Cuando hablamos de los ángeles siempre nos imaginamos a criaturas hermosas con cabellos rizados y alas de plumas, y en realidad no vamos desencaminados. Pero ¿y si hablamos de los querubines? ¿O de los serafines? Todos hemos oído estos nombres, pero pocas veces pensamos en la relación que tienen con el término “ángel”.
El llamado ejército de Dios de la religión cristiana se compone de muchos tipos de criaturas que protegen, anuncian o simbolizan la ley divina a ojos de los hombres. Para conocer un poco más su iconografía y diferenciarlos cuando los vemos en cuadros o esculturas, a continuación os explicamos cuáles son los tipos de ángeles, cómo son representados y su relación con la figura del dios cristiano.
De esta forma, según la tradicional concepción del ejército sacro como un círculo alrededor de la deidad, de los más cercanos a los más alejados del mismo su descripción es la siguiente:
- Primer orden del ejército celeste o Epifanía
Los Serafines:
Se trata del primer grupo sagrado dentro de la jerarquía angelical. Por su cercanía a Dios, se caracterizan por su carga de amor y devoción, la cual les inflama hasta el punto de ser representados ardiendo. Son los más abstractos, y a menudo pueden verse como una bola de fuego en la que se trasluce un rostro con tres pares de alas.
Los Querubines:
Siguiendo a los serafines en la Epifanía o Primer Orden Divino se encuentran los querubines. Se les representa con cuatro alas y su nombre se traduce como “la plenitud del conocimiento”, algo que poseen por tener la labor de sostener al Señor en su agudeza intelectual. Su figura ya es menos abstracta, de tono azulado y dotada de pies y manos. Sin embargo, se puede oír de ellos que tienen dos caras, viéndoles en ocasiones representados de esta forma, y que sus alas están llenas de ojos por su incontenible conocimiento de todo.
Los Tronos:
Tercer y último orden angelical epifánico. Su propio nombre nos habla de su representación, y es que por ser su trabajo servir de escaño o asiento celestial a Dios, adquieren una curiosa forma de rueda, pudiendo conducir el carro divino. Están además poblados de ojos y son de color rojo.
- Segundo orden o Hyperfanía
Es el grupo menos representado como tal, por lo que su iconografía está menos definida.
Dominaciones:
El primer orden del segundo ejército celeste. Pueden aparecer decorados con estrellas, corona o caso y cetro o espada.
Virtudes:
Este grupo es el encargado de hacer que los milagros se cumplan. Aparecen vestidos como diáconos y portan una rama de lis. Dada su fuerza y sabiduría, es común verles con una espada y el Libro Sagrado. Además, pueden representarse con un tarro de perfume como símbolo de oración, y balanzas, trompetas o rayos simbolizando su papel en el Juicio Final.
Potestades:
Dotados de la diadema real, suelen ser representados ofreciendo a Dios tiaras doradas, mitras, cetros, etc. Todo ello para aludir a las pobres grandezas terrenales. Su labor es proteger al ser humano.
- Tercer orden del ejército o Hipomanía:
Principados:
Vigiladores del mundo, son quienes ejercen de imitadores de Dios al representar el “principio” de todo. Varían de atuendo, pero por lo general su representación es muy similar a la de los ángeles comunes.
Arcángeles:
Con nombre propio e iconografía diferente para cada uno de ellos y no como grupo, como ocurre con las otras órdenes angelicales, son los más importantes en representación. Sin embargo, son quizás los más complicados de definir, ya que desde la llegada de la religión cristiana a Sudamérica, el mezclarse sus creencias paganas con la fe monoteísta, dio lugar al surgimiento de cientos de arcángeles (los llamados arcabuceros).
Lo más llamativo de sus nombres es que todos terminan en “el”, que por su traducción teofórica refiere directamente a Dios, motivo por el cual algunos son conocidos también en las otras religiones monoteístas como Gabriel en el Islam. A tal llegó su importancia en la religión, que desde el Concilio de Letrán (756) fue limitada la fe a los tres primeros para evitar la creciente idolatría entorno a estas figuras.
Para resumir, destacaremos sólo a los principales, que son los Arcángeles que aparecen nombrados en las Sagradas Escrituras:
Miguel: es el arcángel guerrero, por lo que no es extraño verle con armadura. Siempre aparece pisando al dragón, o bien atravesando su cuerpo o cabeza con la espada de Dios. Como representación de la Furia divina, siempre aparece con el estandarte de San Jorge o la palma; y como arcángel psicopompo, puede portar también la balanza de la Justicia del pesaje de almas. En ocasiones, incluso puede llevar alguna concha, símbolo del peregrinaje a Saint Michel.
Rafael: estrechamente relacionado con la conocida imagen del Ángel de la guarda desde la época del Barroco, hace complejo diferenciar estas dos imágenes. Como atributos característicos, lleva la píxide para los ungüentos con la que devolvió la vista a Tobías, a quien lleva en la otra mano que, a su vez, porta un pez. Para diferenciarle del Ángel de la Guarda, resulta clarificador verle vestido como un peregrino.
Gabriel: el mensajero y anunciador de Dios, el más espléndido de los arcángeles y guardián de la Iglesia. Sobre todo destaca por sus ropas litúrgicas y por la flor de lis con la que se simboliza la pureza virginal. En lugar de la flor, puede aparecer con la rama de olivo de la Paz o una filacteria con las palabras de la Salutación. Otros atributos suyos son el espejo de Jaspe para reflejar las órdenes divinas, y la linterna guía del camino celestial.
Arcángeles citados en los Textos Apócrifos: son menos representados y, como decimos, resultaron muy polémicos en épocas distintas de la historia. Por este motivo, más que por su representación, podemos mentarlos por su papel en los hechos de la cristiandad. Sus nombres son Maltiel o Baraquiel (representado con rosas guardadas en el doblez de su manto), Jehudiel o Jofiel (con la corona real en una mano, mientras que en la otra sostiene un azote de tres cuerdas), Sealtiel o Seadquiel (en posición de rezo, con las manos unidas ante su pecho), Peliel y Raziel. De entre estos apócrifos, sin duda el más destacado y quien, a pesar de su prohibición, nunca dejó de representarse, es Uriel, preceptor de Esdras, que siempre aparece portando una espada y con una llama a sus pies.
Ángeles:
Último grupo de la Hipofanía y del ejército de Dios, y por este motivo el más cercano a los hombres. Si las potestades protegen a la colectividad humana, su labor es la de defender a cada hombre uno por uno.
Su presencia en el mundo del arte es una constante, de rasgos juveniles o infantiles, suelen aparecer con cabellos rizados o en bucle, siempre con sus características alas. Sin embargo, dada su importancia iconográfica, la variedad es indefinible, pudiendo ver según qué época, un tipo de ropa adaptado al estilo de su tiempo, multitud de poses, rasgos, tamaños, ángeles músicos, orantes o acompañantes de la fe, etc.
Sin duda, se trata de un tema muy extenso que aquí hemos tratado de resumir a líneas generales, pero lo más interesante es tratar su iconografía desde el punto de vista histórico. Decimos esto porque, sin contar sus variables desde los simbólicos Paleocristiano y Medievo al más humano Barroco, pasando por el fastuoso Bizancio y el estético Renacimiento; la simbología angelical ha bebido de las imágenes de otras culturas desde sus inicios. Así, baste fijarnos, si queremos ahondar en el tema, en las representaciones del psicopompo egipcio, en los genios alados de Mesopotamia y el zoroastrismo, en los erotes y nikés griegos o en los servidores de Yahvé o Alá.
La historia es una constante relación de hechos e influencias que llega incluso a revelarse en la religión, lo que nos permite, sea en forma de fe o como tema antropológico, estudiar este tipo de temas con profundo interés.
Los ángeles están de moda, existen juegos de naipes con preciosas representaciones de ellos, pero andemos atentos porque estos mismos naipes son un método de adivinación del que nos tenemos que guardar, porque el maligno es el príncipe de la mentira y se disfraza para confundirnos.
Autor: Lourdes Martínez Cabrera