Sang Woo y su abuela (2002) es una producción coreana de Lee Jeong-hyang cuyo argumento es muy sencillo de explicar, pero tiene su enjundia a lo largo del paso del largometraje, ya que nos presenta a un niño de siete años que viaja con su madre de la ciudad a una aldea del campo para que el niño pase una temporada con su abuela donde se encontrará desencajado por aquella realidad tan distinta a la que está acostumbrado a moverse.
Sinópticamente, podemos apuntar que se trata de un caprichoso y egoísta niño de siete años, Sang Woo, que procede de un ámbito urbano, se ve obligado a causa de las múltiples ocupaciones de su madre, a tener que ir a vivir durante un mes con su abuela, una entrañable anciana que vive sola en el campo en una casa cercana a una aldea, donde los avances tecnológicos de la sociedad moderna a los que está acostumbrado nuestro pequeño protagonista no parecen haber llegado.
Al principio, la relación entre ambos será difícil, ya que e pequeño protagonista se resistirá a un cambio de hábitos que no le complacen mientras su abuela intenta hacer todo lo posible por contentarlo. El rechazo inicial del niño hacia su abuela – los insultos y las burlas- se irán tornando poco a poco, conforme compartan experiencias, en una relación de amistad y compromiso.
Es una historia sencilla donde prevalece el simbolismo manifestado a través de los cuerpos y las expresiones que de ellos emanan, más que por las palabras, puesto que reina el silencio por encima de todo a causa de que ella es sordomuda.
Desde el mismo momento en que se produce la despedida de la madre y Sang Woo seremos testigos dela cotidianidad de la vida sencilla del ámbito rural. El ritmo es muy pausado y se va viendo como los dos protagonistas que son desconocidos se van acoplando el uno al otro.
La abuela es de apariencia doblada y frágil, pero con una voluntad férrea y un gran corazón. Soporta el egoísmo del pequeño, sus continuos malos modos (incluidos insultos y empujones) y continuará cuidándole con esmero y paciencia sin dejar de hacer sus quehaceres diarios.
Por su parte Sang Woo tarda mucho en dejar de hacer sus maldades, despreciar a su abuela, ignorarla…. Todos sus gestos son propios de un niño muy mimado de ciudad que no está dispuesto a perder sus comodidades y privilegios. A través del encaje que hace la abuela ante estas acciones va desplegando una gran variedad de valores: generosidad, laboriosidad, paciencia…. Mucha bondad de fondo y forma.
Ella pese al mal comportamiento del niño irá haciendo sus tareas con calma y paciencia, sin quejarse al niño ni castigarlo y aún más se dedica en cuerpo y alma a proporcionarle todo lo que necesita aunque él no lo acepte e incluso lo rechace de manera maleducada como un niño caprichoso.
Pero el comportamiento de Sang Woo ira cambiando con el tiempo con las grandes dosis de amor y de trato diario que la abuela va dándole sin perder la esperanza e incluso conseguirá hacer “amistad” con los niños vecinos del poblado. Sang Woo se irá transformando del niño maleducado y quejoso del inicio de la cinta a un niño mucho más educado, preocupado por lo que le rodea, gracias a la influencia de su entrañable abuela y que conseguirá enternecer al público.
Personalmente creo que es una cinta inteligente y emotiva, que nos habla de una realidad muy actual, la de donde dejar a los niños en los largos periodos vacacionales, por supuesto en casa de los abuelos, que la mayoría de las veces no están dispuestos a cambiar sus hábitos circunscritos en las grandes ciudades, pero que poco a poco se van transformando por el amor y la sensatez de la que da gran cuenta la abuela protagonista de la cinta.
Considero que esta película nos deja como enseñanza el modo en que esta mujer sin emitir palabras, transmite tanta sabiduría y valores a su nieto que difícilmente se pueden aprender en la sociedad de nuestros días como la tolerancia, la comprensión, la generosidad y sobre todo el amor incondicional.
Juan Manuel Bajo Llaudaró
Consiliario diocesano de Tortosa