Existen mil pretextos para no alcanzar tus metas, que si el tiempo, el dinero, la edad o cualquier otro pueden servir como “excusa” y dejar de lado tus sueños, pero a final de cuentas, son solo eso, justificaciones para no reconocer que te falta disciplina y esfuerzo para llegar a donde siempre soñaste, y esta historia es un ejemplo de que cuando se quiere, se puede.
Felipe Espinoza cumplió 85 años y también alcanzó su objetivo de ser ingeniero en Procesos de Gestión Industrial. Después de cuatro años de estudios y mucho esfuerzo, terminó su carrera universitaria, contra todos los obstáculos, incluidas las críticas de quienes lo señalan por estudiar “siendo tan viejo”.
Cuando tenía siete años, desafortunadamente, su padre falleció, así que él tuvo que dejar sus estudios para conseguir un trabajo y llevar algo de dinero a casa. Ha vendido chicles en las calles, sabe de mecánica y asegura que “nunca me he quedado tirado en la carretera”. También fue albañil, porque al ser adulto, se casó y tuvo cinco hijos a quienes tenía que sacar adelante, por lo que una vez más, su deseo de estudiar quedó detenido.
Para pagar sus estudios en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), se dedicó a vender chiles y aguacates en un mercado en esa ciudad y ahora que es todo un ingeniero planea buscar un mejor empleo en la Ciudad de México. Sin duda, este hombre tiene todas las intenciones de triunfar y va sin miedo en busca del éxito.
Durante la pandemia tuvo que tomar un semestre de clases en línea y eso supuso otro reto, porque no estaba familiarizado con la tecnología. Una vez más, salió adelante y aunque batallaba al principio, aprendió a teclear en el teléfono y su computadora. Además, sus amigos le ayudaron a seguir con sus clases.
Para obtener el título de ingeniero también realizó su servicio social en la Dirección de Agua Potable de Puebla, donde se distinguió por ser un excelente trabajador. Además, aprendió a hacer su trabajo en línea, porque para este hombre no existen límites.
Publicado en La Guia del Varón
