El Beato de Liébana. Uno de los personajes religiosos que se contribuyeron a la importancia del Monasterio de Santo Toribio de Liébana fue Beato de Liébana.
El personaje religioso
Beato de Liébana, fue figura clave de la Iglesia hispana y europea, por dos motivos bien claros: fue defensor de la ortodoxia católica frente a la herejía adopcionista de Elipando de Toledo y fue el creador e impulsor del culto a Santiago Apóstol con su poema “O Dei Verbum”, en el que lo proclama “Cabeza refulgente de España”.
Apenas tres décadas más tarde, en el 813, Teodomiro, arzobispo de Iria Flavia, descubriría el sepulcro del Apóstol en Compostela; y el propio Rey, Alfonso II el Casto, sería el primer peregrino desde la corte de Oviedo a la tumba del Apóstol, donde mandó levantar un templo en su honor. Asimismo, Beato mantuvo gran amistad con el abad de Tours, Alcuino de York, consejero del emperador Carlomagno por lo que sus enseñanzas fecundaron toda Europa.
La obra cumbre de Beato, pieza fundamental en la historia del arte y la cultura, fue su “Comentario al Apocalipsis de San Juan” obra que llegó a ser el primer bestseller de la Edad Media y que acabaría denominándose “beato” en honor a su autor.
Con ella nuestro abad lebaniego aportó claridad en la lectura y comprensión del Apocalipsis. Beato inmerso y afectado por la época bélica que se vivía en la Península Ibérica en aquel entonces anunció que el fin del mundo llegaría en el año 800.
“En la Carta de los obispos de Spania a sus hermanos de la Galia, Elipando cuenta que Beato, en la vigilia de la Pascua, profetizó a un tal Ordoño y al pueblo lebaniego la inminente llegada del fin del mundo, por lo que, aterrorizado y enloquecido, el pueblo permaneció sin tomar alimento toda aquella noche y el domingo hasta la hora nona, en la que el citado Ordoño, al sentirse hambriento, se cuenta que dijo al pueblo: Comamos y bebamos, y si hemos de morir, al menos que estemos hartos.”
Joseba Abaitua
En el IV Concilio de Toledo, en el año 633, se aprueba la lectura diaria durante el tiempo de Pentecostés, del Libro del Apocalipsis de San Juan Evangelista. Un libro cargado de símbolos de muy difícil lectura y compresión.
El uso del comentario de Beato fue obligatorio, su lectura impuesta y los sacerdotes debían conocer la totalidad de sus escrituras. Sus textos cargados de imágenes explicativas a modo de cómic ayudaron a la lectura, al estudio y a la comprensión del Apocalipsis. Es decir, acercaron el conocimiento a todo el mundo.
A día de hoy la Iglesia lo reconoce más como un texto profético que simplemente vinculado a una época histórica. Asimismo también puede ser considerado como un libro, que lejos de anunciar el fin del mundo, contenga las claves de la salvación del ser humano, en clave espiritual, más como un camino a recorrer con sus claves, señales veladas tras su simbología, tal y como ocurre en el Camino de Peregrinación del verdadero peregrino.
El personaje político
Beato de Liébana se enfrentó a Elipando, el Obispo de Toledo, para desterrar la corriente religiosa del Adopcionismo, es decir, apodó hereje al Obispo de Toledo por decir que Jesucristo era hijo adoptivo de Dios y no hijo de sangre de Dios como defienden los encarnacionistas. Beato, con la ayuda de Carlomagno, logra imponer su cosmovisión y se alza como el máximo exponente político de la época, ya que política y religión eran en ese momento iban de la mano.
“Lo que había empezado por una cuestión de terminología técnica, se había agigantado y logró dividir a la Iglesia Española Mozárabe (y libre) e incluso a la antigua Iglesia del Pirineo oriental arrebatada a los musulmanes e incorporada al dominio franco. Elipando aún a sus ochenta años dirigiría otra carta a Carlomagno en la que deshonraría la figura de Beato.»
Joseba Abaitua
Beato de Liébana es un personaje de gran importancia política ya que además de su obra, es el personaje que marca un determinado rumbo de la historia de la España que comenzaba a ser reconquistada y unificada. Por un lado Beato de Liébana gana la batalla intelectual dentro de la Iglesia sobre el adopcionismo y, por otro lado, escribe el O Dei Verbum donde habla de España, pudiendo ser considerado el primer ideólogo de la reconquista española.
Es vital ubicarse en un momento de la Historia del mundo donde religión y política caminaban juntas, estamos en plena Edad Media. En este momento Elipando, el Obispo de Toledo, comienza a defender la idea de que Jesús era hijo adoptivo de Dios, lo que se conoce como el Adopcionismo, en contra de la Cristología Cristiana, la idea de que Jesús es Cristo y no “el Hijo de María” como lo llamaban los musulmanes. Beato se levanta, intelectualmente hablando contra esta idea y contra el Obispo de Toledo, el que, aunque cristiano, vivía en zona musulmana. Beato gana la batalla apoyado fielmente por Alcuino de York, primer consejero del Emperador Carlomagno, y una única corriente de pensamiento prevalece en la historia de la Iglesia a partir de ese momento.
Además, Beato, comienza a ensalzar la figura de Santiago El Mayor. Comienza a defender la idea de que el Apóstol era el evangelizador de España y con ello se empieza a aglutinar una idea de unión y comunión alrededor de su figura, que empieza ya a perfilarse como el Patrón de España. Beato se consideraba en posesión de la traditio, el heredero de la verdadera palabra del Apóstol Santiago que había elegido España para renacer.
“La gran luz proyectada por la pluma de Beato sobre el mundo brotó probablemente de su declaración del patronazgo de Santiago sobre España; esta declaración fue eficacísima para introducir entre los peninsulares la devoción a un apóstol al que jamás se había invocado”
Joseba Abaitua
Apenas tres décadas más tarde, en el 813, Teodomiro, arzobispo de Iria Flavia, descubriría el sepulcro del Apóstol en Compostela; y el propio Rey, Alfonso II el Casto, sería el primer peregrino desde la corte de Oviedo a la tumba del Apóstol, donde mandó levantar un templo en su honor. No se sabe a ciencia cierta si Beato aún vivía y conoció este hecho, pero los datos históricos de los que se dispone acuerdan en reconocer que Beato de Liébana fue un personaje vital para la historia social, política y religiosa de España, en su momento y de cara al futuro de un país que comenzaba a recuperar su identidad nacional.
