Necesitamos que nos recuerden las cosas, bien para reforzar lo que ya sabemos o para hacernos reflexionar y descubrir.
Éstos son los SIETE SACRAMENTOS DEL DESIERTO, son reflexiones para leerlas despacito, en voz baja y dejarlas que entren hasta el fondo de nuestro ser:
1º El desierto está aquí, en tu edad con sus achaques, en tu cruz de cada día. Llévalos con paz, incluso con gozo, conviértelos en ofrenda.
2º El desierto está dentro de ti, en tu intimidad, donde te cuesta pasar, porque el ruido, la prisa, la superficialidad te echan fuera. ¡Vuélvete dentro, donde Dios habita y te espera!
3º El Desierto es ahora, aquí mismo, en tu vivir cotidiano con sus cuestas arriba y abajo, su trajín, sus madrugones, sus insomnios, en la ventanilla cerrada, la multa o la hipoteca sin pagar. Cada roce, mala cara, ruido, silencio molesto, cada dolor de rodilla, de espalda, cada tropezón son instantes que nos maduran en el sufrir y en el luchar.
4º El Desierto está cerca, alrededor. ¡Hay tantas seducciones, ofertas, señuelos! Cada pecado capital te envía su mensaje seductor, con el sexo, la codicia, la comodidad, o soliviantador, como la envidia o la ira
5º El desierto es purificación, maduración. Las tentaciones de Jesús estaban disfrazadas de
bien: ¡Asegúrate, ten un buen proyecto, cuídate, no te compliques! Son las tentaciones de los buenos. En el desierto aprendemos a diferenciar lo que viene de Dios, o de los hombres.
6º El desierto es intimidad, vida interior, encuentro amoroso con el Señor, penitencia y reconciliación.
7º El desierto, en fin, está en el piso solitario de la abuelita, en la chabola llena de frío y hambre, en los portales de Belén sin pastores ni Reyes Magos, en las frías noches del enfermo, el mendigo.
Reflexionemos y meditemos…..