Seguramente, en alguna ocasión, habremos tenido que soportar algún calambre muscular. Estas contracciones repentinas e involuntarias, que se pueden dar en uno o más músculos, resultan bastante molestas, sobre todo cuando interrumpen alguna actividad que estemos realizando o suceden por la noche sin, aparentemente, ninguna razón.
Estos calambres pueden llegar a causar un dolor intenso aunque, por lo general, suelen ser inofensivos. Sin embargo, en otras ocasiones pueden llegar a afectar temporalmente el uso del músculo. En concreto, los calambres nocturnos son contracciones bruscas, involuntarias, que pueden estar motivados por distintas causas que no suelen ser peligrosas ni síntoma de alguna enfermedad.
La mayoría se dan en las partes inferiores del cuerpo, como los músculos de las piernas, sobre todo en la musculatura de la pantorrilla o en la de los pies, según indican desde Mayo Clinic (@MayoClinicEspanol). Pero, ¿qué causan exactamente estos calambres nocturnos?
Las causas no están claras del todo, aunque se suelen adjudicar a los largos periodos de ejercicio o trabajo físico, sobre todo si hace calor. La deshidratación también puede contribuir, la tensión muscular o el hecho de permanecer en una misma posición durante un largo periodo de tiempo.
Otro de los factores que aumentan el riesgo de calambres musculares son: la edad, ya que las personas mayores tienden a perder masa muscular, por lo que el músculo restante puede sobrecargarse con más facilidad; afecciones como diabetes o trastornos nerviosos, hepáticos o tiroideos también aumentan el riesgo de sufrir calambres musculares; los embarazos; si tomamos algunos medicamentos, sobre todo en el caso de aquellos que tienen un efecto diurético; si hemos sufrido un episodio de diarrea, debido a la pérdida extra de líquidos corporales; o debido a la falta de algún nutriente esencial para el organismo.
¿Cómo prevenir los calambres nocturnos?
Aunque muchas veces estos calambres se dan de forma repentina y esporádica, podemos tomar algunas medidas para ayudar a prevenirlos. La principal es mantenerse hidratado, ya que la deshidratación aumenta el riesgo de que suframos calambres, por lo que beber líquido a lo largo de todo el día, y sobre todo antes de acostarnos, ayudará a que los músculos se contraigan y relajen, manteniendo las células musculares hidratadas y menos irritables.
Estirar los músculos es, igualmente, de gran importancia, sobre todo después de hacer ejercicio o mantener una misma postura durante demasiado tiempo. Si somos propensos a tener calambres por la noche, podemos estirar antes de acostarnos o realizar alguna actividad o ejercicio ligero, como montar en bicicleta estática.
Estos son algunos de los ejercicios que podemos realizar para estirar los músculos: podemos sentarnos en una silla, estirar las piernas y bajar el tronco como si fuésemos a tocar las rodillas con la nariz, hasta donde lleguemos sin que el movimiento cause dolor. De esta forma podremos estirar toda la parte posterior de las piernas, pero no es obligatorio que llegues hasta esa posición.
Otra opción es ponernos de pie y subir una pierna bien estirada sobre una silla, para después llevar el torso hacia la pierna que está apoyada en la silla. Mantendremos la postura durante unos segundos y repetiremos con la otra pierna. Este ejercicio nos ayudará estirar los músculos y ganar equilibrio.
También podemos ponernos de pie y, apoyándonos en una pared para no tambalearos, sujetar una pierna por detrás con una mano de tal manera que la rodilla quede apuntando al suelo. Solo tendremos que mantener esta postura un par de segundos, después podremos bajar la pierna y hacer el mismo ejercicio de estiramiento con la otra.
¿Cuándo los calambres pueden indicar un problema de salud?
Aunque los calambres suelen ser inofensivos y pueden controlarse en el momento estirando el músculo para que vuelva a su posición natural, evitando la contracción, los calambres continuados y de mayor intensidad pueden estar relacionados con algunas enfermedades como la diabetes, patologías renales, la esclerosis lateral o el síndrome de las piernas inquietas.
Si el calambre no desaparece por sí solo, ni siquiera después de aplicar calor en la zona y practicar un suave automasaje, podríamos tener que acudir al médico para aliviar el malestar con un tratamiento farmacológico.
En concreto, será recomendable consultar con un profesional en los siguientes casos: si los calambres causan una molestia intensa; si están relacionados con la hinchazón, enrojecimiento o cambios de la piel en las piernas; si están relacionados con la debilidad muscular; si suceden de forma habitual y no mejoran con cuidado personal; o si no están relacionados con una causa lógica, como la realización de ejercicio físico.
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