La figura de San Prudencio, patrón de Álava, ha sido ampliamente estudiada desde antiguo. Como en todos los personajes de aquellos lejanos siglos, no será posible perfilar sus vidas con la precisión que nos gustaría.
Las fuentes históricas antiguas no tenían las mismas inquietudes que hoy en día tenemos. Las fuentes que dan a conocer la vida de San Prudencio, obispo de Tarazona, forman un total de 18, “vidas” latinas anónimas, y una hagiografía escrita por Munio, obispo de Álava, en el año 969.
He aquí fundamentalmente lo que dicen las fuentes hagiográficas de Prudencio de Armentia.
San Prudencio nace en Armentia, cerca de Vitoria, capital de Álava, a mediados del siglo VII. A los quince años abandona la casa paterna de Armentia con el fin de llevar una vida retirada y anacoreta bajo la guía del eremita San Saturio, cerca del río Duero, en las cercanías de la actual Soria. Muerto el viejo anacoreta Saturio, Prudencio dirige sus pasos hacia Calahorra, ciudad episcopal y cabeza de la diócesis a la que pertenecía Prudencio.
Aquí se esfuerza por evangelizar a los idólatras de aquella ciudad y de la zona circundante; el éxito de su predicación, sus virtudes y la fama de sus milagrosas curaciones le ganaron la veneración de toda la región.
Más tarde, marcha a Tarazona, donde consigue ser admitido entre los clérigos de la catedral, encargándose de la limpieza del templo y los utensilios de culto. Poco a poco, ganada la confianza de los superiores con su empeño y ejemplo, le encomendaron servicios más altos. Se le consideró digno de recibir las sagradas órdenes, y llegó a la dignidad de arcediano que, por aquella época, tenía una gran autoridad en la diócesis.
Pasado un tiempo, estando sin obispo la diócesis, el clero y el pueblo juntos propusieron al metropolitano de Tarragona a que nombrase obispo a Prudencio. El Primado de Tarragona confirma la elección y consagra a nuestro antiguo anacoreta como obispo de Tarazona.
Se hizo querer y respetar de todos en el desempeño de este importante cargo cumpliendo fielmente con los deberes de buen pastor y procurando con gran cuidado mantener la paz.
Habiendo surgido algunas discordias entre el obispo y el clero de Burgo de Osma, fue elegido Prudencio espontáneamente por ambas partes para dirimir la contienda que, según parece, era grave. Llegado a aquella ciudad, logró felizmente restablecer la perturbada paz.
Murió tres días después de este episodio, seguramente el año 683, el día 28 de abril. Al haber fallecido en Burgo de Osma, fuera de su diócesis, y siendo ilustre por sus milagros, se originaron disputas sobre el lugar donde debería ser enterrado.
La leyenda dice que la cuestión se resolvió poniendo el cadáver sobre la cabalgadura que usaba en vida, dejándola marchar libremente. Esta se detuvo a seis leguas de Logroño y allí se le dio sepultura, en una cueva, a 6 leguas de la ciudad de Logroño.
En este lugar, años más tarde se levantó el insigne monasterio cisterciense de San Prudencio de Monte Laturce (Clavijo).
A mediados del siglo VIII a San Prudencio se le tenía ya por santo. El primer documento referente a san Prudencio nos lo proporciona el Cartulario de San Millán de la Cogolla. El 24 de abril del año 759.
Es santo patrón de Álava desde mediados del siglo XVII y su festividad es el 28 de abril. En 1643 se pensó nombrar a Prudencio como patrón de Álava, pero no fue hasta 1698 cuando se le proclamó oficialmente.