CATEQUESIS PAPA LEON XIV. JESUCRISTO, NUESTRA ESPERANZA. III. LA PASCUA DE JESÚS. 6. LA MUERTE. «JESÚS, DANDO UN FUERTE GRITO, EXPIRÓ» (MC 15, 37)

Hoy contemplamos la cumbre de la vida de Jesús en este mundo: su muerte en la cruz. Los Evangelios recogen un detalle muy valioso, que merece ser contemplado con la inteligencia de la fe. En la cruz, Jesús no muere en silencio. No se apaga lentamente, como una luz que se consume, sino que deja la vida con un grito: «Jesús, dando un fuerte grito, expiró» (Mc 15,37). Ese grito encierra todo: dolor, abandono, fe, ofrenda. No es solo la voz de un cuerpo que cede, sino la última señal de una vida que se entrega.

El grito de Jesús va precedido por una pregunta, una de las más lacerantes que se pueden pronunciar: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Es el primer versículo del Salmo 22, pero en los labios de Jesús adquiere un peso único. El Hijo, que siempre ha vivido en íntima comunión con el Padre, experimenta ahora el silencio, la ausencia, el abismo. No se trata de una crisis de fe, sino de la última etapa de un amor que se entrega hasta el fondo. El grito de Jesús no es desesperación, sino sinceridad, verdad llevada al límite, confianza que resiste incluso cuando todo calla.

En ese momento, el cielo se oscurece y el velo del templo se rasga (cf. Mc 15,33.38). Es como si la creación participara de ese dolor y al mismo tiempo revelara algo nuevo: Dios ya no habita detrás de un velo, su rostro es ahora plenamente visible en el Crucifijo. Es allí, en aquel hombre desgarrado, donde se manifiesta el amor más grande. Es allí donde podemos reconocer a un Dios que no permanece distante, sino que atraviesa hasta el fondo nuestro dolor.

El centurión, un pagano, lo entiende. No porque haya escuchado un discurso, sino porque vio morir a Jesús en ese modo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15,39). Es la primera profesión de fe después de la muerte de Jesús. Es el fruto de un grito que no se dispersó en el viento, sino que tocó un corazón. A veces, lo que no somos capaces de decir con palabras lo expresamos con la voz. Cuando el corazón está lleno grita. Y esto no siempre es una señal de debilidad, puede ser un profundo acto de humanidad.

Nosotros estamos acostumbrados a pensar en el grito como algo descompuesto, que hay que reprimir. El Evangelio confiere a nuestro grito un valor inmenso, recordándonos que puede ser una invocación, una protesta, un deseo, una entrega. Es más, puede ser la forma extrema de la oración, cuando ya no nos quedan palabras en ese grito, Jesús puso todo lo que le quedaba: todo su amor, toda su esperanza.

Sí, porque también hay esto en el grito: una esperanza que no se resigna. Se grita cuando se cree que alguien todavía puede escuchar. Se grita no por desesperación, sino por deseo. Jesús no gritó contra el Padre, sino hacia Él. Incluso en el silencio, estaba convencido de que el Padre estaba allí. Y así nos mostró que nuestra esperanza puede gritar, incluso cuando todo parece perdido.

Gritar se convierte entonces en un gesto espiritual. No es solo es primer acto de nuestro nacimiento – cuando llegamos al mundo llorando – : es también un modo para permanecer vivos. Se grita cuando se sufre, pero también cuando se ama, se llama, se invoca. Gritar es decir que estamos, que no queremos apagarnos en silencio, que tenemos todavía algo que ofrecer.

En el viaje de la vida, hay momentos en los que guardar todo dentro puede consumirnos lentamente. Jesús nos enseña a no tener miedo del grito, mientras sea sincero, humilde, orientado al Padre. Un grito no es nunca inútil si nace del amor. Y nunca es ignorado si se entrega a Dios. Es una vía para no ceder al cinismo, para continuar creyendo que otro mundo es posible.

Queridos hermanos y hermanas, aprendamos también esto del Señor Jesús: aprendamos el grito de la esperanza cuando llega la hora de la prueba extrema. No para herir, sino para encomendarnos. No para gritar contra alguien, sino para abrir el corazón. Si nuestro grito es verdadero, podrá ser el umbral de una nueva luz, de un nuevo nacimiento. Como para Jesús: cuando todo parece acabado, en realidad, la salvación estaba a punto de iniciar. Si se manifiesta con la confianza y la libertad de los hijos de Dios, la voz sufriente de nuestra humanidad, unida a la voz de Cristo, se puede convertir en fuente de esperanza para nosotros y para quien está a nuestro lado.

Fuente: The Holy See

SOLO EL AMOR DA EL CONOCIMIENTO DE DIOS

Benedicto XVI, en su encíclica Deus caritas est, afirmó que en la Biblia encontramos una “nueva imagen de Dios”. Nueva porque, al contrario de lo que ocurre en las culturas politeístas que circundan su mundo, en la Biblia queda claro que “el Señor, nuestro Dios, es solamente uno” (Dt 6,4). Sin duda el monoteísmo, propio no solo del judaísmo y del cristianismo, sino también del Islam, comporta una gran diferencia en el concepto de Dios con relación al politeísmo, que ha sido lo propio de casi todas las religiones de la humanidad. En el politeísmo cada divinidad está relaciona con un aspecto de la vida; esos dioses son conocidos por su poder y suelen reclamar sacrificios, a veces sacrificios humanos.

Por su parte, Pascal hizo notar que el Dios bíblico, Dios de Abraham, de Isaac y de Jabob, contrasta con el Dios “de los filósofos y de los sabios”. En efecto, la divinidad aristotélica no necesita nada y no ama; Aristóteles pensaba que, si existía Dios, los humanos debíamos importarle poco o nada. Pero el Dios bíblico no es un motor inmóvil, que hace funcionar el universo, pero no se relaciona con nadie; no es pura y profunda energía que sostiene todo lo que existe; no es poder absoluto. El Dios bíblico es un ser personal, que ama personalmente, con pasión. Y ama, tal como terminará revelándose en el Nuevo Testamento, porque es Amor (1 Jn 4,8.16).

Al Dios que se revela en Jesucristo como Amor, solo el amor resulta adecuado para alcanzarle. Pues cuando el amor se ofrece, o bien se le ama voluntariamente o se le rechaza. No basta con querer conocer a Dios, entre otras cosas, porque en el fondo no conocemos nada de él, no sabemos lo que es; más bien, sabemos lo que no es. Puesto que es Amor, más que de conocimiento se trata de relaciones. No se trata de llenar la inteligencia de pobres conceptos, sino de disponer la voluntad para querer el amor. Rigurosamente, si Dios es Amor, solo el amor podrá alcanzarle. Solo quien barrena todo lo que en su vida no conviene al amor, se pone en disposición de encontrar a Dios.

La fe es un asunto de decisión y no de pruebas. Probar a Dios es encerrarlo en nuestros pequeños límites y, por definición, lo que está dentro de nuestros límites no puede ser Dios. El amor es una cuestión de confianza, no de evidencias. Por eso la fe es oscura. Parece como si Dios se escondiera. Se oculta no solo porque su presencia sería necesariamente impositiva y entonces desaparecería el amor, sino porque su presencia no sería soportable, nos deslumbraría. Ya el Antiguo Testamento decía que ningún mortal puede ver a Dios sin morir. Ver a Dios es algo que resulta imposible en las condiciones de este mundo.

De ahí que cuando Dios se revela en Jesucristo, cada uno interpreta la persona de Jesús según la medida de su amor. Mirando la Cruz, aquellos que no aman al Crucificado no ven nada; o mejor, ven la confirmación de su negación. Aquellos que le aman (el buen ladrón, María, Juan, el soldado de Mc 15,34) ven allí, con una claridad sin duda variable, pero siempre indiscutible, la figura de Dios en la humillación de su Verbo.

Martín Gelabert. Blog Nihil Obstat

TENER UN PROPÓSITO PUEDE DESEMPEÑAR UN PAPEL VITAL EN UN ENVEJECIMIENTO SALUDABLE

Las investigaciones sobre las llamadas «Zonas Azules» –regiones del mundo donde las personas tienden a vivir más– muestran que tener un sentido de propósito en la vida puede ayudar a las personas a vivir más. Ahora, una nueva investigación de la Universidad de California (UC Davis), en Estados Unidos, muestra que tener un sentido de propósito en la vida puede tener otro beneficio a medida que las personas envejecen, como es reducir el riesgo de demencia.

El nuevo estudio, publicado en The American Journal of Geriatric Psychiatry, siguió a más de 13.000 adultos de 45 años o más durante hasta 15 años. Los investigadores descubrieron que las personas que informaron tener un mayor sentido de propósito en la vida tenían aproximadamente un 28% menos de probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo, incluido deterioro cognitivo leve y demencia.

El efecto protector de tener un propósito se observó en todos los grupos raciales y étnicos. Además, se mantuvo significativo incluso después de considerar la educación, la depresión y el gen APOE4, un factor de riesgo conocido para la enfermedad de Alzheimer.

«Nuestros hallazgos demuestran que tener un sentido de propósito ayuda al cerebro a mantenerse resiliente con la edad –explica Aliza Wingo, autora principal y profesora del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de UC Davis–. Incluso en personas con riesgo genético de Alzheimer, el sentido de propósito se asoció con una aparición más tardía y una menor probabilidad de desarrollar demencia».

No se preguntó específicamente a los participantes sobre las actividades que les daban un propósito en la vida. Sin embargo, estudios previos sobre el envejecimiento han descubierto que una amplia gama de actividades proporciona a los adultos mayores un sentido de propósito en la vida, a veces denominado ikigai.

Qué actividades

Estas actividades pueden estar vinculadas a las relaciones (cuidar a la familia, pasar tiempo con los nietos o apoyar a un cónyuge o amigo); el trabajo o voluntariado (Continuar trabajando de forma profesional, asesorando o contribuyendo a causas comunitarias); espiritualidad o fe (Creencias religiosas, prácticas espirituales o participación en comunidades basadas en la fe); metas personales (desarrollar pasatiempos, aprender nuevas habilidades o establecer y alcanzar metas personales); o ayudar a los demás (actos de bondad, filantropía, cuidados o trabajo de defensa).

Los investigadores también descubrieron que las personas con mayor propósito tendían a experimentar deterioro cognitivo más tarde que aquellas con menor propósito. En promedio, el retraso en la aparición fue muy moderado: alrededor de 1,4 meses a lo largo de un período de ocho años, tras considerar los efectos de la edad, la educación, los síntomas depresivos y el riesgo genético. Sin embargo, es significativo en comparación con los tratamientos actuales.

«Si bien medicamentos como lecanemab y donanemab pueden retrasar levemente los síntomas del deterioro cognitivo en la enfermedad de Alzheimer, conllevan riesgos y costos –afirma Nicholas C. Howard, primer autor e investigador de salud pública en UC Davis–. El propósito en la vida es gratuito, seguro y accesible. Es algo que las personas pueden construir a través de relaciones, metas y actividades significativas».

Los participantes del estudio formaron parte del Estudio de Salud y Jubilación, una encuesta representativa a nivel nacional financiada por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento. Todos tenían una salud cognitiva normal al inicio del estudio y su salud cognitiva fue monitoreada mediante una prueba telefónica cada dos años.

Los investigadores aseguran que el estudio presenta numerosas fortalezas, incluyendo el tamaño de la población estudiada. Sin embargo, una limitación clave es que, si bien se observó una asociación, el estudio no demostró que un mayor grado de propósito fuera la causa de la reducción de las tasas de demencia.

Aun así, los hallazgos respaldan la idea de que el bienestar psicológico desempeña un papel fundamental en el envejecimiento saludable, resalta Thomas Wingo, coautor del estudio y profesor y neurólogo de UC Davis Health. Wingo espera que estudios futuros exploren si las intervenciones orientadas al propósito pueden ayudar a prevenir la demencia.

«Lo emocionante de este estudio es que las personas podrían ser capaces de «pensar» en sí mismas para mejorar su salud. El propósito en la vida es algo que podemos cultivar –recuerda–. Nunca es demasiado pronto, ni demasiado tarde, para empezar a pensar en lo que le da sentido a la vida».

 

Sobre el autor: Cerlesky Pérez para 65 y Mas

 

 

EUCARISTÍA Y CARIDAD: LOS RASGOS QUE UNEN A LOS PRIMEROS SANTOS DEL PAPA LEÓN XIV

El Papa León XIV presidió su primera Misa de canonización el 7 de septiembre, declarando la santidad de dos jóvenes italianos cuya devoción a la Eucaristía alimentó una profunda conexión con las culturas de su época.

Pier Giorgio Frassati nació el 6 de abril de 1901 en Turín y falleció allí el 4 de julio de 1925, de polio, a los 24 años. Carlo Acutis, de padres italianos, nació el 3 de mayo de 1991 en Londres y falleció en Monza, Italia, el 12 de octubre de 2006, de leucemia, a los 15 años.

El Papa Francisco tenía previsto canonizar al Beato Acutis en abril, durante el Jubileo de los Adolescentes, y al Beato Frassati a principios de agosto, durante el Jubileo de los Jóvenes Adultos.

“Un mensaje para cada católico”

Aunque Christine Wohar, fundadora y directora ejecutiva de FrassatiUSA, se sintió inicialmente decepcionada por el retraso de las canonizaciones, declaró a Catholic News Service (CNS) que el hecho de que el Papa León los declarara santos en una Misa al margen de los jubileos también envía un mensaje.

Sus vidas “no son realmente un mensaje solo para adolescentes o jóvenes adultos. Son un mensaje para todos los católicos”, afirmó. ” No hace falta tener 15 o 24 años, solo hay que ser alguien que se toma en serio la vivencia de la fe católica”.

Para el padre Primo Soldi, un sacerdote de Turín y autor de una biografía de Frassati, a los dos jóvenes les une “una fe profunda firmemente ligada a la vida real que les llevó a la perfección de la vida evangélica, es decir, vivieron la fe, la esperanza y la caridad y las demás virtudes cardinales de manera heroica”.

“Basta pensar en cómo ambos vivieron la dura prueba de sus enfermedades y su muerte, como santos: Carlo con la alegría y la fe con las que afrontó su tratamiento y Pier Giorgio con la paciencia con la que soportó la agonía de esos pocos días” entre la aparición de los síntomas y su muerte, dijo el padre Soldi a CNS.

Dedicado a la Eucaristía

Frassati y Acutis tenían una profunda devoción por la Eucaristía y asistían a Misa todos los días.

En 1905, tan solo cuatro años después del nacimiento de Frassati, San Pío X publicó el decreto “Sacra Tridentina Synodus”, que animaba a la recepción frecuente, incluso diaria, del sacramento de la eucaristía en una época en la que muchos católicos lo recibían solo unas pocas veces al año.

Uno de sus profesores jesuitas de secundaria lo animó a ir a Misa todos los días, recibir la Eucaristía y dedicar tiempo a la adoración.

Para Frassati, dijo el padre Soldi, no era simplemente la devoción eucarística, sino la puerta de entrada a una verdadera relación con Jesús y, como el propio Frassati dijo, una que se convirtió en el alimento del que dependía mientras ayudaba a los pobres, discernía el camino de su vida y se involucraba en la política y en la lucha contra el auge del fascismo en Italia.

Base de datos de milagros

Lo mismo podría decirse de Acutis, conocido por la base de datos sobre milagros eucarísticos globales que recopiló cuando era un joven estudiante con conocimientos tecnológicos.

El cardenal Agostino Vallini, delegado del Papa Francisco en la beatificación de Acutis en el año 2000, afirmó que la fortaleza del joven provenía de “tener una relación personal, íntima y profunda con Jesús”, en la que la Eucaristía era “el momento más elevado”.

Acutis “nunca se encerró en sí mismo, sino que fue capaz de comprender las necesidades de las personas, en quienes veía el rostro de Cristo”, declaró el cardenal durante su beatificación. La suya fue “una vida luminosa, entregada por completo a los demás como pan eucarístico”.

La oración y el servicio al prójimo iban de la mano tanto para Frassati como para Acutis. Ambos también soportaron burlas e incomprensiones debido a su devoción, pero animaron con delicadeza a sus compañeros a abrazar la fe.

Una humanidad arraigada en Jesús

Al vivir un poco más y en el tumultuoso período entre la Primera Guerra Mundial y el auge del fascismo en Italia, Frassati tuvo más tiempo para prepararse para su vocación: quería ser ingeniero de minas y trabajar con los mineros, que se encontraban entre los trabajadores más pobres de la región.

Nació cuando el Papa León XIII era papa y estudió la encíclica “Rerum Novarum”, publicada en 1891, que lanzó la doctrina social católica y se centró especialmente en los derechos de los trabajadores pobres. Frassati se unió al Partido Popular Italiano, fundado por el padre Luigi Sturzo y basado en los principios sociales católicos.

“Lo que le dio una humanidad tan rica, viva, completa, plena y feliz fue, en última instancia, Jesús”, dijo a CNS Carlo Tabellini, un abogado de 38 años de Turín y miembro del Centro Cultural Pier Giorgio Frassati.

Cuando el Papa León XIV celebró la Misa con un millón de personas que asistían al Jubileo de los Jóvenes el 3 de agosto, les instó a seguir a Jesús y a hacer algo grande con sus vidas, mejorándose a sí mismos y al mundo.

“Mantengámonos unidos a Él, permanezcamos en su amistad, siempre, cultivándola con la oración, la adoración, la comunión eucarística, la confesión frecuente, la caridad generosa, como nos han enseñado los beatos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, que próximamente serán proclamados santos”, dijo el Papa. “Aspiren a cosas grandes, a la santidad, allí donde estén”.

Por Cindy Wooden, Catholic News Service.

SOMOS MAYORES. POR JACINTO SEARA

El tener una edad no es un obstáculo más allá de lo que la naturaleza por enfermedad nos impide, demos un paso más. Aún podemos descubrir que somos realmente imagen de Dios, realidad que algunos hemos ido perdiendo por los acontecimientos, los sueños, las experiencias, los fracasos. Ahora con dolores en los huesos, reuma, enfermedades crónicas. La sociedad nos hace sentir que somos un estorbo, al contrario, debemos ser personas con capacidad de amor, de apertura de espíritu, de búsqueda de la verdad, la justicia, la paz y la felicidad. Debemos transmitir esperanza, consuelo, confianza para que los que vienen detrás sean mejores que nosotros. Con la sabiduría de nuestra vida podemos disfrutar de las palabras de Jesús: “donde yo estoy estarán ellos conmigo”. Debemos hacer realidad la oración que Jesús nos dejó “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Todo con la seguridad de que somos amados desde lo alto del cielo y desde lo ancho de la tierra, porque somos un don no un lastre, aún cansados, seguimos caminando dando muestras de que Dios nos ama, aunque nos pesa el alma con ciertos recuerdos y amarguras. En los días que la tristeza, la soledad, el pesimismo nos asaltan, debemos aprovecharlos para buscar en nuestro interior y conocernos mejor. Sabemos que con Cristo todo lo podemos. Debemos aprovechar los buenos momentos que la vida nos depare, no encerrarnos, salir, ir con amigos y por supuesto admitir todas las opiniones.

Estamos considerados como un estorbo, causamos gastos que podrían dedicarse a mejorar otros servicios sociales, ser más industriales, incluso mejorar el campo y la energía. No estamos muy bien vistos, sigamos ayudados con amigos poniendo otra vez en la sociedad los valores que dieron y dan sentido y paz a nuestra vida actual y que se están perdiendo, ayudemos a los jóvenes a recuperarlos.

No olvidemos a los que padecen Alzheimer o Párkinson, enfermedades degenerativas que los obligan a utilizar medios mecánicos. O enfermedades menos conocidas, los que sufrieron accidentes o los que nadie atiende, tanto en su vivienda, como los que viviendo en residencias de mayores no los visita nadie. Recordemos los que saben disfrutar con el Imserso, los voluntarios en ONG, los que se reúnen en locales y cafeterías para conversar…

Jacinto Seara

Publicado en La Región 02-09-2025

ABUELO VENDE CHICLES EN LAS CALLES PARA PAGAR SUS ESTUDIOS Y A SUS 85 AÑOS SE TITULA DE INGENIERO

Existen mil pretextos para no alcanzar tus metas, que si el tiempo, el dinero, la edad o cualquier otro pueden servir como “excusa” y dejar de lado tus sueños, pero a final de cuentas, son solo eso, justificaciones para no reconocer que te falta disciplina y esfuerzo para llegar a donde siempre soñaste, y esta historia es un ejemplo de que cuando se quiere, se puede.

Felipe Espinoza cumplió 85 años y también alcanzó su objetivo de ser ingeniero en Procesos de Gestión Industrial. Después de cuatro años de estudios y mucho esfuerzo, terminó su carrera universitaria, contra todos los obstáculos, incluidas las críticas de quienes lo señalan por estudiar “siendo tan viejo”.

Cuando tenía siete años, desafortunadamente, su padre falleció, así que él tuvo que dejar sus estudios para conseguir un trabajo y llevar algo de dinero a casa. Ha vendido chicles en las calles, sabe de mecánica y asegura que “nunca me he quedado tirado en la carretera”. También fue albañil, porque al ser adulto, se casó y tuvo cinco hijos a quienes tenía que sacar adelante, por lo que una vez más, su deseo de estudiar quedó detenido.

Para pagar sus estudios en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), se dedicó a vender chiles y aguacates en un mercado en esa ciudad y ahora que es todo un ingeniero planea buscar un mejor empleo en la Ciudad de México. Sin duda, este hombre tiene todas las intenciones de triunfar y va sin miedo en busca del éxito.

Durante la pandemia tuvo que tomar un semestre de clases en línea y eso supuso otro reto, porque no estaba familiarizado con la tecnología. Una vez más, salió adelante y aunque batallaba al principio, aprendió a teclear en el teléfono y su computadora. Además, sus amigos le ayudaron a seguir con sus clases.

Para obtener el título de ingeniero también realizó su servicio social en la Dirección de Agua Potable de Puebla, donde se distinguió por ser un excelente trabajador. Además, aprendió a hacer su trabajo en línea, porque para este hombre no existen límites.

Publicado en La Guia del Varón

LA SANTA DE LA SEMANA: SANTA HILDEGARDA DE BINGEN

Nacida en Böckelheim sobre el Nahe en el año 1098; muerta en Rupertsberg cerca a Bingen en el 1179; su fiesta se celebra el 17 de septiembre. Es desconocido el apellido de la familia de esta gran vidente y profetiza, llamada la Sibila del Rin. Los primeros biógrafos dan a sus padres los nombres de Hildeberto y Matilde (o Matilda), hablan de su nobleza y opulencia, pero no dan ningún detalle de sus vidas. Escritores posteriores la llaman Santa Hildegarda de Böckelheim, de Rupertsberg, o de Bingen. Las leyendas la harían una Condesa de Spanheim. J. May (Katholik. XXXVII, 143) muestra mediante cartas y otros documentos que ella probablemente pertenecía a la familia ilustre de Stein cuyos descendientes son los actuales Príncipes de Salm. Su padre era un soldado al servicio de Meginhard, Conde de Spanheim. Hildegarda fue una niña débil y enfermiza, y en consecuencia no recibió más que una poca educación en su hogar. Sus padres, a pesar de estar muy comprometidos en ocupaciones del mundo, tenían una inclinación religiosa y habían prometido a la niña para el servicio de Dios. A la edad de ocho años fue puesta bajo el cuidado de Juta, hermana del Conde Meginhard, que vivía como monja en el Disenberg (o Disibodenberg, la Montaña de San Disibod) en la Diócesis de Speyer. Tampoco aquí le fue dada a Hildegarda más que una mínima instrucción dado que era muy afligida por la enfermedad, estando con frecuencia escasamente capaz de caminar y a menudo privada incluso del uso de sus ojos. Se le enseño a leer y a cantar los salmos en Latín, lo suficiente para el canto del Oficio Divino, pero nunca aprendió a escribir. Más adelante fue investida con el hábito de San Benito e hizo su profesión religiosa. Juta murió en el año 1136, e Hildegarda fue designada superiora. Numerosas aspirantes se unieron a la comunidad y ella decidió irse a otra localidad, impelida además, como ella dice, por un mandato Divino. Escogió Rupertsberg cerca de Bingen en la orilla izquierda del Rin, aproximadamente a quince millas (unos 24 kilómetros) de Disenberg. Tras superar muchas dificultades y obtener el permiso del señor del lugar, el Conde Bernardo de Hildesheim, se estableció en su nuevo hogar con dieciocho hermanas en el 1147 o 1148 (1149 o 1150 según Delehaye). Probablemente en el 1165 fundó otro convento en Eibingen en el lado derecho del Rin dónde una comunidad ya había sido establecida en 1148, el cual, sin embargo, no tuvo éxito.

La vida de Hildegarda como niña, religiosa, y superiora fue extraordinaria. Pasando mucho tiempo sola a causa de su frágil salud, desarrollo una vida interior, intentando hacer uso de todo para su propia santificación. Desde sus primeros años fue favorecida con visiones. Ella dice de sí misma:

Hasta mi decimoquinto año vi mucho, y relaté algunas de las cosas vistas a otros, quienes inquirían con asombro, de donde podrían venir tales cosas. Yo también me preguntaba y durante mi enfermedad le pregunté a una de mis enfermeras si también veía cosas similares. Cuando contestó que no, un gran temor me poseyó. Frecuentemente, en mi conversación, relataba cosas del futuro, las cuales yo veía como si fueran del presente, pero, notando el asombro de mis oyentes, me volví más reservada.

Esta situación continuó hasta el fin de su vida. Juta había notado sus dones y se los había hecho conocidos a un monje de la abadía vecina, pero, al parecer, no se hizo nada en el momento. Cuando tenía aproximadamente cuarenta años de edad, Hildegarda recibió un mandato de divulgar al mundo lo que ella veía y oía. Ella dudó, temerosa de lo qué las personas podrían pensar o decir, a pesar de que estaba plenamente convencida del carácter Divino de las revelaciones. Pero, continuamente urgida, reprendida, y amenazada por la voz interior, manifestó todo a su director espiritual, y a través de él al abad bajo cuya jurisdicción estaba puesta su comunidad. Entonces se le ordeno a un monje que pusiera por escrito cualquier cosa que ella relatara; algunas de sus monjas también la ayudaban con frecuencia. Los escritos fueron sometidos al obispo (Enrique, 1145-53) y al clero de Mainz (Maguncia) que los declaro como provenientes de Dios. La cuestión fue llevada también a conocimiento de Eugenio II (1145-53) quién estaba en Trier (Tréveris) en el 1147. Albero de Cluny, Obispo de Verdun, fue comisionado para investigar e hizo un informe favorable. Hildegarda continuó sus escritos. Muchedumbres de personas se congregaron en torno a ella, provenientes de los alrededores y de todas partes de Alemania y la Galia, para escuchar palabras de sabiduría de sus labios, y para recibir consejo y ayuda en las dolencias corporales y espirituales. Estos no provenían solo de entre la gente vulgar sino que también hombres y mujeres notables de la Iglesia y del Estado eran llevados por las noticias de su sabiduría y santidad. Así por ejemplo, leemos que el Arzobispo Enrique de Mainz (Maguncia), el Arzobispo Eberhard de Salzburgo y el Abad Luis de San Eucario en Trier (Tréveris), le hicieron visitas. Santa Isabel de Schönau era amiga íntima suya y frecuente visitante. Tritemio en su «Crónica» habla de una visita de San Bernardo de Claraval, pero esto probablemente no sea correcto. No sólo en su casa da consejo, sino también en el extranjero. Muchas personas de todos los estados de vida le escribían y recibían respuesta, por lo que su correspondencia es bastante extensa. Su gran amor por la Iglesia y sus intereses la llevo a hacer muchas jornadas; visitaba a intervalos las casas de Disenberg y Eibingen; por una invitación vino a Ingelheim a ver al Emperador Federico; viajó a Würzburg, Bamberg, y la vecindad de Ulm, Cologne (Colonia), Werden, Trier (Tréveris), y Metz. No es verdad, sin embargo, que halla visto París o la tumba de San Martín en Tours.

En el último año de su vida Hildegarda tuvo que atravesar una prueba muy dura. En el cementerio adyacente a su convento fue enterrado un joven que había estado una vez bajo excomunión. Las autoridades eclesiásticas de Mainz (Maguncia) exigieron que hiciera sacar el cuerpo. Ella no se consideró obligada a obedecer dado que el joven había recibido los santos oleos y se supone que estaba por consiguiente reconciliado con la Iglesia. Una sentencia de entredicho fue puesta sobre su convento por el capítulo de (Mainz) Maguncia, la sentencia fue confirmada por el obispo Christian (V) Buch que en ese momento se encontraba en Italia. Tras mucha preocupación y correspondencia logro que el entredicho fuera levantado. Murió de santa muerte y fue enterrada en la iglesia de Rupertsberg.

Hildegarda fue grandemente venerada en vida y después de su muerte. Su biógrafo, Teodorico, la llama santa, y de muchos milagros se dice haber sido hechos a través de su intercesión. Gregorio IX (1227-41) e Inocencio IV (1243-54) ordenaron un proceso de investigación el cual fue repetido por Clemente V (1305-14) y por Juan XXII (1316-34). Ninguna canonización formal ha tenido lugar , pero su nombre está en el Martirologio Romano y su fiesta es famosa en las Diócesis de Speyer, Mainz (Maguncia), Trier (Tréveris), y Limburg, también en la Abadía de Solesmes dónde un oficio propio es cantado (Brev. Monast. Tornac., 18 Sept.). Cuando el convento de Rupertsberg fue destruido en 1632 las reliquias de la santa fueron llevadas a Colonia y más tarde a Eibingen. En la secularización de este convento, fueron colocadas en la iglesia parroquial del lugar. En 1857 un reconocimiento oficial fue hecho por el Obispo de Limburg y las reliquias fueron puestas en un altar especialmente construido. En esta ocasión el pueblo de Eibingen la escogió como patrona. El 2 de julio del 1900, fue puesta aquí la piedra angular para el nuevo convento de Santa Hildegarda. El trabajo fue comenzado y completado a través de la munificencia del Príncipe Karl de Löwenstein, y las monjas Benedictinas de San Gabriel en Praga entraron a la nueva casa (17 Sept., 1904).

Todos los manuscritos encontrados en el convento en Eibingen fueron transferidos en 1814 a la biblioteca estatal en Wiesbaden. De esta colección el primero y mayor trabajo de Santa Hildegarda es el «Scivias» (Scire o vias Domini, o vias lucis), parte del cual había sido presentado al Arzobispo de Mainz (Maguncia). Ella lo comenzó en 1141 y trabajó en él durante diez años. Es una producción extraordinaria y difícil de entender, todo el profético y admonitorio al estilo de Ezequiel y el Apocalipsis. En la introducción ella habla de sí misma y describe la naturaleza de sus visiones. Siguen tres libros, el primero contiene seis visiones; el segundo da siete visiones y tiene alrededor del doble el tamaño del primero; el tercero, igual en tamaño a los otros dos juntos, tiene trece visiones. El «Scivias» representa a Dios en Su Santa Montaña con la humanidad en la base; narra la condición original del hombre, su caída y redención, el alma humana y sus luchas, el Santo Sacrificio de la Misa, los tiempos por venir, el hijo de perdición y el fin del mundo. Las visiones se entremezclan con admoniciones saludables a vivir en el temor del Señor. Los manuscritos del «Scivias» están también en Cues y en Oxford. Fue impreso por primera vez en París (1513) en un libro que contiene además los escritos de varias otras personas. Fue impreso de nuevo en Colonia en 1628, y fue reproducido por Migne, PL 197. El «Liber vitae meritorum» escrito entre 1158 y 1163, es una descripción pintoresca de la vida de un Cristiano virtuoso y de su contrario. Fue impreso por primera vez por Pitra, «Analecta Sacra», VIII (Monte Cassino, 1882). El «Liber divinorum operum» (1163-70) es una contemplación de toda la naturaleza a la luz de fe. El sol, la luna, y las estrellas, los planetas, los vientos, los animales, y el hombre, son en sus visiones expresión de algo sobrenatural y espiritual, y como ellos vienen de Dios deben conducir a Él (Migne, el loc. cit.). Mansi, en «Baluzii Missell». (Lucca, 1761), II, 337, lo toma de un manuscrito perdido desde entonces. Su «Carta a los Prelados de Mainz (Maguncia)» con respecto al entredicho puesto sobre su convento es colocada aquí entre sus trabajos por el manuscrito de Wiesbaden; en otros manuscritos está ubicado entre sus cartas. El manuscrito de Wiesbaden le anexa nueve pequeños ensayos: Sobre la Creación y la caída del hombre; el trato de Dios a los renegados; sobre el sacerdocio y la Santa Eucaristía; sobre la unión entre Cristo y la Iglesia; sobre la Creación y la Redención; sobre los deberes de los jueces seculares; sobre las alabanzas a Dios con oraciones entremezcladas. «Liber Epistolarum et Orationum»; el manuscrito de Wiesbaden contiene las cartas de y para Eugenio III, Anastasio V, Adrian IV, y Alejandro III, El Rey Conrad III, el Emperador Federico, San Bernardo, diez arzobispos, nueve obispos, cuarenta y nueve abades y prebostes de monasterios o capítulos, veintitrés abadesas, muchos sacerdotes, maestros, monjes, monjas, y comunidades religiosas (P. L., loc. cit.). Pitra pone muchas adiciones; L. Clarus las editó en una traducción alemana (Ratisbon, 1854). «Vita S. Disibodi» y «Vita S. Ruperti»; éstos «Vitae», los cuales además Hildegarda declara ser revelaciones, fueron probablemente producto de las tradiciones locales y siendo, sobre todo la de San Ruperto, de fuentes muy exiguas; tienen sólo valor de legenda. «Expositio Evangeliorum» cincuenta homilías en alegoría (Pitra, el loc. cit.). «Lingua Ignota»; el manuscrito, en once folios con una lista de novecientas palabras de un idioma desconocido, principalmente sustantivos y sólo unos pocos adjetivos, una explicación en latín, y en algunos casos en alemán, junto con un alfabeto desconocido de veintitrés letras impreso por Pitra. Una colección de setenta himnos y sus melodías. Un manuscrito de esto está también en Afflighem, impreso por Roth (Wiesbaden, 1880) y por Pitra. No sólo en este trabajo, sino en otros lugares Hildegarda exhibe elevados dotes poéticos, transfigurados por su persuasión íntima de una misión Divina. «Liber Simplicis Medicinae» y «Liber Compositae Medicinae»; el primero fue editado en 1533 por Schott en Strasburgo como «Physica S Hildegardis», El Dr. Jessen (1858) encontró un manuscrito de este en la biblioteca de Wolfenbuttel. Consiste de nueve libros que tratan de las plantas, de los elementos, de los árboles, de las piedras, de los peces, de los pájaros, de los cuadrúpedos, de los reptiles, de los metales, impresos por Migne como «Subtilitatum Diversarum Naturarum Libri Novem.» En I859, Jessen logró obtener de Copenhague un manuscrito titulado «Hildegardis Curae et Causae», y examinándolo comprobó satisfecho que era el segundo trabajo médico de la santa. Consiste en cinco libros y tratados de las divisiones generales de las cosas creadas, del cuerpo humano y de sus dolencias, de las causas, síntomas, y tratamiento de enfermedades. «38 Solutiones Quaestionum» son las respuestas a preguntas propuestas por los monjes de Villars a través de Gilberto de Gembloux sobre varios textos de la Escritura (P. L., loc. el cit.). «Explanatio Regulae S. Benedicti», también declarado revelación, exhibe la regla tal como la entendía y aplicaba en esos días por un superior inteligente y moderado. «Explanatio Symboli S. Athanasii», una exhortación dirigida a sus hermanas en religión. El «Revelatio Hildegardis de Fratribus Quatuor Ordinum Mendicantium», y las otras profecías contra los Mendicantes, etc., son falsificaciones. El «Speculum futurorum temporum» es una adaptación libre de textos escogidos de sus escritos hecha por Gebeno, prior de Eberbach (Pentachronicon, 1220). Algunos impugnarán la autenticidad de sus escritos, entre otros Preger en su «Gesch. der deutchen Mystik», 1874, pero sin razones suficientes. (Ver Hauck en «Kirchengesch. Deutschl», IV,398 sqq). Su correspondencia es para ser leída con cautela; tres cartas de papas han sido probadas falsas por Von Winterfeld en «Neue Archiv», XXVII, 297.

La primera biografía de Santa Hildegarda fue escrita por los monjes contemporáneos Godofredo y Teodorico. Guilberto de Gembloux comenzó otra.

FRANCIS MERSHMAN

Transcrito por Michael C. Tinkler

Traducido por Bartolomé Santos

(Fuente: Enciclopedia Católica)

CATEQUESIS PAPA LEON XIV. JESUCRISTO, NUESTRA ESPERANZA. III. LA PASCUA DE JESÚS. 5. LA CRUCIFIXIÓN. «TENGO SED» (JN 19,28)

En el centro del relato de la pasión, en el momento más luminoso y a la vez más oscuro de la vida de Jesús, el Evangelio de Juan nos entrega dos palabras que encierran un misterio inmenso: «Tengo sed» (19,28), e inmediatamente después: «Todo está cumplido» (19,30). Palabras últimas, pero cargadas de toda una vida, que revelan el sentido de toda la existencia del Hijo de Dios. En la cruz, Jesús no aparece como un héroe victorioso, sino como un mendigo de amor. No proclama, no condena, no se defiende. Pide, humildemente, lo que por sí solo no puede darse de ninguna manera.

La sed del Crucificado no es solo la necesidad fisiológica de un cuerpo destrozado. Es también y, sobre todo, la expresión de un deseo profundo: el de amor, de relación, de comunión. Es el grito silencioso de un Dios que, habiendo querido compartir todo de nuestra condición humana, se deja atravesar también por esta sed. Un Dios que no se avergüenza de mendigar un sorbo, porque en ese gesto nos dice que el amor, para ser verdadero, también debe aprender a pedir y no solo a dar.

«Tengo sed», dice Jesús, y de este modo manifiesta su humanidad y también la nuestra. Ninguno de nosotros puede bastarse a sí mismo. Nadie puede salvarse por sí mismo. La vida se «cumple» no cuando somos fuertes, sino cuando aprendemos a recibir. Y precisamente en ese momento, después de haber recibido de manos ajenas una esponja empapada en vinagre, Jesús proclama: «Todo está cumplido». El amor se ha hecho necesitado, y precisamente por eso ha llevado a cabo su obra.

Esta es la paradoja cristiana: Dios salva no haciendo, sino dejándose hacer. No venciendo al mal con la fuerza, sino aceptando hasta el fondo la debilidad del amor. En la cruz, Jesús nos enseña que el ser humano no se realiza en el poder, sino en la apertura confiada a los demás, incluso cuando son hostiles y enemigos. La salvación no está en la autonomía, sino en reconocer con humildad la propia necesidad y saber expresarla libremente.

El cumplimiento de nuestra humanidad en el diseño de Dios no es un acto de fuerza, sino un gesto de confianza. Jesús no salva con un golpe de efecto, sino pidiendo algo que por sí solo no puede darse. Y aquí se abre una puerta a la verdadera esperanza: si incluso el Hijo de Dios ha elegido no bastarse a sí mismo, entonces también su sed —de amor, de sentido, de justicia— no es un signo de fracaso, sino de verdad.

Esta verdad, aparentemente tan simple, es difícil de aceptar. Vivimos en una época que premia la autosuficiencia, la eficiencia, el rendimiento. Sin embargo, el Evangelio nos muestra que la medida de nuestra humanidad no la da lo que podemos conquistar, sino la capacidad de dejarnos amar y, cuando es necesario, también ayudar.

Jesús nos salva mostrándonos que pedir no es indigno, sino liberador. Es el camino para salir de la ocultación del pecado, para volver al espacio de la comunión. Desde el principio, el pecado ha generado vergüenza. Pero el perdón, el verdadero, nace cuando podemos mirar de frente nuestra necesidad y ya no temer ser rechazados.

La sed de Jesús en la cruz es entonces también la nuestra. Es el grito de la humanidad herida que sigue buscando agua viva. Y esta sed no nos aleja de Dios, sino que nos une a Él. Si tenemos el valor de reconocerla, podemos descubrir que también nuestra fragilidad es un puente hacia el cielo. Precisamente en el pedir —no en el poseer— se abre un camino de libertad, porque dejamos de pretender bastarnos a nosotros mismos.

En la fraternidad, en la vida sencilla, en el arte de pedir sin vergüenza y de ofrecer sin cálculo, se esconde una alegría que el mundo no conoce. Una alegría que nos devuelve a la verdad original de nuestro ser: somos criaturas hechas para dar y recibir amor.

Queridos hermanos y hermanas, en la sed de Cristo podemos reconocer toda nuestra sed. Y aprender que no hay nada más humano, nada más divino, que saber decir: necesito. No temamos pedir, sobre todo cuando nos parece que no lo merecemos. No nos avergoncemos de tender la mano. Es precisamente allí, en ese gesto humilde, donde se esconde la salvación.

CRISTIANOS EN POLÍTICA O LA AMBIGÜEDAD DE LAS SITUACIONES

Precisamente porque actúa por medio de causas segundas y de la libertad humana, la acción de Dios en el mundo gracias a los impulsos de su Espíritu, puede chocar con otras libertades y con otros “espíritus” que no provienen de Dios. Entonces, el cristiano se ve obligado a tener que contar con ellos, o dicho de otro modo, a contar con la realidad. A veces esta presencia de otros espíritus puede conducir al martirio, pero normalmente a donde conduce es al trabajo, al esfuerzo, a la adaptación e incluso al combate por la justicia, en sus distintas variantes, según cuál sea la realidad y el momento en el que vivimos.

Por ejemplo, la presencia de los cristianos en política, presencia necesaria y urgente, tiene que contar con el pluralismo de ideas y propuestas, representadas por los distintos y, a veces, distantes partidos y, por eso, muchas veces no es posible en estos terrenos realizar totalmente los ideales evangélicos. En política hay que respetar las posiciones del otro y, a veces, hay que negociar con propuestas diferentes a las que uno defiende. La Iglesia es consciente de que su propuesta moral es una más en el concierto de aportaciones a una sociedad abierta, libre y compleja. ¿Cómo se hace entonces presente Dios en esta historia?

Dicho de otra manera: ¿Cómo debe actuar un cristiano en política? Evidentemente, buscando el bien y oponiéndose al mal. Pero, a veces, en las condiciones inevitables de este mundo, se verá forzado a buscar modos para que el mal no se haga dueño de todo el campo de la historia. En este campo actualmente crecen el trigo y la cizaña. El dueño del campo les deja crecer, a la espera del momento oportuno de separarlos y de quemar la cizaña. Mientras tanto, tienen que convivir. Por eso, la presencia de Dios en el campo de la historia se realiza en ocasiones de forma parcial. Esto se traduce de muchas maneras: mal menor, objeción de conciencia, o bien posible.

En su libertad y en su conciencia, cada cristiano debe valorar a qué partido votar teniendo en cuenta la realidad del momento, las posibilidades limitadas de bien en un momento concreto. El bien deseable o el bien mejor puede no ser posible en una situación compleja. Buscar el bien ideal puede ser un modo de perder el bien posible y encontrarnos con el mal mayor. Es la tentación de los fundamentalismos. De ahí la necesidad de leer bien los signos de los tiempos, porque esta buena lectura nos ayuda a entender y aplicar los principios de la revelación en el aquí y ahora concreto de una situación.

Martín Gelabert – Blog Nihil Obstat

LA MICROBIOTA INTESTINAL PODRÍA SER UNA DE LAS CLAVES PARA DETECTAR EL RIESGO DE ALZHÉIMER

Un estudio pionero publicado en la revista científica AMB Express sugiere que la microbiota intestinal podría convertirse en una herramienta clave para la detección precoz y no invasiva del alzhéimer. El hallazgo procede de un equipo de investigadores de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Universidad Europea de Madrid (UEM).

Una firma intestinal asociada al riesgo genético

El alzhéimer representa entre el 60% y el 70% de los casos de demencia a nivel mundial y afecta a más de 50 millones de personas, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En este contexto, los investigadores decidieron estudiar si existían diferencias en la microbiota intestinal asociadas específicamente al gen APOE4, conocido por aumentar significativamente el riesgo de alzhéimer.

“Queríamos comprobar si era posible identificar señales tempranas relacionadas con el APOE4 en adultos sanos y jóvenes, teniendo en cuenta las evidencias recientes que vinculan la microbiota intestinal con la salud cerebral”, explica Carlo Bressa, investigador del Instituto de Investigaciones Biosanitarias de la UFV y coautor principal del estudio.

El análisis incluyó a 77 adultos sanos, de entre 18 y 48 años, con estilos de vida cuidadosamente controlados y genotipados para el gen APE. Los resultados más llamativos mostraron que los portadores del alelo APOE4 tenían una reducción considerable (hasta cinco veces menor) de bacterias del género Megamonas y también una disminución significativa del grupo bacteriano Eubacterium brachy, ambos implicados en la extracción energética y la regulación del tejido graso corporal.

Mar Larrosa, investigadora principal del estudio en la Universidad Complutense de Madrid, señala: “Estas diferencias microbiológicas podrían reflejar adaptaciones metabólicas tempranas relacionadas con el riesgo genético de alzhéimer, que aparecen mucho antes de que existan síntomas o alteraciones cerebrales detectables”.

Adaptaciones microbianas frente al estrés oxidativo

El equipo también detectó cambios importantes en las funciones metabólicas de estas bacterias. En concreto, observaron un incremento en las rutas bacterianas relacionadas con la producción de carotenoides, pigmentos con propiedades antioxidantes cuya concentración suele ser más baja en los portadores del gen APOE4.

Este cambio podría interpretarse como una respuesta compensatoria al mayor estrés oxidativo al que estas personas están predispuestas. También detectaron un aumento en el metabolismo bacteriano de la trehalosa, un azúcar con función neuroprotectora, cuya mayor degradación podría reducir su disponibilidad en el organismo y afectar negativamente a la salud cerebral.

Carlo Bressa matiza estos resultados explicando que “el aumento en la producción de carotenoides podría interpretarse como una adaptación de la microbiota intestinal frente al mayor estrés oxidativo que acompaña al gen APOE4. Sin embargo, el aumento del metabolismo bacteriano de la trehalosa podría disminuir su disponibilidad en el organismo, lo cual paradójicamente reduciría su potencial neuroprotector y podría tener un impacto negativo en la salud cerebral a largo plazo”.

Un posible diagnóstico precoz y no invasivo

Uno de los aspectos más relevantes y prometedores del estudio es la posibilidad de utilizar estas diferencias microbianas como biomarcadores tempranos y no invasivos del riesgo de alzhéimer. “Estos patrones específicos en la microbiota intestinal podrían constituir biomarcadores tempranos de riesgo en personas sanas, antes de que aparezcan los primeros síntomas neurológicos”, señala Mar Larrosa.

Asimismo, estos resultados abren posibles vías de prevención personalizada, ya que conocer estos marcadores tempranos podría facilitar intervenciones dietéticas específicas o el uso dirigido de probióticos para modular favorablemente la microbiota en personas con predisposición genética al alzhéimer No obstante, los expertos aclaran que es necesario validar estos hallazgos en cohortes más grandes y diversas antes de que puedan ser utilizados de manera efectiva en la clínica.

El papel clave del intestino en la salud cerebral

Aunque estos resultados son prometedores, los investigadores insisten en que todavía queda mucho por entender. No se sabe con certeza si los cambios observados en la microbiota intestinal de los portadores del gen APOE4 son una causa directa del alzhéimer, una respuesta temprana del organismo o ambas cosas a la vez.

Lo que sí está claro es que el intestino y sus microorganismos tienen un papel más importante del que se pensaba en la salud cerebral. Este estudio es un paso más en una línea de investigación que está ganando cada vez más fuerza: la que estudia cómo nuestra microbiota puede influir, a largo plazo, en el funcionamiento del cerebro.

Por eso, el equipo investigador subraya la necesidad de seguir estudiando este fenómeno en grupos más amplios y diversos de personas, para comprobar si estas diferencias microbianas podrían usarse algún día como herramientas de diagnóstico precoz o como dianas para intervenciones preventivas. Mientras tanto, cuidar la salud intestinal desde etapas tempranas podría convertirse en una de las claves para proteger el cerebro a lo largo de la vida.

Sobre el autor:  Lucas Leal para 65 y Mas