CÓMO EJERCITAR LA PACIENCIA Y CONTROLAR LA IMPULSIVIDAD

Para ser más pacientes es vital relativizar y contar hasta diez antes de actuar

Esta cualidad, la paciencia, parece que no es está bien vista en la sociedad actual. Da la impresión de que si no vamos con prisa a los sitios, si no nos atienden ya o solucionamos las cosas con rapidez, entonces algo va mal. Sin embargo, las prisas no son buenas, porque tomar decisiones sin pensar puede provocar que nos manipulen con más facilidad, indica la psicóloga Mila Cahue, en su libro El cerebro feliz. En esta obra hace referencia también a una reflexión que hizo el filósofo Immanuel Kant al respecto: “La paciencia es la fortaleza del débil, y la impaciencia, la debilidad del fuerte”.

Qué implica tener paciencia

No tener paciencia puede ocasionar que en un momento determinado nos comportemos de una manera que, una vez calmados, no nos guste. La impaciencia desencadena reacciones bruscas, en ocasiones agresivas, y esto no es positivo ni para nuestro estado mental, ni para nuestra salud en general.

Ser pacientes nos ayuda a analizar con detenimiento aquello que implica una mayor reflexión para nuestro entendimiento. Además, nos permitirá disfrutar con un ritmo adecuado “todo lo que necesita ser aprehendido por los cinco sentidos”, añade Mila Cahue.

Cómo trabajarla

Si queremos trabajar la paciencia deberemos adoptar una serie de actitudes, que nos proporcionen el control necesario en esas situaciones donde es probable que la perdamos:

Antes de responder o reaccionar en un momento en el que notes que te estás alterando (como puede ser cuando te encuentras atrapado en un atasco), detente unos segundos. Frena tu impulsividad, cuenta hasta diez, piensa en algo agradable, y trata de relajarte. No ser impulsivo hace que esa respuesta irracional se modere, aseguran los expertos.

A veces damos demasiada importancia a las cosas. En ocasiones, porque si no responden rápidamente a nuestros requerimientos nos sentimos ofendidos, pero probablemente a priori nadie pretende esto, por eso es vital relativizar.

 Algunos especialistas aconsejan hacer un listado con lo que nos produce más impaciencia, y tratar de resolver después aquellas cosas que nos la provocan y dependen de nosotros.

 En el caso de que estemos esperando algo en concreto en nuestra vida, pero vemos que no llega nunca, ejercitar la paciencia también es crucial. Ahora bien, tenemos que ser realistas con las expectativas que nos planteemos y analizar hasta qué punto debemos o no seguir en ese mismo camino si la espera está siendo muy larga. Puede que sea conveniente plantearse otras alternativas si va pasando el tiempo y no alcanzamos nuestras metas.