¿Cómo es que el Símbolo de los Apóstoles no menciona a la Eucaristía? ¿Cómo es posible que un misterio tan central en la vida cristiana no aparezca en el Credo? En realidad, sí que se encuentra, pero no de forma tan clara como el bautismo o el perdón de los pecados. La fe en la eucaristía se encuentra incluida en el artículo de la “comunión de los santos”.
La fe en la comunión de los santos puede referirse a tres aspectos importantes de la vida cristiana: en primer lugar, esta afirmación podría ser una prolongación y aclaración de la fe en la Iglesia santa. San Pablo, repetidas veces, se refiere a los cristianos como a “los santos”, porque el cristiano, por el bautismo, participa de la santidad del único Santo que es Dios, o del Santo de Dios, que es Cristo. La Iglesia es el lugar de la comunión de todos los creyentes, o sea, de los santos. Por otra parte, la comunión de los santos podría referirse a la comunión que hay entre los que ya viven plenamente la santidad porque han llegado a la meta, o sea, los que forman parte de la Iglesia del cielo, y los que todavía estamos en camino, y también aquellos que están purificándose. Comunión de los santos sería la comunión entre la Iglesia triunfante, la Iglesia militante y la Iglesia purgante.
Finalmente, comunión de los santos, en su original latino, podría traducirse como “comunión en lo santo”, comunión con las cosas santas, comunión en las realidades sagradas. La principal de esas realidades sagradas es la eucaristía y, al participar en ella, los creyentes nos unimos entre nosotros como no podemos estarlo más. De modo que la comunión en lo santo (en la eucaristía) crea la comunión de los santos, la unidad de la Iglesia. La comunión en “lo santo” (eucaristía) “no es algo individual, sino que crea entre quienes se benefician de ella los vínculos e intercambios más profundos e íntimos posibles” (Henri de Lubac). Por su parte Joseph Ratzinger hace notar otra unión igualmente importante que produce la “comunión de los santos”, a saber, “la comunidad eucarística que une a las Iglesia esparcidas por todo el mundo en una sola Iglesia, en virtud del cuerpo del Señor”.
En resumen: los santos, o sea, los fieles cristianos, están en comunión unos con otros gracias a su común participación en lo santo, o sea, en la eucaristía. Por eso, la eucaristía hace a la Iglesia. El cristiano nunca es individualista, porque es cuerpo de Cristo. Y su comunión con Cristo, a través de los sacramentos (sobre todo el bautismo y la eucaristía) lo une a todos los fieles de la Iglesia. Y esta unión es un signo de la unión de todos los seres humanos entre sí, porque Cristo no ha sido dado solo para los cristianos, sino para todos los seres humanos. De ahí que aquel que une a los cristianos, une a cristianos y no cristianos.
Martín Gelabert. Blog Nihil Obstat