GAUDI, LA SAGRADA FAMILIA Y LA ALEGRIA DE VIVIR

La fachada Este del templo de la Sagrada Familia encierra una intensa catequesis sobre el Misterio de la Encarnación de Dios, pero debemos introducirnos en la cripta del templo para comenzar a desgranar este mensaje. Allí la clave de la bóveda nos presenta la Anunciación del Arcángel Gabriel a María. Sin el sí de esta niña, ninguna piedra de este templo tendría sentido, ninguna catequesis existiría ya que no habría cristianismo.

Antonio Gaudí, que actualmente se encuentra en proceso de beatificación, comenzó el templo por la fachada dedicada a la Natividad, pues expresaba “la alegría de vivir”.

Quería sacar a la calle las catequesis y la belleza de los retablos para que llegasen a todos y no sólo a quienes entrasen en la iglesia. Gaudí parte de la encarnación como hecho fundamental y desarrolla su programa iconográfico en 3 portadas. Todas tendrían color, decía: “el color es vida y los muertos no tienen color” la parte central sería en azul y dorado y su tamaño es más grande que las laterales expresando con ello el Amor con mayúscula, el que Dios nos tiene ya que nos ha enviado a su hijo único para que de la vida por nosotros.

Por ello en el centro, sobre el capitel de la columna central se representa la Sagrada Familia, San José y María con su hijo Jesús acompañados por la mula y el buey. Hoy en día este mensaje de una familia como lugar de excepción para el bien del mundo está muy poco valorado, por ello es muy necesario volver a la Familia de Nazaret como ejemplo de vida.

A la derecha, en color rojizo o siena se representa la fe, más cercana a la montaña, pilar natural creado por Dios. La de la izquierda, en verde es la de la Esperanza, próxima al mar. Incluso en esos detalles piensa nuestro querido Antonio Gaudí.

 De niño, Gaudí apenas pudo acudir a la escuela porque padecía una enfermedad reumática que le provocaba fuertes dolores en sus articulaciones por ello, en el tiempo que permanecía tumbado reposando, la observación del entorno se convirtió en la ocasión de percibir la creación con sorpresa y estupor, descubriendo con alegría y conmoción la complejidad de un mundo hecho para el hombre. Esta creación de Dios, junto con la liturgia y la Sagradas Escrituras fueron sus maestros y le inspiraron en su vocación. Gaudí entendió que su vocación era ser arquitecto y dar Gloria a Dios a través del don que éste le dio con su genialidad, por ello su trabajo constante, su esfuerzo e intento de mejora no buscaba otra cosa que multiplicar los talentos que Dios le había dado y ponerlos a su servicio haciendo Templos, parques, casas o muebles…

Todo como ocasión de manifestar a Dios en medio del mundo.

Eugenia Gracia Bermejo