La pasada semana se celebraba la dedicación de la Catedral- Magistral de Alcalá, dedicada a los Santos Niños Justo y Pastor.
Historia de la Catedral-Magistral
La Catedral Magistral de los Santos Justo y Pastor, templo que alberga las reliquias de nuestros patronos, es un templo católico de estilo gótico, sede del Obispo .
Debe su existencia, precisamente, al martirio de los Santos Niños Justo y Pastor.
En la Hispania romana, durante la Gran Persecución de los cristianos por parte del emperador Diocleciano (284–305), unos niños de 7 y 9 años que vivían en la ciudad romana de Complutum, son decapitados en el año 306 en una zona a las afueras de dicha ciudad romana por negarse a renunciar a su fe cristiana.
En el mismo lugar donde fueron ejecutados, y con el cristianismo dominando en el Imperio Romano, en el año 414 y por orden del Obispo Asturio de Toledo, se levanta una capilla para albergar los restos de los dos niños. Durante el período visigodo se convirtió en catedral, y sus obispos aparecen en los distintos concilios de Toledo desde el siglo VI. Es en ese momento cuando la ciudad se empieza organizar y crecer tal y como la conocemos ahora, en torno al templo que guarda las reliquias de los pequeños mártires.
En el año 1053 Al-Qala Nahar, el asentamiento árabe situado en un monte junto al río Henares, fue conquistado por Fernando I de Castilla. Al año siguiente, los musulmanes la reconquistan, destruyendo como represalia la catedral, obligando a los mozárabes a trasladarse a Guadalajara y siendo enviados los restos de los Santos Niños a la actual provincia de Huesca, hasta que en 1118 se reconquista la ciudad y el templo se reconstruye en 1122. Sin embargo, el Arzobispo de Toledo Raimundo de Sauvetat consigue, gracias a su amistad con el Papa Urbano II que no se restituya la Diócesis de Alcalá, y obtiene en 1129 la donación de Alcalá y sus tierras al Arzobispado de Toledo de parte de Alfonso VII.
El Arzobispo Carrillo (1446–1482) reconstruye la iglesia y la eleva a la categoría de Colegiata. En la época del Cardenal Cisneros (1495–1517) se la otorga el título de «Magistral», que obligaba a que sus canónigos fueran doctores en Teología, y se proyecta el actual edificio, construyéndose entre 1497 y 1515 en un estilo gótico isabelino.
En 1904 la Magistral es declarada Monumento Nacional. Durante la Guerra Civil Española el templo es incendiado perdiendo prácticamente todos sus tesoros, salvándose algunas rejas y unas sillas del antiguo coro. En 1991 se restaura la Diócesis de Alcalá y es elevada de nuevo a la categoría de Catedral-Magistral, recuperando aquella diócesis complutense que hubo desde el siglo V hasta el año 1099, y que sigue guardando y honrando con devoción los restos de aquellos niños romanos que ofrecieron su vida por el Señor.
ARQUITECTURA EXTERIOR
El exterior del templo es sencillo y austero. Las paredes están cubiertas por esgrafiados de tipo segoviano. Destacan la portada de la fachada occidental, de estilo gótico florido, en cuyo medallón central se representa a san Ildefonso; y la alta torre, obra de Rodrigo Gil de Hontañón y Rodrigo Argüello, de estilo renacentista, con una altura de 62,05 metros. Remata esta torre un hermoso chapitel con pizarra de indudable estilo herreriano.
La catedral cuenta con un severo claustro del siglo XVII con arquerías entre pilastras. Los suelos aparecen cubiertos por alfombras renacentistas procedentes de conventos alcalaínos. Desde el claustro se accede a la Sala Capitular y a la antigua biblioteca, decorada por Angelo Nardi, ahora Museo Catedralicio que cuenta con el sepulcro del Arzobispo Carrillo.
INTERIOR
El interior del edificio está dividido en tres naves, cubiertas por bóvedas de crucería apoyadas sobre pilares fasciculados. La forma general del edificio se asemeja a la tradicional planta de cruz latina con marcado transepto. El edificio entero sufrió mucho en 1936 durante la Guerra Civil Española, y se perdieron innumerables obras de arte y objetos de gran valor histórico, devocional y sentimental. Actualmente el templo alberga, aparte de sus funciones religiosas, un Centro de Interpretación y el Museo Catedralicio.
NAVE CENTRAL
Alzada sobre las naves laterales, sorprende la falta del retablo mayor, que fue una obra gótica con tablas pintadas alusivas a la Pasión de Cristo. En el presbiterio, se conserva una mesa regalada por el papa Sixto V a Felipe II. El espacio está presidido por la imagen de la llamada Virgen de Cisneros, y cerrado por una excelente reja, una de las que sobrevivieron al incendio de 1936. El ábside posee recios contrafuertes al exterior y una girola en la que se alternan tramos triangulares y rectangulares apoyados en pilastras góticas con cardinas. En la misma girola está la cripta de los santos Justo y Pastor. Allí se conserva una urna, con relieves en plata y oro, obra de los hermanos Zureno (1702), en el que reposan los restos de los santos y la piedra en la que fueron martirizados. Estas reliquias fueron trasladadas a Huesca y posteriormente a Francia durante la invasión musulmana.
NAVE DEL EVANGELIO
Prácticamente no se conserva nada del templo antiguo en esta nave. El espacio se ha destinado a Centro de interpretación de la catedral.
NAVE DE LA EPÍSTOLA
En esta nave se sitúan las capillas más importantes, y la parroquia de San Pedro. Esta última fue construida en 1622; presenta una portada de granito en estilo herreriano y un interior barroco, con cúpula de media naranja.
La capilla de la Virgen del Val alberga la imagen de la patrona de Alcalá. La del Ecce Homo presenta una singular estructura en la techumbre que contrasta con la sencilla entrada en arco de medio punto. En la capilla que lleva su nombre se venera el cuerpo incorrupto de san Diego de Alcalá, que se expone a los fieles cada 13 de noviembre, día de su festividad.
De las once capillas que poseía la catedral originariamente, solo se conservan cinco, y los lados correspondientes a las otras seis están pintados en la pared sugiriendo el espacio faltante.
Tras la elevación del templo a catedral, el interior fue restaurado y renovado. Se efectuaron excavaciones que pusieron de manifiesto enterramientos de los siglos XVI, XVII y XVIII.
En el templo complutense nos pasa a todos desapercibido un pequeño medallón, rehundido, de catorce centímetros de alto por trece de ancho, que está en el primer pilar de la izquierda, según entramos por la puerta principal. Lo protege la reja-cancela, una de las que se salvaron de la barbarie.
Es una pequeña obra de arte, una bella escultura y un “leit-motiv”. Es una cabeza de Cristo, de un Cristo muy siriaco, tanto que, incluso la barba es puntiaguda y el pelo caído sobre el cuello en su parte posterior y comienzo de la espalda, donde se riza más abundantemente, de modo que llega a recordar los perfiles de los arqueros aqueménidas de los palacios persas.
Bajo una ceja muy arqueada se ve una mirada penetrante. La frente es amplia y en el centro del cráneo puede verse una “diadema” que podría indicar la aureola de santidad. La nariz tiende a ser prominente y ligeramente curvada, que podemos tomar como fidelidad del desconocido autor al origen israelita de Jesús. La boca avanza con resolución en un gesto de elocuencia, quizá para darnos idea de que está hablando. Esa resolución se muestra también en el tendón tenso del cuello y en la pronunciada nuez o bocado de Adán.
Por su factura, es algo posterior a la erección del templo, más tardía, por supuesto, que la portada de Antón y Enrique Egas, posterior a las pilastras y arcos de la que es hoy capilla de la Virgen del Val.
Aparte las segundas intenciones de todo artista, cabe pensar que, por la posición y el lugar, más la cruz rehundida también que aparece debajo y el JHS que sobre el pequeño tondo campea, indique que allí se situaba una pila para que los fieles pudiesen tomar agua bendita.