CATEQUESIS PAPA LEON XIV. JESUCRISTO, NUESTRA ESPERANZA. III. LA PASCUA DE JESÚS. 9. LA RESURRECIÓN. «¡LA PAZ ESTÉ CON USTEDES!» (JN 20,21)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El centro de nuestra fe y el corazón de nuestra esperanza se encuentran profundamente enraizados en la resurrección de Cristo. Leyendo con atención los Evangelios, nos damos cuenta de que este misterio es sorprendente no solo porque un hombre -el Hijo de Dios- resucitó de entre los muertos, sino también por el modo en que eligió hacerlo. De hecho, la resurrección de Jesús no es un triunfo estruendoso, no es una venganza o una revancha contra sus enemigos. Es el testimonio maravilloso de cómo el amor es capaz de levantarse después de una gran derrota para proseguir su imparable camino.

Cuando nos recuperamos de un trauma causado por los demás, a menudo la primera reacción es la rabia, el deseo de hacer pagar a alguien lo que hemos sufrido. El Resucitado no actúa de este modo. Cuando emerge de los abismos de la muerte, Jesús no se toma ninguna venganza. No regresa con gestos de potencia, sino que manifiesta con mansedumbre la alegría de un amor más grande que cualquier herida y más fuerte que cualquier traición.

El Resucitado no siente la necesidad de reiterar o afirmar su propia superioridad. Él se aparece a sus amigos -los discípulos-, y lo hace con extrema discreción, sin forzar los tiempos de su capacidad de acoger. Su único deseo es volver a estar en comunión con ellos, ayudándolos a superar el sentimiento de culpa. Lo vemos muy bien en el cenáculo, donde el Señor se aparece a sus amigos aprisionados por el miedo. Es un momento que expresa una fuerza extraordinaria: Jesús, después de haber descendido a los abismos de la muerte para liberar a quienes allí estaban prisioneros, entra en la habitación cerrada de quienes están paralizados por el miedo, llevándoles un don que ninguno hubiera osado esperar: la paz.

Su saludo es simple, casi habitual: «¡Paz a vosotros!» (Jn 20, 19). Pero va acompañado de un gesto tan bello que resulta casi inapropiado: Jesús muestra a los discípulos las manos y el costado con los signos de la pasión. ¿Por qué exhibir sus heridas precisamente ante quienes, en aquellas horas dramáticas, lo renegaron y lo abandonaron? ¿Por qué no esconder aquellos signos de dolor y evitar que se reabra la herida de la vergüenza?

Y, sin embargo, el Evangelio dice que, al ver al Señor, los discípulos se llenaron de alegría (cf. Jn 20, 20). El motivo es profundo: Jesús está ya plenamente reconciliado con todo lo que ha sufrido. No guarda ningún rencor. Las heridas no sirven para reprender, sino para confirmar un amor más fuerte que cualquier infidelidad. Son la prueba de que, precisamente en el momento en que hemos fallado, Dios no se ha echado atrás. No ha renunciado a nosotros.

Así, el Señor se muestra nudo y desarmado. No exige, no chantajea. Su amor no humilla; es la paz de quien ha sufrido por amor y ahora finalmente puede afirmar que ha valido la pena.

Nosotros, en cambio, a menudo ocultamos nuestras heridas por orgullo o por el temor de parecer débiles. Decimos “no importa”, “ya ha pasado todo”, pero no estamos realmente en paz con las traiciones que nos han herido. A veces preferimos esconder nuestro esfuerzo por perdonar para no parecer vulnerables y no correr el riesgo de sufrir de nuevo. Jesús no. Él ofrece sus llagas como garantía de perdón. Y muestra que la resurrección no es la cancelación del pasado, sino su transfiguración en una esperanza de misericordia.

Luego, el Señor repite: «¡Paz a vosotros!». Y añade: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (v. 21). Con estas palabras, confía a los apóstoles una tarea que no es tanto un poder como una responsabilidad: ser instrumentos de reconciliación en el mundo. Es como si dijese: «¿Quién podrá anunciar el Rostro misericordioso del Padre sino vosotros, que habéis experimentado el fracaso y el perdón?».

Jesús sopla sobre ellos y les dona el Espíritu Santo (v. 22). Es el mismo Espíritu que lo ha sostenido en la obediencia al Padre y en el amor hasta la cruz. Desde ese momento, los apóstoles ya no podrán callar lo que han visto y oído: que Dios perdona, levanta, restaura la confianza.

El centro de la misión de la Iglesia no consiste en administrar un poder sobre los demás, sino en comunicar la alegría de quien ha sido amado precisamente cuando no se lo merecía. Es la fuerza que ha hecho nacer y crecer la comunidad cristiana: hombres y mujeres que han descubierto la belleza de volver a la vida para poder donarla a los demás.

Queridos hermanos y hermanas, también nosotros somos enviados. El Señor también nos enseña sus heridas y dice: Paz a vosotros. No tengáis miedo de mostrar vuestras heridas sanadas por la misericordia. No temáis aproximaros a quien está encerrado en el miedo o en el sentimiento de culpa. Que el soplo del Espíritu nos haga también a nosotros testigos de esta paz y de este amor más fuertes que toda derrota.

Fuente : The Holy See

II CONGRESO INTERNACIONAL DE LA PASTORAL DE LAS PERSONAS MAYORES. DISCURSO DEL PAPA

«Los ancianos son un don, una bendición que hay que acoger, y la prolongación de la vida es uno de los signos de esperanza de nuestro tiempo». Así se dirigió León XIV a los participantes en la audiencia de hoy, 3 de octubre, del Segundo Congreso Internacional de Pastoral de los Ancianos, instándolos a anunciar a Cristo en todas las edades y etapas de la vida.

Las palabras del Papa León XIV son fuente de consuelo y esperanza para muchas personas mayores que, al llegar a la vejez, sienten que ya no pueden aportar nada a los demás, mientras que, cada vez más, según muestran las estadísticas, son el estado de bienestar de muchos países, una presencia valiosa en las familias de sus hijos. En su encuentro hoy, 3 de octubre, con los participantes del Segundo Congreso Internacional sobre la Pastoral de las Personas Mayores, bajo el lema «Sus mayores soñarán», organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que se celebra hasta mañana, 4 de octubre, en la Curia General de la Compañía de Jesús en Roma, el Pontífice recordó el valor de la pastoral de las personas mayores, que debe ser «evangelizadora y misionera».

“Donde las personas mayores se sienten solas y rechazadas, esto significará llevarles el alegre mensaje de la ternura del Señor, para superar, junto con ellas, la oscuridad de la soledad, el gran enemigo de la vida de las personas mayores. ¡Que nadie sea abandonado! ¡Que nadie se sienta inútil!”

La longevidad no es un defecto

El discurso del Papa León XIII es también un recordatorio constante de las enseñanzas del Papa Francisco, quien ha reafirmado con frecuencia la alianza entre jóvenes y mayores, una encrucijada de futuro y sabiduría. El Pontífice recuerda que «en nuestro tiempo, lamentablemente, las relaciones entre generaciones suelen estar marcadas por fracturas y oposiciones, que las enfrentan». Estas son visiones, afirma León XIV, pesimistas y conflictivas. De hecho, se critica a las personas mayores por «no dejar espacio a los jóvenes en el mercado laboral o por absorber demasiados recursos económicos y sociales en detrimento de otras generaciones, como si la longevidad fuera un defecto».

“Los Ancianos son un don, una bendición que hay que acoger, y la prolongación de la vida es un hecho positivo; de hecho, es uno de los signos de esperanza de nuestro tiempo, en todo el mundo. Sin duda, también es un desafío, porque el creciente número de personas mayores es un fenómeno histórico sin precedentes que nos llama a un nuevo ejercicio de discernimiento y comprensión”.

Fragilidad, un puente hacia el cielo

«La vejez», afirma el Papa, «es ante todo un recordatorio beneficioso de la dinámica universal de la vida». Una vida en la que a menudo solo se valora si produce riqueza o éxito, si se alcanza poder o autoridad. La fragilidad, de hecho, «es ocultada o distanciada por quienes cultivan ilusiones mundanas, para no tener ante sus ojos la imagen de lo que inevitablemente seremos».

“Sin embargo, es saludable reconocer que envejecer «forma parte de la maravilla que somos». Esta fragilidad, «si tenemos el coraje de reconocerla», de abrazarla y cuidarla, «es un puente hacia el cielo»”.

La salvación está en la humildad

La fragilidad y la debilidad no deben ser motivo de vergüenza, sino un impulso para buscar la ayuda de nuestros hermanos y de Dios. «Los ancianos», subraya el Papa, «nos enseñan que la salvación no está en la autonomía, sino en reconocer humildemente nuestras propias necesidades y saber expresarlas libremente». Por lo tanto, «la medida de nuestra humanidad no es lo que podemos lograr, sino nuestra capacidad de dejarnos amar y, cuando sea necesario, incluso ayudar».

Los «jóvenes ancianos»

Recordando que la vejez a menudo nos sorprende desprevenidos, el Papa afirma que «la Iglesia está llamada a ofrecer el tiempo y las herramientas para descifrarla, para vivirla cristianamente, sin pretender permanecer eternamente joven y libre de la desesperación». Las catequesis del Papa Francisco de 2022 son útiles en este sentido, describiendo con precisión «una verdadera espiritualidad para los ancianos: de ellos podemos sacar provecho para establecer una labor pastoral útil».

Los «jóvenes ancianos», personas sanas con tiempo libre, suelen participar regularmente en la liturgia y en actividades parroquiales, como la catequesis y diversas formas de servicio pastoral, pero deben ser participantes activos.

“Es importante identificar un lenguaje y propuestas adecuadas para ellos, involucrándolos no como receptores pasivos de la evangelización, sino como participantes activos, y responder con ellos, y no en su lugar, a las preguntas que plantean la vida y el Evangelio”.

Una pastoral evangelizadora y misionera

A pesar de sus diversas experiencias: algunos llegan al conocimiento de Dios en la vejez; otros regresan a la Iglesia tras un período de alejamiento; y otros han perseverado en su vida cristiana, el deseo de Dios también debe alimentarse con una sencilla oración, recitada con fe en casa.

“Para todos, la pastoral de las personas mayores debe ser evangelizadora y misionera, porque la Iglesia está siempre llamada a anunciar a Jesús, Cristo Salvador, a todo hombre y mujer, en cualquier edad y etapa de la vida”.

Las personas mayores, testigos de la esperanza

«Anunciar el Evangelio es el principal compromiso de nuestra pastoral: al involucrar a las personas mayores», enfatiza el Papa León, «en esta dinámica misionera, también ellas serán testigos de la esperanza, especialmente con su sabiduría, devoción y experiencia».

Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano

Para Vatican News

LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA APOYA LA ILP CONTRA EL MALTRATO A LAS PERSONAS MAYORES

Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y defensa de la Vida hacen pública una declaración institucional en apoyo a la Iniciativa Legislativa Popular para la aprobación de una Ley de Protección Integral contra el Maltrato a las Personas Mayores.

TEXTO COMPLETO DE LA DECLARACIÓN DE LA SUBCOMISIÓN PARA LA FAMILIA Y DEFENSA DE LA VIDA

Ofrecemos la declaración íntegra:

La Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, de la Conferencia Episcopal Española, manifiesta su firme compromiso de la defensa de los derechos, la dignidad y el bienestar de las personas mayores, reconociendo su inestimable aportación a nuestra sociedad y la necesidad de garantizarles una vida libre de cualquier forma de violencia, abuso o maltrato.

El envejecimiento de la población es una realidad social que requiere respuestas firmes y coordinadas por parte de las administraciones públicas. El maltrato a las personas mayores, en cualquiera de sus manifestaciones físicas, psicológicas, negligencia o abandono, constituye una grave vulneración de los derechos humanos y un atentado contra la dignidad de quienes han contribuido, lo largo de su vida, al desarrollo de nuestro país.

Por ello, la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, de la Conferencia Episcopal Española:

Reconoce la urgencia y necesidad de una legislación específica y eficaz que proteja de manera integral a las personas mayores frente a cualquier forma de maltrato.

Apoya la Iniciativa Legislativa Popular promovida por LA ASOCIACIÓN PARA EL BIENESTAR DE LA TERCERA EDAD (ABTE CANDELARIA) para la aprobación de una Ley de Protección Integral contra el Maltrato a las Personas Mayores, como instrumento fundamental para prevenir, detectar, sancionar y erradicar estas conductas, así como para garantizar la asistencia y reparación a las víctimas. Dicha Ley debe tener presente el principio de autonomía que siempre está subordinado al derecho a la vida; por eso, dicha ley debe posibilitar, llegado el caso de una enfermedad terminal e irreversible, el acceso de todas las personas mayores a los cuidados paliativos.

Se compromete a promover campañas de sensibilización y formación dirigidas a la ciudadanía, profesionales y entidades, con el objetivo de visibilizar esta problemática y fomentar una cultura de respeto, buen trato y protección hacia las personas mayores.

Solicita a las instituciones competentes, tanto a nivel autonómico como estatal, la tramitación urgente de esta iniciativa legislativa, así como la dotación de recursos suficientes para su efectiva aplicación.

Invita a todos los grupos políticos, entidades sociales y ciudadanía con la recogida de las preceptivas firmas, a sumarse a este compromiso colectivo en defensa de los derechos de las personas mayores, trabajando juntos por una sociedad más justa, inclusiva y solidaria.

Fuente: Conferencia Episcopal Española

LA SOCIEDAD FUTURA VOLVERÁ A SER CRISTIANA

Estamos, lo comentamos en muchas ocasiones, ante un mundo que para los que tenemos ciertos años va en contra de lo que hemos vivido y de la historia occidental desde hace algunos milenios. No hablo sólo de la secularización de la sociedad, en España únicamente un 33% se declara católico y un 18% practicante (en los datos se considera practicante incluso el que sólo va un domingo al mes a misa), también la familia está desapareciendo, las bodas disminuyeron hasta cifras impensables hace poco tiempo, la reducción de ciertas libertades, no hablemos de otros aspectos de la sociedad que en algunos casos quieren imponer por la fuerza. Es la cultura woke, haz lo que quieras lo anterior es opresión, ninguna ligazón cuando quieras lo dejas. La familia y la religión fuera. Quizás estemos ante un nuevo marxismo que quiere alcanzar a toda la sociedad.

Ante lo anterior surge una actividad creciente de defensa de la libertad por la que se ha luchado durante siglos, hay artículos, libros que abundan esa defensa. Uno de los últimos es “El sentido del cristianismo” del profesor Rafael Domingo que entre otras escribe: “una sociedad que, defendiendo la más plena libertad personal de los ciudadanos, está abierta a la existencia de un Dios que es amor se edifica sobre un fundamento más profundo que una sociedad agnóstica, atea o que se ha construido un falso Dios mental, como el éxito, la fortuna o los placeres”. Es una llamada a la espiritualización de la sociedad, a la recuperación de la trascendencia frente a un agotado materialismo hedonista e individualista de escaso vuelo, que no puede satisfacer las más nobles aspiraciones humanas, recuperar la libertad total. La Iglesia, y en ella incluyó a todos los practicantes, incluso a los que sólo se declaran creyentes, debe reaccionar y salir a proclamar con sus vidas el mensaje de Jesús de Nazaret, dejar de “ser únicamente cristianos en los actos dentro del templo eclesiástico”. Hay que seren todo momento un ejemplo, con las “caídas” de humanos que se tienen.

Las encuestas entre los jóvenes invitan al optimismo y quizás, más pronto de lo esperado, ese 18% se incremente con ellos que vuelven a ser practicantes. Según los datos son más de lo que se esperaba y de lo que cualquiera puede pensar por la forma de vida de algunos

 Jacinto Seara

EL ÓRGANO DE BELÉN VUELVE A SONAR 800 AÑOS DESPUÉS: «UN AUTÉNTICO MILAGRO»

El musicólogo español David Catalunya lidera el proyecto de reconstrucción del órgano más antiguo de la cristiandad, el de Belén, ocultado por los cruzados y que ahora vuelve a sonar en Tierra Santa

Construido en Francia en el siglo XI y ocultado por los cruzados de Tierra Santa dos siglos después para evitar su destrucción. El llamado órgano de Belén, considerado uno de los más antiguos de la cristiandad, ha vuelto a sonar tras más de 800 años de silencio.

El instrumento fue hallado en 1906 bajo el jardín de la basílica de la Natividad, en Belén. Ahora un proyecto ha permitido recuperar el sonido de varios de los tubos originales gracias a un trabajo de análisis y reconstrucción. La presentación oficial tuvo lugar en Jerusalén, con la colaboración de la Custodia de Tierra Santa y del Museo Tierra Santa, ofreciendo por primera vez en la era moderna la posibilidad de escuchar el timbre original de un órgano medieval, en un proyecto dirigido por el musicólogo español David Catalunya.

¿Qué tal suena el órgano de Belén casi mil años después de su construcción?

—Son solo ocho tubos originales los que suenan, pero el órgano tenía 342. Con estos ocho tubos ya nos hacemos una idea bastante precisa de las características sonoras del instrumento. Es especial y emocionante, porque estamos hablando de tubos de casi 1.000 años. Hemos hecho replicas para poder escuchar las notas que faltan, y tiene un sonido muy rico, muy interesante. Tiene todos los tubos del mismo diámetro y eso da una variación de timbre y sonido particulares: el grave es muy rico en armónicos, el medio es muy pleno y el agudo es casi aflautado, como angelical.

¿Existen partituras de ese tiempo?

—En esa época el repertorio instrumental y de órgano se transmitía de un modo no escrito, pero sabemos que tenía como base las melodías eclesiásticas en uso en el momento. El repertorio era el canto litúrgico de la época o improvisaciones basadas en esos cantos.

Estuvo olvidado mucho tiempo tras su descubrimiento. ¿Cómo comenzó tu relación con este instrumento?

—Encontré una referencia a él en un viejo libro. Se sabía la existencia de este órgano, pero nadie había hecho una investigación profunda. No se sabía concretamente siquiera de qué siglo era. Me interesó mucho y me sorprendió que nadie hubiera hecho ese estudio. Contacté con el museo y les propuse iniciar un proyecto de investigación, que es el que ahora estamos llevando a cabo.

¿Y de ahí surgió la idea de reconstruirlo para hacerlo sonar?

—Esa era la idea original del proyecto, además de datar su origen y saber qué tipo de instrumento era. Se trataba de reconstruir el proceso de manufactura del órgano para entender cómo estaba hecho, construir tubos y recuperar así su sonido. Queremos entender, no solo cómo suena, sino también qué lugar ocupa en la historia de la música. Es una arqueología experimental, entender un objeto arqueológico para intentar saber cómo se fue hecho y cómo se usaba, ponernos en la mentalidad de quienes lo hicieron y lo tocaron. Estudio y reconstrucción han ido de la mano todo el tiempo.

¿Que se pasaba por la cabeza y por tu interior en el momento que lo escuchaste por primera vez?

—Sin duda estamos ante un objeto que ocupa un lugar especial en el Patrimonio Cultural de la Humanidad. Para mí, fue un punto de inflexión el día que los tubos originales sonaron. Llevamos las réplicas a Jerusalén para compararlas con el instrumento original. Cuando estuvimos frente a ellos se nos ocurrió probar los tubos originales, y fue un auténtico milagro, sonaban como si se hubiesen construido el día anterior. Me di cuenta de que era un sonido dormido de hace ocho siglos, un sonido milenario. Fue un momento indescriptible, sentí que mi relación con ese objeto cambiaba, me di cuenta de que era un objeto vivo, no fosilizado. Continuaba hablando, es una reliquia viva, única en el mundo. La emoción fue indescriptible.

¿Volverá a servir para cantar a Dios y elevar nuestros oídos al cielo?

—Yo espero que sí. El Museo del Tierra Santa tiene esa idea, exponer este instrumento de un modo vivo. Además, habrá varios facsímiles disponibles en diversos lugares, por supuesto uno de ellos en Belén, e incluso en España, para que suene y que ese sonido vuelva a revivir. Y que nosotros podamos revivir la experiencia de la idea original de este instrumento: conectar la música celestial con la música humana, un puente entre ambas esferas, que esa música entre en nuestra alma. Sin duda volverá a sonar para sumergirnos en una sonoridad que nos traiga el cielo a la Tierra

Pincha en el enlace para ver el video

https://youtu.be/oWrGUN_ZBP0

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo 26 de Septiembre de 2025 para Alfa y Omega

EL SANTO DE LA SEMANA: SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

Le llamaban «el divino Tomás», Era un inmenso predicador, que había nacido en Fuenllana (Ciudad Real) en 1486, de padres caritativos, de los que heredó su amor por los pobres: «Madre, le dijo Tomás, ya podéis dejar pan abundante en la panera; pues si no tenéis cuidado, pronto no habrá una sola gallina en el gallinero». Vivió sus primeros años en Villanueva de los Infantes, de donde recibirá el «nombre». A los quince años, fue enviado a estudiar a la Universidad renacentista de Alcalá, de la que llegó a ser maestro, con una vasta competencia en las ciencias humanas y sagradas. Allí obtuvo, el título de «Maestro» de lógica, física y metafísica. Continuó estudiando teología durante tres cursos. Bachiller en artes y Licenciado en Teología, le encargaron la Cátedra de Lógica. Sus estudios en Alcalá, le habían dejado una profunda impronta humanística. Poseía una inteligencia excepcionalmente lúcida y un criterio muy práctico para dar opiniones sobre temas difíciles. Pero tuvo que ejercitarse continuamente para adquirir una buena memoria y luchar mucho para que las distracciones no le alejaran de los temas que quería tratar.

FRAILE AGUSTINO

En Salamanca viste el hábito de la Orden de San Agustín, que por aquellos mismos días, Lutero tira a las zarzas. Se ordena de Sacerdote en 1518. Fue nombrado Prior de Salamanca, Provincial de Andalucía, Prior de Burgos; Provincial de Castilla, Prior de Burgos. Carlos V, que siente por él una especial predilección y le considera una persona clave para la reforma de su reino, le nombra predicador y consejero suyo.

El emperador Carlos V le había ofrecido el nombramiento de arzobispo de Granada pero él no lo aceptó. Un día el emperador le dijo a su secretario: Escriba: «Arzobispo de Valencia, será el Padre…», y le dictó el nombre de otro sacerdote. Cuando fue a firmar el decreto leyó que el secretario había escrito: «Arzobispo de Valencia, Tomás de Villanueva». «¡Pero este no fue el que yo le dicté!», dijo el emperador. «Perdone, señor» – le respondió el secretario. «Me pareció haberle oído ese nombre. Pero lo borraré». «No, no lo borre, dijo Carlos V, el otro era el que yo pensaba elegir, pero éste es el que Dios quiere que sea elegido». Y mandó que lo llamaran para darle noticia del nombramiento. Tomás se negó a obedecer al emperador. Sólo aceptó tan alto cargo cuando su superior se lo mandó bajo obediencia.

ENTRADA EN VALENCIA

Llegó a Valencia de noche mientras caía un fortísimo aguacero, acompañado solamente por un religioso. Pidió que lo hospedaran por caridad en el convento de los Padres Agustinos, diciendo que le bastaba una estera en el suelo para dormir. Antes de tomar posesión del arzobispado hizo seis días de retiro, oración y penitencia en el convento. Los sacerdotes de la ciudad le obsequiaron con 4000 monedas de plata que entregó al hospital diciendo: «los pobres necesitan esto más que yo. ¿Qué lujos y comodidades puede necesitar un sencillo fraile y religioso como soy yo?». Lo criticaban porque usaba una sotana muy vieja y desteñida, y él respondía: «Lo importante no es una sepultura. Lo importante es embellecer el alma que nunca se va a morir». Le costó mucho al clero catedralicio que aceptara un sombrero de seda, pero a él le parecía que los pobres se lo reclamaban. Y muchas veces enseñaba el sombrero con sonrisa de burla, diciendo: «Aquí tenéis mí dignidad episcopal. Mis señores, los canónigos, han creído que no podía ser obispo sin esto».

SITUACION DE LA DIOCESIS

Valencia, vivía unas condiciones espirituales deplorables, después de un siglo sin un Obispo residente, con muchos clérigos en situación irregular y atenazada por la agitación morisca. Tomás busca la re-cristianización de la diócesis. Para ello funda el colegio-seminario de la Presentación en 1550, para formar al clero. Tiene muy claro que un Arzobispo sin la ayuda de los sacerdotes, limita mucho su influencia pastoral. Debe cuidar, atender, animar, santificar a sus sacerdotes. Eso, que cuesta tanto a ciertas personas y que yo no puedo entender. Lo que más le interesaba era transformar a sus sacerdotes. A los menos cumplidores se los ganaba a base de consejos y peticiones amables y los hacía mejorar. A uno que no quería cambiar, lo llamó a su palacio y le dijo: «Yo soy el que tengo la culpa de que usted o quiera enmendarse. Porque no he hecho penitencias por su conversión, por eso no ha cambiado». Y quitándose la camisa empezó a darse latigazos hasta derramar sangre. El otro se arrodilló llorando y le pidió perdón y mejoró totalmente su conducta. ¿Qué no puede hacer un Arzobispo si se gana la confianza sincera y cordial de sus sacerdotes? No se debe preocupar de que los sacerdotes no le quieran sino de si es él el que quiere de verdad a sus sacerdotes.

PREDICADOR FORMIDABLE

El emperador Carlos V al oírle predicar exclamaba: «Este obispo conmueve hasta las piedras». Y cuando estaba en la ciudad, nunca faltaba a sus sermones. Su predicación producía cambios impresionantes en los oyentes, y aun hoy día conmueven a quienes los leen. La gente decía que Tomás de Villanueva era como un nuevo apóstol San Pablo. Fue el «predicador» más grande de su tiempo, pero su fuerza más que en la palabra, la ejercía con el ejemplo de su vida, que es lo que definitivamente convencía. Contemporáneo suyo será Fray Juan de Sahagún en Salamanca. Los dos impresionantes predicadores, éste más gracioso, hasta quizá pasarse, Tomás más serio, como fiel cumplidor de las normas dadas a los predicadores por Fray Luís de Granada: «Nada digan de lo que puedan con razón ofenderse los oyentes; nada digan con insolencia, nada con arrogancia, nada con descaro, nada con desvergüenza, nada injurioso, nada soez, nada chocarreramente, nada bajo, nada licenciosa, indecente y viciosamente, sino que todo el carácter de la oración represente modestia, humanidad, caridad, celo y un deseo fervoroso de la verdadera caridad.

SUS ACTIVIDADES COMO ARZOBISPO

El Arzobispo convoca un Sínodo y visita todas las parroquias, actuando con mano enérgica y paternal. Envió misioneros al Perú. Encuentra su inspiración en las enseñanzas del Buen Pastor, en San Pablo y en los grandes obispos. Será llamado el «San Bernardo español» por su profundidad teológica sobre la Virgen. Se distinguió por su asistencia a los pobres y enfermos y decía que la cama de un enfermo es como la zarza ardiente de Moisés, en la cual se logra encontrar con Dios y hablar con Él, entre las espinas de incomodidad que lo rodean. La evangelización a los moriscos y la dedicación a la juventud, también acaparó parte de sus energías. La intensa actividad afianzada en su gran erudición, le consagra como uno de los hombres más respetados de su tiempo y modelo del obispo. En Valencia, se mostró como verdadero modelo de buen pastor, sobresaliendo por su caridad, pobreza, prudencia y celo apostólico. Se le reconoce como «El Obispo de los pobres», envió a América los primeros Padres Agustinos que llegaron a México.

SU ORACION MISTICA

Frecuentemente mientras celebraba la Santa Misa o rezaba los Salmos, le sobrevenían los éxtasis y se olvidaba de todo lo que lo rodeaba y sólo pensaba en Dios. En esos momentos el rostro le brillaba intensamente. Predicando en Burgos contra el pecado, tomó en sus manos un crucifijo y levantándolo gritó «¡Pecadores, mírenlo!», y no pudo decir más, porque se quedó en éxtasis, y así estuvo un cuarto de hora, mirando hacia el cielo, contemplando lo sobrenatural. Al volver en sí, dijo a la multitud que estaba maravillada: «Perdonen hermanos por esta distracción. Trataré de enmendarme». En un sermón de la Transfiguración, dijo: «En cuanto a mí me ha sido dado, sin ningún mérito mío, subir con él hasta la santa montaña y contemplar la gracia de su rostro, aunque sólo fuese de lejos, ¡con qué lágrimas, con qué entusiasmo gritaba entonces: Señor, bueno es estar aquí! No permitáis que descienda jamás. No os alejéis, por favor. ¡Que sea así toda mi vida, todos los días de mi vida! ¿Para qué quiero más?» Pero el camino de la perfección no se ha de recorrer al vuelo, sino paso a paso: «Non pervolanda, sed perambulanda est».

ATIENDE A TODOS

Aunque dedicaba muchas horas a rezar y a meditar, su secretario tenía la orden de llamarlo cuando alguna persona necesitara consultarle o pedirle algo. A su palacio arzobispal acudían cada día centenares de pobres a pedir ayuda, y nadie se iba sin recibir algún regalo o algún dinero. Especial cuidado tenía el prelado para ayudar a los niños huérfanos. Y las muchachas pobres de la ciudad, el día de su matrimonio recibía un buen regalo del arzobispo. A quienes lo criticaban por dar demasiadas ayudas incluso a vagos, les decía: «mi primer deber es no negar un favor a quien lo necesita, si en mi poder está el hacerlo. Si abusan de lo que reciben, ellos responderán ante Dios». A los ricos les insistía continua y fuertemente sobre el deber tan grave que cada uno tiene de dar limosnas de todo lo que le sobre, en vez de gastarlo en lujos y cosas inútiles. Decía a la gente: «¿En qué otra cosa puedes gastar mejor tu dinero que en pagar tus pecados, haciendo limosna? Si quieres que Dios oiga tus oraciones, tienes que escuchar la petición de ayuda que te hacen los pobres. Debes anticiparte a repartir ayudas a los que no se atreven a pedir».

Algunos le decían que debía ser más fuerte y lanzar maldiciones contra los que vivían amancebados. Él respondía: «Hago todo lo que me es posible por animarlos a que se pongan en paz con Dios y que no vivan en pecado. Pero nunca quiero emplear métodos agresivos contra nadie». Si oía hablar de otro respondía: «Quizás lo que hizo fue malo, pero probablemente sus intenciones eran buenas».

SU MUERTE

En septiembre de 1555 sufrió una angina de pecho e inflamación de la garganta. Mandó repartir entre los pobres todo el dinero que había en su casa. Hizo que le celebrara la Misa en su habitación, y exclamó: «Que bueno es Nuestro Señor: a cambio de que lo amemos en la tierra, nos regala su cielo para siempre». Y murió cuando tenía 66 años, el 8 de septiembre de 1555. Beatificado en 1618, el Papa Alejandro VII lo canonizó en 1658. Sus restos se conservan en la iglesia catedral de Valencia. Su fiesta se celebra el 10 de Octubre.

(Fuente: jmarti.ciberia.es)

CATEQUESIS PAPA LEON XIV. JESUCRISTO, NUESTRA ESPERANZA. III. LA PASCUA DE JESÚS. 8. EL DESCENSO. «Y EN EL ESPÍRITU FUE A HACER SU ANUNCIO TAMBIÉN A LOS ESPÍRITUS QUE ESTABAN PRISIONEROS» (1 P 3,19)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

También hoy nos detenemos en el misterio del Sábado Santo. Es el día del Misterio pascual en el que todo parece inmóvil y silencioso, mientras que en realidad se cumple una invisible acción de salvación: Cristo desciende al reino de los infiernos para llevar el anuncio de la Resurrección a todos aquellos que estaban en las tinieblas y en la sombra de la muerte.

Este evento, que la liturgia y la tradición nos han entregado, representa el gesto más profundo y radical del amor de Dios por la humanidad. De hecho, no basta decir ni creer que Jesús ha muerto por nosotros: es necesario reconocer que la fidelidad de su amor ha querido buscarnos allí donde nosotros mismos nos habíamos perdido, allí donde se puede empujar solo la fuerza de una luz capaz de atravesar el dominio de las tinieblas.

Los infiernos, en la concepción bíblica, no son tanto un lugar, sino una condición existencial: esa condición en la que la vida está debilitada y reinan el dolor, la soledad, la culpa y la separación de Dios y de los demás. Cristo nos alcanza también en este abismo, atravesando las puertas de este reino de tinieblas. Entra, por así decir, en la misma casa de la muerte, para vaciarla, para liberar a los habitantes, tomándoles de la mano uno por uno. Es la humildad de un Dios que no se detiene delante de nuestro pecado, que no se asusta frente al rechazo extremo del ser humano.

El apóstol Pedro, en el breve pasaje de su primera Carta que hemos escuchado, nos dice que Jesús, vivificado en el Espíritu Santo, fue a llevar el anuncio de salvación también «a los espíritus encarcelados» (1 Pe 3,19). Es una de las imágenes más conmovedoras, que no se encuentra desarrollada en los Evangelios canónicos, sino en un texto apócrifo llamado Evangelio de Nicodemo. Según esta tradición, el Hijo de Dios se adentró en las tinieblas más espesas para alcanzar también al último de sus hermanos y hermanas, para llevar también allí abajo su luz. En este gesto está toda la fuerza y la ternura del anuncio pascual: la muerte nunca es la última palabra.

Queridos, este descenso de Cristo no tiene que ver solo con el pasado, sino que toca la vida de cada uno de nosotros. Los infiernos no son solo la condición de quien está muerto, sino también de quien vive la muerte a causa del mal y del pecado. Es también el infierno cotidiano de la soledad, de la vergüenza, del abandono, del cansancio de vivir. Cristo entra en todas estas realidades oscuras para testimoniarnos el amor del Padre. No para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Lo hace sin clamor, de puntillas, como quien entra en una habitación de hospital para ofrecer consuelo y ayuda.

Los Padres de la Iglesia, en páginas de extraordinaria belleza, han descrito este momento como un encuentro: entre Cristo y Adán. Un encuentro que es símbolo de todos los encuentros posibles entre Dios y el hombre. El señor desciende allí donde el hombre se ha escondido por miedo, y lo llama por nombre, lo toma de la mano, lo levanta, lo lleva de nuevo a la luz. Lo hace con plena autoridad, pero también con infinita dulzura, como un padre con el hijo que teme que ya no es amado.

En los iconos orientales de la Resurrección, Cristo es representado mientras derriba las puertas de los infiernos y, extendiendo sus brazos, agarra las muñecas de Adán y Eva. No se salva solo a sí mismo, no vuelve a la vida solo, sino que lleva consigo a toda a la humanidad. Esta es la verdadera gloria del Resucitado: es poder de amor, es solidaridad de un Dios que no quiere salvarse sin nosotros, sino solo con nosotros. Un Dios que no resucita si no es abrazando nuestras miserias y nos levanta de nuevo para una vida nueva.

El Sábado Santo es, por tanto, el día en el que el cielo visita la tierra más en profundidad. Es el tiempo en el que cada rincón de la historia humana es tocado por la luz de la Pascua. Y si Cristo ha podido descender hasta allí, nada puede ser excluido de su redención. Ni siquiera nuestras noches, ni siquiera nuestros pecados más antiguos, ni siquiera nuestros vínculos rotos. No hay pasado tan arruinado, no hay historia tan comprometida que no pueda ser tocada por su misericordia.

Queridos hermanos y hermanas, descender, para Dios, no es una derrota, sino el cumplimiento de su amor. No es un fracaso, sino el camino a través del cual Él muestra que ningún lugar está demasiado lejos, ningún corazón demasiado cerrado, ninguna tumba demasiado sellada para su amor. Esto nos consuela, esto nos sostiene. Y si a veces nos parece tocar el fondo, recordemos: ese es el lugar desde el cual Dios es capaz de comenzar una nueva creación. Una creación hecha de personas que se han vuelto a levantar, de corazones perdonados, de lágrimas secadas. El Sábado Santo es el abrazo silencioso con el que Cristo presenta toda la creación al Padre para volver a colocarla en su diseño de salvación.

Fuente: The Holy See

LA VIRGEN DEL PILAR EN LOS JARDINES VATICANOS: UN RECORRIDO ESPIRITUAL Y ARTÍSTICO

El miércoles, 24 de septiembre, se celebró en los Jardines Vaticanos la bendición de un panel cerámico que representa la aparición a orillas del río Ebro de la Virgen del Pilar al Apóstol Santiago, patrona de la Hispanidad y patrón de España, respectivamente. Esta obra, colocada en el “Bastione Maestro” de los Jardines Vaticanos, se convierte en la representación oficial de España en el Vaticano, donde ya se encuentran otras imágenes marianas pertenecientes a diversas naciones, la mayoría de ellas representando a países de Hispanoamérica.

El acto de inauguración en los Jardines Vaticanos

El acto fue presidido por el cardenal Fernando Vérgez Alzaga, Presidente emérito de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y contó con la presencia de monseñor Carlos Manuel Escribano Subías, Arzobispo de Zaragoza; la señora Isabel Celaá Diéguez, Embajadora de España ante la Santa Sede; don Juan Sebastián Teruel Pérez, Deán-Presidente del Cabildo de Zaragoza; don Manuel Jesús Formoso Fernández, Deán-Presidente del Cabildo de Santiago de Compostela y fue dirigido por monseñor José Jaime Brosel Gavilá, Rector de la Iglesia Nacional Española de Roma.

Después de las palabras que las autoridades dirigieron a los presentes, a los peregrinos de la diócesis de Zaragoza, a los miembros de la Guardia Civil destinados en la capital italiana; el Arzobispo de Zaragoza y la Embajadora de España descubrieron la imagen de la Virgen del Pilar. Luego, se procedió al rito de bendición, presidido por el cardenal Fernando Vérgez Alzaga. Durante el acto se entonó tanto el “Himno de la Virgen del Pilar” como el “Himno del apóstol Santiago”.

Cardenal Vérgez Alzaga: Un signo de fe y esperanza

El cardenal Fernando Vérgez Alzaga, Presidente emérito de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano señaló que, “esta iniciativa de poner la imagen de las Vírgenes en la Ciudad del Vaticano nació cuando él era Secretario de la Gobernación y en todos estos años faltaba la imagen de una advocación mariana de España”.

“Para mí es un consuelo que la Virgen del Pilar, a la que le tengo una gran devoción, esté aquí en los Jardines Vaticanos porque es un signo de fe y de esperanza a la cual podemos encomendarnos en estos momentos de especial dificultad que vivismo en España y pido también por todo el país”.

Monseñor Brosel: Una iniciativa común de la Iglesia en España

La iniciativa, explicó monseñor José Jaime Brosel Gavilá, Rector de la Iglesia Nacional Española, es un proyecto conjunto de la Conferencia Episcopal Española y la Iglesia de Santa María de Montserrat de los Españoles de Roma (también conocida como Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat).

“Cabe subrayar que, desde el primer momento, los cabildos de las catedrales de Zaragoza y de Santiago de Compostela se han unido a esta iniciativa con un apoyo generoso y comprometido, cuya aportación ha sido fundamental para dar forma y solidez a este proyecto común de la Iglesia en España. Su implicación resulta especialmente significativa, pues la catedral de Zaragoza custodia el Pilar y la memoria de la aparición de la Santísima Virgen al Apóstol Santiago, mientras que la catedral compostelana alberga el sepulcro del patrón de España”.

Monseñor Escribano: María es el pilar de nuestra fe

Por su parte el Arzobispo de Zaragoza manifestó su alegría por haber descubierto el mosaico, y explicó que la imagen “representa el momento de la venida de la Virgen María cuando se aparece al Apóstol Santiago el 2 de enero del año 40”, y esto constituye un momento destacado para la historia de Zaragoza y de España.

“María anima a Santiago, que estaba evangelizando, en un momento de desfallecimiento, pero se siente fortalecido por la presencia de la Madre. Ella deja la columna, y a partir de ahí a María la veneramos como la Virgen del Pilar, el pilar de nuestra fe”.

Características del panel: Arte, devoción e identidad española

Este panel devocional ha sido elaborado por “La Cerámica Valenciana. Sucesores de José Gimeno Martínez, S.L.”, empresa artesana de reconocido prestigio.

Los azulejos han sido elaborados y decorados a mano, siguiendo los modelos de la cerámica valenciana del siglo XVIII.

El retablo mide 140 cm de alto por 90 cm de ancho, y ha sido enmarcado en travertino, el mismo material utilizado en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

Si bien la patrona de España es la Inmaculada Concepción, esta representación iconográfica ya existe en la gruta de Lourdes que se encuentra en dichos jardines. Por ese motivo se optó por otra advocación mariana que goza de gran tradición en territorio español y en otros muchos países, como es la Virgen del Pilar, patrona de la Hispanidad. El momento representado permitió incluir al apóstol Santiago, patrón de España.

La composición refleja el modelo iconográfico tradicional de la aparición: la Virgen sobre la columna, el Apóstol Santiago arrodillado como peregrino (con bordón o bastón, esclavina, vieiras, sandalias…), y una vista idealizada de Zaragoza junto al río Ebro. En la parte superior está la inscripción “España”, mientras que en la inferior el título “Nuestra Señora del Pilar”.

La obra incorpora dos guiños históricos: la imagen idealizada de la ciudad de Zaragoza se inspira en la antigua fachada de la Iglesia romana de Santa María de Montserrat de los Españoles; y la inclusión de un buey, símbolo heráldico de la familia Borja (Borgia), a la que pertenecen los dos Papas españoles, Calixto III (1455-1458) y Alejandro VI (1492-1503), ambos actualmente enterrados en dicha Iglesia.

Según la tradición, dicho evento tuvo lugar el día 2 de enero del año 40, a orillas del río Ebro en Zaragoza. Es un acontecimiento que, en el año 2040, cumplirá los dos milenios.

Si deseas ver el vídeo del evento pincha en el siguiente enlace

https://youtu.be/uqFIEpQILLw

Renato Martínez para Vatican News

MIGRANTES Y MAYORES

A principios de octubre, casi en las mismas fechas (el día 5), se celebra la jornada mundial del migrante y del refugiado, y el día del mayor. Mayores y migrantes merecen toda nuestra consideración, respeto y ayuda. Cuando el ser migrante y el ser mayor coinciden en la misma persona los problemas pueden multiplicarse.

Como suele ser habitual el Papa ha escrito un mensaje para la jornada mundial del migrante, bajo el título: “migrantes, misioneros de esperanza”. Comienza notando que hay tres fenómenos que contribuyen a la emigración: la carrera armamentística, la crisis climática y las profundas desigualdades económicas. En efecto, nadie emigra por placer. Los que dejan sus tierras es porque allí su vida y la de su familia corren peligro, bien porque hay guerra, bien porque el ambiente natural se ha vuelto hostil, bien porque no tienen trabajo y, por tanto, no tienen pan. Los que vivimos en lugares más o menos seguros y estables no deberíamos olvidar que la tierra es de todos, porque es del Señor, y el Señor nos la ha dejado todos: “Del Señor es la tierra y cuanto hay en ella”, dice el Salmo 24.

El Papa relaciona la migración con la esperanza. Porque la valentía y tenacidad de los migrantes son el testimonio heroico de una fe que les da fuerza para desafiar la muerte en las diferentes rutas migratorias contemporáneas. Porque ellos recuerdan a la Iglesia su dimensión peregrina, perpetuamente orientada a alcanzar la patria definitiva, sostenida por una esperanza que es la virtud teologal. Y porque pueden convertirse en misioneros de esperanza en los países que les acogen. No cabe duda de que, en muchos lugares, nuestras Iglesias se han revitalizado y renovado gracias a la presencia de gentes venidas de otros países. Gracias a ellos nuestras Iglesias siguen teniendo gente.

Incluso en muchas de nuestras diócesis, la pastoral sacramental es posible gracias a la presencia de presbíteros venidos de otros países, porque el clero propio de la diócesis ha envejecido y los seminaristas son escasos. Ahora bien, no es por motivos “prácticos” porque los que debemos apreciar y acoger a los migrantes, sino por motivos religiosos: ellos son nuestros hermanos y deben ser tratado como tales. Tampoco conviene olvidar que muchos de nuestros abuelos, en la primera mitad del pasado siglo XX, dejaron España y buscaron en países lejanos pan, tierra y libertad. Quizás deberíamos ver, al menos en algunos emigrantes, a nuestros propios nietos o a nuestros abuelos que vuelven a casa.

¿Y qué decir de la necesidad de cuidar a nuestros mayores? En la debilidad y en la enfermedad, en las personas que sufren, encontramos a Cristo que nos pida ayuda, sufriendo en ellas. Migrantes, personas mayores, cualquier persona necesitada es una llamada que pide una respuesta de amor, respeto, cariño y cercanía.

Martín Gelabert – Blog Nihil Obstat

UN POSGRADO DE LA UNIVERSITAT DE VIC ABORDARÁ LA SOLEDAD EN LAS PERSONAS MAYORES

La Fundación «la Caixa» ha impulsado un posgrado en Atención a Personas en Situación de Soledad en la Universitat de Vic (UVic-UCC) que aborda la soledad en las personas mayores, informa en un comunicado de este lunes.

Es una formación online y se trata del «primer» programa de estas características en lengua española que aborda la soledad desde una perspectiva global y multidisciplinar.

La doctora en Salud Pública y coordinadora académica del posgrado, Laura Coll, afirma que la soledad «no es tanto un problema de salud como un problema de justicia social porque está desigualmente distribuida».

«Se debe poner más énfasis en las causas estructurales, como la pobreza o los entornos físicos de las ciudades, en los que cada vez hay menos espacios públicos de encuentro», ha añadido.

Por su parte, la coordinadora académica del posgrado, Elena Fernández, cree que sigue estando presente el estigma social de la soledad: «A veces no queremos reconocer nuestra situación por no hacer sufrir a los demás».

La soledad no deseada en mayores se agudiza en verano: su escasa red social se va de vacaciones

 En este sentido, el posgrado está dirigido a profesionales de cualquier ámbito que trabajen con personas mayores: desde profesionales que se ocupan de la intervención directa y directivos de entidades hasta técnicos y directivos de las administraciones públicas.

La dirección técnica corre a cargo del director de la Cátedra de Cuidados Paliativos de la UVic-UCC y director científico del programa para la Atención a Personas con Enfermedades Avanzadas de la Fundación La Caixa, Xavier Gómez; y del director científico del programa de Personas Mayores de la Fundación, Javier Yanguas.

El programa académico ofrece una mirada «profunda» sobre la soledad, estructurada en tres bloques: la parte emocional, con un enfoque interno hacia la persona; las relaciones sociales y la pertenencia a la comunidad; y la soledad existencial.

Retos de la sociedad

Para Laura Coll, la sociedad se enfrenta a dos «retos»: entender quién necesita qué y en qué momento ante la soledad, lo que hace necesaria una conexión entre servicios que permita identificar qué ayuda necesita cada persona y ofrecérsela.

Por otro lado, está la prevención y la promoción de un contexto social en el que las personas se puedan relacionar mejor, y considera que «recuperar esa conexión social con la profundidad que sea necesaria».

Fuente: 65 y MAS