Nicolás nace en Patara, una pequeña ciudad marítima de Licia, en la Turquía meridional, en el siglo III después de Cristo, y en el seno de una familia acomodada que lo educó en el cristianismo.
Su vida, desde su primera juventud, estuvo fundamentada en la obediencia. Quedó huérfano muy joven de ambos progenitores y él, en memoria de la página evangélica del joven rico, usó toda la fortuna paterna para atender a necesitados, enfermos y pobres.
Fue elegido obispo de Myra y bajo el reinado del emperador Diocleciano fue exiliado y encarcelado. Después de ser liberado, en el 325, participó en el Concilio de Nicea y murió en Myra el 6 de diciembre del 343.
Son muchos los episodios que nos han llegado a cerca de Nicolás, y todos testimonian una vida al servicio de los más débiles, los pequeños y los indefensos.
Defensor de los débiles
Una de las historias más antiguas sobre San Nicolás, tiene que ver con un vecino de casa que tenía tres hijas en edad de casarse, pero no tenía suficiente dinero para asegurarles una dote. Para salvarlas de un destino de prostitución, Nicolás una noche, provisto de dinero envuelto en un paño, lo lanzó a través de la ventana de la casa del vecino y huyó inmediatamente para que no lo reconocieran. Gracias a esa donación, el vecino consiguió casar a la primogénita. Nicolás repitió su gesto generoso otras dos veces, pero la tercera noche, el padre de las jóvenes salió a tiempo de reconocer al misterioso benefactor, que sin embargo imploró, no se dijera nada a nadie.
Otra historia cuenta sobre tres jóvenes estudiantes de teología en viaje hacia Atenas. El patrón de la posada donde se habían detenido por la noche, los asaltó y los mató, escondiendo sus cuerpos en una barrica. El obispo Nicolás, también en camino hacia Atenas, se detuvo en la misma posada y tuvo en sueños la visión del delito cometido por el posadero. Recogido en oración, San Nicolás obtuvo el milagro del regreso a la vida de los tres muchachos y de la conversión del posadero malvado. Este episodio como el de la milagrosa liberación de Basilio, un muchacho raptado por los piratas y vendido como copero a un emir (la leyenda cuenta que reapareció misteriosamente en casa de sus padres, y todavía tenía entre las manos la copa de oro del soberano extranjero), contribuyeron a difundir su imagen de patrono de niños y jóvenes.
Protector de navegantes
Durante los años de su juventud, Nicolás se embarcó para acercarse en peregrinación a Tierra Santa. Caminando por los mismos caminos que recorrió Jesús, Nicolás rogó poder hacer una experiencia todavía más profunda de cercanía a la vida y a los sufrimientos de Jesús. En el viaje de vuelta, se desencadenó una tremenda tempestad, y la nave corrió el riesgo de hundimiento. Nicolás se recogió en la oración, y el viento y las olas repentinamente se calmaron, ante la sorpresa de los marineros, que ya temían el naufragio.
Después de la muerte de San Nicolás, su tumba en Myra se convirtió pronto en meta de peregrinaciones y sus reliquias fueron rápidamente consideradas milagrosas a causa de un misterioso líquido, llamado el “maná” de San Nicolás, que salía de ellas. Cuando Licia, en el siglo XI fue ocupada por los turcos, los venecianos intentaron hacerse con ellas, pero fueron precedidos por los bareses, que llevaron las reliquias a Apulia en el 1087. Dos años después fue terminada la cripta de la nueva Iglesia, deseada por el pueblo de Bari, sobre el lugar en donde se erigía el palacio del gobernador bizantino, y el Papa Urbano II, escoltado por caballeros normandos señores de Apulia, posó las reliquias del santo sobre el altar, en donde se encuentran todavía hoy. El traslado de las reliquias de San Nicolás tuvo un eco extraordinario en toda Europa y en el Medievo, el santuario pullés se convirtió en una importante meta de peregrinaciones, con el resultado de la difusión del culto a San Nicolás de Bari (y no de Myra).
Santa Klaus
En los Paises Bajos y en general en los territorios germánicos, la fiesta invernal de San Nicolás (en holandés “Sint Nikolaas” y después “Sinteklaas”), que tiene en particular bajo su protección a los más jóvenes, ha dado origen a la tradición infantil de la espera de los regalos: la vigilia de la fiesta del santo, los niños dejan zapatos o calcetines sobre una silla o junto a la chimenea, y se van a dormir confiados en que a la mañana siguiente, los encontrarán llenos de dulces y regalos.
La Fiesta de San Nicolás (en neerlandés: Sinterklaas)1 se celebra la Víspera de San Nicolás (5 de diciembre) en los Países Bajos, y el día de San Nicolás (6 de diciembre) en Bélgica y en algunas antiguas colonias neerlandesas. En menor medida se celebra también en Luxemburgo (como Kleeschen), Austria, Suiza (Santiklaus), Alemania, Polonia y en la República Checa (como Mikuláš).
La figura central de la fiesta es San Nicolás (en neerlandés: Sint-Nicolaas, de donde se deriva la forma popular Sinterklaas), un personaje legendario que trae regalos a los niños el día de la fiesta. Los nombres de Sinterklaas y Ámsterdam vienen unidos desde el año 343. Según la tradición, San Nicolás viene de Alicante, en España, y todos los años desde 1934 (excepto en el año 1944) llega a las costas neerlandesas en un barco de vapor. Una vez desembarcado, monta en un caballo blanco llamado Amerigo. Viene acompañado de unos ayudantes (pajes) llamados Pedritos (en neerlandés: Zwarte Pieten (Pedro el negro), que lanzan pepernoten (unas galletitas especiadas) a la gente. Se trata de una de las tradiciones más importantes de los Países Bajos. La llegada en barco de Sinterklaas se retransmite en directo por la televisión nacional neerlandesa, tanto por ondas como por Internet.
Tras la rebelión de las provincias neerlandesas contra la Corona española, los predicadores calvinistas intentaron eliminar la festividad de San Nicolás, al considerar que contenía demasiados elementos paganos. Sin embargo, sus esfuerzos no tuvieron éxito, debido a que la fiesta era extremadamente popular incluso entre la población protestante.
En los Países Bajos existe desde el siglo XV la costumbre de «poner el zapato». En aquellos tiempos se ponía el zapato el 5 de diciembre en la iglesia, y lo obtenido con las dádivas de los ciudadanos más ricos se repartía entre las familias pobres el 6 de diciembre, día oficial de la muerte de San Nicolás.
Cuando San Nicolás se convirtió más adelante (ya en el siglo XVI) en una festividad familiar, se impuso la costumbre de poner los zapatos junto a la chimenea. Según la tradición, San Nicolás (o más bien su ayudante, Pedrito) visitaba la casa de los niños y colocaba los regalos en los zapatos, generalmente dulces y juguetes. Esta tradición sigue manteniéndose viva.
Zwarte Piet.
San Nicolás no trabaja solo: le acompaña un criado que recibe el nombre de Zwarte Piet (en español: Pedro el Negro o Pedrito), que lleva el saco de los regalos y desciende por las chimeneas de las casas para dejar los regalos en los zapatos de los niños.
El origen de este sirviente es discutido: originalmente habría sido un demonio al que San Nicolás habría obligado a realizar actos nobles, como se puede ver en algunas partes de Europa central, donde esta figura diabólica llamada Krampus sigue acompañando a San Nicolás. Según otra versión, San Nicolás habría comprado la libertad de un niño etíope en el mercado de esclavos de Myra. El nombre del pequeño sería «Piter» (derivado de Petrus). El niño, agradecido por su liberación, habría decidido acompañar y servir a San Nicolás.