Retomamos esta sección, nuestros hermanos de Jaén ya han comenzado el curso y nos hacemos eco, si queréis que informemos de vuestras actividades, enviadnos unas fotos y una reseña.
Vida Ascendente de Jaén comenzaba el día 20 de septiembre, su presidenta diocesana Dolores Núñez se encontraba ausente por estar convaleciente de una intervención, desde En Camino le deseamos una pronta recuperación.
En torno a unas 70 personas de toda la Diócesis, miembros y amigos de Vida Ascendente, nos hemos reunido para la apertura del curso pastoral en la parroquia de Cristo Rey de Jaén, el 20 de septiembre.
Como otros años, el acto comenzó con la acogida en el Templo para, a continuación celebrar la Santa Misa, presidida por nuestro consiliario diocesano, D. Facundo López Sanjuán, Delegado para la Pastoral del Mayor y concelebrada por D. Ángel Sánchez y por D. José María Romero, consiliarios de los grupos de Andújar y Torreblascopedro.
La Misa ha sido una profunda acción de gracias a Dios por todas sus bendiciones y un empujón en la puesta en marcha de los grupos para afrontar este año nuevos retos y proyectos.
Tras la celebración de la Santa Misa, hemos celebrado la Asamblea de apertura del curso, donde la Presidenta, María Dolores Núñez que, por motivos de salud no ha podido acudir, se ha hecho presente mediante una carta que se procedió a leer, dando las gracias a todos los asistentes por su constancia y su presencia y ha comunicado a todos la ruta y los proyectos que se ha marcado esta Comisión Diocesana para este curso como el reforzar algunos grupos de nuestra Diócesis, la creación de grupos nuevos al igual que hacer presente los grupos de Vida Ascendente y la presencia de la Pastoral del Mayor en las residencias de ancianos.
También, ha animado a todos a que participemos en las Jornadas de formación que se llevarán a cabo en Málaga.
Seguidamente, el Consiliario ha presentado, como en años anteriores, el material con el que van a trabajar los grupos en su reuniones parroquiales y se ha procedido al reparto de los guiones que desde la Comisión nacional nos mandan, este año haciéndose eco de las catequesis del Papa Francisco sobre la ancianidad.
Desde la Comisión Diocesana damos las gracias a todos los asistentes por haber acudido, muchas gracias a todos.
Os dejamos el enlace al video que han elaborado de la celebración.
Uno de los sentidos que utilizamos para muchas cosas es el de la audición. Nuestro sistema auditivo está trabajando constantemente, ya sea para escuchar música, para conversar con un ser querido, para despertar con una alarma o hasta para escuchar el canto de las aves.
Una buena audición enriquece nuestra experiencia diaria y, además, desempeña un papel crucial en nuestra salud cognitiva y emocional.
Algunos centros están comprometidos con el cuidado de la audición como una palanca esencial para combatir el deterioro cognitivo y promover la salud integral. Por ello, es importante conocer en detalle cuál es el vínculo entre la audición y la salud mental, así como la manera en que un enfoque preventivo en el cuidado auditivo puede marcar la diferencia en la calidad de vida de las personas.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de deterioro cognitivo?
Mientras van pasando los años, ciertos lapsus de memoria se empiezan a volver más comunes en nuestro día a día. El hecho de empezar a olvidarte pequeñas cosas como apagar alguna luz de tu casa, acudir a alguna cita u olvidar donde dejaste las llaves, son algunas señales que en principio no deberían ser un síntoma alarmante, pero podrían indicar que tu salud cognitiva se está deteriorando.
El deterioro cognitivo es un término que se utiliza para describir la pérdida de funciones mentales como la concentración y la memoria. Este fenómeno puede manifestarse de diversas formas, siendo la enfermedad del alzheimer uno de los ejemplos más conocidos.
El deterioro cognitivo es parte del envejecimiento de una persona y afecta a una gran parte de la población mundial. En algunos casos, estos problemas de memoria o concentración pueden estar relacionados con otras cuestiones de salud, como lo puede ser la audición.
Existen ciertos estudios que afirman que la pérdida de la audición contribuye al desarrollo de la demencia. Si no escuchamos de manera clara, nuestro trabajo debe realizar un trabajo más complejo para entender los sonidos, lo que puede causar agotamiento mental, reduciendo así la capacidad que se tendría que utilizar para otras tareas.
Por otro lado, si sentimos que no escuchamos bien, muchas veces reducimos nuestras relaciones sociales y nos aislamos de los demás. Es por eso por lo que la pérdida auditiva no tratada no solo dificulta la comunicación y la participación social, sino que también puede ejercer un impacto negativo en nuestra salud mental.
La prevención es clave
Una de las formas principales de paliar la pérdida auditiva y el deterioro cognitivo es la prevención. Se llevan años trabajando por concienciar en el cuidado preventivo de la salud auditiva. Para ello, una de las medidas principales es fomentar las revisiones auditivas.
Hay muchos centros auditivos en los que las personas pueden someterse a una evaluación de su audición gratuita que servirá para detectar y tratar la pérdida auditiva en sus primeras etapas. Cuanto antes se identifique y se aborde la pérdida auditiva, mejor se pueden preservar las capacidades cognitivas.
En caso de que el especialista de lo considere necesario, el uso de audífonos puede ser clave para prevenir el desarrollo del deterioro cognitivo. La tecnología de estos audífonos ayuda a recuperar la audición y permita al cerebro procesar los sonidos de la forma más sencilla posible.
En resumen, prevenir los problemas de audición pueden ayudarnos a reducir el riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Es por eso por lo que la prevención es parte clave, y los especialistas recomiendan realizar un examen auditivo a partir de los 50 años para comprobar si hay un problema de déficit auditivo y actuar a tiempo.
El cashback, que se traduce literalmente como «dinero de vuelta», es una novedosa opción para disponer de dinero, por ejemplo, en los casos en que la persona no vive cerca de un cajero automático o de una oficina bancaria.
¿Cómo funciona? Imagínate que vas a comprar al supermercado o a repostar gasolina, y haces un gasto de 50 euros. Al pasar por caja, solicitas 20 euros en efectivo. De este modo, al ir a pagar con tu tarjeta bancaria, te cobrarán 70 euros.
Se trata de un sistema práctico y rápido para obtener dinero en efectivo y meter algunos billetes en la cartera, pero existen requisitos que hay que tener en cuenta, según explica el portal del Cliente Bancario, del Banco de España (@BancoDeEspana). Uno de ellos es que puede haber limitaciones al importe diario que se puede solicitar, si bien «bastará para satisfacer a la mayoría de clientes».
Pero atención, no confundas esta operativa con los denominados sitios web de cashback (o los sistemas de recompensas de algunas tarjetas) que reembolsan un pequeño porcentaje de las compras que hagas en otros establecimientos adheridos. Son cosas distintas.
¿Cuánto me costará el ‘cashback’?
El Banco de España detalla que el sistema del cashback no tiene coste alguno para el cliente, siempre que no use su tarjeta en modo revolving, es decir, en forma de crédito.
Por su parte, los comercios que faciliten el dinero en efectivo al cliente, lograrán una pequeña comisión a cambio.
A su vez, el banco ofrece un servicio adicional a su clientela complementando el servicio de sus oficinas y cajeros automáticos.
Este servicio acaba de aterrizar en España, aunque es previsible que «cada vez más bancos lo ofrezcan a través de convenios con determinados comercios minoristas», asegura el portal del Cliente Bancario, perteneciente al Banco de España, entidad que dirige el gobernador Pablo Hernández de Cos.
En otros países de la Unión Europea esta opción de hacerse con cash está más desarrollada. Así, un estudio del Banco Central Europeo de 2020 refleja que los ciudadanos de la eurozona obtienen el 2% del efectivo a través del cashback, destacando su uso en Bélgica (6%) e Irlanda (5%).
Acceso al dinero en efectivo en España
Aunque se han eliminado más de 10.000 cajeros en la última década, España sigue siendo el segundo país de la UE con más cajeros automáticos por cada 1.000 habitantes, de acuerdo con los datos de la autoridad monetaria.
En septiembre de 2020, se llevó a cabo un estudio sobre el acceso al efectivo en España, del que resultó que 4.378 municipios carecen de oficina bancaria, afectando al 3,1% de la población española. En promedio, estos habitantes necesitan desplazarse 7 kilómetros para acceder a la oficina más cercana.
El mayor porcentaje de población sin acceso a oficinas bancarias en su localidad se encuentra principalmente en las comunidades autónomas de Castilla y León y Extremadura.
De ahí que se están generalizando otras alternativas, como los cajeros automáticos desplazados y otras facilidades como oficinas móviles en zonas rurales (ofibuses).
Para algunas personas que no terminan de sentirse cómodas con el uso de un cajero, el cashback puede ser una solución, ya que les resultaría más amigable que el efectivo se lo entregara una persona en mano.
“El Papa Francisco confía cada mes a su Red Mundial de Oración, intenciones de oración que expresan sus grandes preocupaciones por la humanidad y por la misión de la Iglesia”, afirma el sitio web de la iniciativa.
“Su intención de oración mensual es una convocatoria mundial para transformar nuestra plegaria en «gestos concretos», es una brújula para una misión de compasión por el mundo”, agrega.
Este mes de Octubre oramos por el Sínodo
Oremos por la Iglesia, para que adopte la escucha y el diálogo como estilo de vida a todos los niveles, dejándose guiar por el Espíritu Santo hacia las periferias del mundo
La Conferencia Episcopal Española nos pide que este mes oremos:
Por los enfermos moribundos, para que uniendo sus sufrimientos a la cruz del Señor encuentren alivio y consuelo, y sea respetada su vida y dignidad hasta el final de sus días
En Roma estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, el cual hablaba el latín a la perfección, pero era pagano.
Esta instrucción recibida de un hombre muy instruido pero no creyente, llevó a Jerónimo a llegar a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos.
Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero, y Platón, pero no dedicaba tiempo a leer libros religiosos que lo pudieran volver más espiritual.
En una carta que escribió a Santa Eustoquia, San Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión. Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado, Nuestro Señor le preguntaba: «¿A qué religión pertenece? Él le respondió: «Soy cristiano – católico», y Jesús le dijo: «No es verdad». Que borren su nombre de la lista de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo para leer a Virgilio, Cicerón y Homero, pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras».
Se despertó llorando, y en adelante su tiempo será siempre para leer y meditar libros sagrados, y exclamará emocionado: «Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos». A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tanto tiempo a lecturas paganas e inútiles (revistas, novelas) y dedican unos minutos más a leer el libro que los va a salvar, la Sagrada Biblia.
Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su sensualidad que era muy fuerte, y por su terrible mal genio y su gran orgullo). Pero allá aunque rezaba mucho y ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz. Se dio cuenta de que su temperamento no era para vivir en la soledad de un desierto deshabitado, sin tratar con nadie.
El mismo en una carta cuenta cómo fueron las tentaciones que sufrió en el desierto (y esta experiencia puede servirnos de consuelo a nosotros cuando nos vengan horas de violentos ataques de los enemigos del alma).
San Francisco de Sales recomendaba leer esta página de nuestro santo porque es bellísima y provechosa: Dice así: «En el desierto salvaje y árido, quemado por un sol tan despiadado y abrasador que asusta hasta a los que han vivido allá toda la vida, mi imaginación hacía que me pareciera estar en medio de las fiestas mundanas de Roma. En aquel destierro al que por temor al infierno yo me condené voluntariamente, sin más compañía que los escorpiones y las bestias salvajes, muchas veces me imaginaba estar en los bailes de Roma contemplando a las bailarinas. Mi rostro estaba pálido por tanto ayunar, y sin embargo los malos deseos me atormentaban noche y día. Mi alimentación era miserable y desabrida, y cualquier alimento cocinado me habría parecido un manjar exquisito, y no obstante las tentaciones de la carne me seguían atormentando. Tenía el cuerpo frío por tanto aguantar hambre y sed, mi carne estaba seca y la piel casi se me pegaba a los huesos, pasaba las noches orando y haciendo penitencia y muchas veces estuve orando desde el anochecer hasta el amanecer, y aunque todo esto hacía, las pasiones seguían atacándome sin cesar. Hasta que al fin, sintiéndome impotente ante tan grandes enemigos, me arrodillé llorando ante Jesús crucificado, bañé con mis lágrimas sus pies clavados, y le supliqué que tuviera compasión de mí, y ayudándome el Señor con su poder y misericordia, pude resultar vencedor de tan espantosos ataques de los enemigos del alma. Y yo me pregunto: si esto sucedió a uno que estaba totalmente dedicado a la oración y a la penitencia, ¿qué no les sucederá a quienes viven dedicados a comer, beber, bailar y darle a su carne todos los gustos sensuales que pide?».
Vuelto a la ciudad, sucedió que los obispos de Italia tenían una gran reunión o Concilio con el Papa, y habían nombrado como secretario a San Ambrosio. Pero este se enfermó, y entonces se les ocurrió nombrar a Jerónimo. Y allí se dieron cuenta de que era un gran sabio que hablaba perfectamente el latín, el griego y varios idiomas más. El Papa San Dámaso, que era poeta y literato, lo nombró entonces como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y algo más tarde le encomendó un oficio importantísimo: hacer la traducción de la S. Biblia.
Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas.
Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la S. Biblia, y esa traducción llamada «Vulgata» (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos. Unicamente en los últimos años ha sido reemplazada por traducciones más modernas y más exactas, como por ej. La Biblia de Jerusalén y otras.
Casi de 40 años Jerónimo fue ordenado de sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social le trajeron envidias y rencores (Él decía que las señoras ricas tenían tres manos: la derecha, la izquierda y una mano de pintura… y que a las familias adineradas sólo les interesaba que sus hijas fueran hermosas como terneras, y sus hijos fuertes como potros salvajes y los papás brillantes y mantecosos, como marranos gordos…). Toda la vida tuvo un modo duro de corregir, lo cual le consiguió muchos enemigos. Con razón el Papa Sixto V cuando vio un cuadro donde pintan a San Jerónimo dándose golpes de pecho con una piedra, exclamó: «¡Menos mal que te golpeaste duramente y bien arrepentido, porque si no hubiera sido por esos golpes y por ese arrepentimiento, la Iglesia nunca te habría declarado santo, porque eras muy duro en tu modo de corregir!».
Sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban el modo fuerte que él tenía de conducir hacia la santidad a muchas mujeres que antes habían sido fiesteras y vanidosas y que ahora por sus consejos se volvían penitentes y dedicadas a la oración, dispuso alejarse de allí para siempre y se fue a la Tierra Santa donde nació Jesús.
Sus últimos 35 años los pasó San Jerónimo en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias de las ricas matronas romanas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual. Con el dinero de esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa para atender a los peregrinos que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús.
Allí, haciendo penitencia, dedicando muchas horas a la oración y días y semanas y años al estudio de la S. Biblia, Jerónimo fue redactando escritos llenos de sabiduría, que le dieron fama en todo el mundo.
Con tremenda energía escribía contra los herejes que se atrevían a negar las verdades de nuestra santa religión. Muchas veces se extralimitaba en sus ataques a los enemigos de la verdadera fe, pero después se arrepentía humildemente.
La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la S. Biblia. Por eso ha sido nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras. El Papa Clemente VIII decía que el Espíritu Santo le dio a este gran sabio unas luces muy especiales para poder comprender mejor el Libro Santo. Y el vivir durante 35 años en el país donde Jesús y los grandes personajes de la S. Biblia vivieron, enseñaron y murieron, le dio mayores luces para poder explicar mejor las palabras del Libro Santo.
Se cuenta que una noche de Navidad, después de que los fieles se fueron de la gruta de Belén, el santo se quedó allí solo rezando y le pareció que el Niño Jesús le decía: «Jerónimo ¿qué me vas a regalar en mi cumpleaños?». Él respondió: «Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca». El Niño Jesús añadió: «¿Y ya no me regalas nada más?». Oh mi amado Salvador, exclamó el anciano, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras… ¿qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti». El Divino Niño le dijo: «Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos». El santo al oír esto se echó a llorar de emoción y exclamaba: «¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides esto!». Y se dio cuenta de que lo que más deseaba Dios que le ofrezcamos los pecadores es un corazón humillado y arrepentido, que le pide perdón por las faltas cometidas.
El 30 de septiembre del año 420, cuando ya su cuerpo estaba debilitado por tantos trabajos y penitencias, y la vista y la voz agotadas, y Jerónimo parecía más una sombra que un ser viviente, entregó su alma a Dios para ir a recibir el premio de sus fatigas. Se acercaba ya a los 80 años. Más de la mitad los había dedicado a la santidad.
Se puede estar rodeado de gente, y tener responsabilidades tales que nos vinculen con muchas personas, y sentirnos solos. La soledad es, además de una situación objetiva de no estar junto a alguien, una emoción interior que se experimenta cuando una ausencia nos taladra el ánimo y nos desnuda el afecto. Si estar solo es, ordinariamente, duro, sentirse solo es terrible. Ya lo decía el poeta que no hay más fea soledad que aquella soledad acompañada.
El viernes pasado, después de celebrar en la Laguna la Fiesta del Cristo, como cada 14 de septiembre, en un rincón de la ciudad, promovida por la Hermandad del Rosario y la Comunidad parroquial, celebramos la Fiesta de Ntra. Sra. de la Soledad. Es una imagen bonita en su composición artística, pero de una dureza expresiva muy potente. Una mujer joven atravesada por el puñal de la soledad. Seguro que rodeada de los amigos de su Hijo, pero con un dolor que solo se mastica en soledad.
Muchos gobiernos de países de Europa han incorporado a la administración del estado un ministerio de la soledad. Esa soledad no deseada que sufren tantas personas sin familia, de cualquier edad, aunque cebada con las personas de más edad. Es una realidad que se siente como un problema social y que merece de una atención especial. Es una nueva forma de pobreza que, en muchos casos, no tiene que ver con la carencia de recursos materiales. Hay personas tan solas que no tienen a nadie que les ayude, ni siquiera, a traer los medicamentos de la farmacia…
A ese ejército de solos y solas se les puede contemplar detrás de la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad de la que antes hablé. Como si todas las soledades cupieran en esa imagen, como describía Antonio Gala de la belleza, que “toda la belleza cabía dentro de una flor”. Más allá de esta mirada, un tanto romántica, simbólica y trascendente, lo cierto es que debemos estar un poco más atentos a aquellos que, estando cerca de nosotros, por cualquier circunstancia, se sienten solos.
Hay soledades buscadas, incluso existe el anhelo de la soledad que nos ayuda a desconectar y descansar. Pero la hermosura de esta soledad contrasta con el agrio dolor de quienes sienten que la lista de pérdidas vitales les ha agujereado el alma hasta vaciarla de ilusión y sentido.
Hace poco leí las conclusiones de una investigación en la que se había evidenciado que tener adecuados vínculos y haber socializado durante la vida era una de las causas naturales de la longevidad. O sea, que estar con gente y general espacios de convivencia conviene a nuestra naturaleza. Somos seres en relación. Precisamente esas relaciones interpersonales son las que convierte el vivir en convivir. Y la convivencia es la forma más humana de vivencia.
No estará mal que, de vez en cuando, miremos alrededor y pensemos si existe alguna persona que necesite nuestra presencia significativa. Porque siempre será verdad aquella frase del libro del Génesis en las que la creación estaba incompleta sin la convivencia humana: “(…) No es bueno que el hombre esté solo (…)” (Gn 2, 18-19).
Desde el 15 al 19 de septiembre en la Casa de Espiritualidad de las Siervas de la Divina Pastora, de la calle Santa Engracia de Madrid se ha reunido VIE MONTANTE INTERNACTIONALE, la coordinadora de Vida Ascendente de todo el mundo.
La ocasión era para celebrar su Asamblea y establecer las acciones del movimiento, especialmente en los países de habla hispana. Es sorprendente que en todos o casi todos exista un desarrollo y puesta en marcha de la Pastoral del Mayor, es interesante armonizar y coordinar todos los países, tal y como dijo el Papa Francisco.
En los informes recibidos de los distintos países se aprecia que hay dos aspectos casi universales en la pastoral del mayor, por un lado buscar el encuentro intergeneracional y de las nuevas generaciones y por otro lado, la lucha contra la soledad, porque cada vez hay más mayores que vienen con un bagaje distinto y tenemos que salir a buscarles, estar preparados para acompañar en la soledad, que es un problema que universaliza y se agudiza.
En la Asamblea se ha producido un cambio importante porque disminuye el peso francés y aumenta el de habla hispana, pues nuestro Presidente Nacional D. Jaime Tamarit repite como Vicepresidente Internacional, y como Secretaria Internacional entra Dª Mercedes Montoya Coordinadora Interdiocesana de la zona de Levante y editora de este boletín semanal.
En estos días además se ha preparado un programa en el que en el que han sido acompañados por Monseñor Martínez Camino, Obispo auxiliar de Madrid y D. Juan Manuel Bajo, Consiliario de la Diócesis de Tortosa y experto en la persona mayor.
Podemos decir que en estos días se ha comenzado a consolidar a nivel global la sensibilidad del papa Francisco para con los mayores y que Vida Ascendente que es pionera en el desarrollo de este acompañamiento a un tercio de la población continúe aportando su experiencia en el ámbito de la pastoral del mayor.
«Muchas personas mayores en zonas rurales se sienten muy deprimidas, solas y angustiadas. Es un problema que tenemos que tratar. Pero, en estos momentos, tardan meses para que nos atiendan psicólogos».
Este caso, denunciado por la presidenta de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados, Inmaculada Ruiz, es sólo un ejemplo, entre otros muchos, de un servicio necesario para los mayores que, pese a ser esencial, no está plenamente cubierto por la sanidad pública.
En concreto, según el Barómetro de UDP sobre Atención Primaria y los Servicios Públicos de Salud realizado por Simple Lógica, las personas de más de 65 años echan de menos algún tipo de atención a la salud bucodental (87%), a la salud mental (77%), de fisioterapia (64%) y de podología (40%) en sus centros sanitarios de referencia.
Y es que, pese a que los encuestados han puntuado con un 7,5 sobre 10 el servicio que reciben en Atención Primaria y se sienten por lo general bien tratados y escuchados por parte de los profesionales, también critican que el sistema tiene todavía carencias. Unas deficiencias, que afectan más a ciertos grupos concretos, como las mujeres y las personas con recursos más escasos, quienes, además, aseguran tener un estado de salud peor que la media.
«Más de la mitad de los mayores no está de acuerdo con el sistema, deberíamos hacer una reflexión colectiva con estos datos. A partir de la pandemia, no se ha revertido la situación. Las entidades privadas tienen mucho que mejorar, pero, las administraciones públicas, mucho más», ha advertido durante la presentación del estudio el integrante del Grupo de Trabajo del Barómetro de UDP, José Ignacio Casas.
«Necesitamos medidas a nivel institucional. Debemos reunirnos entre todas las asociaciones, con grupos de trabajo para ver qué soluciones podemos localizar, queremos trabajar todos juntos. Los gobiernos deben darse cuenta de que las personas mayores existimos y que tenemos nuestros problemas», ha propuesto la presidenta de la UDP, Inmaculada Ruiz.
Buena valoración de los profesionales
Ahora bien, a nivel general, cabe destacar que la mayoría de los encuestados se muestran altamente satisfechos con los profesionales que les atienden. “Hay una altísima valoración del personal”, ha indicado Casas. Y el servicio mejor puntuado es el de las consultas en el centro de salud con el médico de cabecera, con un 7,9 sobre 10.
Sin embargo, esta puntuación baja ligeramente si se pregunta en base a la renta y, también, dependiendo del servicio. Por ejemplo, los pacientes indican que están menos satisfechos con las urgencias hospitalarias o con los especialistas que con la Atención Primaria.
Influye asimismo en esta percepción el lugar de residencia. Respecto a los centros de salud y consultorios, la satisfacción «es menor en los segmentos de edades inferiores a 75 años y en los pueblos grandes». «Aunque la diferencia más común se produce en función de la capacidad de gasto», matizan en el estudio.
Digitalización
En lo que sí que coinciden todos los pacientes es en valorar más la atención presencial que la telemática; en algunos casos, por las dificultades para acceder vía online «a la sanidad pública», sobre todo, en el caso de las mujeres de 80 años y más, en quienes viven en pueblos grandes y en quienes tienen estudios primarios.
No obstante, cuando han recurrido a la consulta telefónica, un 85% se mostró satisfecho, pese a preferir estar cara a cara con su médico o enfermero de referencia.
¿Edadismo sanitario?
En el Barómetro también se preguntó a los pacientes si se habían sentido discriminados por razón de edad. El 3,4% indicó que habían sufrido edadismo en Atención Primaria; el 2,7%, en los servicios especializados; el 2,7%, en las urgencias; y el 2,4%, cuando fueron ingresados en el hospital. «Las situaciones de edadismo aumentan significativamente entre las mujeres de 65 a 69 años en los servicios de consultas de atención especializada (5,7%) y de urgencias (5,7%)», indican en el estudio presentado este martes por UDP.
El estado de salud de los mayores
La encuesta hace alusión asimismo al estado de salud de los mayores. Concretamente, el 49% de las personas mayores de 65 años afirma tener una buena o muy buena salud, mientras que un 13,7% considera que su salud es mala o muy mala.
Yendo más al detalle, las mujeres de 80 años o más son las que consideran que tienen peor salud (21,5%). Cabe señalar que, según ha detallado Sergio Azañedo, técnico Senior de Estudios de Simple Lógica, en el Barómetro sólo se consiguió contactar con los mayores de 80 «en mejores condiciones», por lo que estos porcentajes podrían ser superiores o diferentes, teniendo en cuenta todos.
También se preguntó en el Barómetro sobre cronicidad. «En más de la mitad de los hogares en los que residen las personas mayores existen miembros del hogar con enfermedades o problemas de salud crónicos o de larga duración (55,6%)», indican en el estudio.
«La existencia de personas con enfermedades crónicas aumenta significativamente en los hogares en los que residen mujeres de 70 a 74 años (68,2%) y entre quienes tienen una capacidad de gasto insuficiente (71,1%). Además, entre las mujeres de 80 y más destaca el padecimiento exclusivo de enfermedades crónicas en primera persona (75,3% frente al 61,9% entre el total)», concluyen.
El Año Santo Jubilar es un tiempo de gracia que concede la Iglesia Católica, con motivo de un acontecimiento eclesial de gran relevancia -como es el 75 aniversario fundacional de la Hermandad- para conceder las indulgencias fijadas a aquellos fieles que cumplan ciertos preceptos establecidos por Roma.
El jubileo que concede la Iglesia Católica puede ser ordinario o extraordinario. Los primeros son aquellos que se celebran de manera preestablecida y tiene una periodicidad. Los segundos, los extraordinarios, son los que se celebran con motivo de un hecho destacado. Es un tiempo para el perdón de los pecados y por tanto, debe ser una época de reconciliación, de conversión y de penitencia sacramental.
Debido a la celebración del 75 aniversario fundacional de la Hermandad, la Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede, por mandato especialísimo de Su Santidad el Papa Francisco, ha dispuesto conceder a la Hermandad de Santa Marta, y a la Parroquia de San Andrés Apóstol por ende, la gracia de que estas puedan celebrar esta efeméride con un Año Santo Jubilar.
En nuestro encuentro anual , nos llega un tiempo de gracia que Dios nos regala como signo de la misericordia del Padre que nos acoge, nos perdona y nos renueva, nos acercaremos , con las debidas disposiciones, hasta la Parroquia de San Andrés y hasta Santa Marta, y podremos recibir el perdón de nuestros pecados por la misericordia divina y la indulgencia plenaria.
Por todo esto, el Año Santo Jubilar de Santa Marta es un año de esperanza, de justicia fraternal y de servicio a Dios.
Durante este encuentro se nos ofrece profundizar nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos, es una oportunidad para aumentar nuestra fe y nuestro compromiso como testigos de Jesucristo en una sociedad que tanto necesita de Él.
El Año Jubilar es una invitación a la conversión, una hermosa “Cuaresma” en la que debemos vivir como Marta, siempre al servicio del Señor, para mostrar el rostro siempre amable del Santísimo Cristo de la Caridad.
Para ganar la indulgencia plenaria se requiere, peregrinando a la Parroquia de San Andrés Apóstol, el cumplimiento de, al menos, estas tres condiciones: la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Romano Pontífice. Hagamos de este tiempo de gracia una búsqueda constante del Señor
La indulgencia plenaria
La celebración del Año jubilar no sólo constituye una ocasión singular para aprovechar el gran don de las indulgencias, que el Señor nos hace mediante la Iglesia, sino que también es una feliz oportunidad para volver a presentar a la consideración de los fieles la catequesis sobre las indulgencias. Por eso, la Penitenciaría apostólica publica, para utilidad de cuantos realizan las visitas jubilares, este aviso sagrado.
INDICACIONES DE ÍNDOLE GENERAL SOBRE LAS INDULGENCIAS
El «Código de derecho canónico» (c. 992) y el «Catecismo de la Iglesia católica» (n. 1471), definen así la indulgencia: «La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos».
En general, para lucrar las indulgencias hace falta cumplir determinadas condiciones (las enumeramos en los números 3 y 4) y realizar determinadas obras (en los números 8, 9 y 10 se indican las que corresponden al Año santo).
Para lucrar las indulgencias, tanto plenarias como parciales, es preciso que, al menos antes de cumplir las últimas exigencias de la obra indulgenciada, el fiel se halle en estado de gracia.
La indulgencia plenaria sólo se puede obtener una vez al día. Pero, para conseguirla, además del estado de gracia, es necesario que el fiel tenga la disposición interior de un desapego total del pecado, incluso venial; – se confiese sacramentalmente de sus pecados; reciba la sagrada Eucaristía (ciertamente, es mejor recibirla participando en la santa misa, pero para la indulgencia sólo es necesaria la sagrada Comunión); y ore según las intenciones del Romano Pontífice.
Es conveniente, pero no necesario, que la confesión sacramental, y especialmente la sagrada Comunión y la oración por las intenciones del Papa, se hagan el mismo día en que se realiza la obra indulgenciada; pero es suficiente que estos sagrados ritos y oraciones se realicen dentro de algunos días (unos veinte) antes o después del acto indulgenciado. La oración según la mente del Papa queda a elección de los fieles, pero se sugiere un «Padrenuestro» y un «Avemaría». Para varias indulgencias plenarias basta una confesión sacramental, pero para cada indulgencia plenaria se requiere una distinta sagrada Comunión y una distinta oración según la mente del Santo Padre.
Los confesores pueden conmutar, en favor de los que estén legítimamente impedidos, tanto la obra prescrita como las condiciones requeridas (obviamente, excepto el desapego del pecado, incluso venial).
Las indulgencias siempre son aplicables o a sí mismos o a las almas de los difuntos, pero no son aplicables a otras personas vivas en la tierra.
ASPECTOS PROPIOS DEL AÑO JUBILAR
Cumplidas las necesarias condiciones, indicadas en los números 3 y 4, los fieles pueden lucrar la indulgencia jubilar realizando una de las siguientes obras, enumeradas aquí en tres categorías:
Obras de piedad o religión
O hacer una peregrinación piadosa a un santuario o lugar jubilar (para Roma: una de las cuatro basílicas patriarcales, es decir, San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo, o también a la basílica de Santa Cruz de Jerusalén, a la basílica de San Lorenzo en Campo Verano, al santuario de la Virgen del Amor Divino o a una de las catacumbas cristianas), participando en la santa misa o en otra celebración litúrgica (Laudes o Vísperas) o en un ejercicio de piedad (vía crucis, rosario, rezo del himno «Akáthistos», etc.),
O hacer una visita piadosa, en grupo o individualmente, a uno de esos lugares jubilares, participando en la adoración eucarística y en meditaciones piadosas, concluyéndolas con el « Padrenuestro », el « Credo » y una invocación a la Virgen María.
Obras de misericordia o caridad
O visitar, durante un tiempo conveniente, a hermanos necesitados o que atraviesan dificultades (enfermos, detenidos, ancianos solos, discapacitados, etc.), como realizando una peregrinación hacia Cristo presente en ellos;
O dedicar una parte conveniente del propio tiempo libre a actividades útiles para la comunidad u otras formas similares de sacrificio personal.
Obras de penitencia
Al menos durante un día o abstenerse de consumos superfluos (fumar, bebidas alcohólicas, etc.); – o ayunar; o hacer abstinencia de carne (u otros alimentos, según las indicaciones de los Episcopados), entregando una suma proporcional a los pobres.
El día 9 de Septiembre Monseñor Sergi Gordo iniciaba el ministerio pastoral en la diócesis de Tortosa, la Eucaristía en la Santa Iglesia Catedral Basílica de Santa María.
Llamados a salir, “caminando juntos”, irradiando por todas partes la alegría del Evangelio, fue la clave de su homilía, que hoy os compartimos, y que finalizó poniéndose en manos de la Virgen de la Cinta, patrona de Tortosa e invocando su intercesión ante la Santísima Trinidad.
A continuación podéis leer la homilía completa:
«Llamados a salir, “caminando juntos”, irradiando por todas partes la alegría del Evangelio
“En aquel tiempo, Jesús recorría los pueblos de alrededor y enseñaba. Entonces, llamó a los doce y empezó a enviarlos de dos en dos” (Marcos 6,6b). Este fragmento evangélico así como el resto de las lecturas de la Palabra de Dios que hemos escuchado son las mismas que hace seis años fueron proclamadas con motivo de mi ordenación episcopal, en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, junto con el obispo Antoni Vadell y Ferrer, en el cielo sea. Sí, «de dos en dos» es como el Señor nos envía siempre a irradiar por todas partes la alegría de su Evangelio. “De dos en dos”, nunca como francotiradores, nunca como líderes autorreferenciales, nunca como mesías o “llaneros solitarios”, sino fraternalmente, en comunión, “caminando juntos”, sinodalmente, como nos recuerda siempre nuestro buen Papa Francisco.
Una “sinodalidad vivida” es precisamente la asamblea litúrgica tan bella que estamos experimentando hoy, aquí, todos y todas llamados por el Señor, formando el Santo Pueblo fiel de Dios que peregrina en la diócesis de Tortosa. Todos nosotros “somos su pueblo y el rebaño que Él pastó”. Así lo hemos rogado cantando el salmo. Sí, Él es nuestro Buen Pastor, que nos busca cuando somos como ovejas perdidas, tal y como hemos escuchado en la profecía de Ezequiel.
Estamos aquí, bien unidos, orando unidos con ocasión del inicio de mi ministerio pastoral. Estamos aquí, en la Catedral, la iglesia madre de todas las comunidades cristianas de nuestra diócesis tortosina. Estoy aquí, estoy en casa, “cristiano con vosotros y obispo para vosotros” como decía San Agustín. Y desde el minuto cero -contando con la gracia del Señor y con vuestro afecto, apoyo y oración- estoy haciendo camino con vosotros, dispuesto a dejarme llevar humildemente por el Señor, llamado por Él, enviado por Él, recorriendo desde hoy los pueblos y villas tortosinos, donde Jesús, nuestro Maestro y Señor, ya está antes de que un servidor llegue.
«Jesús recorría los pueblos de alrededor y enseñaba. «Meditando este icono del Señor -Él siempre itinerante, siempre en ruta, siempre “en salida”-, he rogado y le pido que recemos muy especialmente por todos los afectados por los estragos de los aguaceros de la semana pasada en Alcanar y pueblos de alrededor. Que como Iglesia diocesana seamos, con nuestra solidaridad y oración, rostro de Cristo Buen Samaritano.
Aquí me tenéis, queridos diocesanos, con mucha ilusión de venir a compartir mi vida con vosotros, con el deseo de empaparme de cada una de las comarcas de la diócesis: las comarcas tarraconenses de la Ribera d’Ebre, la Terra Alta, Baix Ebre, Montsià y parte de las del Baix Camp y del Priorat; y las comarcas castellonenses de Els Ports, el Baix Maestrat y parte del Alt Maestrat. Estoy contento porque podremos “caminar juntos”, llamados a ser discípulos misioneros del Señor.
Deseo aprender mucho de vosotros, conoceros, escucharos, hacer míos vuestros gozos y esperanzas, tristezas y angustias, adentrarme en vuestra historia. En este sentido, no podemos olvidar que en nuestra diócesis tortosina contamos con figuras destacadas en los campos literarios, de la filosofía y de la teología, como el poeta verdagueriano Tomàs Bellpuig (1879-1936) o el teólogo doctor Joan Baptista Manyà, tan vinculado al santuario de la Virgen de la Fontcalda .
Deseo contemplar con mirada de fe el paso de Dios por vuestras vidas, su buena huella en esta tierra de santos y beatos, con cuya intercesión somos nuevamente llamados a “vivir siempre contentos en el Señor” (Flp 4,4): San Salvador de Horta, San Pere Màrtir Sans y Jordà, San Francesc Gil de Frederic, Santa María Rosa Molas, San Enric d’Ossó y Cervelló, y los beatos Jacint Orfanell y Manuel Domingo y Sol.
El Señor, que «recorría los pueblos de alrededor y enseñaba», es quien nos invita a ser una Iglesia que sale al encuentro de cada persona. Me gusta compartir con todos vosotros esta invitación que nos hace el Papa Francisco cuando nos dice: “Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo (…) prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por haber salido en la calle, que una Iglesia enferma por el cierre y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (EG 49). Salgamos creyendo profundamente que lo que anunciamos es algo extraordinario. Proponemos sin imponer, sin proselitismos. Libres de cosas secundarias que impidan la misión. Salgamos con autenticidad, sin hacer comedia, sin ser burócratas, sin vivirlo como un rol para horas convenidas.
Llamados a una vida cristiana auténtica convertidos al Señor
Permitidme en este sentido que os cuente una fábula proveniente de Sören Kierkegaard. Este pensador luterano danés del s. XIX, que se esforzaba por una vida cristiana auténtica, decía:
“Una vez se estableció un circo cerca de un pueblo de Dinamarca, y he aquí que, cuando iba a empezar la función, el circo se quemó. Entonces el director llamó al payaso, que estaba ya vestido de payaso, y le dijo: – Por favor, ve al pueblo y di a sus habitantes que nos ayuden a apagar el fuego del circo, de lo contrario las llamas llegarán hasta el pueblo a través de los rastrojos de los campos recién segados y todo se quemará. El payaso, vestido de payaso, se fue hacia el pueblo y empezó a llamar a la gente que, por favor, corrieran en dirección al circo para ayudar a apagar el fuego. Pero la gente del pueblo creyó que el payaso hacía de payaso, que era una nueva manera de invitar a la gente a ver el gran espectáculo. Y, cómo no, el circo se quemó, las llamas corrieron a través de los rastrojos, y el pueblo quedó también consumido por el fuego”.
La lección de esta fábula es tan obvia que a veces la pasamos por alto. El Papa emérito Benedicto XVI, cuando era el joven teólogo Joseph Ratzinger en la Universidad de Tübingen , había mencionado esta parábola al inicio de su libro titulado Introducción al Cristianismo. Os la comparto porque creo que nos advierte del peligro según el cual, cuando el Señor nos envía a comunicar su palabra, no es difícil que algunos no reciban bien el mensaje de la buena noticia del Evangelio que les queremos enviar, quizás porque inconsciente o conscientemente tienen el prejuicio según el cual los mensajeros -por ejemplo, los catequistas, los predicadores- comunicamos dando la impresión de que somos como unos payasos que vamos maquillados, cumpliendo una función, como unos funcionarios que desempeñan un rol sólo a unas horas convenidas, como haciendo comedia, como si no acabáramos de creer auténticamente lo que remitimos, diciendo palabras viejas y gastadas que no tienen ningún peligro y que se pueden dejar de lado. Que nunca nos pase esto a nosotros, ni a mí como obispo vuestro.
Meditando tanto el Evangelio proclamado hoy como la fábula mencionada, veo que el Señor, que nos hace recorrer pueblos y villas comunicando su Buena Noticia, quiere que lo hagamos desde una autenticidad de vida, convertidos a Él, transformados por Él, viviendo «por Él, con Él y en Él».
Llamados a servir al Señor con alegría Y ahora os hago una confidencia. Cuando hace seis años tuve que buscar un lema episcopal, de repente escogí lo siguiente: Servid al Señor con alegría (salmo 99,2). Y consideré que aquel servicio para el que me llamaba el Señor no era sólo un llamamiento para mí, para servirle únicamente yo a Él, sino que deseé que se convirtiera en un lema eclesial, comunitario, sinodal, de fe compartida, de servicio gozoso compartido. En efecto, la antífona dice «servid», no dice «sirve». Dice «servid», todos y todas, fraternalmente, yo con vosotros, y vosotros conmigo, siempre bien unidos sirviendo al Señor, especialmente con sus predilectos: los enfermos, los débiles y abrumados por cualquier circunstancia, los pobres y necesitados. Y vivámoslo «con alegría». Una alegría que no es fruto únicamente de unas circunstancias favorables o de un talante propio de quienes son optimistas por naturaleza. Es la alegría que, como nos recuerda Jesús en el Evangelio, «nadie nos la podrá quitar» (Juan 16,22), la alegría que nace del vivir en el amor del Padre, el gozo que nace del corazón del que alaba al Señor porque vive la alegría de ser suyo, todo suyo. La “verdadera alegría” la vivimos cuando no la buscamos encerrados en nosotros mismos, sino cuando brota, nace y crece buscando la alegría de los demás. Arrodillados ante la Virgen de la Cinta
Cuando he entrado hoy en la Catedral, me he arrodillado ante el Santísimo y ante la bella talla policromada de alabastro que representa a la Virgen de la Cinta con unas facciones llenas de dulzura y de misericordia, vestida con manto, túnica y velo y rodeada de una corona de estrellas, pero con los pies calzados con unas sencillas sandalias y haciendo la entrega de la Cinta en el altar, que -como sabéis- nos recuerda a Cristo, que en el altar de la santa Cruz nos dejó la mesa en la que nos hace hijos de Dios Padre y hermanos suyos en el Espíritu Santo.
Por eso, con la confianza de hijo, me atrevo a cerrar mis palabras con una oración a la Virgen de la Cinta, una oración que he querido inspirar en el rostro y en otros detalles de su sagrada imagen :
Virgen de la Cinta, queráis escuchar la oración que os dirige el último de vuestros devotos, llamado por el Papa a servir como obispo a los cristianos y a toda persona de buena voluntad en estas tierras de vieja tradición cristiana en torno al río Ebro.
Vos, que lleváis unas sencillas sandalias, queráis acompañarme en todo momento cuando recorra los pueblos de alrededor como nos pide su hijo Jesús en el Evangelio proclamado hoy. Que sepa hacer este camino diciendo sí cada día, en cada momento, cada paso, saliendo, “caminando juntos”, irradiando por todas partes la alegría del Evangelio. Por intercesión vuestra, ruego especialmente para que maduren aquellas semillas que el Señor siembra abundantemente para que sean muchos los jóvenes que acepten la llamada al ministerio ordenado.
Su nombre, buena Madre de la Cinta, es especialmente invocado para facilitar el parto de las madres y la acogida de los hijos e hijas que abren los ojos a la luz de este mundo. Os pido que mi servicio de obispo, acompañado de los presbíteros y diáconos, de los seminaristas, de los miembros de la vida consagrada y de todos los fieles laicos y laicas de la diócesis -niños, jóvenes, adultos y ancianos de cada comunidad cristiana-, facilite también el nacimiento a la fe de los nuevos hijos e hijas de la Iglesia por medio del bautismo y de los demás sacramentos de la iniciación cristiana, de la catequesis y de la educación cristiana.
Haced, oh Madre nuestra, que escuchemos siempre estas palabras: “¡Cógete a su Cinta! ¡No tengas miedo!”. Me cojo, pues, a vuestra Cinta y pongo mi trabajo apostólico al servicio del bien común de todo este pueblo, y en bien de la Iglesia que peregrina en estas tierras tortosinas, atento a toda persona de buena voluntad, tratando las autoridades con respeto por su compromiso en el trabajo por el bien de todos.
Finalmente, invocando su intercesión ante la Santísima Trinidad, y la de sus devotos que ya han llegado a la casa del Padre, renovamos nuestro compromiso cristiano de amarle, como lo hicieron las muchas generaciones que nos han precedido. Lo hacemos con estas palabras de tu Himno: Hijos de la tierra tortosina cantemos en nuestra Cinta, himnos de amor. Es la Cinta nuestra Reina, nuestra Madre, nuestro Tesoro. Venid tortosinos. Cinta lo pide, démosle el corazón. Amémosla, adorémosla, juremos defenderla hasta la muerte. Gritemos siempre a voz llena: ¡Nuestra Cinta, sobre todo! ¡Nuestro Cinta, sobre todo!