el origen y el destino de nuestra existencia. Este tiempo está provocando una búsqueda existencial y espiritual que nos ayude a ser más humanos y a vivir reconciliados con nosotros mismos, con los demás, con la creación y con Dios. El papa en Fratelli tutti recoge bien esta experiencia mundial: El dolor, la incertidumbre, el temor y la conciencia de los propios límites que despertó la pandemia, hacen resonar el llamado a repensar nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia (FT, n. 33).
Como toda la humanidad, también la Iglesia está inmersa en un proceso de examen ante esta pandemia y sus males. Necesitamos mejorar nuestra actitud de servicio, intensificar nuestro compromiso de salida a las periferias sociales y existenciales, y anunciar el mayor tesoro que hemos recibido: la alegría del Evangelio. A ello queremos dedicar nuestras energías y suplicamos la asistencia de la Gracia que active lo mejor de nosotros mismos en favor del bien de todos.
El Congreso de Laicos, que celebramos pocos días antes de la pandemia, nos marca el camino para que la Iglesia en España siga anunciando el mensaje de esperanza y de amor que Cristo trajo al mundo.
Hoy nos encontramos en una grave situación de la que saldremos si aprendemos a acoger al Espíritu de Dios, si nos disponemos a acoger y seguir sus inspiraciones. Si seguimos sus consejos, renaceremos juntos, y pondremos cada uno lo mejor de nosotros mismos para el bien de toda la humanidad.
En el nombre del Señor, la Iglesia que peregrina en las diócesis de España recuerda que es necesario nacer de un nuevo espíritu, del Espíritu del cual manan la fraternidad y el amor, del Espíritu de Dios.
Precisamente, la encíclica que acabamos de recibir del papa Francisco y que nos ha acompañado a lo largo de este discurso nos invita a ello cuando dice: «Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos, un deseo mundial de hermandad» (FT, n. 8).
Lanzamiento de la campaña “Cada anciano es tu abuelo”
¡Usa la fantasía del amor: llámales por teléfono o por video, escúchalos!
Es posible superar el aislamiento de las personas mayores, incluso observando rigurosamente las normas sanitarias en relación al Covid-19.
La pandemia ha afectado en modo particularmente duro a las personas mayores y ha interrumpido los ya débiles lazos entre las generaciones, pero respetar el distanciamiento no quiere decir aceptar un destino de soledad y abandono.
Por ello, a raíz de las palabras que el papa Francisco pronunció después del Ángelus, el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida lanza la campaña “Cada anciano es tu abuelo” para invitar a los jóvenes de todo el mundo a hacer un gesto de ternura hacia las personas mayores que se sienten solas, porque “¡cada persona mayor sola es tu abuelo y tu abuela y te necesita!”
En estos meses, muchas conferencias episcopales, asociaciones y fieles, con “la fantasía del amor”, han encontrado el modo de llevar a las personas mayores solas la cercanía de las comunidades eclesiales. Hemos recibido noticias de llamadas por teléfono, por internet, a través de las redes sociales – incluso serenatas a los huéspedes de las casas de reposo – realizadas por los jóvenes para interrumpir la soledad de tantas personas obligadas por la pandemia a permanecer en sus casas o encerradas dentro de las estructuras residenciales.
En esta fase de la campaña, y respetando las normas de salud en vigor en los distintos países, se invita a llegar virtualmente a las personas mayores más solas del propio barrio o de la parroquia y enviarles un abrazo, como ha dicho el Papa, a través de una llamada por teléfono, una videollamada o el envío de una imagen. Siempre que sea posible – o cuando la emergencia sanitaria lo permita – invitamos a los jóvenes a concretar aún más el abrazo, yendo a visitar personalmente a las personas mayores.
La campaña está asociada con el hashtag #sendyourhug para difundir la iniciativa. Los posts más significativos se divulgarán en las redes sociales del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida @laityfamilylife.
Nuestra esperanza es que, también desde esta campaña, se pueda cumplir el deseo del papa Francisco, que escribió: “Esto es lo que yo quisiera: un mundo que viva un nuevo abrazo entre los jóvenes y las personas mayores (Introducción al libro «La sabiduría del tiempo»)”.
En la memoria de santos Joaquín y Ana, los “abuelos” de Jesús, quisiera invitar a los jóvenes a realizar un gesto de ternura hacia los ancianos, sobre todo a los que están más solos, en las casas y en las residencias, los que desde hace muchos meses no ven a sus seres queridos.
¡Queridos jóvenes, cada uno de estos ancianos es vuestro abuelo! ¡No les dejéis solos! Usad la fantasía del amor, haced llamadas, videollamadas, enviad mensajes, escuchadles y, donde sea posible respetando las normas sanitarias, id a visitarlos. Enviadles un abrazo. Ellos son vuestras raíces.
Un árbol separado de las raíces no crece, no da flores ni frutos. Por esto es importante la unión y la conexión con vuestras raíces. “Lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado”, dice un poeta de mi patria. Por esto os invito a dar un aplauso grande a nuestros abuelos, ¡todos!
P. Alexandre Awi Mello. I. Sch.
Secretario
Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida 27 de julio de 2020
El 15 de agosto celebramos la Asunción de la Virgen María. El dogma de la Asunción nos dice que María comparte la condición de los resucitados, que es la de Jesús desde la Pascua. Al igual que Jesús, María no pierde nada de su humanidad, pero su humanidad florece en una nueva vida; esta vida ya no está limitada por las limitaciones del espacio y del tiempo que son las de nuestra condición terrenal. Liberada de las limitaciones del lugar y del tiempo, la vida de los resucitados permite que María esté presenta a sus hijos desde todos los lugares y en todo momento. Sigue siendo su contemporáneo. A veces puede mostrarles su presencia visiblemente: conocemos historias de apariciones; estos son el fruto del privilegio de María, que celebramos el 15 de agosto.
Al escribir para los miembros de Vida Ascendente en esta fiesta mariana, pienso en dos versículos del Evangelio de San Lucas. En el momento del nacimiento de Jesús y la visita de los pastores al pesebre, y luego cuando Jesús, a la edad de 12 años, se perdió y se encontró en el Templo de Jerusalén: » María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas.» (Lucas 2:19); «María conservaba todas estas cosas en el corazón» (Lucas 2:51).
Con toda probabilidad, San Lucas recogió los recuerdos de María. Gracias a ellos, pudo informarnos de los acontecimientos relacionados con el nacimiento y la infancia de Jesús.
Nosotros también guardamos en nuestros corazones muchos acontecimientos, muchos recuerdos. Lo bueno y fecundo de estos recuerdos nos ayuda a vivir y constituye un fundamento de sabiduría. En la exhortación apostólica Christus vivit (Cristo está vivo), el Papa Francisco nos cuenta la importancia de esta sabiduría: para los más jóvenes permite tener un arraigamiento. Los jóvenes necesitan estas raíces para guiar sus vidas y resistir a los manipuladores que tratan de atraparlos.
«Si una persona les hace una propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que sólo miren el futuro que él les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente hagan lo que él les dice?» (Christus vivit 181).
«La riqueza de los años» fue el tema del Congreso de Roma en enero de 2020. VAI participó y comparte el trabajo. El congreso recordó la importancia de poner a disposición de los jóvenes «la riqueza espiritual y humana que se ha transmitido a través de las generaciones». De lo contrario, corren el riesgo de ser «vacíos, desarraigados, sospechosos de todo», dice el Papa, por ideologías que los convertirán en esclavos (Christus vivit 183, 184).
Por lo tanto, las relaciones intergeneracionales son deseables, pero no siempre fáciles de establecer. Pidamos a María, que tanto guardó y meditaba en su corazón, que fomentara la aceptación por parte de los jóvenes de la sabiduría de los ancianos, de su historia de humanidad y de fe. Que el Espíritu Santo que descansaba sobre ella nos haga inventivos y nos haga encontrar maneras de hacer que los más jóvenes se beneficien de la «riqueza de los años».
Padre Francisco Maupu
La corazonada del Padre Michel Almaric
¿Quién habría pensado hace tres meses que las máscaras protectoras contra el coronavirus serían una preocupación nacional e incluso global? La máscara es el elemento esencial de los «gestos de barrera», mientras que no forma parte de la cultura de los europeos. Estábamos acostumbrados al uso de máscaras por parte de asiáticos protegiéndose de la contaminación. Pero, para nosotros los occidentales, en la actualidad, mientras comprendemos su función sanitaria, la máscara invita a la creatividad, con los elementos decorativos más diversos y originales posibles. A veces tengo dificultad a identificar a la gente, ya que estas fantasías demasiado a menudo se apoderaron del reconocimiento de la cara
Todo esto me llevó a releer páginas del filósofo Levinas bien conocido por su acercamiento al «Rostro». Señala que lo que vemos materialmente del otro es ante todo su rostro. Está dirigido a cada uno de nosotros, y nuestros ojos se cruzan. De todo nuestro cuerpo, la piel de la cara es la que sigue siendo la más desnuda, la más expuesta. Hay una pobreza esencial en esta «piel de arrugas» porque la cara está indefensa. También todos los tratamientos, todos los maquillajes quisieran ocultar esta realidad, porque la cara «habla». Exige que le respondamos. Levinas escribe: «El rostro se impone a mí sin que yo pueda permanecer sordo a su llamada, ni olvidarlo», Levinas va más allá cuando menciona que es a través de su rostro que el otro irrumpe en nuestra historia. Se me acerca y me hace responsable de él. Incluso llega a evocar el rastro del infinito que está inscrito frente al otro.
¿No habría riesgo de perderse una relación humana real cuando la máscara está decorada como si fuera para un carnaval? Así podemos tratar mal esta relación, si nos presentamos al otro con máscaras de carnaval. El filósofo continúa su reflexión cuando escribe: «Pensé que es en el rostro de los demás que Dios me habla por primera vez». Es en la cercanía de los demás que Dios se acerca. En el contexto actual no nos esperan con máscaras de carnaval sino con miradas que nos hacen existir en verdad.
Estimados amigos,
Después de dos largos meses sin noticias, vuelvo a ponerme en contacto con todos ustedes.
Deseo de todo corazón que tanto ustedes como todos los equipos que forman la Comunidad a la que pertenecen se encuentren bien de salud. Es bastante difícil llevar a cabo esta cuarentena, que desde hace tantos días nos tiene especialmente a los Adultos Mayores, guardaditos en casa, con pocas cosas para hacer. Pero no debemos perder la confianza y la esperanza de esperar que todo Creo que esta pandemia nos ha hecho reflexionar seriamente sobre nuestra fragilidad humana, y eso hizo que acrecentara en nosotros la necesidad de la oración, especialmente pidiendo por nuestra propia salud y por los enfermos del Covid-19, que tanto ha afectado a nuestros países. Esta situación que estamos viviendo nos ha hecho descubrir a un prójimo muy cercano que antes no conocíamos y tampoco veíamos y hoy nos encontramos mucho más solidarios con nuestros hermanos más necesitados.
Junto con otras personas me dedico a tejer cuadraditos de lana para hacer mantas. Otros equipos dan comida a los necesitados. En las últimas semanas comenzamos las reuniones virtuales. Es muy muy lindo y emotivo volver a vernos después de tanto tiempo, y darnos cuenta de lo mucho que nos lo perdimos. La reunión la comenzamos con la oración de Vida Ascendente, leemos el Evangelio del día y hacemos la reflexión. Luego tratamos el tema elegido para esa reunión. Naturalmente esto nos ha levantado el ánimo y nos sentimos sinceramente muy felices, creciendo en AMISTAD.
Más allá que todos sabemos que no hay actividad dentro de nuestros grupos, me haría muy feliz tener noticias de todos ustedes. Saber cómo se encuentran, si realizan alguna otra actividad, que experiencia les está dejando esta pandemia, en fin, todo lo que ustedes me quieran compartir.
Queridos amigos, ruego a Dios que podamos volver a vernos pronto, para encontrarnos y abrazarnos con la alegría de saber que somos hijos de Dios.
Susana,
Coordinadora de VAI SurAmerica
En la memoria de santos Joaquín y Ana, los “abuelos” de Jesús, quisiera invitar a los jóvenes a realizar un gesto de ternura hacia los ancianos, sobre todo a los que están más solos, en las casas y en las residencias, los que desde hace muchos meses no ven a sus seres queridos.
¡Queridos jóvenes, cada uno de estos ancianos es vuestro abuelo! ¡No les dejéis solos! Usad la fantasía del amor, haced llamadas, videollamadas, enviad mensajes, escuchadles y, donde sea posible respetando las normas sanitarias, id a visitarlos. Enviadles un abrazo. Ellos son vuestras raíces.
Un árbol separado de las raíces no crece, no da flores ni frutos. Por esto es importante la unión y la conexión con vuestras raíces. “Lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado”, dice un poeta de mi patria. Por esto os invito a dar un aplauso grande a nuestros abuelos, ¡todos!
Papa Francisco, domingo 26/07/2020
A partir de esta petición del Papa, se ha puesto en marcha la campaña con el hashtag #sendyourhug (¡pincha en la imagen!)
¡¡¡Que lo hagamos llegar a todos los rincones del mundo!!!
Un hermoso aniversario para Life Ascending Gran Bretaña
Life Ascending (originalmente The Ascent) nació en Inglaterra hace 40 años. En esta ocasión, el movimiento publicó un «Especial 40 Años», una rica retrospectiva de su historia.
Al recoger muchas fotos y artículos que han sido atesorados, Paula Conrad, editora del boletín, rindió un emotivo homenaje a todas las personas que han marcado el movimiento, que han dado su tiempo y puesto todas sus habilidades a su servicio y cuyas sonrisas se pueden descubrir a través de las páginas.
Puede ver este valioso testimonio (sólo en inglés) haciendo clic en el archivo adjunto «Life Ascending Journal Spring 2020».
La presidenta de VAI, Monique Bodhuin, felicitó a Ross Roberts, Presidente de Life Ascending:
«Leí el Boletín publicado con motivo del 40 aniversario de vuestro movimiento. Es un hermoso documento con recuerdos muy interesantes y testimonios muy conmovedores. Espero que este documento que traza la historia de Life Ascending en Inglaterra ayude a su movimiento a mantener un verdadero dinamismo y le permita mirar al futuro con confianza».
El 17 de mayo, la Presidenta debería haber participado en las celebraciones que marcaron el 40 aniversario en Londres. La pandemia decidió lo contrario.
Un hermoso aniversario para el MCR Romand de Suiza
Tuvimos la alegría a principios de año de recibir una invitación del MCR Romand para celebrar con ellos el 17 de junio de 2020, el jubileo del 55 aniversario de la creación de su movimiento.
Debido a la crisis sanitaria en Europa, este evento tuvo que ser cancelado por el momento y pospuesto a una fecha ulterior.
Sin embargo, expresamos nuestras más sinceras felicitaciones a todos los miembros y amigos del movimiento suizo.
En un texto publicado el 6 de abril de 2020, el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida llama, ahora más que nunca, a cuidar de los ancianos, especialmente aquellos abandonados a una soledad «en la que el coronavirus puede matar aún más».
El Dicasterio para los Laicos, La Familia y la Vida llama más que nada a proteger y cuidar a los ancianos en este tiempo de pandemia, una verdadera «tormenta inesperada y furiosa, durante la cual nos dimos cuenta de que todos estamos en el mismo barco», en palabras del Papa durante la bendición Urbi y Orbi del viernes 27 de marzo.
«Hace unas semanas, el Papa Francisco declaró que «la soledad puede ser una enfermedad, pero una enfermedad que podemos curar con caridad, cercanía y consuelo espiritual»,»recuerda el dicasterio en una carta, subrayando que una generación entera estaba pagando el precio de la pandemia, ya que en Italia, más del 80% de las personas que murieron tienen más de 70 años.
La enfermedad de la soledad
Estas palabras nos ayudan a entender que mientras que el coronavirus es más mortal cuando se encuentra con un cuerpo debilitado, en muchos casos, la patología anterior es la soledad. Por eso, insta la Santa Sede, es importante que hagamos todo lo posible para remediar este estado de abandono. «Bajo las circunstancias actuales, esto podría significar salvar vidas».
Y el Dicasterio de saludar las numerosas iniciativas eclesiales que se han extendido en los últimos días a favor de los ancianos, a través de llamadas telefónicas, mensajes de vídeo o de voz o, más tradicionalmente, cartas dirigidas a los que están solos. Las parroquias a menudo también se comprometen a entregar alimentos y medicinas a aquellos que no pueden salir de sus hogares. Y en todas partes, los sacerdotes siguen visitando a las familias para administrar los sacramentos.
Los ancianos, presente y futuro de la Iglesia
Estas redes solidarias tejidas son indispensables, pero la gravedad del momento nos invita a hacer más, insiste el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
«Como individuos y como iglesias locales, podemos hacer mucho por los ancianos: orar por ellos, curar la enfermedad de la soledad, activar redes de solidaridad y mucho más».
«Tenemos una responsabilidad común, que se deriva de la conciencia del valor inestimable de toda vida humana y de la gratitud a nuestros padres y abuelos. No dejemos a los ancianos solos, porque en soledad, el coronavirus mata aún más».
En particular, la Santa Sede desea dedicar toda su atención a los ancianos que viven en hogares de acogida: «A pesar de la complejidad de la situación en la que vivimos, es importante recordar que salvar la vida de las personas mayores que viven en instituciones o que están solos o enfermos es tan prioritario como salvar a cualquier otra persona».
En los países donde la pandemia sigue siendo limitada, todavía es posible tomar medidas preventivas para protegerlos, manda el Dicasterio, porque el futuro de nuestras sociedades y comunidades eclesiales depende de ello, como dijo recientemente el Papa Francisco, «los ancianos son el presente y el futuro de la Iglesia»
Extractos de la entrevista del Padre Roman Chromy, asesor espiritual de la coordinación de VAI en Europa, por una Agencia de Noticias Polaca (KAI)
KAI: ¿Podemos hablar de un desafío común para la Iglesia relacionado con la pastoral de los ancianos?
Padre R.C.: está claro que la sociedad está envejeciendo y que es necesario coordinar la pastoral de los ancianos. Esto es lo que el mismo Papa pide y las expresiones que utiliza son queridas para mí. Pide, entre otras cosas, practicar el «ministerio del oído» o escuchar lo que el pueblo de Dios tiene que decir hoy sobre un tema dado.
En el contexto de la pastoral de los ancianos, quisiera subrayar también la necesidad de una «pastoral de los ojos abiertos y de los corazones sensibles». Las personas mayores son el grupo social que a menudo busca apoyo, pero también tiene una vida y una experiencia laboral extraordinarias.
KAI: ¿Hasta qué punto la reflexión sobre la pastoral de los ancianos se refiere a la creación de una nueva realidad, ya que las personas mayores ya están en las estructuras y comunidades existentes?
Padre R. C.: Creo que el propósito de tales reuniones no es crear nuevas estructuras. El Papa Francisco no lo espera, pero sobre todo nos llama a una conversión pastoral, a una nueva apertura al hombre, especialmente a aquellos que reclaman ayuda y piden apoyo. La conversión pastoral no es más que una visión nueva, completa y más sensible de uno u otro grupo de fieles en la Iglesia. Así es como lo veo en el contexto de los ancianos.
No se puede decir que los mayores no tengan oportunidades en la Iglesia o que la Iglesia no les ofrezca nada. Sabemos que los ancianos son un tesoro para cada parroquia. Pero el concepto de parroquia desde una perspectiva global es ambiguo. Las parroquias que conocemos en Polonia no se asemejan, por ejemplo, a las de Argentina, Brasil o Siberia, donde cubren zonas extremadamente grandes. Las sociedades de todo el mundo también se enfrentan a problemas demográficos, sociales y económicos. Por ejemplo, en los países africanos o en América del Sur, los jóvenes se mudan cada vez más a las ciudades, dejando a sus familias multigeneracionales, y las personas mayores tienden a quedarse solas. Es en el contexto de estos desafíos que debemos reflexionar sobre las tareas que la Iglesia debe afrontar.
KAI: Incluso ante la audiencia en la que el Papa Francisco enviará un mensaje a los participantes del Congreso, ¿puede decirnos si se va de aquí con alguna inspiración particular?
Padre R. C.: La llamada del Papa a una nueva evangelización. Durante las conferencias, se habló mucho de sensibilidad, que es una especie de deber para nosotros los creyentes, llamados a ir a cada hombre que encontramos, mostrándole con un testimonio de vida, la imagen auténtica de Dios: un Padre amoroso y misericordioso. Esto es muy importante en el contexto de los ancianos que soportan la carga de toda una vida, a veces enfermedad, y que necesitan apoyo espiritual humano, así como una vida sacramental renovada.
KAI: El Papa Francisco también habla a menudo a los jóvenes sobre la sensibilidad hacia los ancianos. Durante varios años, les ha estado pidiendo que hablen con sus abuelos.
Padre R. C.: No cabe duda de que la pastoral de los ancianos no puede existir sola. Está ligada a otras esferas de la vida y de la actividad de la Iglesia, por ejemplo a la pastoral de las familias. La necesidad de una visión horizontal de los diferentes campos pastorales y de las palabras del Papa Francisco nos animan a reflexionar, entre otras cosas, sobre la calidad del diálogo intergeneracional. Yo utilizaría aquí la imagen bien conocida de la rama del Evangelio, que sólo puede dar fruto si está ligada a su raíz. Esta imagen es muy fuerte.
El Santo Padre vuelve al tema del diálogo intergeneracional también porque la cultura en la que vivimos rompe con la tradición y la historia, con una referencia a la sabiduría humana de las experiencias de vida adquiridas. Y, sin embargo, uno de los pilares de la vida de la Iglesia, además de las Sagradas Escrituras y el Magisterio, es la Tradición, el depósito de la fe.
KAI: ¿Cómo respondemos a la llamada del Papa?
Padre R. C.: Las oportunidades pastorales son sin duda la piedad y el compromiso de muchos de nuestros ancianos. Estoy convencido de que en muchas parroquias constituyen su «base espiritual»: cuando los jóvenes van a la escuela por la mañana y los adultos al trabajo, los ancianos, los jubilados dicen el rosario matutino en la iglesia y asisten a la misa. Estas son bellas imágenes de la vida de la Iglesia que deben mostrarse a nuestros fieles de diferentes edades. No debemos olvidar que cada uno de nosotros cumple su papel apostólico.
Por último, me refiero a las actividades de la asociación para los ancianos, Vida Ascendente internacional. Estas personas necesitan apoyo, pero se apoyan mutuamente y son un verdadero tesoro para las generaciones más jóvenes. Debemos recordar a los fieles estas relaciones intergeneracionales. Sobre todo porque en nuestras parroquias también, las personas mayores se sienten cada vez más solas o incluso rechazadas. Es necesaria la necesidad de revisar nuestra pastoral para los ancianos. Este tratamiento nos permitirá diagnosticar tanto el estado de la pastoral que les concierne como lo que habrá que hacer para mejorarla para atender la petición del Papa Francisco de atención a los ancianos y valorar mejor la»riqueza de muchos años de vida».
El papa Francisco nos dio un mensaje claro en el congreso “La Riqueza de los años”, celebrado a finales de enero en Roma:” Ayudad a vuestros obispos y a vuestras diócesis a promover el servicio pastoral a los ancianos y con los ancianos”.
Vida Ascendente España, en la última reunión de su Comisión Permanente, celebrada por videoconferencia, siguiendo las sugerencias de su consejero nacional, padre Ignacio Figueroa, comenzó a esbozar las líneas de lo que será un apoyo del Movimiento a la Iglesia en la creación de la pastoral del mayor en las diócesis españolas.
En un primer análisis de la evolución demográfica se vio, que con mayores cada vez más longevos y sanos, pero a menudo en soledad, el porcentaje de población mayor ha pasado del 15% al 30% en menos de 50 años.
En la pastoral del mayor se consideraron cuatro situaciones del mayor:
El mayor que no conoce a Cristo, no vinculado a la Iglesia. Este es un momento muy propicio para el anuncio del evangelio. La problemática del aislamiento y la soledad puede iluminarse con la luz de Cristo.
Jaime Tamarit
De VA Senegal
Hola, es con gran interés y placer que le leemos en África, Senegal. Preocupados por la responsabilidad de liderazgo que usted tiene, le pedimos AL ESPÍRITU SANTO que continúe iluminando y apoyándole en esta noble y difícil tarea.
Estamos atentos al progreso de la situación de la pandemia en Europa y oramos por todos los ancianos de Europa y especialmente por América.
Buena recepción y amable,
Prosper Diatta
Coordinador nacional de Senegal que les abraza a todos.
¡Que dios les bendiga!
De VA Uganda
Queridos Amigos de Vida Ascendente Internacional,
Expreso mi agradecimiento y consideración por el envió de su Newsletter; a pesar de la difícil situación en la que vivimos, ustedes están manteniendo su compromiso.
También me complace que nuestros miembros de todo el mundo se estén manteniendo en contacto y gestionando la amenaza para la salud. También en Uganda nos las arreglamos, pero con desplazamientos limitados.
Creo firmemente que superaremos juntos la crisis a pesar de las dificultades. Que sigamos adelante con un corazón reconfortado ahora y siempre. Gracias sinceras,
Charles Atim
Vicepresidente de Life Ascending Uganda
De VA Australia
Muchas gracias por esta Newsletter.
Se la pasaré a todos nuestros miembros que se divierten mucho leyéndolo. ¡Que dios les bendiga!
Roy Cooke
Encargado de Misión para Australia
Del Dicasterio por los Laicos, la Familia y la Vida
El 12 de junio de 2020,Gabriella Gambino, Subsecretaria, y Vittorio Scelzo, Director de la Oficina para los Ancianos y los Jóvenes del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, participaron, por videoconferencia, en la primera reunión de un grupo de trabajo ad hoc creado con la COMECE (Comisión de Episcopados de la Comunidad Europea), para preparar un documento sobre la atención de los ancianos, en el contexto de los desafíos demográficos de la Unión Europea, colocando el papel de la familia en el centro.