RECONOCIMIENTO A VIDA ASCENDENTE POR EL DÍA DE LA PAZ EN ALICANTE

El Colegio de Médicos de Alicante acogió este jueves día 3  el Día de la Paz 2024, un acto a través del cual varias entidades sociales y culturales alicantinas entregan sus reconocimientos a distintas personalidades que contribuyen a un mundo mejor y que este año homenajea a los mayores.

La Fundación de Servicios Familiares de la Comunidad Valenciana, la Fundación Jorge Alió, Fundación Agricolae Mundi, Club de Leones de Alicante Costa Blanca, Rotary Club de Alicante, Al-Ma Coaching, Asociación Espejo de Alicante y Asociación de Artistas Alicantinos forman parte de la organización que cada año otorga estas distinciones.

«Con este acto queremos ser punto de encuentro de los distintos sectores de la sociedad alicantina para dar a conocer, y reconocer, la aportación de instituciones y personas a la paz, a los ya conocidos, a los desconocidos, que día a día de forma callada y sencilla contribuyen a que todo funcione un poco mejor», apunta la presidenta de la Fundación Servicios Familiares, Belén Estevan, que añade que el lema de este año ha sido Los mayores, nuestras raíces, con el propósito de reconocer «a quienes trabajan por ello y a quienes siendo mayores siguen en la brecha».

Rodríguez Marín, pero también los diputados del Hogar Provincial y de Servicios Sociales, los concejales del Mayor y Servicios Sociales, la Jefatura de la que redactaOperaciones de la Comandancia de la Guardia Civil de Alicante, los centros de mayores de Alicante, la Asociación Alzhéimer Alicante, Asociación Asaute, SEMA, el Orfeón Mare Nostrum, el Grupo de Castañuelas Lola, Fundación Vicente Ferrer, Vida ascendente,  Residencia Nuestra Sra.  de Lourdes, Juan Bosco Montero, Juan José Lobato, Francisco Serrano Valera y Amparo Aleson, entre otros.

Visto en DIARIO INFORMACION

Esta editora lo recogió en nombre de todos los que conformamos Vida Ascendente, no tomándolo para mi diócesis sino para todo el Movimiento, sintiendo que los mayores somos portadores de la Paz de Cristo alla por donde vayamos.

CELEBRACIÓN DE LA JORNADA DE LOS MAYORES EN ONIL

En la Villa de Onil, Diócesis de Orihuela – Alicante,  hay un geriátrico conocido como Caseta Sarrió,  en el que todas las semanas se celebra la Eucaristía, el día uno de octubre tuvimos ocasión de acompañar al Señor retor, como le llaman por aquí a los párrocos,  a la Residencia y compartir con nuestros mayores ese día especial. Todos sabían que era el día de los mayores y nos estaban esperando en la sala habilitada para la celebración de la Eucaristía.

Uno de los mayores que van al Centro de Día conserva su capacidad para tocar el piano y acompañó la celebración con varias piezas musicales, que el resto cantamos con mucha solemnidad, había felicidad por que era un día muy especial para ellos, pues además del párroco los visitaban una decena de personas que habitualmente no vamos por allí.

Comulgamos todos y el Espíritu revoloteó por allí dándonos a cada uno lo que nos faltaba, Alegría, Esperanza, Emoción contenida o no, Comunión….

Después compartimos unos brazos de gitano que había hecho amorosamente una parroquiana y que estaban riquísimos, con un  poquito de mistela,  a los mayores de las residencias cualquier actividad diferente les alegra el corazón.

No puedo terminar sin dar gracias a Dios, que nos pone en el camino momentos para crecer en la fe. Poder conmovernos las entrañas  ante la debilidad humana, es un signo de que aún hay esperanza.

LA SANTA DE LA SEMANA: SANTA TERESA DE ÁVILA

Nacida en Ávila el año 1515, Teresa de Cepeda y Ahumada emprendió a los cuarenta años la tarea de reformar la orden carmelitana según su regla primitiva, guiada por Dios por medio de coloquios místicos, y con la ayuda de San Juan de la Cruz (quien a su vez reformó la rama masculina de su Orden, separando a los Carmelitas descalzos de los calzados). Se trató de una misión casi inverosímil para una mujer de salud delicada como la suya: desde el monasterio de San José, fuera de las murallas de Avila, primer convento del Carmelo reformado por ella, partió, con la carga de los tesoros de su Castillo interior, en todas las direcciones de España y llevó a cabo numerosas fundaciones, suscitando también muchos resentimientos, hasta el punto que temporáneamente se le quitó el permiso de trazar otras reformas y de fundar nuevas cases.

Maestra de místicos y directora de conciencias, tuvo contactos epistolares hasta con el rey Felipe II de España y con los personajes más ilustres de su tiempo; pero como mujer práctica se ocupaba de las cosas mínimas del monasterio y nunca descuidaba la parte económica, porque, como ella misma decía: “Teresa, sin la gracia de Dios, es una pobre mujer; con la gracia de Dios, una fuerza; con la gracia de Dios y mucho dinero, una potencia”. Por petición del confesor, Teresa escribió la historia de su vida, un libro de confesiones entre los más sinceros e impresionantes. En la introducción hace esta observación: “Yo hubiera querido que, así como me han ordenado escribir mi modo de oración y las gracias que me ha concedido el Señor, me hubieran permitido también narrar detalladamente y con claridad mis grandes pecados. Es la historia de un alma que lucha apasionadamente por subir, sin lograrlo, al principio”. Por esto, desde el punto de vista humano, Teresa es una figura cercana, que se presenta como criatura de carne y hueso, todo lo contrario de la representación idealista y angélica de Bernini.

Desde la niñez había manifestado un temperamento exuberante (a los siete años se escapó de casa para buscar el martirio en Africa), y una contrastante tendencia a la vida mística y a la actividad práctica, organizativa. Dos veces se enfermó gravemente. Durante la enfermedad comenzó a vivir algunas experiencias místicas que transformaron profundamente su vida interior, dándole la percepción de la presencia de Dios y la experiencia de fenómenos místicos que ella describió más tarde en sus libros: “El camino de la perfección”, “Pensamientos sobre el amor de Dios” y “El castillo interior”.

Murió en Alba de Tormes en la noche del 14 de octubre de 1582, y en 1622 fue proclamada santa. El 27 de septiembre de 1970 Pablo VI la proclamó doctora de la Iglesia.

Una Santa muy Española

El carácter español es franco. Te habla directamente, cara a cara, sin tapujos. Si algo tiene que decirte, lo dice con la frente en alto y con las palabras exactas, cortas, breves, ni una más y ni una menos. A veces su franqueza molesta a quienes no están acostumbrados a esa cultura. Y en su relación con Dios, no digamos… También su carácter español lo desborda. Y Teresa de Ávila, la santa que hoy nos ocupa, no podría ser la excepción. Nacida en Ávila en 1515 es española hasta el tuétano de los huesos y su “salero” y gracia española los lleva no sólo en la sangre sino en sus obras, en sus escritos y en sus profundas experiencias místicas.

Muchas veces nos hacemos una idea falsa de los santos. Nos los imaginamos en un estuche de plástico o de vidrio, ajenos a las circunstancias de sus congéneres, los hombres mortales, hechos de carne y de hueso. Parecería como si todo hubiese sido fácil para ellos, que hubieran pasado esta vida sin penas y con mucha gloria. Que todo lo que a nosotros nos entristece o nos alegra a ellos les hubiera dado más o menos lo mismo. Y sin embargo, no hay nada más lejos de la realidad que esa concepción falsa y devaluado de los santos. No hay hombre o mujer más humanos, que más hayan vivido con más fuerza y pasión las veleidades humanos que los santos. Teresa de Ahumada, convertida después de mucho batallar en esta tierra en santa y después declarada doctora de la Iglesia por Paulo VI el 27 de septiembre de 1970, nació, vivió y murió como una mujer de su siglo y de su época. Como una española con mucho garbo y con mucho salero.

Entró en el Carmelo de Ávila a los veinte años. Vivió como cualquier monja de su época una vida dedicada a Dios hasta los cuarenta años. Y de ahí en adelante Dios se apoderó de ella… y de su hispanidad. Su conversión, su momento de radical conversión a Dios lo tuvo al contemplar, según ella misma nos cuenta en su autobiografía, al contemplar una imagen agonizante del “Cristo de Limpias”. No pudo más. Era tanto el sufrimiento que le produjo ver a Cristo sufriente, lacerado por los flagelos y sangrante por todos lados que decidió cambiar su vida y la de muchas otras personas. Guiada por Dios y por San Juan de la Cruz se lanza a la Reforma de la Orden Carmelitana, tanto masculina como femenina, para recobrar la pureza y la austeridad de los orígenes. Pureza y austeridad que la causaran varios quebrantos de cabeza, incluso las sospechas de la Inquisición.

Mujer infatigable la vemos ir y venir a lo ancho y largo de la geografía española para fundar conventos según el espíritu de la Reforma por ella iniciada, siempre fiel a la Iglesia y al espíritu del Concilio de Trento, de forma que ayudó no sólo a la renovación de los y las Carmelitas, sino a la renovación de la Iglesia, formando con otros santos un bastión contra el protestantismo que se había desatado ya en Europa.

Mujer práctica, capaz de ver a Dios hasta en los pucheros de la cocina y disfrutar de las alegrías de esta vida al grado de decir “cuando perdices, perdices” y de ahuyentar la plaga de pulgas que azotó a sus primeras monjas cuando les dio por hábito tela infestada de aquellos insectos, con una procesión y rogativa, que llevaba por letanía una letra compuesta por ella que decía: “Señor, librad de la mala gente este sayal”. Mujer que sabía lo que valía la confianza en Dios, pero también valoraba en su justa medida el dinero para llevar a cabo las obras de Dios: “Teresa sin Cristo, no es nada. Teresa y Cristo ya es algo. Teresa, Cristo y dos maravedíes es imparable”.

Mujer de profunda vida mística, que hablaba de tú a tú con Cristo en la oración y era capaz de enfrentarse con Él para preguntarle por qué la hacía sufrir tanto. Y Cristo le respondía que “así era la forma en que trataba a sus amigos”. Y Teresa, la Teresa de Ávila de las murallas medievales donde tantos españoles se guarnecieron de los moros, la Teresa hija de hidalgo español, la Teresa que de niña escapaba de su casa porque quería ir a tierra de moros, le respondía con todo el salero y el requiebre de un buen español: “Ahora veo Señor porque tienes tan pocos amigos”. Una santa que sabía expresar con palabras cortas exactas y breves, su profunda experiencia mística de unión con Dios: “Y tan alta vida espero que muero porque no muero, vivo sin vivir en mí”.

Una santa para imitar en su practicidad, en su adhesión inquebrantable a la Iglesia, en su profunda vida de oración y en su pureza y llaneza de carácter.

Fuente Catholic.net

VIVIR EN LA PLENITUD DE LOS MANDAMIENTOS: UN CAMINO DE TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL.

Hubo un momento en mi vida en el que me sentía perdido, desconectado de la verdadera paz que anhelaba. No entendía por qué, a pesar de todos mis esfuerzos, las cosas no marchaban bien. Pero todo cambió cuando decidí poner a Dios en el centro de mi vida y seguir Sus mandamientos, esos diez principios sagrados que nos dejó para guiarnos en nuestro camino.

A través de los Diez Mandamientos, Dios nos da la clave para vivir una vida plena, ordenada y llena de Su gracia. Al empezar a vivir conforme a ellos, vi cómo cada aspecto de mi vida comenzaba a transformarse: mis relaciones, mi trabajo, mi salud espiritual y emocional. Cada mandamiento tiene un propósito divino y una razón poderosa. Cumplirlos es el camino a la paz interior y a la bendición de Dios en todas las áreas de la vida.

  1. Amarás a Dios sobre todas las cosas

Este es el mandamiento que cambia todo. Cuando decidí poner a Dios primero, por encima de mis propios deseos, mis proyectos y preocupaciones, mi vida comenzó a tener un nuevo sentido. Como dijo San Juan Pablo II: «Abre las puertas a Cristo». Al poner a Dios en el centro, todas las cosas comenzaron a ordenarse, y entendí que cuando honramos a Dios, Él se encarga de todas nuestras necesidades.

  1. No tomarás el nombre de Dios en vano

Este mandamiento me recordó la importancia del respeto y la reverencia hacia Dios. En cada palabra que pronunciamos, Dios está presente. Usar su nombre con respeto y no a la ligera transformó mi forma de hablar y me hizo más consciente de la sacralidad de mi relación con Él.

  1. Santificarás las fiestas

Asistir a la misa cada domingo y en días festivos no es solo un acto de obediencia, sino una fuente de vida espiritual. La Eucaristía es el momento en que recibimos a Cristo en nuestro corazón, y la confesión mensual me ayuda a mantener mi alma limpia, lista para recibir Su gracia. Como dijo San Pío de Pietrelcina: «Si los hombres valoraran la Santa Misa, vendrían a ella aunque tuvieran que arrastrarse».

  1. Honrarás a tu padre y a tu madre

Este mandamiento me enseñó a valorar y respetar a mis padres, no solo con palabras, sino con actos de amor y servicio. Honrar a aquellos que nos dieron la vida abre la puerta a bendiciones y larga vida, tal como lo promete Dios en las Escrituras.

  1. No matarás

Este mandamiento me invita a valorar la vida en todas sus formas. No solo se refiere a evitar la violencia física, sino a cuidar las palabras y los pensamientos que puedan herir a los demás. San Pablo, en su conversión, nos enseña a dejar atrás las viejas formas de odio y destrucción, para vivir una vida nueva en Cristo, donde cada vida es sagrada.

  1. No cometerás actos impuros

En un mundo que constantemente nos tienta a la impureza, este mandamiento me recordó la importancia de vivir con pureza de corazón y cuerpo. La verdadera libertad se encuentra en la castidad y en el respeto hacia uno mismo y hacia los demás.

  1. No robarás

Vivir este mandamiento me llevó a ser honesto en todas mis acciones, a valorar el esfuerzo propio y el de los demás. Cuando vivimos en la verdad y en la justicia, no solo obtenemos paz interior, sino que reflejamos el amor de Dios en nuestras vidas.

  1. No darás falso testimonio ni mentirás

La verdad es la base de toda relación auténtica. Vivir con sinceridad me ayudó a construir vínculos más fuertes y a evitar los conflictos innecesarios. Como dijo San Juan Pablo II: «El hombre no puede vivir sin amor. No puede vivir si no se siente amado o si no ama». La verdad es una expresión de ese amor.

  1. No consentirás pensamientos ni deseos impuros

Este mandamiento me enseñó a purificar mi mente y mis intenciones. Luchar contra los malos pensamientos me ha permitido tener un corazón más limpio y libre para amar verdaderamente. Como dice Jesús: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mateo 5:8

  1. No codiciarás los bienes ajenos

Vivir contento con lo que tengo, y no estar ansioso por lo que otros poseen, me ha traído una paz incomparable. Aprendí a confiar en que Dios provee todo lo que necesito y más, y que la envidia solo nos aleja de esa paz.

La importancia de la misa, la comunión y la confesión

La asistencia a misa, especialmente los domingos y festivos, se ha vuelto una parte esencial de mi vida. En cada misa, recibo la fortaleza espiritual para enfrentar la semana, y en la comunión recibo a Jesús mismo en mi corazón, que es la mayor gracia. La confesión mensual me purifica, me ayuda a mantener mi relación con Dios en paz, y me libera de las cargas del pecado. San Pablo VI nos recordaba que «el pecado es la mayor enfermedad del alma», y la confesión es el remedio divino.

Un llamado a la transformación personal

Cuando decidí vivir estos mandamientos, no solo experimenté una mejora en los aspectos externos de mi vida, sino una transformación profunda de mi corazón. Dejar que Dios guíe mis pasos me llevó a una paz que antes no conocía. Al igual que San Pablo, tras su conversión en el camino a Damasco, comprendí que «todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13).

A veces no entendemos por qué las cosas no van bien, pero la respuesta está en la obediencia a Dios. Cuando vivimos según Su voluntad, Él endereza nuestros caminos. Y así como Jesús dijo: «Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mateo 6:33), sé que mi vida ha cambiado porque Dios ocupa el primer lugar.

«Yo soy el camino, la verdad y la vida» – Jesús de Nazaret.

Sigámoslo en la verdad de sus mandamientos, y nuestras vidas serán bendecidas abundantemente.

Amén

Texto de Ramón Soler Andréu

CICLO DE CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO. EL ESPÍRITU Y LA ESPOSA. EL ESPÍRITU SANTO GUÍA AL PUEBLO DE DIOS AL ENCUENTRO CON JESÚS, NUESTRA ESPERANZA

Inmediatamente después de su bautismo en el Jordán, Jesús, «fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo» (Mt 4,1) – así dice el Evangelio de Mateo. La iniciativa no es de Satanás, sino de Dios. Al ir al desierto, Jesús obedece a una inspiración del Espíritu Santo, no cae en una trampa del enemigo, ¡no! Una vez superada la prueba, Él – está escrito – regresó a Galilea «lleno del poder del Espíritu Santo» (Lc 4,14).

Jesús, en el desierto, se libró de Satanás, y ahora puede liberar de Satanás. Esto es lo que destacan los evangelistas con los numerosos relatos de liberación de endemoniados. Dice Jesús a sus oponentes: «Si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes» (Mt 12,27).

Hoy asistimos a un extraño fenómeno relacionado con el diablo. En un cierto nivel cultural, se cree que sencillamente no existe. Sería un símbolo del inconsciente colectivo, o de la alienación; en definitiva, una metáfora. Pero «el mayor ardid del diablo es hacer creer que no existe», como escribió alguien (Charles Baudelaire). Es astuto: nos hace creer que no existe y así lo domina todo. Es astuto. Sin embargo, nuestro mundo tecnológico y secularizado está repleto de magos, ocultismo, espiritismo, astrólogos, vendedores de amuletos y hechizos y, por desgracia, de verdaderas sectas satánicas. Expulsado por la puerta, el diablo ha vuelto a entrar, podría decirse, por la ventana. Expulsado con la fe, vuelve a entrar con la superstición. Y si eres supersticioso, inconscientemente estás dialogando con el diablo. Con el diablo no se dialoga.

La prueba más fuerte de la existencia de Satanás no se encuentra en los pecadores ni en los posesos, sino en los santos. «¿Y cómo es esto, Padre?» Sí, es cierto que el diablo está presente y activo en ciertas formas extremas e «inhumanas» de mal y de maldad que vemos a nuestro alrededor. Sin embargo, por esta vía es prácticamente imposible llegar, en cada caso particular, a la certeza de que se trata efectivamente de él, ya que no podemos saber con precisión dónde termina su acción y dónde comienza nuestra propia maldad. Por eso, la Iglesia es muy prudente y rigurosa en el ejercicio del exorcismo, ¡a diferencia de lo que ocurre, lamentablemente, en ciertas películas!

Es en la vida de los santos, precisamente ahí, donde el demonio se ve obligado a salir al descubierto, a ponerse «a contraluz». Unos más, otros menos, todos los santos y todos los grandes creyentes dan testimonio de su lucha contra esta oscura realidad, y no se puede suponer honestamente que todos ellos fueran unos ilusos o meras víctimas de los prejuicios de su época.

La batalla contra el espíritu del mal se gana como la ganó Jesús en el desierto: a golpes de la palabra de Dios: Ya ven que Jesús no dialoga con el diablo, nunca lo hizo. Lo expulsa o lo condena, pero nunca dialoga. Y en el desierto no responde con sus palabras, sino con la Palabra de Dios. Hermanos, hermanas, ¡nunca dialoguen con el diablo! Cuando venga con tentaciones: “pero estaría bien esto, estaría bien lo otro…”, ¡detente!  Eleva tu corazón al Señor, reza a la Virgen y expúlsalo como Jesús nos enseñó a expulsarlo. San Pedro sugiere también otro medio, que Jesús no necesitaba, pero nosotros sí, la vigilancia: «Sean sobrios, vigilen. Su enemigo, el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 Pe 5,8). Y San Pablo nos dice: «No den ocasión al diablo» (Ef 4,27).

Después de que Cristo, en la cruz, derrotara para siempre el poder del «príncipe de este mundo» (Jn 12,31), el diablo -decía un Padre de la Iglesia- «está atado, como un perro a una cadena; no puede morder a nadie, salvo a los que, desafiando el peligro, se acercan a él… Puede ladrar, puede apremiar, pero no puede morder, salvo quien lo desee»[1]. Si eres tonto y vas donde el diablo y le dices: «¿Qué tal?», él te arruinará. ¿El diablo? ¡A distancia! Con el diablo no se dialoga. Se le expulsa. A distancia. Y nosotros, todos nosotros, tenemos experiencia de cómo el diablo se acerca con alguna tentación, sobre los Diez Mandamientos. Cuando oigamos esto, ¡alto, distancia! No se acerquen al perro encadenado.

La tecnología moderna, por ejemplo, además de muchos recursos positivos que hay que apreciar, también ofrece innumerables medios para «dar oportunidades al diablo», y muchos caen en su trampa. Pensemos en la pornografía en Internet, detrás de la cual hay un mercado muy floreciente, todos lo sabemos. Ahí trabaja el diablo. Se trata de un fenómeno fuertemente extendido del que los cristianos deben precaverse y que deben rechazar enérgicamente. Porque cualquier teléfono móvil tiene acceso a esta brutalidad, a este lenguaje del diablo: la pornografía en línea.

El ser conscientes de la acción del diablo en la historia no debe desanimarnos. El pensamiento final debe ser, también aquí, de confianza y seguridad: “Estoy con el Señor, vete”. Cristo ha vencido al diablo y nos ha dado el Espíritu Santo para hacer nuestra su victoria. La misma acción del enemigo puede volverse a nuestro favor si, con la ayuda de Dios, la ponemos al servicio de nuestra purificación. Pidamos, pues, al Espíritu Santo, con las palabras del himno Veni Creator:

«Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto la paz.

Se nuestro guía, para que evitemos todo mal».

Tengan cuidado, porque el diablo es astuto. Pero nosotros los cristianos, con la gracia de Dios, somos más astutos que él. Gracias.

 

Fuente: The Holy See

MANIFIESTO EN DEFENSA DE LA VIDA Y EL CUIDADO DE LOS MAYORES

La diócesis de Cádiz y Ceuta es el resultado de la unión de la Gadicensis y Septensis bajo un único obispo titular, proceso que se inició en 1857 y culminó en 1933. Es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla y no tiene enclaves territoriales en otras diócesis ni de otras en su demarcación.

El Secretariado Diocesano de Personas Mayores lanza este manifiesto con motivo del Día Internacional de las Personas de Edad:

Hoy, Día Internacional de las Personas de Edad, el lema de su 34ª conmemoración para las Naciones Unidas es el de «Envejecer con dignidad: reforzar los sistemas de atención y asistencia a las personas mayores en todo el mundo«.

Desde el Secretariado Diocesano de Personas Mayores, nos unimos al reconocimiento que supone este día. Entendemos el compromiso de atender con servicios integrales  a la persona cuando envejece como un compromiso necesario de toda la comunidad, que hemos de asumir personalmente todos los que pertenecemos a ella, con verdad, coherencia y efectividad.

    “Personalmente”

Cuidar de la persona al hacerse mayor no afecta sólo al ámbito de los servicios públicos, su apoyo es imprescindible, pero no puede eclipsar ni sustituir el cuidado que personal y familiarmente la persona mayor espera de su entorno particular, especialmente en el ámbito más íntimo y profundamente humano del afecto y del encuentro que restaura de las soledades. Compartimos tiempo, recuerdos, comprensión, esperanzas, gratitud, heridas, consuelo. Vida.

    Con “verdad”

Asumir con verdad el compromiso de atención a las personas de edad avanzada requiere afrontar la realidad natural ineludible del envejecimiento y la vulnerabilidad, mirando la vejez que no queremos ver, desmontando espejismos de eterna juventud y responsabilizándonos todas las generaciones. Mayores del presente y mayores del futuro, necesitados o no, todos estamos llamados a defender este compromiso humanitario de dignidad básica.

    Con “coherencia”

La concepción del cuidado ha de incorporar el desarrollo espiritual y el pleno respeto a los valores y creencias religiosas de la persona mayor. Una atención que se reduzca al aspecto material, sanitario o social, ni es suficiente, ni es adecuada. Orillar o ignorar el cuidado espiritual de la persona y la asistencia religiosa es incoherente con una necesidad humana esencial, que en la etapa de madurez de la vida suele aflorar con más intensidad y riqueza.

La coherencia debe darse, además, en el sistema entero de cuidados a la persona mayor, lo que exige congruencia interna de leyes y recursos. En este sentido, constituye una grave incoherencia con el derecho al cuidado de la persona mayor configurar la eutanasia como un derecho subjetivo, y sin antes ofrecer servicios adecuados y accesibles de atención y asistencia, porque con ello se ha introducido presión social para que los ancianos más vulnerables teman haberse convertido en una carga para quienes los rodean y, forzados, accedan a poner un triste e injusto fin a sus vidas.

    Con “efectividad”

Para ser efectiva, la atención y asistencia pública a la persona mayor necesita reformarse para ampliar los recursos, simplificar el acceso a ellos y agilizarlos, en correspondencia a las necesidades reales. En el ámbito personal y familiar, un cuidado efectivo es el que mantiene la constancia del acompañamiento y consigue hacer de él un instrumento de mutua transformación interior, un espacio abierto al magisterio de la fragilidad y a Dios, Absoluto sostenedor de todo y todos.

Con verdadero respeto, expresamos en este día nuestra gratitud con todas las generaciones que nos preceden y que en su día cuidaron de los más jóvenes. Cuidemos dignamente de la persona en su vejez. Acompañémoslas y no dejemos de aprender de su sabiduría de vida, de la fe que nos transmiten. Feliz día a todas las generaciones actuales y futuras de personas mayores. Gracias por vuestros desvelos y vuestro amor. Que Dios os bendiga.

Diócesis de Cádiz-Ceuta

Portada de la Diócesis

SAVONAROLA: PODER DE LA ESPERANZA SOBRE LA TRISTEZA

En las páginas finales de la meditación que, en los últimos días de su vida, en la cárcel, y a la espera de ser ajusticiado, escribió fray Jerónimo Savonarola, se encuentra un combate imaginario entre dos poderosos ejércitos, uno capitaneado por la Tristeza y otro por la Esperanza.

Sintiéndose abandonado por sus amigos y acosado por sus enemigos, escribe: “Todo lo que veo, todo lo que oigo son los pendones de la tristeza… Igual que a los enfermos de fiebre todo lo dulce les parece amargo, así a mí todo se me convierte en dolor y tristeza”. Y pregunta: “¿quién me librará de las manos de este enemigo sacrílego?, ¿quién será mi protector?, ¿quién me auxiliará?, ¿a dónde voy a ir?, ¿cómo me podré escapar?”.

Y responde: “Ya sé lo que tengo que hacer: me volveré a lo invisible y lo traeré a luchar contra lo visible. ¿Quién será el caudillo de tan excelso y temible ejercito? La Esperanza, que es invisible; la Esperanza vendrá a luchar contra la tristeza y la derrotará. ¿Quién puede permanecer en pie contra la Esperanza? Llamaré, pues, a la Esperanza, vendrá enseguida y yo no seré defraudado… Oh admirable poder de la Esperanza, cuyo rostro no ha podido soportar la Tristeza. Con ella viene mi consuelo. La Tristeza clama y grita con todo su ejército. Aunque me ataque el mundo y se alcen enemigos míos, nada temo, porque en Ti, Señor, he esperado, porque Tú eres mi esperanza y en lo más alto has puesto tu refugio. Yo he entrado ya en él; la Esperanza me ha metido en él”.

Y añade, con una gran profundidad teológica: “Este es -dice la Esperanza-, el altísimo refugio de Dios, ¡oh hombre!, abre los ojos y mira: sólo Dios existe, sólo Él es el piélago infinito de la sustancia. Las demás cosas son como si no fueran, pues todas dependen de Él y si Él no las sostuviera en el ser, volverían inmediatamente a la nada… Piensa en la sabiduría del que lo gobierna todo, en la tranquilidad del que lo ve todo, a cuyos ojos todas las cosas están desnudas y abiertas. Este es el único que puede librarte, El sólo puede consolarte, El solo salvarte. No confíes en los hijos de los hombres; en ellos no hay salvación. Piensa en la bondad de Dios, considera su amor; ¿no es amante de los hombres el que por los hombres se hizo hombre y fue crucificado por los pecadores? Él es tu padre, el que te creó, te redimió y siempre te hizo bien. ¿Puede el Padre abandonar a su hijo?…

¡Oh virtud de la Esperanza! ¡Cómo te prodigas! Está derramada la gracia en tus labios, altísimo refugio del Señor, al cual no puede llegar la tristeza. Yo lo he sabido y lo he entendido y por ello he puesto mi esperanza en Ti, Señor. Aunque el peso de mis pecados me oprime duramente, no sé desesperar, ya que tu Bondad me incita tan benignamente a la esperanza. No seré confundido para siempre; puedo ser confundido en el tiempo, pero no en la eternidad; la esperanza me ha llevado a tu altísimo refugio, no me ha enseñado a esperar cosas temporales, sino eternas, porque la esperanza es del reino de lo invisible, y las cosas que se ven son temporales y las que no se ven eternas”.

Martín Gelabert. Blog Nihil Obstat

INICIO DE CURSO EN SEVILLA

El pasado jueves 26 de septiembre, en la Parroquia de Santa María la Blanca, que lució esplendida, después de año y medio de obras por la restauración del Retablo Mayor, iniciamos el curso 2024/2025, en la Diócesis de Sevilla.

Con gran satisfacción, podemos decir que tuvimos un lleno hasta la bandera, en la Eucaristía celebrada, estando presidida por el Obispo Auxiliar, Monseñor Don Ramón Darío Valdivia Giménez, y concelebrada por siete sacerdotes directores Espirituales de distintos grupos de Vida Ascendente de nuestra diócesis.

 Antes del comienzo de la Eucaristía, nuestro presidente en funciones Don Manuel Montero, hizo balance del curso anterior.

Aparte de agradecer la asistencia de Monseñor Valdivia, firme defensor de nuestro Movimiento, así como a todos los sacerdotes asistentes, y a los que no han podido acudir, por su gran labor al frente de los grupos y su total apoyo espiritual y moral, comunicó que se convoca Asamblea General para el próximo día 31 de octubre, para la elección del nuevo presidente.

A continuación, nuestro Consiliario Don Manuel Martínez Alaminos, incidió en el gran esfuerzo realizado para llegar al buen momento que goza nuestro Movimiento.

Monseñor Don Ramón Valdivia, en su homilía, resaltó el gran cambio que ha dado el Movimiento, y que contemos con él para que nuestro Movimiento siga creciendo y tan VIVO, que ante cualquier dificultad, contemos con la ayuda de Jesucristo y de su Santísima Madre.

 Finalmente, y una vez concluida la Eucaristía, tuvimos una feliz convivencia de todos los asistentes.

EL SANTO DE LA SEMANA: SAN HÉCTOR VALDIVIESO

Héctor Valdivielso Sáez es uno de los ocho católicos que alcanzó la corona del martirio durante la llamada Revolución de Asturias, poco antes de la Guerra Civil Española.

Héctor nació en el barrio porteño de Boedo, el 31 de octubre de 1910. El 26 de mayo de 1913 fue bautizado en la antigua iglesia de San Nicolás de Bari, emplazada donde hoy se levanta el Obelisco. Padres: Benigno Valdivielso y Aurora Sáez (españoles).

Hermanos: José Alfredo, Zulema, César Manuel (muerto apenas nacido) y María Luisa.

En 1914 viajó junto a su familia a España, donde se estableció en Briviesca.

A los 24 años de edad, convertido ya en hermano de La Salle fue detenido, junto con sus compañeros, por los marxistas el 5 de octubre de 1934, en la escuela Nuestra Señora de Covadonga, del pequeño pueblo de Turón, a 20 kilómetros de Oviedo, donde enseñaban a hijos de mineros.

Después de permanecer varios días en la «Casa del Pueblo», los siete hermanos lasallanos y el padre pasionista que evangelizaba con ellos, fueron llevados en la madrugada del 9 de octubre hasta el cementerio de Turón, ante cuyas tapias los fusilaron los milicianos, sin acusación ni juicio previo.

En la ceremonia de beatificación, el 29 de abril de 1990, Juan Pablo II dijo que habían sido martirizados por «odium fidei», es decir, por odio a la fe, y que aceptaron cristianamente el sacrificio antes de renunciar a Cristo Jesús.

El historiador Vicente Cárcel Ortí, considerado el más autorizado experto en el estudio de la persecución religiosa sufrida por España entre 1931 y 1939, dice en su obra «Mártires españoles del siglo XX» que los mártires de Turón «no fueron víctimas de una acción bélica, ni de una represión política, sino que murieron a causa de la persecución religiosa desatada dentro de un plan comunista de conquistar a España, como señaló Gregorio Marañón al referirse a la llamada revolución de Asturias de 1934. Luego, a partir de 1936, el plan se aplicó de manera sistemática».

Para la canonización hizo falta comprobar un milagro atribuido a su intercesión, que se produjo el mismo día de la beatificación, el 29 de abril de 1990.

Rafaela Bravo Jirón, una joven nicaragüense de 24 años de edad, se debatía entre la vida y la muerte en el hospital Berta Calderón, de Managua, a consecuencia de un cáncer de útero. Los médicos apenas le daban unas semanas de vida. El esposo de la joven, ex alumno de La Salle, siguiendo el consejo del director del colegio donde había estudiado, rezó dos novenas pidiendo a los mártires que intercedan.

En la noche del 29 de abril, Rafaela sintió unos dolores fortísimos pero al día siguiente estaba totalmente curada. Las comisiones médicas que estudiaron durante años el caso consideran que se trata de una curación para la cual la ciencia no tiene explicaciones.

Rafaela Bravo no tuvo más síntomas ni molestias de ningún tipo desde entonces.

La ceremonia de canonización del beato argentino se realizó en el Vaticano el 21 de noviembre de 1999.

(Fuente: oremosjuntos.com)

PRIMERA APARICIÓN DE LA VIRGEN EN CARNE MORTAL: EL PILAR DE ZARAGOZA

La tradición, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio.

Se dice que, por entonces (40 AD), el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España. Aquellas tierras no habían recibido el evangelio, por lo que se encontraban atadas al paganismo. Santiago obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión.

Los documentos dicen textualmente que Santiago, «pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso.»

En la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando «oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol.» La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que «permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio.»

Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los conversos, la obra se puso en marcha con rapidez. Pero antes que estuviese terminada la Iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresarse a Judea. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima.

Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. El sarcófago representa, en un bajo relieve, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.

Asimismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, «donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente», cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza, en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza (714) había allí un templo dedicado a la Virgen.

La devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se halla tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como «una antigua y piadosa creencia.»

Numerosos milagros de la Virgen.

En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: «creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Sta.y Purísima Virgen y Madre de Dios, Sta. María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros.»

El Gran milagro del Cojo de Calanda (1640) Se trata de un hombre a quien le amputaron una pierna. Un día años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio. Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro.

El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico, se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal.

Tres rasgos peculiares que caracterizan a la Virgen del Pilar y la distinguen de las otras:

1- Se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal. A diferencia de las otras apariciones la Virgen viene cuando todavía vive en Palestina: ¨Con ninguna nación hizo cosa semejante», cantará con razón la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen.

2- La Columna o Pilar que la misma Señora trajo para que, sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer Templo Mariano de toda la Cristiandad.

3- La vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la patria española.

Simbolismo del pilar.

El pilar o columna: la idea de la solidez del edificio-iglesia con la de la firmeza de la columna-confianza en la protección de María.

La columna es símbolo del conducto que une el cielo y la tierra, «manifestación de la potencia de Dios en el hombre y la potencia del hombre bajo la influencia de Dios.» Es soporte de los sagrado, soporte de la vida cotidiana. María, la puerta del cielo, la escala de Jacob, ha sido la mujer escogida por Dios para venir a nuestro mundo. En ella la tierra y el cielo se han unido en Jesucristo.

Las columnas garantizan la solidez del edificio, sea arquitectónico o social. Quebrantarlas es amenazar el edificio entero. La columna es la primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor; es el eje de la construcción que liga entre si los diferentes niveles. María es también la primera piedra de la Iglesia, el templo de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de pentecostés, va creciendo el pueblo de Dios; la fe y la esperanza de la Virgen alientan a los cristianos en su esfuerzo por edificar el reino de Dios.

Vemos en Éxodo 13, 21-22, que una columna de fuego por la noche acompañaba al pueblo de Israel peregrino en el desierto, dirigiendo su itinerario.

En la Virgen del Pilar el pueblo ve simbolizada «la presencia de Dios, una presencia activa que, guía al pueblo de elegido a través de las emboscadas de la ruta.»

Liturgia Eucarística del Pilar.

Los textos utilizados son: en la primera lectura, 1 Crónicas 15, donde se recuerda a la Virgen simbolizada por el arca de la alianza, la presencia de Dios en medio de su pueblo, a través de María, lo cual es gozo para la Iglesia. La segunda lectura (He 1, 12-14) y el evangelio (Lc. 11, 272-28) nos hablan también de la presencia de la Virgen en la iglesia y de las alabanzas que el pueblo le tributa. El prefacio celebra las maravillas que Dios ha realizado en María, «esperanza de los fieles y gozo de todo nuestro pueblo.» Durante la oración colecta se pide por intercesión de la Virgen «fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor», así como en la oración de las ofrendas, donde se muestra el deseo de «permanecer firmes en la fe.»

Antífona de entrada: se piensa en la Virgen como «la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto», y en el salmo responsorial se recuerda «el Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado.»

En el aleluya: «afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca una cántico nuevo.»

Domina en la liturgia la idea de la presencia de María en la Iglesia y de la firmeza que su intercesión y su devoción procura al pueblo de Dios.

El día 12 de octubre de 1492, precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colon avistaban las desconocidas tierras de América, al otro lado del Atlántico, los devotos de la Virgen del Pilar cantaban alabanzas a la Madre de Dios en su santuario de Zaragoza, pues ese mismo día, conocido hoy como el Día de la Hispanidad, era ya el día de la Virgen del Pilar.

Por: Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María | Fuente: Corazones.org