Luis Enjuanes, Mariano Esteban y Vicente Larraga son investigadores del CSIC y todos tienen más de 70 años. Al inicio de la pandemia algunos estaban jubilados o muy cerca de hacerlo. Sin embargo, dieron un paso al frente y lideraron sus laboratorios para desarrollar las vacunas españolas contra la COVID.
Pronto se cumplirán 3 años del inicio de la pandemia de COVID-19 que paralizó a todo el mundo. Este virus se extendió por, prácticamente, la totalidad de los territorios que componen el mapa de nuestro planeta, planteando a las naciones una nueva filosofía para combatir las enfermedades.
Un año después del inicio de la propagación mundial del virus, las empresas comenzaron a distribuir las primeras vacunas. Así, al comienzo de la campaña de vacunación era frecuente comparar con las personas cercanas el tipo de dosis que te habían suministrado, ya fuera AstraZeneca, Moderna, Pfizer… Las cuales sacaron sus vacunas a contrarreloj debido a la urgencia del momento.
En España se empezó a trabajar en el desarrollo de una vacuna nacional tan pronto como se secuenció el COVID-19. Para esta tarea, que recientemente ha comenzado a dar sus frutos con la elaboración de la primera vacuna que protege del daño cerebral causado por el coronavirus, surgieron tres personas que lideraron sus respectivos proyectos. Así, Luis Enjuanes, Mariano Esteban y Vicente Larraga se pusieron al frente de sus laboratorios cuando ya se habían jubilado o estaban a punto de ello.
Esta terna de virólogos del CSIC ha dedicado toda su vida la investigación científica y todos tienen más de 70 años. En los albores de la pandemia y luego en lo más crudo de la misma actuaron en calidad ‘ad honorem’, es decir, sin retribución económica. Gracias a sus décadas de trabajo, España está desarrollando vacunas propias que servirán como dosis de refuerzo a las ya administradas, lo que pone aun más en valor su determinación a pesar de sus edades.
Luis Enjuanes: «Esta experiencia me ha cambiado mucho»
A sus 77 años, el todavía virólogo del CSIC Luis Enjuanes, ha dirigido en los últimos años el desarrollo de un prototipo de vacuna contra la COVID-19 que protegerá contra la infección y la transmisión del virus. En un equipo con 16 personas a su cargo han tratado de elaborar la que podría ser una de las mejores vacunas contra el SARS-CoV-2 por varias razones.
La primera es que el ARN que se inyecta puede multiplicarse por 5.000 veces dentro del organismo. La segunda es que las personas vacunadas no enferman ni tampoco transmiten el virus. La tercera es que su administración podría ser intranasal, brindando mayor protección en las vías respiratorias, pues en palabras de Enjuanes: «Este virus entra prioritariamente en nuestro organismo a través de las vías respiratorias, por eso, si inmunizas esa zona la protección es mayor».
Los plazos para su lanzamiento han sido complicados de definir puesto que es una vacuna totalmente nueva: «No se ha hecho ninguna de este tipo». Eso sí, con experiencias previas positivas en ratones que no se volvieron a infectar.
«Ha afectado mucho a nuestro modo de vida, a la vida familiar y social, al ocio… La gente se va a volver más precavida», aseguró el virólogo a los medios de comunicación del CSIC, por ello indicando que «la vacunación es la única forma frenar la pandemia de forma masiva».
Sobre su experiencia desde el inicio de la pandemia y capitanear un grupo para el desarrollo de una vacuna, todo ello a sus más de 70 años, Enjuanes confesó que le había «cambiado mucho»: «Yo estaba empezando a reducir mi actividad científica, pero para los que somos especialistas en coronavirus resultaba duro abandonar el barco en estas circunstancias. Por eso seguimos trabajando. He extendido mi periodo como ‘ad honorem’ hasta que vea que la situación está encarrilada y que la dirección del laboratorio queda en buenas manos».
Mariano Esteban: «Seguimos en la brecha unos jubilados»
Tan pronto como se descubrió la secuencia genética de este coronavirus a comienzos de 2020, Mariano Esteban decidió volver a la actividad científica e ir a por la vacuna.
«Poco antes de que empezase la crisis sanitaria había decidido ir reduciendo mi laboratorio. Al irrumpir el SARS-CoV-2, me doy cuenta de que necesitaré personal y vuelvo a reclutar a gente con experiencia que había finalizado sus contratos», recordó en una entrevista al CSIC.
«España no puede depender siempre de los demás. Tenemos el conocimiento científico y somos buenos en la parte básica de desarrollo de la vacuna», afirmó este virólogo que, recientemente, acaba de publicar un estudio en el que demuestra que el SARS-CoV-2 infecta y daña neuronas en distintas regiones del cerebro, y que esos daños son «evitados completamente» por la vacuna contra el covid desarrollada por el CNB-CSIC.
«Es importante que haya varias vacunas y que las españolas estén ahí para contribuir al control de la pandemia. Por eso seguimos en la brecha unos jubilados. Y muy satisfechos ¿eh? Mis colegas Luis Enjuanes y Vicente Larraga, y yo mismo, estamos totalmente volcados en esto», declaró sobre la importante labor que hacen.
Vicente Larraga: «Hemos visto la dificultad de la vida en la calle y estamos más endurecidos»
Vicente Larraga es un parasitólogo que trabaja en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas y es junto a sus colegas anteriores, el otro investigador de más de 70 años que sigue al pie del cañón: «Hay que seguir fabricando vacunas y es tan importante que tengamos nuestra propia capacidad para hacerlas», dijo a los medios del CSIC.
La vacuna en la que trabajan presenta varias características diferentes a las demás, ya que al ser sintética es más adaptable, además de resistir a temperatura ambiente.
«Sí pienso que una gran parte de la población se ha dado cuenta de nuestra importancia», señaló. «Confío más en que la sociedad vea la necesidad de la investigación y que eso a largo plazo influya en la clase política», deseó el investigador.
Sobre la presión que han sufrido sus compañeros anteriormente mencionados, Larraga lanzó esta valiosa reflexión: «Somos mayores, niños de la posguerra. España era muy diferente en los años 50, era otro mundo, y la presión era algo constante. En aquella España millones de personas tenían que luchar a diario para sobrevivir. Quiero decir que nosotros hemos visto la dificultad de la vida en la calle y creo que mentalmente estamos más endurecidos. Tenemos interiorizada la idea de apretarse el cinturón y tirar para adelante».
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