Los domingos del tiempo ordinario, las lecturas del Antiguo Testamento se han seleccionado por su relación con las evangélicas para evitar una diversidad excesiva entre las lecturas de cada misa y sobre todo para que aparezca más clara la unidad de ambos Testamentos. No en vano es un criterio bíblico fundamental el que ambos Testamentos pertenecen y manifiestan el único plan de Dios y la historia de la salvación.
La relación entre las lecturas de la misa se patentiza mediante la cuidada selección de los títulos, que anteceden a cada lectura. Con la selección de lecturas se ha querido que fueran breves y fáciles. Pero se ha querido también que en los domingos se lea el mayor número posible de los textos más importantes del Antiguo Testamento. Estos textos se han distribuido sin un orden lógico, atendiendo sólo a su relación con el evangelio. El tesoro de la Palabra de Dios queda abierto de tal modo, que quienes participan en la misa dominical conocerán casi todos los pasajes más importantes del Antiguo Testamento.
Las lecturas evangélicas del primer domingo son las del Bautismo del Señor y pertenecen íntegramente al tiempo de Navidad-Epifanía. El domingo II del tiempo ordinario hace referencia todavía a la manifestación del Señor (Epifanía) por la pericopa tradicional de las bodas de Caná y otras dos, tomadas también del evangelio de san Juan.
La lectura semicontinua de los tres evangelios sinópticos comienza a partir del domingo tercero. La lectura se ofrece de modo que presente la doctrina propia de cada evangelio en la medida en que se va desarrollando la vida y predicación del Señor. Gracias a tal distribución resulta una cierta armonía entre el sentido de cada evangelio y la evolución del año litúrgico.
Después de la Epifanía se leen los comienzos de la predicación del Señor, que guardan una estrecha relación con el Bautismo y las primeras manifestaciones de Cristo, Al final del año litúrgico se llega espontáneamente al tema escatológico, propio de los últimos domingos, ya que los capítulos del evangelio que preceden al relato de la Pasión tratan este tema con más o menos amplitud. En la lectura semicontinua de san Lucas del año C se antepone al primer texto (es decir, el domingo III) el prólogo del Evangelio, en el que se explica bellamente la intención del autor y al que no se le encontraba un sitio adaptado en otro lugar,
Como lecturas apostólicas o segundas lecturas de los domingos se proponen de modo semicontinuo las cartas de san Pablo y Santiago, Las de san Pedro y de san Juan se leen en el tiempo pascual y en el de Navidad. La 1 Carta a los Corintios, por su amplitud y por tratar de temas diversos, se ha distribuido en los tres ciclos (A, B, C), al principio de este tiempo ordinario. Ha parecido oportuno también dividir la carta a los Hebreos en dos partes, la primera de las cuales se lee en el año B y la otra en el C. Se han elegido sólo lecturas bastante breves y no muy difíciles para la comprensión de los fieles.
Yendo un poco a los detalles sobre la misa destaquemos que cada domingo del tiempo ordinario tiene su formulario de oraciones presidenciales propio.
En las ferias se puede elegir la misa de feria, la misa de la memoria libre si se da, la misa de cualquier santo, inscrito ese día en el Martirologio, una misa votiva o por diversas necesidades (Cf OGMR 355), Las posibilidades de elección por parte del que preside son muchas. de hacerlo pensando en el bien pastoral común a los fieles.
En las memorias obligatorias se dice la colecta propia, pero la oración sobre las ofrendas y después de la comunión si no son propias, se pueden tomar o del común o de la feria correspondiente (Cf. OGMR 363). El prefacio se tomará de los comunes o del común.
Si se elige la memoria libre (cuando concurren varias) o la misa de un santo, inscrito ese día en el Martirologio, se dice la colecta propia y, si no la tiene, la del común correspondiente; la oración sobre las ofrendas y después de la comunión, si no son propias, se pueden tomar o del común o de las oraciones de cualquier otro domingo del tiempo ordinario (Cf OGMR, 363). El prefacio se toma de los prefacios comunes o del común de santos a que pertenezca.
Cuando se elige celebrar de feria, se puede tomar las oraciones del domingo precedente, las oraciones de cualquier otro domingo del tiempo ordinario o una misa votiva o por diversas necesidades. Pero de esas misas sólo está permitido tomar la colecta (Cf OGMR 355c; 363).
Los domingos no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial (Cf. OGMR 380). Los días con memoria obligatoria puede celebrarse la misa exequial y las misas de difuntos después de recibida la noticia de la muerte y en el primer aniversario, pero no se permiten las misas cotidianas de difuntos. En las ferias puede celebrarse cualquier misa por los difuntos (Cf OGMR 381).
Respecto a la Liturgia de las Horas indiquemos sucintamente: En el oficio del domingo, los elementos correspondientes se toman del ciclo de cuatro semanas, excepto lo propio de cada domingo del tiempo ordinario.
En el oficio ferial los elementos correspondientes a cada hora se toman del día correspondiente de la semana en el ciclo de cuatro semanas. Las lecturas del oficio de lectura son propias cada día. En las memorias, si no se indica lo contrario, los salmos son los del día correspondiente de la semana en el ciclo de cuatro semanas; el resto también se toma del día correspondiente de la semana, o del común, excepto lo que es propio de la memoria y la oración, siempre del santo.
Los domingos del tiempo ordinario son suplantados sólo por la solemnidades las fiestas y memorias que caen en domingo se omiten ese año los demás días se admiten todas las celebraciones
Ramiro González