ACLARANDO CONCEPTOS

Leyendo el Blog Nihil Obstat de Martin Gelabert encontramos estos tres post que por su profunda interrelación y para poder seguir mejor la línea argumental os los hemos agrupado en un solo artículo, y los dos restantes también los agruparemos para no perdernos.

SACERDOTES, CONSAGRADOS, RELIGIOSOS.

Comienzo una serie de entregas que podrían llevar como título general: “aclarando conceptos”. En principio van a ser cinco artículos. Los tres primeros dedicados a precisar el concepto de consagración, vida religiosa, laicado, secularidad y virginidad. El cuarto y el quinto responderán a la pregunta de si los llamados consejos evangélicos son exclusivos de la vida religiosa o consagrada.

¿Es lo mismo un seglar que un laico? ¿Es lo mismo un religioso que un sacerdote? ¿Es lo mismo un consagrado que un religioso? Las confusiones en estos terrenos son muchas. Incluso entre “la gente de Iglesia” hay, en ocasiones, confusiones o, al menos, imprecisiones.

Tener claros algunos conceptos no nos hace mejores cristianos, por supuesto. Ni nos hace amar más a la Iglesia. Pero no está mal tener las cosas claras, para situarse mejor y para tratar a cada uno como le corresponde.

Vamos con la distinción entre religioso y sacerdote. Alguna vez he oído que tal persona ha ido a un “colegio de curas”. Pues si ese “colegio de curas” es un colegio de agustinos o de dominicos, se trata de un colegio regido por religiosos. Algunos religiosos son sacerdotes y algunos son laicos.

El sacerdocio es un ministerio ordenado, como el diaconado o el episcopado. Ser religioso es vivir con un cierto estilo, en el que lo determinante es la profesión de los llamados consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Entre los religiosos algunos han recibido el ministerio presbiteral o diaconal. Otros no. Los que no han recibido el orden del presbiterado o diaconado son laicos.

La distinción entre consagrados y religiosos es más sutil y la mayoría de la gente no sabe distinguirlos. Para empezar, consagrado es todo cristiano, pues por el sacramento del bautismo ha sido hecho hijo de Dios.

Consagración es dedicación. Pues bien, todos los cristianos estamos consagrados, dedicados a la comunión con Dios, unidos a Jesucristo, habitados por su Espíritu, santificados por su presencia. Ahora bien, esta consagración general de todos los bautizados, es posible vivirla con unos rasgos específicos o peculiares, que dan lugar a la vida de “especial consagración”.

Especial no por mejor, sino por distinta. Y ya se sabe, algunas distinciones son muy necesarias. Ahí es donde hay que situar las distintas modalidades de “vida consagrada”: monjes, monjas, religiosos, institutos seculares, eremitas, vírgenes consagradas. Diferentes modalidades: una consagrada en un instituto secular hace voto de virginidad, pero no es monja, ni es religiosa. Estas modalidades las iremos aclarando en sucesivas entregas.

LAICO Y SECULAR

De las preguntas formuladas en el post anterior, la más delicada y la que se presta a más confusiones es: ¿es lo mismo un seglar que un laico? Hay dos maneras de comprender y definir al laico.

Por una parte, los laicos son los fieles cristianos que no han recibido el sacramento del orden ni pertenecen al estado religioso. Pero es posible (y quizás mejor) entender por laicos aquellos fieles que no han recibido el sacramento del orden. En este sentido se puede y se debe afirmar que hay religiosos laicos y religiosos presbíteros.

Ahora bien, los religiosos laicos no son seglares. Secularidad y consagración en la vida religiosa son dos realidades diferentes y excluyentes. El religioso o la religiosa laica ha renunciado al ejercicio de la secularidad, no se casa, ni desarrolla su vida según las normas de la secularidad.

Lo típico del seglar es el matrimonio, la vida familiar y el trabajo remunerado como medio de vida. Cierto, hay seglares que no se casan, pero no han profesado públicamente los consejos evangélicos. Por tanto, están en disposición de casarse, cosa que no puede afirmarse de un religioso.

Aquí también es posible hacer un matiz, porque hay realidades que no acaban de definirse por medio de un solo concepto o palabra. Pues lo típico del seglar es ocuparse más directa y específicamente de los asuntos mundanos. No de cualquier manera, sino con espíritu evangélico. Por eso el seglar cristiano vive en el mundo y es “secular”, pero no del todo. Porque el cristiano vive ya en comunión con Dios y por eso su mirada, su esperanza, sus sentimientos no son del todo mundanos. Son, sobre todo, evangélicos y celestiales. La secularidad cristiana es relativa.

SECULARIDAD Y VIRGINIDAD

Lo típico del consagrado es la virginidad. Cierto, en la Iglesia hay una forma de vida consagrada caracterizada por la secularidad. Esa forma es la de los miembros de los llamados institutos seculares, que quieren vivir, a la vez, la consagración, mediante la profesión de los consejos evangélicos, y la secularidad. Son consagrados que no llevan hábito; la mayoría no viven en común, tampoco trabajan en obras propias (aunque hay alguna excepción). Se insertan en la vida civil y son como fermentos evangélicos en la masa del mundo.

En la práctica pueden vivir como un perfecto seglar. Pero no de cualquier manera. Su objetivo es siempre el evangelio, el testimonio de Cristo, no el ganar dinero. Por eso, no pueden ejercer cualquier profesión, ni de cualquier manera. Buscan aquellos lugares donde hay más posibilidades de vivir y practicar gratuitamente el amor evangélico.

En su vocación de compatibilizar secularidad y consagración, lo determinante es la consagración. A este respecto conviene dejar claro que el trabajo no santifica; lo que santifica es el amor. Por eso, los miembros de los institutos seculares han de vivir sobria y pobremente, y ayudar generosamente con lo que les sobra a los necesitados o entregarlo a la Iglesia.

Una palabra sobre las vírgenes consagradas. El orden de las vírgenes, que no viven en comunidad ni bajo la autoridad de ninguna abadesa o superiora, sino solo bajo la tutela del obispo, es una forma de vida consagrada muy antigua (aparece ya en los inicios de la Iglesia) y muy moderna (porque ha cobrado nuevos impulsos después del Vaticano II).

Esta consagración no se justifica por ninguna misión concreta ni por ninguna finalidad apostólica. Su razón de ser, su carisma es el amor y la entrega total a Cristo como signo de que él es el único esposo de la Iglesia. Es una vocación estrictamente personal y totalmente eclesial, porque no está ligada a ninguna institución, ni a ningún fundador, ni a ninguna misión concreta.

Cada una decide su propia vida. Unas dan preferencia a la oración y a la contemplación, viviendo una vida casi eremítica; otras están más integradas en la vida parroquial o en servicios diocesanos.

También aquí conviene precisar que son laicas, pero no seglares. Ya hicimos notar que un jesuita o un dominico no ordenado es laico. Laico quiere decir miembro del pueblo de Dios, sin autoridad sacramental. Seglar o secular es el que vive según la lógica de la vida mundana.

Lo típico del seglar es el matrimonio. No es el caso de las vírgenes consagradas. No son religiosas ni monjas, pero no son seglares. Su consagración es diferente a la de los miembros de un instituto secular. Son una manifestación más de la riqueza de la vida consagrada y de sus diferentes modalidades.

Blog Nihil Obstat. Martin Gelabert