Antes de empezar os pido disculpas, por si no sale como quisiera y os merecéis.
Buenas noches, comunidad parroquial, amigos, vecinos… Buenas noches, Malpartida.
Desde el principio quiero agradecer a los que han confiado en mí para tan solemne acto. Me honra vuestra confianza. La asistencia a los presentes en general y a los que no pudiendo estar aquí, lo están oyendo por la radio o me han pedido el guion porque viven lejos.
Cuando me invitó D. Santiago a hacer el Pregón del pórtico de Navidad me pareció una temeridad. Le dije, que reflexionara un poco más y después hablábamos. Era después de la Misa en la que se leyó el Evangelio de las dos mujeres pobres y viudas, una solo tenía dos pequeñas monedas y la otra sólo un puñado de harina ni siquiera leña para cocer el pan. Como yo, que poco tengo, por lo que poco os puedo dar. Pero ¿Por qué le iba a negar esto a mi parroquia, que tanto debo y quiero? Porque en esta santa casa, ante el Señor de este Sagrario se fraguó todo lo que soy y tengo como cristiana. Luego se reforzó y completó en mi Congregación, pero aquí empezó todo. ¿Por qué no dar como ellas, lo que tengo? Y Quién ha tenido antes, el honor de poder anunciar el pregón del Pórtico de Navidad en la que hoy se puede decir con todo derecho: Que esta Iglesia de la Asunción de Malpartida es un bien de interés cultural como acaba de ser declarada… A todos los que han trabajado por conseguirlo, se lo agradecemos muy sinceramente.
Esa noche no pude dormir, pero saqué la conclusión: “Si esta es la Voluntad de Dios, pondré todo mi esmero y lo haré, con mucho gusto, con toda la ilusión del mundo y agradecida, sacando lo mejor que pueda quedar en mí” ¿Qué mayor honor que anunciaros que va a venir, Jesús, Nuestro Salvador? ¡Que nos alivia las cargas y consuela en los sufrimientos!…
No hay cosa más grande que anunciar a Jesús. Y anunciarlo en mi parroquia, a mis vecinos y amigos de siempre; a donde mis padres me trajeron a bautizar, para recibir la fe en Cristo, en quien creo y espero… Aquí que recibí mi primera Comunión, fui Confirmada con el Espíritu Santo, para dar paso a la madurez en la fe… Recibí la catequesis, los círculos de benjaminas de Acción Católica, que nos daba Maruqui Lancho, la del casino de abajo. (y en aquella época los teníamos en la parte de arriba donde vivía la Matea) Nos la tenía cedida gratis, la señora María Bravo. Porque entonces no había centro parroquial. De adolescentes, que nos daba los círculos, Felisa Díaz a la que yo cogí luego el relevo… La influencia espiritual de Dª Mercedes (mi maestra de escuela) y tantas influencias positivas que aquí y muchas veces de vosotros mismo he recibido y han ido formado una gran parte de la base de servicio y generosidad, que mucha o poca hay en mi personalidad… Esto y mucho más, se lo debía a mi parroquia. Estaba en deuda con ella. Por eso y porque ya me queda poco que dar, quiero seguir entregando mis dos monedas
La idea de Pórtico de Navidad, parece que lo trae en el 2008 a la diócesis, nuestro más ilustre paisano, y muy querido y recordado D. Francisco Cerro, que entonces estaba aquí de Pastor diocesano y hoy es el Primado de España, para dar paso a los días de Navidad. Y a quien hoy desde aquí le envío el más cariñoso y merecido saludo.
Como de este concepto sé poco voy a centrarme en “ANUNCIAR LA NAVIDAD” como la concibo y trato de vivir. Sin fechas ni personajes, que vosotros ya bien conocéis. Comenzando por el día de hoy, que sería aproximadamente, cuando empezaron su camino de los 111 Km que hay de Nazaret a Belén, a empadronarse María y José en la ciudad, de David de donde procedía José. Y en el estado que se encontraba María y por transporte en un burrino le calculo que tardarían más de una semana. Y el viaje había que hacerlo, sí o sí. Porque lo mandaba un edicto de Cesar Augusto.
A veces nos quejamos nosotros de los caminos que nos toca recorrer; largos, dificultosos, con piedras que nos hacen tropezar. Las cuestas que tenemos que subir… y no son desniveles del terreno, si no, paro, pobreza, sueldos con los que no se llega a fin de mes. El frio, la sequía o las lluvias a veces torrenciales, como las que han sufrido en Levante, que se llevan todo a su paso, incluso centenares de vidas humana, ganado, cosechas, medios de vida…y dejan tanta desolación, ruina, tristeza y dolor. Las pobrezas, enfermedades, adicciones, guerras, rupturas, hogares destrozados… nuestros o de nuestro entorno… Y Jesús que aún no ha nacido, ya nos está enseñando como se hacen estos caminos, cómo se alivian los sufrimientos, como se superan las pruebas… Con Él y junto al corazó de su Madre. Allí nos espera, quiere acompañarnos en nuestras vidas. Enseñarnos a pasar los días fríos, las noches oscuras, las dudas, los, dolores y las tristezas.
No creo que Belén fuese una ciudad inhóspita, como le pasa a Malpartida. Sería una ciudad acogedora, alegre, saludable, con buenas condiciones de vida… pero cuando ellos llegaron todo estaba lleno y no encuentran un sitio, donde María descanse y Jesús pudiera nacer. Como nos pasa a nosotros que estamos llenos de compromisos, cenas y regalos; siempre deprisa, no tenemos tiempo para nada. Yo solo he empezado a tenerlo cuando me he jubilado (los niños y los mayores) sufren el poco tiempo que se les dedica para escucharlos, jugar con ellos, ayudarlo con los deberes, acogerlos, consolarlos… Comprometernos, con esta sociedad tan necesitada, darnos y darles tiempo o lo que necesiten y tengamos y a veces hasta de sobra.
Aquí, como en Belén, tenemos dificultades a veces para ser acogedores y buenas personas con todos, como nos pide nuestro cristianismo, dispuestos a abrir puertas, sin levantar muros, ni de ideologías, ni de pensamientos, ni formas de vivir. Aceptando al otro con su forma de ser como lo hacía y enseñaba Jesús que comía con publicanos y con pecadores y nos dice que acojamos siempre y a todos, sin juzgar, si no amándolos de corazón y de verdad. Tenemos que nacer de nuevo, para mejorar este camino que hacemos juntos por la vida en la sociedad actual. Venciendo miedos y creciendo en confianza, ayudándonos mutuamente; para acogernos y vivir con entusiasmo y alegría desbordante esa que tanto necesita el mundo de hoy a veces triste de la historia. ¿No le podemos abrir con esa alegría la puerta de esta posada a Jesús en nuestro corazón? ¡Cómo le alegraría venir a un establo así a Jesús! Yo sueño y confío en mí y en vosotros que sí. Al menos vamos a intentarlo.
Ya que no hay posada, vamos a preparar un Cielo en nuestro corazón. El Padre Dios, organiza la fiesta, pone sus ángeles en marcha. Que anuncien a toda la tierra que nos llega el Salvador. Que llenen la noche de luz y alegría. De la mejor reina, la más humilde y la más hermosa del universo. Pero la más pura y tierna de las madres nace Enmanuel, Dios con nosotros. El bueno de San José, se deshace en adecentar el establo. (Nos ayuda a prepararnos). Lo quiere poner confortable, pero es difícil hacer algo digno entre tantas pobrezas y dificultades. Otra vez los ángeles aparecen con sus resplandores, lucen más brillantes las estrellas y su música celestial suena por las majadas, los campos y las intemperies cantando: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. Llenan de luz y alegría la Gran noche. Se ha adornado todo y nuestro corazón arde en deseos de la llegada del Niño Dios. Resuena la alegría de los niños con villancicos por plazas y calles… Todos se apresuran a obsequiar al Recién Nacido. Llegan con regalos, panderetas, zambombas y castañuelas… Hasta la mula y el buey han puesto su pobre calefacción para que no pase demasiado frío, el Niño que va a nacer. ¡La Gran Noche! ¡No la debemos dormir! ¡Nace nuestra Salvación! Que viene a redimirnos, a rescatarnos, a abrirnos las puertas del Reino de Dios.
Llegan los pastores, los Reyes y nosotros. Cada uno le lleva sus presentes. De acuerdo con su situación. ¿Qué le vamos a llevar nosotros? Somos una comunidad parroquial esplendida y nuestro pueblo y sus gentes son maravillosa. Hasta la Junta de Extremadura quiere llevar su regalo al Niño que va a nacer, al declarar a Su Casa, el templo parroquial de Malpartida, como bien de interés cultural. Aquí hay mucha generosidad, con los afectados por la DANA, con Mozambique, la India, con Cáritas. Se demostró en la pandemia del covid 19, en cualquier colecta de solidaridad. Llevando a la residencia de mayores la alegría, enseñando a los niños el buen trato hacia los mayores, tanto en el instituto, como en el colegio y la guardería. Compartiendo amistad, alegría, cultura y fraternidad en el club la Paz, y tantas excelentes asociaciones y corales que tan buenos ratos nos hacen pasar con sus amenizaciones continuas… que tenemos. Cofradías entusiastas, que favorecen la religiosidad popular con gusto y entrega. Un sacerdote y unas hermanas que, en silencio, pero con amabilidad y cariño atienden espiritualmente a niños, enfermos, ancianos… a los que sufren tristeza, dolor, duelos y carencias de cualquier tipo… Dan formación religiosa con las abnegadas y animosas catequistas, que a veces sin poder siguen aportando su saber y alegría. Les llevan los sacramentos y el amor misericordioso de Dios, que viene para todos, todos, todos, sin excepción…
Si a este cielo que es Malpartida, con su Semana Santa, San Isidro, sus paraguas de colores, museos y todas sus fiestas, habidas y por haber añadimos un poquito más de compromiso, de valores cristianos, humanos y éticos, que hemos recibido, pero los estamos perdiendo, estaríamos preparando un lugar celestial maravilloso para que Jesús tenga una gran ilusión por venir a nacer en nuestros corazones, nuestra parroquia y nuestra muy querida Malpartida. Si en la humanidad luchamos con dialogo por la paz, por el problema de los emigrantes, si evitamos abortos, vientres de alquiler y favorecemos a las familias. Si cuidamos con cariño y ternura como merecen, los ancianos y enfermos, con paliativos, sí, todos los que sean precisos, pero sin eutanasia, que se presta a que todo el que moleste se le ponga una simple inyección y así solucionan el problema. Si resolvemos la violencia de género, la trata de personas y nos comportamos humanamente con el prójimo… Jesús se volverá loco de alegría de venir a nacer a este mundo, lo acogerán los brazos amorosos de su Madre y a San José, se le caerá la baba con lo que ve. Ese calor humano que recibió Jesús al nacer, es el que tanto necesita nuestro mundo de hoy y como Él lo tiene, lo quiere compartir con nosotros.
También en este marco festivo de la Navidad, comienza el año Jubilar de la “Esperanza” y hemos de ser nosotros signo de esperanza para pobres, presos, jóvenes sin horizonte y los niños asustados por las bombas de tantas guerras y tristes por tantas rupturas, sin juguetes, con frio y sin mantas, con hambre en los campamentos de refugiados… Todos en estos días nos deseamos la paz, el amor y la felicidad. (Que no sean solo palabras vacías). Tengamos unas palabras de esperanza. Seamos signo de esperanza y vivamos nosotros mismo la esperanza de que este Niño que nos va a nacer “es nuestra esperanza, nuestra paz, nuestra alegría y nuestra Salvación”.
Por eso y para todos, de corazón os deseo mi más sincera: (Tirando un beso a la comunidad)
FELIZ NAVIDAD.
Maribel Reveriego

