UNA FISIOTERAPEUTA REVELA LA MEJOR POSTURA PARA DORMIR SI QUIERES EVITAR DOLORES DE ESPALDA

Dormir bien no depende solo de cuántas horas pasamos en la cama, sino también de la postura que adoptamos. Así lo recuerda la fisioterapeuta Nuria Márquez, responsable de la Clínica Fisiolé en Móstoles (Madrid), que en un vídeo compartido en la cuenta de TikTok @fisiole.es ha explicado cuál es la posición más recomendable para proteger la espalda y mejorar la calidad del descanso.

«Solo necesitas dos almohadas, una horizontal y otra en vertical. Nos colocamos sobre el lado izquierdo dejando el hombro libre y con la almohada en vertical dejamos nuestro brazo de arriba y nuestra cadera de arriba caer nuestro peso sobre ella. De esta manera mantendrás la alineación de la columna desde la zona cervical hasta la lumbar», señala Márquez.

La especialista insiste en un detalle clave: «Nunca metas el brazo por debajo de la almohada porque si no tu hombro y tus cervicales sufrirán mucho». Según explica, este simple cambio puede marcar la diferencia y lograr que muchas personas se despierten con menos molestias en la zona cervical o lumbar.

Elegir la almohada adecuada también es importante

Además de la postura, la elección de la almohada juega un papel fundamental en la calidad del descanso. En otro de sus vídeos, Márquez ofrece varios consejos prácticos para escoger la más adecuada.

«La altura de la almohada debe ser la distancia que hay entre tu oreja y el final de tu hombro. Esta almohada es la ideal para mí. Como veis me llega desde la oreja hasta el final de mi hombro. Esta sería demasiado alta para mí y esta sería demasiado baja», explica mientras muestra distintos ejemplos.

Entre sus recomendaciones figuran que la almohada distribuya bien el peso, no se deforme con facilidad y sea lavable o transpirable. En cuanto a materiales, sugiere el látex si se busca firmeza e hipoalergenicidad, la viscoelástica si se prefiere suavidad y adaptabilidad, o modelos ergonómicos siempre que se ajusten a la postura de cada persona.

Márquez recuerda también que durante los viajes muchas veces las almohadas de hoteles o apartamentos no se adaptan a nuestras necesidades. Por eso recomienda llevar, siempre que sea posible, la propia almohada: «Si te vas de viaje y puedes, viaja con tu almohada», señala.

Fuente: 65 y MAS

EL SANTO DE LA SEMANA: SAN JERÓNIMO

(Eusebius Hieronymus Sophronius), el Padre de la Iglesia que más estudió las Sagradas Escrituras, nació alrededor del año 342, en Stridon, una población pequeña situada en los confines de la región dálmata de Panonia y el territorio de Italia, cerca de la ciudad de Aquilea. Su padre tuvo buen cuidado de que se instruyese en todos los aspectos de la religión y en los elementos de las letras y las ciencias, primero en el propio hogar y, más tarde, en las escuelas de Roma. En la gran ciudad, Jerónimo tuvo como tutor a Donato, el famoso gramático pagano. En poco tiempo, llegó a dominar perfectamente el latín y el griego (su lengua natal era el ilirio), leyó a los mejores autores en ambos idiomas con gran aplicación e hizo grandes progresos en la oratoria; pero como había quedado falto de la guía paterna y bajo la tutela de un maestro pagano, olvidó algunas de las enseñanzas y de las devociones que se le habían inculcado desde pequeño. A decir verdad, Jerónimo terminó sus años de estudio, sin haber adquirido los grandes vicios de la juventud romana, pero desgraciadamente ya era ajeno al espíritu cristiano y adicto a las vanidades, lujos y otras debilidades, como admitió y lamentó amargamente años más tarde. Por otra parte, en Roma recibió el bautismo (no fue catecúmeno hasta que cumplió más o menos los dieciocho años )y, como él mismo nos lo ha dejado dicho, «teníamos la costumbre, mis amigos y yo de la misma edad y gustos, de visitar, los domingos, las tumbas de los mártires y de los apóstoles y nos metíamos a las galerías subterráneas, en cuyos muros se conservan las reliquias de los muertos». Después de haber pasado tres años en Roma, sintió el deseo de viajar para ampliar sus conocimientos y, en compañía de su amigo Bonoso, se fue hacia Tréveris. Ahí fue donde renació impetuosamente el espíritu religioso que siempre había estado arraigado en el fondo de su alma y, desde entonces, su corazón se entregó enteramente a Dios.

En el año de 370, Jerónimo se estableció temporalmente en Aquilea donde el obispo, San Valeriano, se había atraído a tantos elementos valiosos, que su clero era famoso en toda la Iglesia de occidente. Jerónimo tuvo amistad con varios de aquellos clérigos, cuyos nombres aparecen en sus escritos. Entre ellos se encontraba San Cromacio, el sacerdote que sucedió a Valeriano en la sede episcopal, sus dos hermanos, los diáconos Joviniano y Eusebio, San Heliodoro y su sobrino Nepotiano y, sobre todo, se hallaba ahí Rufino, el que fue, primero, amigo del alma de Jerónimo y, luego, su encarnizado opositor. Ya para entonces, Rufino provocaba contradicciones y violentas discusiones, con lo cual comenzaba a crearse enemigos. Al cabo de dos años, algún conflicto, sin duda más grave que los otros, disolvió al grupo de amigos, y Jerónimo decidió retirarse a alguna comarca lejana ya que Bonoso, el que había sido compañero suyo de estudios y de viajes desde la infancia, se fue a vivir en una isla desierta del Adriático. Jerónimo, por su parte, había conocido en Aquilea a Evagrio, un sacerdote de Antioquía con merecida fama de ciencia y virtud, quien despertó el interés del joven por el oriente, y hacia allá partió con sus amigos Inocencio, Heliodoro e Hylas, éste último había sido esclavo de Santa Melania.

Jerónimo llegó a Antioquía en 374 y ahí permaneció durante cierto tiempo. Inocencio e Hylas fueron atacados por una grave enfermedad y los dos murieron; Jerónimo también estuvo enfermo, pero sanó. En una de sus cartas a Santa Eustoquio le cuenta que en el delirio de su fiebre tuvo un sueño en el que se vio ante el trono de Jesucristo para ser juzgado. Al preguntársele quién era, repuso que un cristiano. «¡Mientes!», le replicaron. «Tú eres un ciceroniano, puesto que donde tienes tu tesoro está también tu corazón». Aquella experiencia produjo un profundo efecto en su espíritu y su encuentro con San Maleo, cuya extraña historia se relata en esta obra en la fecha del 21 de octubre, ahondó todavía más el sentimiento. Corno consecuencia de aquellas emociones, Jerónimo se retiró a las salvajes soledades de Calquis, un yermo inhóspito al sureste de Antioquía, donde pasó cuatro años en diálogo con su alma. Ahí soportó grandes sufrimientos a causa de los quebrantos de su salud, pero sobre todo, por las terribles tentaciones carnales.

«En el rincón remoto de un árido y salvaje desierto», escribió años más tarde a Santa Eustoquio, «quemado por el calor de un sol tan despiadado que asusta hasta a los monjes que allá viven, a mi me parecía encontrarme en medio de los deleites y las muchedumbres de Roma … En aquel exilio y prisión a los que, por temor al infierno, yo me condené voluntariamente, sin más compañía que la de los escorpiones y las bestias salvajes, muchas veces me imaginé que contemplaba las danzas de las bailarinas romanas, como si hubiese estado frente a ellas. Tenía el rostro escuálido por el ayuno y, sin embargo, mi voluntad sentía los ataques del deseo; en mi cuerpo frío y en mi carne enjuta, que parecía muerta antes de morir, la pasión tenía aún vida. A solas con aquel enemigo, me arrojé en espíritu a los pies de Jesús, los bañé con mis lágrimas y, al fin, pude domar mi carne con los ayunos durante semanas enteras. No me avergüenzo al revelar mis tentaciones, pero sí lamento que ya no sea yo ahora lo que entonces fui. Con mucha frecuencia velaba del ocaso al alba entre llantos y golpes en el pecho, hasta que volvía la calma». De esta manera pone Dios a prueba a sus siervos, de vez en cuando; pero sin duda que la existencia diaria de San Jerónimo en el desierto, era regular, rnonótona y tranquila. Con el fin de contener y prevenir las rebeliones de la carne, agregó a sus mortificaciones corporales el trabajo del estudio constante y absorbente, con el que esperaba frenar su imaginación desatada. Se propuso aprender el hebreo. «Cuando mi alma ardía con los malos pensamientos», dijo en una carta fechada en el año 411 y dirigida al monje Rústico, «como último recurso, me hice alumno de un monje que había sido judío, a fin de que me enseñara el alfabeto hebreo. Así, de las juiciosas reglas de Quintiliano, la florida elocuencia de Cicerón, el grave estilo de Fronto y la dulce suavidad de Plinio, pasé a esta lengua de tono siseante y palabras entrecortadas. ¡Cuánto trabajo me costó aprenderla y cuántas dificultades tuve que vencer! ¡Cuántas veces dejé el estudio, desesperado y cuántas lo reanudé! Sólo yo que soporté la carga puedo ser testigo, yo y también los que vivían junto a mí. Y ahora doy gracias al Señor que me permite recoger los dulces frutos de la semilla que sembré durante aquellos amargos estudios». No obstante su tenaz aprendizaje del hebreo, de tanto en tanto se daba tiempo para releer a los clásicos paganos.

Por aquel entonces, la Iglesia de Antioquía sufría perturbaciones a causa de las disputas doctrinales y disciplinarias. Los monjes del desierto de Calquis también tomaron partido en aquellas disensiones e insistían en que Jerónimo hiciese lo propio y se pronunciase sobre los asuntos en discusión. El habría preferido mantenerse al margen de las disputas, pero de todas maneras, escribió dos cartas a San Dámaso, que ocupaba la sede pontificia desde el año 366, a fin de consultarle sobre el particular y preguntarle hacia cuáles tendencias se inclinaba. En la primera de sus cartas dice: «Estoy unido en comunión con vuestra santidad, o sea con la silla de Pedro; yo sé que, sobre esa piedra, está construida la Iglesia y quien coma al Cordero fuera de esa santa casa, es un profano. El que no esté dentro del arca, perecerá en el diluvio. No conozco a Vitalis; ignoro a Melesio; Paulino es extraño para mí. Todo aquel que no recoge con vos, derrama, y el que no está con Cristo, pertenece al anticristo… Ordenadme, si tenéis a bien, lo que yo debo hacer». Como Jerónimo no recibiese pronto una respuesta, envió una segunda carta sobre el mismo asunto. No conocemos la contestación de San Dámaso, pero es cosa cierta que el Papa y todo el occidente reconocieron a Paulino como obispo de Antioquía y que Jerónimo recibió la ordenación sacerdotal de manos del Pontífice, cuando al fin se decidió a abandonar el desierto de Calquis. El no deseaba la ordenación (nunca celebró el santo sacrificio) y, si consintió en recibirla, fue bajo la condición de que no estaba obligado a servir a tal o cual iglesia con el ejercicio de su ministerio; sus inclinaciones le llamaban a la vida monástica de reclusión. Poco después de recibir las órdenes, se trasladó a Constantinopla a fin de estudiar las Sagradas Escrituras bajo la dirección de san Gregorio Nazianceno. En muchas partes de sus escritos Jerónimo se refiere con evidente satisfacción y gratitud a aquel período en que tuvo el honor de que tan gran maestro le explicase la divina palabra. En el año de 382, San Gregorio abandonó Constantinopla, y Jerónimo regresó a Roma, junto con Paulino de Antioquía y San Epifanio, para tomar parte en el concilio convocado por San Dámaso a fin de discutir el cisma de Antioquía. Al término de la asamblea, el Papa lo detuvo en Roma y lo empleó como a su secretario. A solicitud del Pontífice y de acuerdo con los textos griegos, revisó la versión latina de los Evangelios que «había sido desfigurada con transcripciones falsas, correcciones mal hechas y añadiduras descuidadas». Al mismo tiempo, hizo la primera revisión al salterio en latín.

Al mismo tiempo que desarrollaba aquellas actividades oficiales, alentaba y dirigía el extraordinario florecimiento del ascetismo que tenía lugar entre las más nobles damas romanas. Entre ellas se encuentran muchos nombres famosos en la antigua cristiandad, corno el de Santa Marcela, a quien nos referimos en esta obra el 31 de enero, junto con su hermana Santa Asela y la madre de ambas, Santa Albina; Santa Léa, Santa Melania la Mayor, la primera de aquellas damas que hizo una peregrinación a Tierra Santa; Santa Fabiola (27 de diciembre), Santa Paula (26 de enero) y sus hijas, Santa Blesila y Santa Eustoquio (28 de septiembre). Pero al morir San Dámaso, en el año de 384, el secretario quedó sin protección y se encontró, de buenas a primeras, en una situación difícil. En sus dos años de actuación pública, había causado profunda impresión en Roma por su santidad personal, su ciencia y su honradez, pero precisamente por eso, se había creado antipatías entre los envidiosos, entre los paganos y gentes de mal vivir, a quienes había condenado vigorosamente y también entre las gentes sencillas y de buena voluntad, que se ofendían por las palabras duras, claras y directas del santo y por sus ingeniosos sarcasmos. Cuando hizo un escrito en defensa de la decisión de Blesila, la viuda joven, rica y hermosa que súbitamente renunció al mundo para consagrarse al servicio de Dios, Jerónimo satirizó y criticó despiadadamente a la sociedad pagana y a la vida mundana y, en contraste con la modestia y recato de que Blesila hacía ostentación, atacó a aquellas damas «que se pintan las mejillas con púrpura y los párpados con antimonio; las que se echan tanta cantidad de polvos en la cara, que el rostro, demasiado blanco, deja de ser humano para convertirse en el de un ídolo y, si en un momento de descuido o de debilidad, derraman una lágrima, fabrican con ella y sus afeites, una piedrecilla que rueda sobre sus mejillas pintadas. Son esas mujeres a las que el paso de los años no da la conveniente gravedad del porte, las que cargan en sus cabezas el pelo de otras gentes, las que esmaltan y barnizan su perdida juventud sobre las arrugas de la edad y fingen timideces de doncella en medio del tropel de sus nietos». No se mostró menos áspero en sus críticas a la sociedad cristiana, como puede verse en la carta sobre la virginidad que escribió a Santa Eustoquio, donde ataca con particular fiereza a ciertos elementos del clero. «Todas sus ansiedades se hallan concentradas en sus ropas … Se les tomaría por novios y no por clérigos; no piensan en otra cosa más que en los nombres de las damas ricas, en el lujo de sus casas y en lo que hacen dentro de ellas». Después de semejante proemio, describe a cierto clérigo en particular, que detesta ayunar, gusta de oler los manjares que va a engullir y usa su lengua en forma bárbara y despiadada. Jerónimo escribió a Santa Marcela en relación con cierto caballero que se suponía, erróneamente, blanco de sus ataques. «Yo me divierto en grande y me río de la fealdad de los gusanos, las lechuzas y los cocodrilos, pero él lo toma todo para sí mismo … Es necesario darle un consejo: si por lo menos procurase esconder su nariz y mantener quieta su lengua, podría pasar por un hombre bien parecido y sabio».

A nadie le puede extrañar que, por justificadas que fuesen sus críticas, causasen resentimientos tan sólo por la manera de expresarlas. En consecuencia, su propia reputación fue atacada con violencia y su modestia, su sencillez, su manera de caminar y de sonreír fueron, a su vez, blanco de los ataques de los demás. Ni la reconocida virtud de las nobles damas que marchaban por el camino del bien bajo su dirección, ni la forma absolutamente discreta de su comportamiento, le salvaron de las calumnias. Por toda Roma circularon las murmuraciones escandalosas respecto a las relaciones de San Jerónimo con Santa Paula. Las cosas llegaron a tal extremo, que el santo, en el colmo de la indignación, decidió abandonar Roma y buscar algún retiro tranquilo en el oriente. Antes de partir, escribió una hermosa apología en forma de carta dirigida a Santa Asela. «Saluda a Paula y a Eustoquio, mías en Cristo, lo quiera el mundo o no lo quiera», concluye aquella epístola. «Diles que todos compareceremos ante el trono de Jesucristo para ser juzgados, y entonces se verá en qué espíritu vivió cada uno de nosotros». En el mes de agosto del año 385, se embarcó en Porto y, nueve meses más tarde, se reunieron con él en Antioquía, Paula, Eustoquio y las otras damas romanas que habían resuelto compartir con él su exilio voluntario y vivir como religiosas en Tierra Santa. Por indicaciones de Jerónimo, aquellas mujeres se establecieron en Belén y Jerusalén, pero antes de enclaustrarse, viajaron por Egipto para recibir consejo de los monjes de Nitria y del famoso Dídimo, el maestro ciego de la escuela de Alejandría.

Gracias a la generosidad de Paula, se construyó un monasterio para hombres, próximo a la basílica de la Natividad, en Belén, lo mismo que otros edificios para tres comunidades de mujeres. El propio Jerónimo moraba en una amplia caverna, vecina al sitio donde nació el Salvador. En aquel mismo lugar estableció una escuela gratuita para niños y una hostería, «de manera que», como dijo Santa Paula, «si José y María visitaran de nuevo Belén, habría donde hospedarlos». Ahí, por lo menos, transcurrieron algunos años en completa paz. «Aquí se congregan los ilustres galos y tan pronto como los británicos, tan alejados de nuestro mundo, hacen algunos progresos en la religión, dejan las tierras donde viven y acuden a éstas, a las que sólo conocen por relaciones y por la lectura de las Sagradas Escrituras. Lo mismo sucede con los armenios, los persas, los pueblos de la India y de Etiopía, de Egipto, del Ponto, Capadocia, Siria y Mesopotamia. Llegan en tropel hasta aquí y nos ponen ejemplo en todas las virtudes. Las lenguas difieren, pero la religión es la misma. Hay tantos grupos corales para cantar los salmos como hay naciones … Aquí tenemos pan y las hortalizas que cultivamos con nuestras manos; tenemos leche y los animales nos dan alimento sencillo y saludable. En el verano, los árboles proporcionan sombra y frescura. En el otoño, el viento frío que arrastra las hojas, nos da la sensación de quietud. En primavera, nuestras salmodias son más dulces, porque las acompañan los trinos de las aves. No nos falta leña cuando la nieve y el frío del invierno, nos caen encima. Dejémosle a Roma sus multitudes; le dejaremos sus arenas ensangrentadas, sus circos enloquecidos, sus teatros empapados en sensualidad y, para no olvidar a nuestros amigos, le dejaremos también el cortejo de damas que, reciben sus diarias visita.

Pero no por gozar de aquella paz, podía Jerónimo quedarse callado y con los brazos cruzados cuando la verdad cristiana estaba amenazada. En Roma había escrito un libro contra Helvidio sobre la perpetua virginidad de la Santísima Virgen María, ya que aquél sostenía que, después del nacimiento de Cristo, Su Madre había tenido otros hijos con José. Este y otros errores semejantes fueron de nuevo puestos en boga por las doctrinas de un tal Joviniano. San Pamaquio, yerno de Santa Paula, lo mismo que otros hombres piadosos de Antioquía, se escandalizaron con aquellas ideas y enviaron los escritos de Joviniano a San Jerónimo y éste, como respuesta, escribió dos libros contra aquél en el año de 393. En el primero, demostraba las excelencias de la virginidad cuando se practicaba por amor a la virtud, lo que había sido negado por Joviniano, y en el segundo atacó los otros errores. Los tratados fueron escritos con el estilo recio, característico de Jerónimo, y algunas de sus expresiones les parecieron a las gentes de Roma demasiado duras y denigrantes para la dignidad del matrimonio. San Pamaquio y otros con él, se sintieron ofendidos y así se lo notificaron a Jerónimo; entonces, éste escribió la Apología a Pamaquio, conocida también corno el tercer libro contra Joviniano, en un tono que, seguramente, no dio ninguna satisfacción a sus críticos. Pocos años más tarde, Jerónimo tuvo que dedicar su atención a Vigilancio -a quien sarcásticamente llama Dormancio-, un sacerdote galo romano que desacreditaba el celibato y condenaba la veneración de las reliquias hasta el grado de llamar a los que la practicaban, idólatras y adoradores de cenizas. En su respuesta, Jerónimo le dijo: «Nosotros no adoramos las reliquias de los mártires, pero sí honramos a aquellos que fueron mártires de Cristo para poder adorarlo a El. Honramos a los siervos para que el respeto que les tributamos se refleje en su Señor». Protestó contra las acusaciones de que la adoración a los mártires era idolatría, al demostrar que los cristianos jamás adoraron a los mártires como a dioses y, a fin de probar que los santos interceden por nosotros, escribió: «Si es cierto que cuando los apóstoles y los mártires vivían aún sobre la tierra, podían pedir por otros hombres, y con cuánta mayor eficacia podrán rogar por ellos después de sus victorias! ¿Tienen acaso menos poder ahora que están con Jesucristo?» Defendió el estado monástico y dijo que, al huir de las ocasiones y los peligros, un monje busca su seguridad porque desconfía de su propia debilidad y porque sabe que un hombre no puede estar a salvo, si se acuesta junto a una serpiente. Con frecuencia se refiere Jerónimo a los santos que interceden por nosotros en el cielo. A Heliodoro lo comprometió a rezar por él cuando estuviese en la gloria y a Santa Paula le dijo, en ocasión de la muerte de su hija Blesila: «Ahora eleva preces ante el Señor por ti y obtiene para mí el perdón de mis culpas».

Del año 395 al 400, San Jerónimo hizo la guerra a la doctrina de Orígenes y, desgraciadamente, en el curso de la lucha, se rompió su amistad de veinticinco años con Rufino. Tiempo atrás le había escrito a éste la declaración de que «una amistad que puede morir nunca ha sido verdadera», lo mismo que, mil doscientos años más tarde, diría Shakespeare de esta manera:

… Love is not love which alters when its alteration finds or bends with the remover to remove.

(No es amor el amor que se altera ante un tropiezo o se dobla ante el peligro)

Sin embargo, el afecto de Jerónimo por Rufino debió ceder ante el celo del santo por defender la verdad. Jerónimo, corno escritor, recurría continuamente a Orígenes y era un gran admirador de su erudición y de su estilo, pero tan pronto como descubrió que en el oriente algunos se habían dejado seducir por el prestigio de su nombre y habían caído en gravísimos errores, se unió a San Epifanio para combatir con vehemencia el mal que amenazaba con extenderse. Rufino, que vivía por entonces en un monasterio de Jerusalén, había traducido muchas de las obras de Orígenes al latín y era un entusiasta admirador suyo, aunque no por eso debe creerse que estuviese dispuesto a sostener las herejías que, por lo menos materialmente, se hallan en los escritos de Orígenes. San Agustín fue uno de los hombres buenos que resultaron afectados por las querellas entre Orígenes y Jerónimo, a pesar de que nadie mejor que él estaba en posición de comprender suyas eran, necesariamente, enemigos de la Iglesia. Al tratarse de defender el bien y combatir el mal, no tenía el sentido de la moderación. Era fácil que se dejase arrastrar por la cólera o por la indignación, pero también se arrepentía con extraordinaria rapidez de sus exabruptos. Hay una anécdota referente a cierta ocasión en la que el Papa Sixto V contemplaba una pintura donde aparecía el santo cuando se golpeaba el pecho con una piedra. «Haces bien en utilizar esa piedra», dijo el Pontífice a la imagen, «porque sin ella, la Iglesia nunca te hubiese canonizado».

Pero sus denuncias, alegatos y controversias, por muy necesarios y brillantes que hayan sido, no constituyen la parte más importante de sus actividades. Nada dio tanta fama a San Jerónimo como sus obras críticas sobre las Sagradas Escrituras. Por eso, la Iglesia le reconoce como a un hombre especialmente elegido por Dios y le tiene por el mayor de sus grandes doctores en la exposición, la explicación y el comentario de la divina palabra. El Papa Clemente VIII no tuvo escrúpulos en afirmar que Jerónimo tuvo la asistencia divina al traducir la Biblia. Por otra parte, nadie mejor dotado que él para semejante trabajo: durante muchos años había vivido en el escenario mismo de las Sagradas Escrituras, donde los nombres de las localidades y las costumbres de las gentes eran todavía los mismos. Sin duda que muchas veces obtuvo en Tierra Santa una clara representación de diversos acontecimientos registrados en las Escrituras. Conocía el griego y el arameo, lenguas vivas por aquel entonces y, también sabía el hebreo que, si bien había dejado de ser un idioma de uso corriente desde el cautiverio de los judíos, aún se hablaba entre los doctores de la ley. A ellos recurrió Jerónimo para una mejor comprensión de los libros santos e incluso tuvo por maestro a un doctor y famoso judío llamado Bar Ananías, el cual acudía a instruirle por las noches y con toda clase de precauciones para no provocar la indignación de los otros doctores de la ley. Pero no hay duda de que, además de todo eso, Jerónimo recibió la ayuda del cielo para obtener el espíritu, el temperamento y la gracia indispensables para ser admitido en el santuario de la divina sabiduría y comprenderla. Además, la pureza de corazón y toda una vida de penitencia y contemplación, habían preparado a Jerónimo para recibir aquella gracia. Ya vimos que, bajo el patrocinio del Papa San Dámaso, revisó en Roma la antigua versión latina de los Evangelios y los salmos, así como el resto del Nuevo Testamento. La traducción de la mayoría de los libros del Antiguo Testamento escritos en hebreo, fue la obra que realizó durante sus años de retiro en Belén, a solicitud de todos sus amigos y discípulos más fieles e ilustres y por voluntad propia, ya que le interesaba hacer la traducción del original y no de otra versión cualquiera. No comenzó a traducir los libros por orden, sino que se ocupó primero del Libro de los Reyes y siguió con los demás, sin elegirlos. Las únicas partes de la Biblia en latín conocida como la Vulgata que no fueron traducidas por San Jerónimo, son los libros de la Sabiduría, el Eclesiástico, el de Baruch y los dos libros de los Macabeos. Hizo una segunda revisión de los salmos, con la ayuda del Hexapla de Orígenes y los textos hebreos, y esa segunda versión es la que está incluida en la Vulgata y la que se usa en los oficios divinos. La primera versión, conocida como el Salterio Romano, se usa todavía en el salmo de invitación de los maitines y en todo el misal, así como para los oficios divinos en San Pedro de Roma, San Marcos de Venecia y los ritos milaneses. El Concilio de Trento designó a la Vulgata de San Jerónimo, como el texto bíblico latino auténtico o autorizado por la Iglesia católica, sin implicar por ello alguna preferencia por esta versión sobre el texto original u otras versiones en otras lenguas. En 1907, el Papa Pío X confió a los monjes benedictinos la tarea de restaurar en lo posible los textos de San Jerónimo en la Vulgata ya que, al cabo de quince siglos de uso, habían sido considerablemente modificados y corregidos.

En el año de 404, San Jerónimo tuvo la gran pena de ver morir a su inseparable amiga Santa Paula y, pocos años después, cuando Roma fue saqueada por las huestes de Alarico, gran número de romanos huyeron y se refugiaron en el oriente. En aquella ocasión, San Jerónimo les escribió de esta manera: ¿Quién hubiese pensado que las hijas de esa poderosa ciudad tendrían que vagar un día, como siervas o como esclavas, por las costas de Egipto y del Africa? ¿Quién se imaginaba que Belén iba a recibir a diario a nobles romanas, damas distinguidas criadas en la abundancia y reducidas a la miseria? No a todas puedo ayudarlas, pero con todas me lamento y lloro y, completamente entregado a los deberes que la caridad me impone para con ellas, he dejado a un lado mis comentarios sobre Ezequiel y casi todos mis estudios. Porque ahora es necesario traducir las palabras de la Escritura en hechos y, en vez de pronunciar frases santas, debemos actuarlas».

De nuevo, cuando su vida estaba a punto de terminar, tuvo que interrumpir sus estudios por una incursión de los bárbaros y, algún tiempo después, por las violencias y persecuciones de los pelagianos, quienes enviaron a Belén a una horda de rufianes para atacar a los monjes y las monjas que ahí moraban bajo la dirección y la protección de San Jerónimo, el cual había atacado a Pelagio en sus escritos. Durante aquella incursión, algunos religiosos y religiosas fueron maltratados, un diácono resultó muerto y casi todos los monasterios fueron incendiados. Al año siguiente, murió Santa Eustoquio y, pocos días más tarde, San Jerónimo la siguió a la tumba. El 30 de septiembre del año 420, cuando su cuerpo extenuado por el trabajo y la penitencia, agotadas la vista y la voz, parecía una sombra, pasó a mejor vida. Fue sepultado en la iglesia de la Natividad, cerca de la tumba de Paula y Eustoquio, pero mucho tiempo después, sus restos fueron trasladados al sitio donde reposan hasta ahora, en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma. Los artistas representan con frecuencia a San Jerónimo con los ropajes de un cardenal, debido a los servicios que prestó al Papa San Dámaso, aunque a veces también lo pintan junto a un león, porque se dice que domesticó a una de esas fieras a la que sacó una espina que se había clavado en la pata. La leyenda pertenece más bien a San Gerásimo, pero el león podría ser el emblema ideal de aquel noble, indomable y valiente defensor de la fe.

En los últimos años se hicieron muchos progresos en el estudio y la investigación de la vida de San Jerónimo. Es particularmente valioso el volumen Miscellanea Geronimiana, publicado en Roma en 1920, en ocasión de celebrarse el décimo quinto centenario de su muerte. Gran número de ilustres investigadores, corno Duchesne, Batifol, Lanzoni, Zeiller y Bulic, colaboraron en la formación de ese libro con diversos estudios sobre puntos de particular interés en relación con el santo. En 1922, hizo su aparición la mejor de sus modernas biografías, la de F. Cavallara, Saint Jéróme, sa vie et son ceuvre (1922, 2 vols). También se deben consultar las notas críticas M padre Peeters en Analecia Bollandiana, Vol. XLIII, PP. 180-184. En fechas anteriores, tenemos el descubrimiento hecho por G. Morin de los Comentarioli et Tractatus de San Jerónimo sobre los salmos, así como otros hallazgos (ver a Morin en Études, textes, découverts, pp. 17-25). Un artículo muy completo sobre San Jerónimo, escrito por H. Leclercq, aparece en el DAC., vol. vii, ec. 2235-3304, así como otro de J. Forget, en DTC., vol. viii (1924), ce. 894-983. En el siglo dieciocho Vallarsi y los bolandistas (septiembre, vol. viii) escribieron sendas obras minuciosas sobre el santo. Los escritos más antiguos sobre San Jerónimo, a excepción de la crónica de Marcelino (editado por Mominsen en MGH., Auctores Antiquissimi, vol. ii, pp. 47 y ss.), carecen de valor. La correspondencia y las obras de San Jerónimo fueron, son y serán siempre la fuente principal para el estudio de su vida. Ver también a P. Monceaux, en St. Jerome: the early years (1935) ; a J. Duff, en Letters of St. Jerome (1942) ; A. Penna, en S. Girolamo (1949) ; a P. Antin, en Essai sur S. Jeróme (1951) y el Monument to St. Jerome (1952), un ensayo de F. X. Murphy.

Adaptado de «Vidas de los Santos» de Butler, ed. española.

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Las Siervas de los Co

CATEQUESIS PAPA LEON XIV. JESUCRISTO, NUESTRA ESPERANZA. III. LA PASCUA DE JESÚS. 6. LA MUERTE. «UN SEPULCRO NUEVO, EN EL QUE NADIE HABÍA SIDO DEPOSITADO AÚN» (JN 19,40-41)

En nuestro camino de las catequesis sobre Jesús esperanza nuestra, hoy contemplamos el misterio del Sábado Santo. El Hijo de Dios yace en la tumba. Pero esta su “ausencia” no es un vacío: es espera, plenitud contenida, promesa custodiada en la oscuridad. Es el día del gran silencio, en el que el cielo parece mudo y la tierra inmóvil, pero es justamente allí que se cumple el misterio más profundo de la fe cristiana. Es un silencio grávido de sentido, como el vientre de una madre que custodia al hijo todavía no nacido, pero ya vivo.

El cuerpo de Jesús, bajado de la cruz, fue envuelto con cuidado, como se hace con aquello que es valioso.  El evangelista Juan nos dice que fue sepultado en un jardín, dentro «una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado» (Jn 19,41). Nada es dejado a la casualidad. Aquel jardín recuerda al Edén perdido, el lugar en el que Dios y el hombre estaban unidos. Y aquella tumba nunca antes usada habla de algo que todavía debe suceder: es un umbral, no un final. En el inicio de la creación Dios había plantado un jardín, ahora también la nueva creación toma forma en un jardín: con una tumba cerrada que pronto se abrirá

El Sábado Santo es también un día de descanso. Según la ley judía, el séptimo día no se debe trabajar: de hecho, luego de seis días de creación, Dios descansó (cfr Gen 2,2). Ahora, también el Hijo, luego de haber completado su obra de salvación, descansa. No porque está cansado, sino porque ha concluido su trabajo. No porque se ha rendido, sino porque ha amado hasta el final. No hay nada más que agregar. Este descanso es el sello de la obra cumplida, es la confirmación de aquello que tenía que hacerse y que ha sido completado. Es un descanso lleno de la presencia oculta del Señor.

Fatigamos en detenernos y descansar. Vivimos como si la vida nunca fuese suficiente. Corremos por producir, por demostrar, por no perder terreno. Pero el Evangelio nos enseña que saber detenerse es un gesto de confianza que tenemos que aprender a cumplir. El Sábado Santo nos invita a descubrir que la vida no depende siempre de aquello que hacemos, sino también de cómo sabemos desistir de cuanto hemos podido hacer.

En el sepulcro, Jesús, la Palabra viviente del Padre, calla. Pero es justamente en aquel silencio que la vida nueva inicia a fermentar. Como una semilla en la tierra, como la oscuridad antes del amanecer. Dios no tiene miedo del tiempo que pasa, porque es Señor también de la espera. Así, también nuestro tiempo “no útil”, aquel de las pausas, de los vacíos, de los momentos estériles, puede convertirse en vientre de resurrección. Todo silencio acogido puede ser la premisa de una Palabra nueva. Todo tiempo detenido puede convertirse en tiempo de gracia, si lo ofrecemos a Dios.

Jesús, sepultado en la tierra, es el rostro mansueto de un Dios que no ocupa todo el espacio. Es el Dios que deja hacer, que espera, que se retira para dejarnos la libertad. Es el Dios que se fía, también cuando todo parece terminado. Y nosotros, en ese sábado detenido, aprendemos que no tenemos que tener prisa de resurgir: más es necesario descansar, acoger el silencio, dejarse abrazar por el límite. A veces buscamos respuestas rápidas, soluciones inmediatas. Pero Dios trabaja en lo profundo, en el tiempo lento de la confianza. El sábado de la sepultura se convierte así en las entrañas de las que pueden brotar las fuerzas de una luz invencible, aquella de la Pascua.

Queridos amigos, la esperanza cristiana no nace en el ruido, sino en el silencio de una espera habitada por el amor. No es hija de la euforia, sino de un confiado abandono. Nos lo enseña la virgen María: ella encarna esta espera, esta esperanza. Cuando nos parezca que todo está detenido, que la vida es un camino interrumpido, acordémonos del Sábado Santo. También en la tumba, Dios está preparando la sorpresa más grande. Y si sabemos acoger con gratitud aquello acontecido, descubriremos que, justamente en la pequeñez, y en el silencio, Dios ama transfigurar la realidad haciendo nuevas todas las cosas con la fidelidad de su amor. La verdadera alegría nace de la espera habitada, de la fe paciente, de la esperanza que cuanto ha vivido en el amor, ciertamente, resurgirá a la vida eterna.

LOS TRES ARCÁNGELES: MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

Los tres arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael se cuentan entre las figuras angélicas más importantes del cristianismo y son celebrados por su papel único en el plan divino. Mencionados en la Biblia y venerados por la Iglesia católica, estos arcángeles son mensajeros y agentes de Dios que llevan a cabo misiones específicas de protección, anuncio de planes divinos y curación. Su fiesta se celebra conjuntamente el 29 de septiembre, durante la Fiesta de los Arcángeles. Este texto explora en profundidad el papel de cada uno de estos arcángeles, su significado espiritual y su importancia en la fe cristiana.

1.- Los arcángeles, los mensajeros y los agentes de Dios

San Miguel Arcángel: el defensor celestial

San Miguel Arcángel es el más conocido de los tres arcángeles. Su nombre significa «Quien es como Dios», una afirmación que subraya su papel como defensor de la causa divina contra las fuerzas del mal. A menudo se le representa en el arte religioso como un guerrero con espada y escudo, de pie sobre un dragón o demonio, simbolizando la victoria del bien sobre el mal.

a) El papel bíblico de San Miguel

En la Biblia, San Miguel se menciona principalmente en tres pasajes importantes. En el Libro de Daniel (Daniel 10:13, 21 y 12:1), se le describe como el defensor del pueblo de Israel contra las fuerzas del mal. Luego, en la Epístola de Judas (Judas 1:9), se ve a Miguel disputando el cuerpo de Moisés contra el diablo, lo que ilustra su papel de protector de las almas. Por último, en el libro del Apocalipsis (Apocalipsis 12:7-9), Miguel dirige a los ejércitos celestiales en la batalla contra el dragón, que representa a Satanás, y sus ángeles caídos, expulsándolos del cielo. Este pasaje del Apocalipsis es fundamental para comprender el papel de San Miguel como jefe de los ejércitos celestiales y defensor de la fe contra el mal.

b) San Miguel y la protección espiritual

San Miguel es el protector por excelencia contra las fuerzas del mal. En la tradición cristiana, se le invoca por su capacidad para repeler los ataques demoníacos y proteger a las almas de la tentación. Los fieles recitan la oración de San Miguel para obtener su protección en momentos de peligro o dificultad espiritual. El Papa León XIII fomentó esta oración a finales del siglo XIX, tras una visión profética de la batalla espiritual a la que se enfrentaba la Iglesia.

Miguel es también el patrón de los soldados, los policías y los socorristas, grupos que acuden a él en busca de protección y fuerza. Como jefe de los ejércitos celestiales, simboliza la justicia divina y el triunfo de la luz sobre las tinieblas.

San Gabriel Arcángel: el mensajero de Dios

San Gabriel, cuyo nombre significa «Dios es mi fuerza», es conocido como el gran mensajero de Dios. En las Escrituras, Gabriel es el enviado para anunciar los acontecimientos cruciales relacionados con el cumplimiento del plan de salvación. A diferencia de Miguel, que es un arcángel guerrero, Gabriel es representado a menudo como portador de noticias divinas, símbolo de comunicación y revelación.

a) El papel bíblico de San Gabriel

Gabriel aparece en varios momentos clave de la historia bíblica. Su papel más famoso es el de la Anunciación a la Virgen María en el Evangelio según San Lucas (Lc 1,26-38). Fue Gabriel quien reveló a María que había sido elegida por Dios para ser la madre del Salvador, Jesucristo.

Este acontecimiento marca un giro decisivo en la historia de la salvación, pues anuncia la encarnación del Hijo de Dios.

Antes de esto, Gabriel también se aparece a Zacarías para anunciar el nacimiento de Juan el Bautista, que precederá y preparará la venida del Mesías (Lucas 1:11-20). Estos dos anuncios muestran el papel único de Gabriel como mensajero de las noticias de Dios, trayendo esperanza y bendiciones divinas.

En el Libro de Daniel (Daniel 8:16, 9:21), Gabriel es enviado para explicar visiones y profecías al profeta Daniel, trayendo comprensión de la voluntad de Dios.

b) San Gabriel y la comunicación divina

A menudo rezan a Gabriel aquellos que buscan comprender mejor la voluntad de Dios en sus vidas o que necesitan recibir claridad en momentos de duda. Es el patrón de los comunicadores, diplomáticos, carteros y medios de comunicación. Su papel de portador de buenas noticias le convierte en intercesor de todos aquellos que desean que la verdad de Dios se revele en sus vidas.

Como mensajero celestial, San Gabriel recuerda a los fieles que Dios siempre actúa en el mundo y comunica sus planes y propósitos a través de mensajeros celestiales o terrenales.

San Rafael Arcángel: el divino sanador

San Rafael, cuyo nombre significa «Dios sana», es el arcángel de la curación y de los viajes. Su papel está particularmente detallado en el Libro de Tobías del Antiguo Testamento, donde desempeña el papel de guía, sanador y protector.

a) El papel bíblico de San Rafael

Rafael es más conocido por su papel en el Libro de Tobías (Tobías 5-12), donde aparece en forma humana para ayudar a Tobías en una difícil misión. Durante el viaje, Rafael le protege del peligro, cura la ceguera de su padre Tobit y le ayuda a expulsar a un demonio que afligía a Sara, la futura esposa de Tobit. Al final de la historia, Rafael revela su verdadera identidad y explica que ha sido enviado por Dios para llevar a cabo esta misión de curación y protección.

Rafael es, por tanto, un ángel que actúa directamente para la curación física, emocional y espiritual. También se destaca su papel de guía, ya que conduce a Tobías en su viaje, ofreciéndole protección y consejo a cada paso.

b) San Rafael y la curación espiritual y física

Rafael es invocado por quienes buscan curación, ya sea para una enfermedad física o para heridas espirituales. Como patrón de médicos, curanderos y ciegos, se le considera un poderoso intercesor para todo tipo de curaciones. También se invoca a Rafael para obtener protección en los viajes, tanto físicos como espirituales.

Su misión en el Libro de Tobías muestra que actúa a la vez como médico divino y como fiel compañero de quienes atraviesan momentos de dificultad o transición en sus vidas.

2.-El papel de los arcángeles en la fe cristiana

Los tres arcángeles desempeñan un papel único y complementario en la fe cristiana. Cada uno refleja un aspecto de la relación entre Dios y la humanidad: Miguel encarna la protección contra el mal, Gabriel anuncia los planes divinos y Rafael cura y guía a las almas en apuros. Juntos, muestran cómo Dios se sirve de sus mensajeros celestiales para cumplir su voluntad y apoyar a los fieles en su camino espiritual.

a) Los arcángeles como protectores e intercesores

En la tradición cristiana, los arcángeles son vistos como protectores activos que intervienen en la vida de los creyentes. San Miguel es invocado en las oraciones de protección contra las fuerzas del mal. Es el que lucha por las almas de los fieles, protegiéndolas de la tentación y las influencias negativas. Gabriel, por su parte, es el intercesor de quienes buscan guía espiritual, mientras que a Rafael se le reza por la curación y la paz interior.

b) Mensajeros de la voluntad divina

Los ángeles no son meras figuras pasivas, sino agentes activos de la voluntad divina. Su papel es transmitir los mensajes de Dios y actuar en el mundo para llevar a cabo sus propósitos. Todo creyente puede invocar a estos arcángeles para que le ayuden e intercedan en momentos de necesidad, con la seguridad de que siempre actúan de acuerdo con la voluntad de Dios.

Conclusión

Los tres arcángeles, Miguel, Gabriel y Rafael, ocupan un lugar central en la fe cristiana. Cada uno representa un aspecto de la misión divina: protección, comunicación y curación. Juntos, recuerdan a los creyentes que Dios está presente y activo en sus vidas, enviando a sus mensajeros celestiales para guiarles, protegerles y curarles. Su papel y su importancia van mucho más allá de las meras figuras espirituales; son amigos y aliados en la búsqueda de la salvación, siempre dispuestos a intervenir en favor de quienes los invocan con fe y confianza.

Salvadores.

Fuente: El Blog Cristiano la tienda de Lourdes

GUARDAR Y PERDER O ENTREGAR Y ENCONTRAR

En los evangelios aparecen muchas palabras de Jesús que resultan sorprendentes y paradójicas. Por eso hacen pensar. Una de ellas dice: “quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mi, la encontrará” (Mt 16,25). Aquí hay una extraña correspondencia entre salvar y perder, por una parte, y entre perder y encontrar, por otra. O, dicho de otra manera: el que guarda, pierde; y el que entrega, gana. Espontáneamente uno diría que eso va en contra de toda lógica y de toda experiencia. Porque el que guarda parece que acumula y así cada vez se enriquece más. Y el que entrega, parece que cada vez tiene menos y, por tanto, pierde y se empobrece. En todo caso, si alguien gana es el que recibe el don.

Sin duda, la lógica de Jesús contrasta con la lógica del mundo. Pero no es una lógica absurda, pues encierra una extraña sabiduría que solo comprenden los que la experimentan. Para empezar, eso de que el que entrega pierde solo vale para los bienes materiales, en definitiva, para los bienes que no llenan el corazón. El que da dinero, se queda sin él. Pero el que regala alegría o el que regala amor, no solo no pierde alegría o amor, sino que gana alegría y amor al ver la alegría de los demás y el amor que los otros le devuelven. Y el que ofrece saber, no solo no deja de saber, sino que gana más saber al ver la reacción de sus oyentes y al responder a las preguntas de sus oyentes. Hay bienes que, por mucho que se repartan y por mucho que se gasten, no solo no se pierden, sino que aumentan: la ciencia, el saber, la sonrisa, el perdón, la alegría, la comprensión, en definitiva, los bienes del amor.

En las relaciones familiares o en personas que viven en comunidades fraternas, en definitiva, en espacios donde se busca vivir en el amor, muchas veces saber ceder es el camino para ganar, para mejorar las relaciones amorosas. El que no sabe ceder dificulta el amor. Y si pensamos en las relaciones entre pueblos y naciones vecinas resulta claro que mantener a toda costa las propias posiciones sin escuchar al otro, y no digamos conquistar terrenos del otro a la fuerza, conduce inexorablemente a la guerra, en la que todos pierden, también el que pretendía ganar.

Todos queremos salvar la vida. Desgraciadamente muchas veces la perdemos. Si entendemos que salvar la vida es pensar solo en uno mismo, en mis comodidades, en mi bienestar, sin importarme nada los demás, nos engañamos, y más que preservarla, la estamos destruyendo. Cuando una persona solo sabe calcular cómo aprovecharse de las otras, cómo explotarlas en su propio beneficio, se está arruinando. Cuando nuestra vida está tan ocupada que no tenemos tiempo para escuchar a lo otros, la estamos vaciando. Al contrario, el que por pensar en los demás no tiene tiempo para sí mismo, ese se está construyendo, creciendo, enriqueciéndose. Por eso la gran pregunta es: ¿qué estoy haciendo para salvar mi vida?, ¿consumo mis fuerzas en hacer felices a los demás? Solo el que trabaja por la felicidad de los demás, ese y solo ese trabaja por su propia felicidad.

Martin Gelabert – Blog Nihil Obstat

EMMA RIBAS PSICÓLOGA: LAS PAREJAS QUE SIGUEN JUNTAS PARA EVITAR LA SOLEDAD MUCHAS VECES SE ENCUENTRAN MUCHO MÁS SOLAS

La Doctora en psicología y sexóloga clínica especializada en parejas, Emma Ribas, ha estado como experta en el plató del programa especial de Hablando en Plata: Volver a empezar. El programa ha hablado sobre la soledad no deseada donde hemos podido encontrar numerosos testimonios de personas que la han padecido y la han superado.

Personas que llegadas a una edad han decidido dar un cambio a su vida como divorciarse después de llevar décadas juntos, personas que han rehecho su vida con otras parejas ya pasados los 60 o como afrontan muchas de estas parejas la marcha de los hijos.

En esta entrevista para Hablando en Plata, Emma Ribas nos ha contado que una de las principales razones por las que están aumentando lo que se conoce como el divorcio gris es porque la gente ahora tiene más libertades. «Nos conocemos más, a nivel económico, sobre todo en el ámbito de la mujer no depende tanto, y esto conlleva a que tengamos más en cuenta nuestras propias necesidades» señala la experta.

En cuanto al amor maduro y pese a los prejuicios que pueda haber de que las relaciones se acaban, de que el deseo termina, Ribas señala que en realidad depende todo del cuidado que se de la pareja «Aunque depende de muchos factores, sobre todo de cómo hemos cuidado la relación». Cuando cuidas la relación puedes ver cómo el amor se va construyendo o por el contrario también comprobar que en realidad «se van por caminos diferentes y podemos hacer una ruptura con amor».

En cuanto a la soledad Emma Ribas nos habla con sinceridad sobre aquellas parejas que tras muchos años juntas y aunque el amor haya terminado, siguen conviviendo porque les da miedo la soledad, sin embargo la experta señala que muchas veces son estas personas las que más solas están.

Por último, en cuanto a la soledad que deja la marcha de los hijos, dedicar toda una vida a la educación y crianza ¿qué queda? El síndrome del nido vacío es una situación que no todo el mundo sabe afrontar y para el que conviene prepararse de antemano.

Emma define el síndrome del nido vacío como «una etapa, una pérdida y un duelo a elaborar». Tal y como explicaba en el propio programa Volver a empezar, «No solo es la pérdida del hijo que se ha ido, sino de mi día a día, de aquella persona con la que yo hablaba, con la que yo me comunicaba afectivamente».

Ante este sentimiento de ausencia, Emma recomienda «aceptar que se está en esa etapa». Un primer paso que complementa animando a que quienes sufren el nido vacío «se den el permiso para elaborar el duelo y también darse la oportunidad para escucharse».

Fuente: Hablando en plata

AYUSO PLANTEA QUE JUBILADOS DEN CLASE DE MATEMÁTICAS EN LOS COLEGIOS ANTE EL DÉFICIT DE PROFESORES

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha anunciado el lanzamiento de un «plan de rescate» de las Matemáticas en colegios e institutos que incluirá «diez minutos diarios de cálculo mental» y ha sugerido que «jubilados cualificados» y estudiantes universitarios puedan dar clase para paliar el déficit de profesores de esta materia.

Díaz Ayuso ha avanzado que pedirá al Gobierno «un plan de emergencia para afrontar la crisis de profesores de matemáticas», a su juicio un «problema mundial» agravado por el hecho de que «la industria les ofrece más oportunidades y mejor pagadas que nunca» fuera de la educación, ha agregado desde el centro integrado de FP Simone Ortega de Móstoles (Madrid).

La presidenta madrileña solicitará que se habilite para impartir clases a jubilados y a universitarios que estén ya en el tercer curso de grado de matemáticas o ingenierías.

Esta iniciativa educativa, tal y como ha desgranado la dirigente autonómica, nace con un doble objetivo: elevar el nivel de los alumnos y revertir el «déficit estructural» de profesores de esta materia que afecta tanto a la región como a toda España y Europa.

La medida del Gobierno regional beneficiará a alrededor de 800.000 estudiantes de más de 1.500 centros educativos. «Las Matemáticas son uno de los dos pilares del saber y la base de todas las ciencias. El nivel se ha ido deteriorando en las últimas décadas en la mayoría de países», ha subrayado la presidenta, quien ha rechazado las «recetas ideológicas que no ayudaron en nada», como las Matemáticas con perspectiva de género o «diluirlas» con el resto de ciencias.

En este sentido, ha abogado por que esta asignatura se centre en «la aritmética y la geometría frente a la ideología», recuperando las Matemáticas puras, a todos los niveles, empezando por los más básicos como que los alumnos de Infantil y Primaria tengan diez minutos diarios de cálculo mental.

No obstante, el Gobierno regional quiere seguir mejorando estos resultados en una asignatura «vital para su desarrollo», y para ello cree que imprescindible garantizar un número suficiente de profesionales educativos con los conocimientos necesarios para despertar su interés por la asignatura.

Más formación

Así, la primera parte del plan prevé reforzar la formación de ingreso y continua sobre didáctica de las Matemáticas de todos los docentes que las imparten en las etapas de segundo ciclo de Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato. Esta apuesta por facilitar un conocimiento más profundo de la asignatura a maestros y profesores será especialmente intensa en el caso de los interinos que vayan a dar clase de Matemáticas.

Además, profesionales y alumnos contarán con guías de contenidos básicos adaptadas a cada curso para facilitar el repaso continuo de la materia, que serán elaboradas por la Consejería de Educación, Ciencia y Universidades. Y los estudiantes de Educación Infantil y Primaria dedicarán 10 minutos de cada jornada escolar a practicar el cálculo mental.

En cuanto a las medidas para paliar el «déficit estructural» de profesores de Matemáticas, la Comunidad de Madrid va a dictar una instrucción para que los titulados universitarios en cualquier ingeniería y otras carreras de Ciencias puedan ser candidatos a participar en el listado de profesores interinos para cubrir las necesidades puntuales que planteen los distintos centros educativos de la región.

Además, solicitará al Gobierno central que realice las modificaciones normativas necesarias para que, de manera excepcional y ante la escasez de profesores, se permita dar clases a los estudiantes de 3º de la carrera universitaria de Matemáticas e Ingenierías o profesores jubilados.

Fuente 65 YMAS

UNATE DESMONTA MITOS Y PREJUICIOS SOBRE LAS PERSONAS MAYORES

El colectivo de las personas mayores es heterogéneo y dista mucho de algunos de los estereotipos y mitos que continúan ampliamente extendidos en la sociedad actual. Así lo ha querido dejar claro el Grupo Social UNATE (@UnateCantabria), integrado por la Universidad Permanente y la Fundación PEM, que ha elaborado un estudio, a cargo de la Unidad de Gestión del Conocimiento, para mostrar el perfil de las personas mayores de Cantabria.

Para ello, han analizado diferentes fuentes estadísticas disponibles, según explican en su web oficial, en la que destacan que a pesar de los «vacíos de información detectados», las conclusiones «contradicen algunos de los imaginarios generalizados».

«El imaginario edadista (que discrimina por edad) suele mostrar a las personas mayores como un colectivo, dependiente, que genera cargas económicas y de cuidados permanentes a la sociedad ya que viven su vejez que, según la Real Academia de la Lengua (RAE), es la edad senil o aquella de la persona de avanzada edad en la que se advierte su decadencia física», explican en una nota, en la que indican que la realidad «es muy diferente a la de los prejuicios que tenemos».

La ONU da un paso histórico y aprueba la redacción de una Convención de derechos de personas mayores

Desde La Universidad Permanente y la Fundación PEM piden a las instituciones «un esfuerzo para mejorar la calidad y la variedad de la información disponible».

Francisco Gómez Nadal, gerente del Grupo Social UNATE, afirma que «mientras no contemos con esa información de calidad y real con los enfoques adecuados seguiremos planificando políticas públicas e inversiones que no responderán a las necesidades y deseos reales de las personas mayores».

«Disponemos de un perfil incompleto y cuando hablamos de personas mayores, hablamos como un problema y no como una realidad», sentencia.

Por su parte, Mónica Ramos Toro, geroantropóloga feminista y coordinadora técnica del Grupo Social UNATE, reclama «estudios cualitativos más diferenciados que atiendan a bloques de edad y no a partir de 65 años como si las personas mayores fueran un colectivo único».

Ambos piden, además, que se realice un estudio sobre edadismo en Cantabria.

Autónomas, no dependientes

En Cantabria hay 145.442 personas mayores de 65 años en 2025, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), es decir, un 24,51% de la población. De estas personas, solo el 11,37% necesitan apoyos específicos por razones de dependencia, lo que significa que el 88,63% restante de las personas mayores de la región cuentan con autonomía para vivir su vida y tomar sus decisiones.

Además, no todas las personas mayores viven en el medio rural. El estudio de UNATE demuestra que la realidad es que solo el 9,2% de las personas mayores viven en los 54 municipios con menos de 2.000 habitantes, mientras que el 65,3% de los mayores de Cantabria residen en los 10 municipios de 10.000 habitantes o más. Desmienten, así, uno de los mitos más generalizados, y es que «hay una mayoría de personas mayores en zona rural, cuando lo que existe es una mayor tasa de envejecimiento».

El estudio revela además que, por lo general, hay más mujeres que hombres mayores, y las cifras no hacen más que aumentar con la edad: un 56,60% de mujeres mayores de 65 años, un 58,98% de mujeres mayores de 80 años, un 70,67% de mujeres mayores de 90 años y un 88,50% de mujeres mayores de 100 años.

Un apoyo, no una carga para la sociedad

En el 33% de los hogares de Cantabria, el ingreso principal procede de una pensión de jubilación, según datos que recogen de la Encuesta Social de Cantabria 2024 del Instituto Cántabro de Estadística (ICANE).

«Aunque el prejuicio es que las pensiones son lo que más ha aumentado en los últimos años, los datos del INE indican que mientras el conjunto de las pensiones se han revalorizado en los últimos 20 años un 117,58% (121,52% las jubilaciones y 114,87% las de viudedad), este incremento sigue siendo 13 puntos inferior a la revalorización del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que ha ganado un 130,79% en el mismo periodo», apuntan.

Teniendo todo esto en cuenta, desde UNATE destacan que las personas mayores «en lugar de ser una carga para la sociedad, son un apoyo».

De hecho, fuera de Cantabria, podemos tener en cuenta otros datos, como el informe Abuelos y abuelas, ¿qué haríamos sin ellos? El papel protagonista de las personas mayores en el cuidado a la infancia, elaborado por Aldeas Infantiles SOS, que refleja que el 85% de los abuelos y abuelas en España cuidan de sus nietos en algún momento, el 46,7% de forma habitual y el 28,6% de forma diaria.

Tampoco son ajenas a la tecnología

Las personas mayores tampoco son ajenas a las nuevas tecnologías, como se puede llegar a pensar, todo lo contrario, de hecho, puesto que el 96,6% de las personas mayores utilizan el teléfono inteligente de forma cotidiana, un porcentaje que asciende al 97,9% en los municipios rurales. Además, el 76,6% había utilizado internet en los últimos 3 meses.

Fuente: 65 YMAS

SER GAMER NO TIENE EDAD

La industria del videojuego llegó a nuestras vidas arrasando con todo para convertirse en uno de los elementos más importantes del ocio. Ahora bien, estas plataformas interactivas no tienen calado exclusivamente entre los jóvenes, sino que muchos adultos mayores disfrutan igualmente de ponerse frente a una pantalla y tomar los mandos.

Un ejemplo de ello nos llega de la mano de Mariluz que, a sus 91 años, lo pasa en grande con batallas de pistolas en VR. «A mí los videojuegos me hacen sentir emoción, porque me permiten hacer otra cosa en mi vida más alegre, más movida vaya», comenta, mientras pone en práctica su afición. Otro ejemplo es Gloria que, con unos guantes de boxeo virtuales y 80 años, no deja de lado la competitividad: «Te vas a enterar de lo que te espera», dice entre risas.

La única diferencia entre los jugadores mayores y los adolescentes es la edad. Porque, tal y como explica Gloria, «jugamos a juegos que son de niños y de jovencitos, que no son de viejetes». Es más, tienen sus favoritos: «Me gustan los de acción, me gusta moverme», dice Mariluz.

Esta cultura del ocio ha sido incentivada por la iniciativa Golden Gamers, que promueve los videojuegos en personas mayores. Una actividad que, según los expertos, ayuda a frenar el deterioro cognitivo. «Es interactivo. Necesitas una capacidad de reacción y se fomenta el aumento de velocidad», comenta Carlos García, Doctor en Ocio y en Desarrollo Humano, antes de concretar que también «genera muchos refuerzos positivos».

Además, son las mujeres las que más disfrutan de los videjuegos. Del 20% de adultos entre los 45 y 64 años que juega, hasta un 12% son mujeres frente al 8% de hombres.

Carlos afirma que «es un ocio y una industria bastante madura» y, como bien han demostrado Mariluz y Gloria, tiene adeptos de todas las edades.

Fuente: Hablando en plata

EL SANTO DE LA SEMANA: SAN PÍO DE PIETRELCINA

Padre Pío de Pietrelcina, al igual que San Pablo apóstol, puso en la cumbre de su vida y de su apostolado la Cruz de su Señor como su fuerza, su sabiduría y su gloria. Inflamado de amor hacia Jesucristo, se conformó a Él por medio de la inmolación de sí mismo por la salvación del mundo. En el seguimiento y la imitación de Cristo Crucificado fue tan generoso y perfecto que hubiera podido decir «con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gal 2, 19). Derramó sin parar los tesoros de la gracia que Dios le había concedido con especial generosidad a través de su ministerio, sirviendo a los hombres y mujeres que se acercaban a él, cada vez más numerosos, y engendrado una inmensa multitud de hijos e hijas espirituales.

Este dignísimo seguidor de San Francisco de Asís nació el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, archidiócesis de Benevento, hijo de Grazio Forgione y de María Giuseppa De Nunzio. Fue bautizado al día siguiente recibiendo el nombre de Francisco. A los 12 años recibió el Sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión.

El 6 de enero de 1903, cuando contaba 16 años, entró en el noviciado de la orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone, donde el 22 del mismo mes vistió el hábito franciscano y recibió el nombre de Fray Pío. Acabado el año de noviciado, emitió la profesión de los votos simples y el 27 de enero de 1907 la profesión solemne.

Después de la ordenación sacerdotal, recibida el 10 de agosto de 1910 en Benevento, por motivos de salud permaneció en su familia hasta 1916. En septiembre del mismo año fue enviado al Convento de San Giovanni Rotondo y permaneció allí hasta su muerte.

Enardecido por el amor a Dios y al prójimo, Padre Pío vivió en plenitud la vocación de colaborar en la redención del hombre, según la misión especial que caracterizó toda su vida y que llevó a cabo mediante la dirección espiritual de los fieles, la reconciliación sacramental de los penitentes y la celebración de la Eucaristía. El momento cumbre de su actividad apostólica era aquél en el que celebraba la Santa Misa. Los fieles que participaban en la misma percibían la altura y profundidad de su espiritualidad.

En el orden de la caridad social se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de tantas familias, especialmente con la fundación de la «Casa del Alivio del Sufrimiento», inaugurada el 5de mayo de 1956.

Para el Padre Pío la fe era la vida: quería y hacía todo a la luz de la fe. Estuvo dedicado asiduamente a la oración. Pasaba el día y gran parte de la noche en coloquio con Dios. Decía: «En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios». La fe lo llevó siempre a la aceptación de la voluntad misteriosa de Dios.

Estuvo siempre inmerso en las realidades sobrenaturales. No era solamente el hombre de la esperanza y de la confianza total en Dios, sino que infundía, con las palabras y el ejemplo, estas virtudes en todos aquellos que se le acercaban.

El amor de Dios le llenaba totalmente, colmando todas sus esperanzas; la caridad era el principio inspirador de su jornada: amar a Dios y hacerlo amar. Su preocupación particular: crecer y hacer crecer en la caridad.

Expresó el máximo de su caridad hacia el prójimo acogiendo, por más de 50 años, a muchísimas personas que acudían a su ministerio y a su confesionario, recibiendo su consejo y su consuelo. Era como un asedio: lo buscaban en la iglesia, en la sacristía y en el convento. Y él se daba a todos, haciendo renacer la fe, distribuyendo la gracia y llevando luz. Pero especialmente en los pobres, en quienes sufrían y en los enfermos, él veía la imagen de Cristo y se entregaba especialmente a ellos.

Ejerció de modo ejemplar la virtud de la prudencia, obraba y aconsejaba a la luz de Dios.

Su preocupación era la gloria de Dios y el bien de las almas. Trató a todos con justicia, con lealtad y gran respeto.

Brilló en él la luz de la fortaleza. Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Experimentó durante muchos años los sufrimientos del alma. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad.

Cuando tuvo que sufrir investigaciones y restricciones en su servicio sacerdotal, todo lo aceptó con profunda humildad y resignación. Ante acusaciones injustificadas y calumnias, siempre calló confiando en el juicio de Dios, de sus directores espirituales y de la propia conciencia.

Recurrió habitualmente a la mortificación para conseguir la virtud de la templanza, de acuerdo con el estilo franciscano. Era templado en la mentalidad y en el modo de vivir.

Consciente de los compromisos adquiridos con la vida consagrada, observó con generosidad los votos profesados. Obedeció en todo las órdenes de sus superiores, incluso cuando eran difíciles. Su obediencia era sobrenatural en la intención, universal en la extensión e integral en su realización. Vivió el espíritu de pobreza con total desprendimiento de sí mismo, de los bienes terrenos, de las comodidades y de los honores. Tuvo siempre una gran predilección por la virtud de la castidad. Su comportamiento fue modesto en todas partes y con todos.

Se consideraba sinceramente inútil, indigno de los dones de Dios, lleno de miserias y a la vez de favores divinos. En medio a tanta admiración del mundo, repetía: «Quiero ser sólo un pobre fraile que reza».

Su salud, desde la juventud, no fue muy robusta y, especialmente en los últimos años de su vida, empeoró rápidamente. La hermana muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad. Sus funerales se caracterizaron por una extraordinaria concurrencia de personas.

El 20 de febrero de 1971, apenas tres años después de su muerte, Pablo VI, dirigiéndose a los Superiores de la orden Capuchina, dijo de él: «¡Mirad qué fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! Pero, ¿por qué? ¿Tal vez porque era un filósofo? ¿Porqué era un sabio? ¿Porqué tenía medios a su disposición? Porque celebraba la Misa con humildad, confesaba desde la mañana a la noche, y era, es difícil decirlo, un representante visible de las llagas de Nuestro Señor. Era un hombre de oración y de sufrimiento».

Ya durante su vida gozó de notable fama de santidad, debida a sus virtudes, a su espíritu de oración, de sacrificio y de entrega total al bien de las almas.

En los años siguientes a su muerte, la fama de santidad y de mila-gros creció constantemente, llegando a ser un fenómeno eclesial extendido por todo el mundo y en toda clase de personas.

De este modo, Dios manifestaba a la Iglesia su voluntad de glorificar en la tierra a su Siervo fiel. No pasó mucho tiempo hasta que la Orden de los Frailes Menores Capuchinos realizó los pasos previstos por la ley canónica para iniciar la causa de beatificación y canonización. Examinadas todas las circunstancias, la Santa Sede, a tenor del Motu Proprio «Sanctitas Clarior» concedió el nulla osta el 29 de noviembre de 1982. El Arzobispo de Manfredonia pudo así proceder a la introducción de la Causa y a la celebración del proceso de conocimiento (1983-1990). El 7 de diciembre de 1990 la Congregación para las Causas de los Santos reconoció la validez jurídica. Acabada la Positio, se discutió, como es costumbre, si el Siervo de Dios había ejercitado las virtudes en grado heroico. El 13 de junio de 1997 tuvo lugar el Congreso peculiar de Consultores teólogos con resultado positivo. En la Sesión ordinaria del 21 de octubre siguiente, siendo ponente de la Causa Mons. Andrea María Erba, Obispo de Velletri-Segni, los Padres Cardenales y obispos reconocieron que el Padre Pío ejerció en grado heroico las virtudes teologales, cardinales y las relacionadas con las mismas.

El 18 de diciembre de 1997, en presencia de Juan Pablo II, fue promulgado el Decreto sobre la heroicidad de las virtudes.

Para la beatificación del Padre Pío, la Postulación presentó al Dicasterio competente la curación de la Señora Consiglia De Martino de Salerno (Italia). Sobre este caso se celebró el preceptivo proceso canónico ante el Tribunal Eclesiástico de la Archidiócesis de Salerno-Campagna-Acerno de julio de 1996 a junio de 1997. El 30 de abril de 1998 tuvo lugar, en la Congregación para las Causas de los Santos, el examen de la Consulta Médica y, el 22 de junio del mismo año, el Congreso peculiar de Consultores teólogos. El 20 de octubre siguiente, en el Vaticano, se reunió la Congregación ordinaria de Cardenales y obispos, miembros del Dicasterio y el 21 de diciembre de 1998 se promulgó, en presencia de Juan Pablo II, el Decreto sobre el milagro.

El 2 de mayo de 1999 a lo largo de una solemne Concelebración Eucarística en la plaza de San Pedro Su Santidad Juan Pablo II, con su autoridad apostólica declaró Beato al Venerable Siervo de Dios Pío de Pietrelcina, estableciendo el 23 de septiembre como fecha de su fiesta litúrgica.

Para la canonización del Beato Pío de Pietrelcina, la Postulación ha presentado al Dicasterio competente la curación del pequeño Mateo Pio Colella de San Giovanni Rotondo. Sobre el caso se ha celebrado el regular Proceso canónico ante el Tribunal eclesiástico de la archidiócesis de Manfredonia‑Vieste del 11 de junio al 17 de octubre del 2000. El 23 de octubre siguiente la documentación se entregó en la Congregación de las Causas de los Santos. El 22 de noviembre del 2001 tuvo lugar, en la Congregación de las Causas de los Santos, el examen médico. El 11 de diciembre se celebró el Congreso Particular de los Consultores Teólogos y el 18 del mismo mes la Sesión Ordinaria de Cardenales y Obispos. El 20 de diciembre, en presencia de Juan Pablo II, se ha promulgado el Decreto sobre el milagro y el 26 de febrero del 2002 se promulgó el Decreto sobre la canonización.

(Fuente: vatican.va)