Cada vez se comercializan (y, por tanto, se consumen) menos variedades de frutas, legumbres y hortalizas. De los centenares de variantes de cada uno de estos alimentos que existían hace un siglo en España, ya solo se conocen unas pocas decenas. Se trata de un empobrecimiento agrícola, cultural y alimentario que corre paralelo a la desaparición de la biodiversidad silvestre. Y, sin embargo, en Estados Unidos un hombre ha logrado recuperar nada menos que 1.200 variantes de manzana propias de la región en que vive.
Tom Brown, como así se llama este ingeniero químico jubilado, que tiene 81 años, vive Clemmons, Carolina del Norte, y gracias a un trabajo constante, prolongado y propio de un detective, ha conseguido rescatar un rico patrimonio agrícola ya desaparecido.
Brown explica por ejemplo cómo logró salvar de la desaparición definitiva la variedad Junaluska, que ya era consumida por los indios Cherokee en las Montañas Humeantes hace más de dos siglos, y que debe su nombre al del principal jefe de la tribu. Aunque había sido una de las manzanas favoritas en el sur de EEUU, desapareció alrededor del año 1900 sin dejar apenas rastro.
Brown comenzó a buscarla en 2001 tras descubrir algunas referencias de esta variedad Junaluska en un catálogo antiguo. Sus pesquisas le llevaron a encontrar la ubicación aproximada de un huerto que podía haber acogida estos manzanos, pero que se abandonó en 1859. Con la ayuda de un horticultor local, los dos pasaron varios días llamando de puerta en puerta y preguntando por viejos manzanos. Finalmente, una anciana los condujo a los restos de un huerto abandonado que ya estaba totalmente invadido por el bosque desde hacía tiempo.
El incansable Tom Brown regresó al lugar durante la temporada en que el manzano da sus frutos y logró identificar un único árbol de Junaluska. Cortó vástagos para llevar a su huerto y así reintrodujo esta manzana ya desaparecida.
Es una de tantas historias que atesora este jubilado después de un cuarto de siglo en pos de variedades desaparecidas o muy amenazadas en la región en que vive. Ha recuperado ya 1.200 variedades y en su huerto particular tiene 700 de las más raras. La mayoría llevan sin venderse comercialmente desde hace un siglo o más. Muchas han sido clonadas a partir de los últimos árboles conocidos.
Según afirma, es posible que aún existen miles de variedades más desconocidas para el gran público, pero salvarlas es ya una carrera contra el reloj. Las personas que pueden dar pistas sobre su ubicación suelen tener 80 o 90 años. Y, mientras tanto, cada año estos árboles mueren debido a tormentas, plagas de insectos u obras públicas.
Curiosamente, Brown no sabía apenas qué era una manzana tradicional hasta que en 1998 se topó con una muestra de ellas en un mercado histórico de agricultura. “Había un pequeño puesto con un montón de manzanas de aspecto extraño metidas en cestas”, afirma.
Los colores iban desde el verde brillante hasta el amarillo rayado, el rosa y el negro violáceo. Algunas eran del tamaño de una ciruela, otras tan grandes como pelotas de béisbol. Tenían nombres como Bitter Buckingham, White Winter Jon, Arkansas Black y Billy Sparks Sweetening. Al realizar una degustación, descubrió una insospechada variedad de sabores y texturas.
Brown probó las Jonathans, que tenían carne del color del vino rosado. Las Rusty Coats eran suaves como las peras y dulces como la miel. La Mamut Twenty Ounce era crujiente con un final agrio y melocotón. La Semi-firme Etter’s Gold evocaba ramos de peonía y sabores de uva. En cambio, las Grimes Golden eran dulces con un toque de nuez moscada y pimienta blanca.
“Entonces pensé: ¡Sería genial encontrar una manzana que nadie haya probado en 50 o 100 años!”, y empezó su búsqueda.
¿Realmente habían desaparecido tantas frutas interesantes y tan deliciosas? Parecía imposible. Brown se lanzó a investigar la historia de las manzanas antiguas de los Apalaches. Y lo que aprendió resultó impresionante.
Los huertos comerciales de Estados Unidos cultivaban alrededor de 14.000 variedades únicas de manzanas en el año 1905 y la mayoría de ellas se podían encontrar en los Apalaches, afirma William Kerrigan, profesor de la Universidad de Muskingum, en la publicación Atlasobscura.
Artículo de referencia: https://www.atlasobscura.com/articles/heritage-appalachian-apples