Del 27 al 28 de noviembre han tenido lugar las Jornadas de Formación de VA en Madrid.
Seis ponencias han marcado estas Jornadas:
- Testimonio del Sínodo de la Sinodalidad. Padre Luis Manuel Romero.
El Padre Luis Manuel, nos dio testimonio del Sínodo de la Sinodalidad como el acontecimiento eclesial más importante después del Concilio Vaticano II. Habló de la sinodalidad como un modo de ser de Iglesia, incluso como un modo de ser cristiano.
Destacó como ideas fundamentales:
- La universalidad y catolicidad de la Iglesia
- La elaboración de un Documento de Consenso buscando la comunión mediante la escucha del Espíritu Santo y de todos los participantes.
- La participación del Papa Francisco.
- Práctica de la relatividad que permite respetar y valorar lo que aportan los otros.
- No juzgar, ni condenar, no poner etiquetas ni perjuicios.
Estas ideas han fundamentado el aprendizaje del Sínodo para descubrir la belleza de la Iglesia, amarla más y disfrutar del regalo de la fraternidad.
Durante los tres años de preparación del Sínodo se ha consultado a todo el Pueblo de Dios, finalizando con un Documento que el Papa ha autentificado sin exhortación. El Documento:
– Invita a la conversión, como una profecía a la sociedad.
– Destaca que la Iglesia debe dedicarse a la Misión y huir de la referencialidad,
porque en la fe todos somos iguales.
– Señala el ecumenismo como una familia, con vocación y carismas diferentes,
donde hay que cuidar las relaciones humanas para sentirnos Iglesia y
evangelizar.
También resaltó la formación compartida y facilitó unas pautas para el discernimiento
comunitario en el Espíritu Santo.
El Papa Francisco le dio un mensaje para los laicos de España: “Que no sean
clericales, que cumplan su vocación en la vida pública empezando por la familia”.
- Los pilares de VA: La Espiritualidad. Jaime Tamarit
Nos habló Jaime de VA como un brote del Espíritu, que con los otros pilares —
amistad y apostolado —, nos convierte y nos une. El acompañamiento espiritual del
mayor debe estar dirigido a quererle, animarle y respetar su identidad.
Vivimos en una sociedad llena de contradicciones y sin trascendencia, donde el mayor
se ve como débil, ignorante, sin salud y sin respuestas. Juan Pablo II llamó carismas
del atardecer al conjunto de valores que constituyen el tesoro de su espiritualidad.
Estos son:
- Renacer. Propósito de luchar cada día con la convicción de que Dios no sigue
llamando.
- Sabiduría. Primero de los dones del Espíritu Santo, es el saber de los sencillos,
expresado en amar (hágase, aceptación), no saber (mística, contemplación) y
sabor del Espíritu (compartir, rezar). No es maestra, sino discípula que escucha,
aprende y acoge. Nos dona los siguientes frutos: Ver lo esencial, desapego,
benevolencia con nosotros y con los demás, estar pacificados y ser pacificadores,
perspectiva con la realidad, decir si a nuestra vida y a nuestro pasado, aceptación
del sufrimiento, agradecimiento y, aprecio de cada día como regalo de Dios.
- Memoria y discernimiento. Nos permiten valorar nuestra historia mediante los
recuerdos, ver que está bien y que está mal, alabar y agradecer la misericordia y el
perdón. Favorece la auto-reconciliación y en los grupos una amistad sincera.
- Esperanza. Benedicto XVI decía que la esperanza salva. Es una esperanza
personal — como la reconciliación — pero que usa el tiempo con dimensión de
eternidad. Es extraña, intangible, pero nos da libertad; es aventurera, está más allá
en sueños e ilusiones; y es mi esperanza, donde espero y soy esperado.
- Alegría. La fe produce esperanza, la esperanza da alegría y esta nos llena de
libertad. Está basada en el amor del Dios cercano que nos llena de gozo; en
comunicar sentimientos buenos y tristes, porque entonces los primeros se crecer y
los otros disminuyen; en ir ligeros de equipaje y ser generosos; es la Gran
Esperanza en un Futuro Nuevo.
- Cotidianidad. Cada día, cada momento es una oportunidad para el encuentro con
Dios, por eso tiene un carácter transcendente. No debemos olvidar detenernos en
el camino a contemplar, admirar y agradecer la fe, para armonizarla con la vida y
alcanzar la gracia de la presencia de Dios. Así fue con los discípulos de Emaús (Lc
24, 13-35), Jesús se puso a caminar con ellos y cambió su realidad llenándolos de
futuro, porque “Estaré con vosotros hasta la consumación del mundo” (Mt 28, 19).
De dos fuentes brotan estos carismas: el santuario del corazón donde habita Dios y la
Eucaristía. Ambos nos permiten peregrinar hacia cimas, que no son altas sino en
descenso, que instan a lo pequeño, humilde, más solos, más viejos y enfermos.
III. Los pilares de VA: La Amistad y el Apostolado. María Dolores
Núñez
El objetivo del grupo de VA es ayudar a descubrir y vivir, cada vez mejor, la vocación y
misión de laicos cristianos; es decir, profundizar en la fe (espiritualidad), vivir el amor
fraterno (amistad), anunciar la Buena Noticia y ser testigos en el mundo con amigos y
no amigos, con los que comparten nuestra fe y los que no (apostolado).
Para el Papa Francisco la amistad es un regalo y un don de Dios, sus características
son: acoger, aceptar y no juzgar; compartir y cuidar del otro fraternalmente. Nos la
descubre Jesús en las páginas del Evangelio:
– “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn
15, 12)
– “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros
os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer”.
(Jn 15, 15)
– “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros” (Jn
13, 35)
Nos habló también que para ser apóstol antes hay que ser discípulo, y aún antes estar
convertido. El Señor toma siempre la iniciativa y pide sígueme en lo cotidiano. Esta
conversión, primero personal y después pastoral, obliga a cambiar de vida. Nadie se
salva solo, nos salvamos en comunidad.
Palabra y el testimonio.
