El inventor de 93 años que trabaja para los mayores: El soporte de mi abuelo

 

José María Almira Romero inventó hace más de tres décadas el popular «pincho de la sombrilla», ideado principalmente para que las sombrillas no se volasen en la playa con el viento.

Ahora, con 93 años, ha creado un nuevo aparato, un soporte que en este caso está dirigido a las personas mayores, en especial a las personas con movilidad reducida, para facilitarles el proceso de ponerse la ropa sin tener que agacharse.

Este aparato, que ha sido denominado como «El soporte de mi abuelo», nació por una razón: su mujer sufrió una caída y se rompió la rótula y una costilla, lo cual le provocó tener que estar en un sillón sin apenas poder moverse durante casi dos meses,

Él la ayudaba en todo lo que necesitaba, también a vestirse, pero quería facilitarle ese proceso, así es cómo surgió la primera versión de «El soporte de mi abuelo». Hizo un artilugio muy parecido a lo que es ahora, y que ya funcionaba.

Con él su mujer era capaz de ponerse la ropa con una mano sin problemas, y eso la puso muy contenta, sobre todo al ver que podía volver a valerse por sí sola».

Esa versión se fue modificando y mejorando, tal y como explica José María, hasta llegar a lo que es ahora. «Está funcionando muy bien. A la gente le gusta, lo ven útil, y en el fondo hace su papel», asegura. «Me siento muy satisfecho de ver que este aparato está consiguiendo ayudar a tanta gente. Son muchas las personas que ya nos llaman para pedir uno, aunque de esto ya se encarga mi nieta», explica, y añade que «lo mío es calentarme la cabeza y crear cosas para los mayores, para facilitarles su día a día».

En concreto, «El soporte de mi abuelo» es un soporte de ayuda para la puesta de pañales, ropa interior y/o pantalones sin necesidad de agacharse, una tarea que se vuelve más complicada con el paso de los años. De esta forma, «las personas que lo requieran, pueden satisfacer una necesidad básica y tan personal de forma autónoma», siempre «velando por la intimidad que todos necesitamos a lo largo de nuestra vida».

El objetivo es «que aquellas personas que sufran las consecuencias del paso de los años o la pérdida de movilidad puedan mejorar su calidad de vida, preservando su intimidad e independencia a la hora de vestirse».

Para su creación, José María explica que utilizó el aluminio como principal material para asegurar que fuese resistente. Se trata de «un producto sencillo, funcional, sin extravagancias ni decoros innecesarios para su utilización que aumenten el coste de producción y por tanto, el precio de venta.

Es manejable y nada aparatoso, y todo esto, al precio más barato», así lo definen. «Porque el fin último del proyecto es que sea accesible a todos los bolsillos y que todo el que sufra de la necesidad que se pretende subsanar, pueda permitírselo».

Desde que en 1988 José María crease su famoso «pincho de la sombrilla» hasta su creación más reciente han pasado más de treinta años en los que se ha dedicado a su trabajo en la banca, durante 42 años, y a su pasión, la mecánica, en lo que trabajaba por las tardes. «Me gustaba la mecánica más que nada y le tengo un cariño enorme», y explica que incluso en el banco donde trabajaba estaba muy solicitado por su habilidad para reparar máquinas.

Así que, estas invenciones de José María a lo largo de los años se han debido, tal y como asegura, fundamentalmente a una necesidad que pensó que podía solucionar. Y así ha sido.

«Lo hice sobre todo para los mayores. Primero el pincho de la sombrilla, para que no tuvieran que agacharse, después este soporte, también para ayudar a los mayores a vestirse». Es más, desvela que ya está en proceso de un tercer invento. «Ya estoy con ello, trabajando en algo, también pensado para los mayores, porque al final de los mayores se acuerda poca gente, y necesitamos tener un poco más de ayuda».

A pesar de su edad, a José María no lo detiene nada. «Me propongo lo que sea. Cuando me caliento la cabeza y me desvelo por las noches decidido a hacer algo nuevo, lo consigo. Hay un refrán que dice Quien la sigue la consigue, pues yo soy bastante cabezota y no me conformo si veo que puedo ayudar o mejorar algo. Solo hay una vez que no lo conseguí y es de lo único que me arrepiento, una única cosa que no finalicé, pero ya no me ha vuelto a pasar», concluye.

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