Estas manos y este Rosario han sostenido en el silencio a la Iglesia durante estos años. Como bien dijo ayer Francisco solo Dios sabe el alcance del sacrificio y de la oración de Benedicto XVI. Es un misterio. Pero podemos estar seguros de la eficacia de la oración.
Ahora desde el cielo seguirá sosteniendo a la Iglesia. Aquí queda su testimonio y la luz de su Magisterio y de su teología. Estoy seguro de que la figura de Benedicto se irá acrecentando cada vez más. Y pido al Señor que sus intuiciones y sus enseñanzas las pongamos en práctica por el bien de la Iglesia, del mundo y del hombre -de cada hombre y cada mujer-.
¡Desde el cielo bendícenos santo padre Benedicto!
FACUNDO LOPEZ SAN JUAN
Consiliario Diocesano de Vida Ascendente de Jaén,