Vuelve la polémica sobre las etiquetas de los alimentos cuya «letra pequeña» castiga a los mayores, el 70% de los consumidores mayores tienen problemas para leerlas, según la OCU.
Disponer de información básica sobre los alimentos que consumimos, sus ingredientes, procedencia, si contienen aditivos, azúcares añadidos o su fecha de caducidad, se ha vuelto cada vez más crucial a la hora de asegurar una alimentación saludable y segura. Todo ello debería aparecer claramente especificado en el etiquetado de los productos, pero tal como denuncian las asociaciones de consumidores, son varios los elementos que dificultan su lectura y comprensión, que ponen en una situación especialmente complicada a los mayores y personas con dificultades de visión.
La última en poner el foco sobre ello ha sido la Organización de Consumidores y Usuarios (@consumidores) que advierte en un encuesta realizada entre casi 1.000 personas de entre 18 y 79 años, que el 56% de las personas no lo lee con atención las etiquetas de las principales marcas. El motivo principal son las dificultades de lectura relacionada con el tamaño de la letra, «demasiado pequeña para la mitad de ellos». Esta dificultad, –sobre la que ya alertó Carlos San Juan en 65YMÁS–, se acrecienta con la edad, ya que la cita el 70% de los mayores de 60 años encuestados.
A raíz de estos resultados, la asociación de consumidores ha solicitado a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) que trabaje con las autoridades europeas para aumentar el tamaño de la letra del etiquetado de los alimentos, de los actuales 1,2 mm a los 3,0 mm. La OCU pide además destacar en el frontal del envase la información esencial: fecha de caducidad, lista de ingredientes y sistema Nutriscore, sin que tengan que competir en espacio con mensajes publicitarios.
Carlos San Juan: «Hay muchos temas urgentes para los mayores y este es uno de ellos»
En 65YMÁS hemos contactado con una de las personas que ya abanderó esta causa hace meses al hacernos llegar una carta al director sobre la necesidad de que los supermercados y marcas etiquetasen los detalles y el precio de sus productos con letras y números de mayor tamaño de cara a acabar con una «injusticia» que aseguraba afecta a toda la población, pero especialmente a los mayores que sufren problemas de visión.
«Hay muchos temas urgentes en relación a los mayores y este es uno de ellos evidentemente», señala a 65YMÁS Carlos San Juan, el impulsor de la campaña por una atención más humana en los bancos ‘Soy Mayor pero no Idiota’. Mientras, destaca que el hecho de que las marcas no hayan modificado aún sus políticas de etiquetado es una «consecuencia directa más de que los mayores somos invisibles».
Al mismo tiempo valora como positiva la propuesta de la OCU y destaca que además de que el tamaño de la letra sea legible, debería eliminarse la publicidad engañosa sin evidencias científicas, resaltar el contenido de azúcares, grasas saturadas, calorías, así como la fecha de caducidad. Pero cree llama a lograr un equilibrio para esta información no se haga «farragosa e ilegible», como ocurre con los prospectos de los medicamentos.
Asociaciones de mayores apoyan la medida: «Es hora de que las marcas inviertan en mejoras para los consumidores»
Desde la Plataforma de Mayores y Pensionistas (@PlataformaPMP) celebran la incitativa de la OCU a favor de la legibilidad, que recuerdan «no es nueva», –ya que ya se planteó hace más de una década– pero confían en que esta vez se pueda conseguir un cambio regulatorio o al menos por parte de las marcas. «Cada vez hay más conciencia social sobre alimentación saludable, autocuidado y prevención de enfermedades – con especial foco en los mayores y el envejecimiento saludable– por lo que ahora sí puede ser el momento».
«Los precios de los alimentos no paran de subir y es hora de que las marcas inviertan en mejoras para los consumidores como esta y acabar con el grave problema que origina el tamaño de la letra de las etiquetas especialmente en los mayores» defiende Javier García, director gerente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (@CEOMA_ong), quien señala el importante nicho de mercado que suponen los consumidores sénior. Y apunta a que se trataría de un un cambio «relativamente sencillo», que si se piensa desde el inicio del diseño de producto «tendría poco coste».
En la misma línea opina el vicepresidente de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España Mayores (@MayoresUDP), Toni Serratosa, quien considera que informar adecuadamente a los consumidores debería ser una prioridad que beneficiaría «no solo para los mayores sino para todos los ciudadanos». Al mismo llama a poner fin a la publicidad engañosa. «Más allá del tamaño de la letra, la información debería ser adecuada y no caer en mensajes engañosos sobre la salud con supuestos beneficios que luego no están demostrados científicamente. Deberían ser considerados ilegales».
Los expertos matizan que es una cuestión problemática difícil de modificar
Por el lado de los expertos recuerdan que el Reglamento (UE) no 1169/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 25 de octubre de 2011 marca que la letra del tamaño de las etiquetas debe ser mayor o igual a 1,2 mm. Pero, «no es de extrañar que se solicite este cambio, sobre todo porque puede resultar insuficiente para determinadas personas con dificultades de visión – no solo entre los mayores– y dado el respaldo que dan las cifras de la OCU que lo convierten en una demanda importante», opina Iciar Astiasarán, Catedrática de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Navarra.
Aún así advierte de que cambiar contenidos de este tipo «no suele ser sencillo» y requeriría que esta demanda se realizase también por otros países de la Unión Europea. «También hay que decir que el etiquetado de los alimentos ha sido y sigue siendo una cuestión problemática en la que resulta complicado alcanzar el equilibrio para que la información sea suficiente –permita al consumidor elegir adecuadamente–, pero no excesiva. Creo que el reglamento del 2011 fue una mejora respecto a la legislación anterior pero obviamente siempre puede mejorar».
Confusión entre fecha de caducidad y fecha preferente de consumo
Otro tema importante que señalan los expertos es el de las fechas de caducidad/consumir preferentemente antes de… «A veces esta información es difícil de encontrar y al tratarse de un tema de seguridad alimentaria debería de estar muy clara en la etiqueta», opina la catedrática de Nutrición. Sobre este asunto, la OCU ha solicitado al Ministerio de Consumo la realización de una campaña que distinga el significado de la fecha de caducidad de la de consumo preferente, ya que pese a que la mayoría de los encuestados aseguraban tener claro que su significado, solo el 41% supo contestar sobre sus diferencias.
La confusión es mayor entre los de más de 60 años que en otros grupos de población en parte porque miran mucho más que los de otras edades la fecha de caducidad y el origen del producto. Explicado de forma breve, la diferencia radica en que las fechas de caducidad indican «cuándo un producto ya no es apto para el consumo», mientras que las fechas consumo preferente indican «cuándo la calidad de un producto comienza a deteriorarse». Una información que también puede ser utilizada por las marcas para confundir al consumidor.
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