Juan Pedro Rivero González es Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife
Quiero aprovechar este encuentro semanal en este medio de comunicación para subrayar uno de tantos gestos solidarios a los que estas fechas previas a la Navidad se prestan tanto. Me refiero al gesto que los costaleros de varias cofradías y hermandades de San Cristóbal de La Laguna y La Cuesta tienen previsto realizar el próximo sábado 17 de diciembre por las calles del casco histórico de la ciudad de Aguere.
Para ellos, la imagen de María o de Jesús tiene una importancia especial. Custodian su culto con dedicación y esmero. Pero son, también, conocedores de que “(…) lo que hacen con uno de estos hermanos más débiles, conmigo lo hacen” (Mt 25). Por eso, en esta ocasión, sobre el paso que cargan sobre los hombros estarán, no las imágenes de sus titulares, sino los hermanos que tienen necesidades; y cargarán los alimentos imperecederos con la misma devoción que cargan las otras imágenes. Cambian el peso de la madera por el peso de una acción caritativa y social. Cargan al mismo, de distinta manera.
Esto queda iluminado por el fogonazo de luz que brota de Belén. Aquel bebé, envuelto en pañales y que su mamá colocó en un pesebre, pobre y maloliente, es la causa de este gesto de amor al prójimo. No solucionarán todos los problemas, está claro; pero hacer algo, emprender lo posible, aunque no todo quede resuelto, es vivir en clave de gratuidad y esperanza. Hay distintas formas de realización de la espiritualidad; esta es también una forma adecuada que quiero felicitar.
En la mesa de la cena de Navidad no nos podemos contentar con estar nosotros solos, los nuestros, a lo que nos unen vínculos de sangre o afecto. Mesas grandes deben existir, en las que quepan los que están y los que deberían estar sentados a alguna mesa esa noche y todas las noches del año. Una mesa que difumine la soledad y haga posible nuevos vínculos, entrelazados por un amor que viene del Cielo. Estoy seguro que en este ensayo solidario el Cristo Resucitado de Santo Domingo de Guzmán estará sonriendo y feliz de ver que han cambiado su peso por el peso de ayuda solidaria. Estoy seguro. Estoy seguro que Nuestra Señora de los Dolores en la Cuesta sonreirá como buena Madre al ver a sus costaleros cargar el peso que alivia y ayuda a tantos hijos suyos.
No quiero que esto se convierta en un discurso de romanticismo altruista, sino una proclamación de fe verdadera en Cristo que, con su venida, aquella primera Navidad, ha cambiado el rumbo de la historia transformando la oscuridad del egoísmo en claridad meridiana de gratuidad y afecto mutuo.
Permíteme una propuesta navideña. Propongámonos hacerle un regalo al Niño que nace la noche santa del 24 de diciembre. Al menos el regalo de una pregunta: ¿Qué puedo hacer por los demás? No importa que no sea mucho. La cantidad es una categoría que existe al otro lado de lo humano. La calidad de un pequeño gesto es todo, cuando se trata de seres humanos, de personas. ¿Qué puedes hacer por los demás? ¿Tienes tiempo para compartirlo con otros? ¿Cómo anda tu solidaridad? ¿Qué salud tiene tu amor fraterno?
Preguntas como estas cambian la historia.
Muchas gracias a los cofrades y hermanos, a todos los costaleros de las parroquias de San Cristóbal de La Laguna. Será un gran gesto.
Leído en Canarias diario.com