PAPA FRANCISCO. ÁNGELUS. Domingo XIII de tiempo ordinario

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de hoy (cf. Lc 9, 51-62), san Lucas comienza el relato del último viaje de Jesús a Jerusalén, que terminará en el capítulo 19. Es una larga marcha no sólo geográfica sino espiritual y teológica hacia el cumplimiento de la misión del Mesías. La decisión de Jesús es radical y total, y los que le siguen están llamados a medirse con ella. El evangelista nos presenta hoy a tres personajes ―tres casos de vocación, podríamos decir― que ponen de relieve lo que se pide a quien quiere seguir a Jesús hasta el final, totalmente.

El primer personaje le promete: «Te seguiré adondequiera que vayas» (v. 57). ¡Generoso! Pero Jesús responde que el Hijo del Hombre, a diferencia de los zorros que tienen guaridas y los pájaros que tienen nidos, «no tiene donde reclinar la cabeza» (v. 58). La pobreza absoluta de Jesús. Jesús, en efecto, ha dejado la casa de su padre y renunciado a toda seguridad para anunciar el Reino de Dios a las ovejas perdidas de su pueblo. Así, Jesús nos indica a nosotros, sus discípulos, que nuestra misión en el mundo no puede ser estática, sino que es itinerante. El cristiano es un itinerante. La Iglesia por su naturaleza está en movimiento, no es sedentaria y no se queda tranquila en su propio recinto. Está abierta a los horizontes más amplios, enviada ―¡la Iglesia es enviada!― a llevar el Evangelio a los caminos y llegar a las periferias humanas y existenciales. Este es el primer personaje.

El segundo personaje con el que Jesús se encuentra recibe la llamada directamente de Él, pero responde: «Señor, déjame que vaya primero a enterrar a mi padre» (v. 59). Es una petición legítima, basada en el mandamiento de honrar al padre y a la madre (cf. Ex 20,12). Sin embargo, Jesús contesta: «Deja que los muertos entierren a sus muertos» (v. 60). Con estas palabras, deliberadamente provocadoras, tiene la intención de reafirmar la primacía del seguimiento y la proclamación del Reino de Dios, incluso por encima de las realidades más importantes, como la familia. La urgencia de comunicar el Evangelio, que rompe la cadena de la muerte e inaugura la vida eterna, no admite retrasos, sino que requiere inmediatez y disponibilidad. Por lo tanto, la Iglesia es itinerante, y aquí la Iglesia es decidida, actúa con prontitud, en el momento, sin esperar.

HOY VISITAMOS: COLEGIATA SANTA MARIA LA REAL DE CALATAYUD

Reconquistada Calatayud por el rey Alfonso I el Batallador el día de San Juan de 1120, la mezquita mayor de la ciudad fue convertida, según la tradición, en iglesia bajo la advocación de la Virgen María en su misterio de la Asunción.

Se cree fundación de Alfonso I y enseguida se convirtió en parroquia Mayor e iglesia de la Nobleza.

Se desconoce la fecha en que dicha iglesia fue elevada a la dignidad de Colegiata, aunque no sería inverosímil pensar que ya lo fuese en tiempo de Alfonso I. La colegiata fue escenario de los primeras Cortes de Calatayud en tiempo del rey Pedro IV, jurando en ella los fueros de la ciudad el emperador Carlos y el rey Felipe III.

En 1391, Juan I ofrece tratar con la santa sede para transformar la colegiata en iglesia catedral, Esta dignidad nunca se consiguió, pero los sucesivos de intentos hablan claro de la preeminencia del templo.

De la fábrica mudéjar original se conserva el claustro, la torre y el ábside.

En el S. XVI se realizan una serie de obras destacando la magnífica portada, realizada en alabastro del vecino Fuentes de Jiloca y  tallada por los maestros Juan de Talavera y Esteban de Obray.

Entre los S.XVII y S.XVIII se realizan otras obras, posiblemente relacionadas con la idea de conseguir  que fuese elevado a la dignidad catedralicia, que le dan la fisonomía actual. Por  Real Orden de 1884 fue declarada Monumento Nacional, ordenando la restauración de la portada, que se cerró con una verja.

En 2010 una pieza de un arco cayó, revelando que se hacía necesaria y urgente acometer la restauración.

Después de muchos años de profunda rehabilitación durante doce años, el pasado mes de mayo se reabría al público y al culto este precioso templo. Declarado Patrimonio Mundial de la Unesco por las partes de la fábrica mudéjar, que se conservan: el claustro, la torre y el ábside.

Noticias diocesanas: Clausura de Curso en la Diócesis de Tarazona

El pasado miércoles 8 de junio, se reunieron representantes de los distintos grupos de Vida Ascendente de nuestra Diócesis, para celebrar el fin de curso.

Aunque ha sido un curso aún algo extraño,  damos gracias a Dios por todo lo vivido y confiamos en que Él nos vaya devolviendo poco a poco a la tan deseada normalidad.

Durante esta jornada de convivencia visitamos la recién inaugurada Colegiata de Santa María de Calatayud, hemos celebrado la Eucaristía en la Parroquia de San Juan el Real, siendo presididos por su párroco D. Justo José Sánchez Muelas y a continuación hemos visitado la Basílica del Santo Sepulcro de la misma ciudad de Calatayud.

Finalmente hemos compartido la mesa antes de volver cada uno a nuestro lugar de origen.

José Manuel Vargas Puga

Consiliario diocesano de Vida Ascendente

El Inmaculado Corazón de María

María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala  su Inmaculado Corazón. Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.

La Fiesta del Inmaculado Corazón de Maria, se celebra el sábado siguiente  al  segundo domingo de Pentecostés,  nos remite de manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad…

La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre.

Por ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María. Esto se hace evidente en la liturgia, al celebrar ambas fiestas de manera consecutiva, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo del Corpus Christi.

Santa María, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su amor maternal, a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado Corazón que nos ayude a conformarnos con su Hijo Jesús.

Venerar su Inmaculado Corazón significa, pues, no sólo reverenciar el corazón físico sino también su persona como fuente y fundamento de todas sus virtudes. Veneramos expresamente su Corazón como símbolo de su amor a Dios y a los demás.

El Corazón de Nuestra Madre nos muestra claramente la respuesta a los impulsos de sus dinamismos fundamentales, percibidos, por su profunda pureza, en el auténtico sentido. Al escoger los caminos concretos entre la variedad de las posibilidades, que como a toda persona se le ofrece, María, preservada de toda mancha por la gracia, responde ejemplar y rectamente a la dirección de tales dinamismos, precisamente según la orientación en ellos impresa por el Plan de Dios.

Ella, quien atesoraba y meditaba todos los signos de Dios en su Corazón, nos llama a esforzarnos por conocer nuestro propio corazón, es decir la realidad profunda de nuestro ser, aquel misterioso núcleo donde encontramos la huella divina que exige el encuentro pleno con Dios Amor.

Historia de la Devoción

La historia de la devoción del Inmaculado Corazón se inicia en el siglo XVII, como consecuencia del movimiento espiritual que procedía de San Juan Eudes.

Más adelante, en diciembre del año 1925 la Virgen Santísima se le apareció a Lucía Martos, vidente de Fátima, y le prometió asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos, se confesasen, recibieran la Sagrada Comunión, rezasen una tercera parte del Rosario, con la intención de darle reparación.

En la tercera aparición de Fátima, Nuestra Madre le dijo a Lucía: “Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado. Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra…. Quiero que se consagre el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado de cada mes…. Si se cumplen mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz…. Al final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz.”

En un diálogo entre Lucía y Jacinta, ella, de diez años, dijo a Lucía: “A mí me queda poco tiempo para ir al Cielo, pero tú te vas a quedar aquí abajo para dar a conocer al mundo que nuestro Señor desea que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María”.

“Diles a todos que pidan esta gracia por medio de ella y que el Corazón de Jesús desea ser venerado juntamente con el Corazón de su Madre. Insísteles en que pidan la paz por medio del Inmaculado Corazón de María, pues el Señor ha puesto en sus manos la paz del mundo.”

El Papa Pío XII, el 31 de Octubre de 1942, al clausurarse la solemne celebración en honor de las Apariciones de Fátima, conforme al mensaje de éstas, consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María.

Asimismo, el 4 de mayo de 1944 el Santo Padre instituyó la fiesta del Inmaculado Corazón de María, que comenzó a celebrarse el 22 de Agosto. Ahora tiene lugar el sábado siguiente al Segundo Domingo de Pentecostés.

El Inmaculado Corazón de Maria en la Enciclopedia Católica

La gracia de la Inmaculada Concepción significa “plenitud de Redención en aquella que debía acoger al Redendor”, o en otros términos, plenitud inicial de amor infuso y habitual (no necesariamente actual) creado en aquella que debía acoger al Amor increado.

Desde el primer instante de su existencia terrestre, el Corazón de María, preservado de todos los gérmenes de odio demoníaco o de rebelión, fue invadido por el don infuso del amor sobrenatural, de una caridad tal que su imaginación y su sensibilidad le fueron perfectamente sumisas, y que su primer acto de libertad, opción decisiva respecto del fin último,  fue un acto de puro amor y de perfecto consentimiento a la gracia que obraba en ella.

En este amor creado vivían las Tres personas divinas por la gracia santificante poseída a un punto tal que, considerando el dinamismo de toda la primera gracia recibida por María, Pío XII dijo con razón:

“La santidad del Hijo excedía y sobrepasaba inconcebiblemente la santidad de la Madre; pero el aumento de su santidad (la de María) sobrepasa tan de lejos toda otra santidad creada, que se esconde en inaccesibles cumbres de esplendor delante de las miradas deslumbradas de los santos y de los ángeles”

Inmaculada para la Iglesia ¿No es precisamente para que la Iglesia de los santos y de los ángeles fuese inmaculada en el amor que el Corazón de María fue concebido sin la mancha del pecado original por Joaquín y Ana? ¿No esto lo mismo que se concluye del magisterio pontificio de san Pío X?:

“Si la Virgen fue liberada del pecado original fue porque ella debía ser la Madre de Cristo: ahora bien; ella fue Madre de Cristo con el fin de que nuestras almas pudiesen revivir a la esperanza de los bienes eternos”.

Dicho de otra manera, para que la Iglesia celeste fuese final y perfectamente inmaculada en el amor, María su miembro principal, su Corazón y su Madre, fue concebida inicialmente inmaculada y llena de una caridad sin tacha, sin ninguna vuelta de amor a sí mismo.

El texto de san Pío X dice, con toda la claridad deseada, que el privilegio de la Inmaculada Concepción está ordenado a la misión de María en la economía de la Redención; y podría haberse dicho esto mismo respecto de todos sus otros privilegios. Desde su primer instante, el Corazón de María es, en el plan divino, Corazón de la Iglesia. María es Madre de Dios e Inmaculada para poder ser Madre de la Iglesia.

Por eso, cuando la Iglesia rinde un culto hiperdúlico al Corazón de su Madre, venera el amor infuso y habitual, tal vez inconsciente, pero muy real del que es objeto por parte de María, desde el primer latido de su Corazón Inmaculado; no menos que el primer acto consciente de libertad de este Corazón respecto de su Creador y de todo el pueblo de Dios.

Este primer acto de libertad fue – privilegio de María – un acto de puro amor que abarcó con una sola mirada amante el Amor increado y todas las criaturas queridas por él. Un acto de oblación incondicional a los designios de Dios. Honrando este acto suscitado y obtenido por la gracia divina, formado por la caridad infusa y creada, que el Espíritu Santo derrama en los corazones, la Iglesia honra el acto que siendo su lejano origen creado, es al mismo tiempo el perfecto modelo de su ofrenda a Jesucristo.

Por lo tanto, no es solamente el amor actual y presente del Corazón resucitado de la Virgen, asumida en la gloria de su Hijo, el que venera la Iglesia; venera también el amor pasado, desde su primera entrega que se volvería intangible; un amor que tendía, desde entonces, a la Iglesia que hoy la honra; un amor integralmente humano, a la vez que puramente espiritual de una parte y sensible y corporal de otra. El amor de la más pura de las almas inmortales, unida a un cuerpo mortal. Un amor redimido, radicalmente preservado de todo egoísmo y de toda posibilidad de transformarse en odio, por el triple amor (divino, espiritual y sensible) de su Creador y Redentor, Jesús.

No solamente el Corazón de María, también su ardiente caridad estuvo, inclusive desde entonces, orientado hacia el futuro Corazón de Jesús, “manantial de vida eterna” (Jn 4,14); es un fruto anticipado de la Pasión y de la muerte del Corazón de Jesús. El culto de la Iglesia respecto del Corazón de su Madre tiene por último fin el Corazón de su Esposo y Predestinador.

En el amor predestinado de María, la Iglesia encuentra el signo personal más elocuente del amor del Verbo predestinador para consigo. ¡Cómo no decir con San Juan Damasceno!:

“En la presciencia de tu dignidad, el Dios del universo te amaba; como te amaba te predestinó, y en los últimos tiempos te llamó a la existencia y te estableció madre, para engendrar un Dios y nutrir su propio Hijo y su Verbo (…) Divino y viviente obra maestra, en el cual Dios se complació, cuyo espíritu es gobernado por Dios y se encuentra atento solamente a Dios; en él todo deseo se encamina a lo único deseable y amable; que sólo tiene cólera contra el pecado y contra su progenitor. Tendrás una vida superior a la naturaleza. Porque tú no la tendrás sólo por ti; ya que no fue por ti solamente por quien naciste. Lo harás, también, por Dios: por Él viniste a la vida; por El servirás a la salvación universal, para que el antiguo designio de Dios – la Encarnación del Verbo y nuestra divinización – por ti se cumpla …Corazón puro y sin mancha, que contempla y desea al Dios sin mancha”.

No se podría subrayar suficientemente la profundidad de la formulación del Damasceno. En el progreso de su santidad, el Corazón de María refleja al Dios inmaculado que ve: “Bienaventurados los corazones puros, porque verán a Dios”. A esta pureza del Corazón de María pertenece la cólera, formada por la caridad divina, contra el pecado y contra el demonio que lo genera. Cuando la Iglesia venera al Corazón Inmaculado de María, venera, también este caritativo aborrecimiento, amado e imitado por ella.

EL SAGRADO CORAZON DE JESUS

La Fiesta del Sagrado Corazón (o Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús) es una solemnidad del calendario litúrgico de la Iglesia Católica Romana que ocurre el viernes posterior al segundo Domingo de Pentecostés.

El Sagrado Corazón es la devoción al corazón físico de Jesucristo como un símbolo de amor divino. Es una metáfora del amor de Jesús por la humanidad.

El Sagrado Corazón se representa en el arte cristiano como un corazón en llamas que brilla con la luz divina. Está herido y rodeado de espinas. A veces esta imagen se muestra en la figura de Jesús. La imagen alude a la muerte de Jesús y el fuego representa el poder de transformación del amor divino.

La imagen del Sagrado Corazón es parte de la devoción al corazón humano de Jesús y con frecuencia se encuentra en las casas de los creyentes en un lugar de honor.

Las visiones de Santa Margarita María de Alacoque

El 16 de junio de 1675, Santa Margarita María de Alacoque tuvo una visión de Jesús en la que él le mostró su corazón rodeado de llamas de amor, coronado de espinas y con una herida abierta. De la herida brotaba sangre y del interior del corazón salía una cruz.

Santa Margarita María de Alacoque aprendió la devoción al Sagrado Corazón entre 1673 y  1675, cuando recibió varias visiones de Jesús.

Jesús le dijo a Santa Margarita María de Alacoque que quienes oraran con devoción al Sagrado Corazón, recibirían muchas gracias, llamadas las promesas del Sagrado Corazón de Jesús.

Promesas del Sagrado Corazón de Jesús

En mayo de 1673, el Corazón de Jesús le dio a Santa Margarita María para aquellas almas devotas a su Corazón las siguientes promesas:

    Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.

    Les daré paz a sus familias.

    Las consolaré en todas sus penas.

    Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.

    Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.

    Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.

    Las almas tibias se volverán fervorosas.

    Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.

    Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.

    Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.

    Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.

    Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.

A esta última promesa se le atribuye la costumbre católica de ir a misa y recibir la comunión los viernes.

Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús se reciben por medio de la oración al Sagrado Corazón.

EL SANTO DE LA SEMANA; SANTO TOMAS MORO

En la historia del pensamiento, existen pocas personalidades tan ricas y complejas como la de Santo Tomás Moro.

Sus biógrafos coinciden en destacar que fue «un excelso humanista, un juez recto y prestigioso, embajador, consejero y Canciller eximio de Inglaterra, el mejor de los amigos y modelo de padre y esposo».

Luis Vives destacó su «agudeza de ingenio, profundidad de juicio, la excelencia y variedad de su erudición, la elocuencia de su discurso, la integridad de su conducta, su sana intuición, su eficacia, la suavidad de su modestia, su rectitud y su inquebrantable lealtad».

La Iglesia Católica lo hizo santo en 1935. Lo conmemoramos el día 22 de junio.

Nace el 6 o el 7 de Febrero de 1478 en Londres; hijo de Juan Moro, abogado, juez y caballero que influyó decisivamente en su vocación jurídica. En Oxford, de los 14 a los 16 años estudia literatura y filosofía, se enamora de los estudios humanistas, y vive la austeridad, rayando en la pobreza, impuesta por su padre, como una forma de educación.  Estudia derecho y reside en la hospedería de un  Monasterio Cartujo. Fue miembro del Parlamento y se opuso a la petición de contribuciones al reino que Enrique VII planteó,  lo que le supuso la enemistad con el rey.

Fallecido Enrique VII es Consejero del Rey Enrique VIII, quien le nombra Caballero, al igual que lo fuera su padre participando activamente en la política interior y exterior del Reino.

A partir de 1529 Tomás Moro alcanza su más alta cumbre política es nombrado Canciller, y se le presenta un asunto difícil de resolver. En esencia eran dos cuestiones. Primera, cuando Ana Bolena, amante del Rey, queda embarazada, éste decide apartarse de su esposa legítima Catalina, hija de los Reyes Católicos, aduciendo que la dispensa que se había otorgado para el matrimonio entre Enrique VIII y Catalina era nula, y por ello también el matrimonio, porque Catalina había estado casada con el hermano mayor de Enrique, el Príncipe Arturo. Y segunda, como la Santa Sede se opuso a declarar nula la dispensa, Enrique VIII, con el consentimiento del Parlamento, se erige en Jefe de la Iglesia de Inglaterra con potestad normativa en materias eclesiásticas. Tomás Moro no pudo en conciencia aceptar esta situación y renunció al cargo de Canciller en 1532.

A partir de este momento comienza su calvario. Es recluido en la Torre de Londres en 1534, por traición, al no querer reconocer en el Rey la condición de Jefe de la Iglesias de Inglaterra. Durante los quince meses de prisión soportó extremas condiciones materiales; las presiones de familiares, especialmente de su mujer, y de amigos, para que cediera en su posición; y la certeza de que esa posición y la crueldad de Enrique VIII le llevarían a la muerte. Fue decapitado el 6 de julio de 1535.

Tomás Moro reunió las condiciones humanas que hicieron de él un modelo o prototipo de humanista cristiano. Comparable a los humanistas del Renacimiento, reflejó en sus obras una profunda preocupación por la persona humana y al mismo tiempo un hondo conocimiento del legado cultural greco-romano.

Entre tales condiciones humanas, podemos destacar las siguientes:

– La investidura intelectual. Tomás Moro fue, ante todo, un hombre culto, como lo eran los humanistas de su tiempo, y con una cultura universal que abarcaba casi todas las áreas del saber. Esta investidura le venía de sus estudios, lecturas y formación, y en ellas basó el don de la ironía, que aplico y utilizó, incluso, en las circunstancias más trágicas.

– El humanismo. Tomás Moro defendía un humanismo caracterizado por la preocupación por el hombre integral y por su alma trascendente, por el sentido de la amistad, por el profundo conocimiento del legado greco-romano, por su permanente deseo de ser mejor, y por el cultivo de las virtudes tanto humanas como sobrenaturales.

– La utopía. Tomás Moro utilizó esta técnica para describir una organización social y política ideal, fruto de su imaginación, que tenía visos de irrealizable pero que contenía una crítica de la situación existente en su época. Ser utópico no es soñar lo imposible o lo inasequible, sino soñar lo que es difícil. Por primera vez en la historia del pensamiento abordó el tema de la igualdad.

– Competencia profesional. Como jurista, parlamentario (“speaker” en la Cámara de los Comunes), decano universitario, embajador y Canciller de Inglaterra (primer ministro), Tomás Moro demostró su preparación y competencia profesional.. Supo hacer compatible un espíritu contemplativo, que experimentó directa y personalmente en la hospedería de un Monasterio cartujo, con el ejercicio de su profesión y la defensa de sus deberes cívicos, demostrando que ello no era contrario al desprendimiento espiritual del cristiano

– Sentido de la familia. Consta que Tomás Moro en sus dos matrimonios fue un marido y un padre excepcionalmente afectuoso y preocupado por los estudios de humanidades de su mujer e hijos. Las “Cartas desde la Torre” a su hija Maggie lo acreditan.

– Sentido de la amistad. La consideraba como una rara felicidad que resistía los vientos contrarios de la fortuna, como un regalo noble y augusto que procede de la benevolencia de Dios. Mantuvo relaciones de amistad con los protagonistas de la cultura del Renacimiento, especialmente con Erasmo de Rotterdam.

– Sentido de la lealtad. Tomás Moro cultivó esta virtud respecto de la fe cristiana hasta el punto de llevarlo al martirio. Pero además fue leal a la Corona que sirvió, lo que no le impidió mantener su posición contraria al Rey Enrique VIII, sabiendo que ello le llevaría a caer en desgracia y a la muerte.

Las cualidades que hemos destacado de Tomás Moro, justifican plenamente que le consideremos el primero de los humanistas.

El Papa Juan Pablo II lo proclamó Patrono de los gobernantes y los políticos, a petición de Jefes de Estado y de Gobierno, Conferencias Episcopales, Obispos, numerosas instituciones de diversa orientación política, cultural o religiosa, porque de la figura de Tomás Moro emana un mensaje de inalienable dignidad de la conciencia, de primacía de la verdad sobre el poder, de coherencia moral y de una política que tenga como fin el servicio a la persona, virtudes todas ellas propias del auténtico humanista.

Tomás Moro enseñó que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes, y desde este imperativo moral gestionó las controversias sociales, tuteló y defendió con gran empaño a la familia, promovió al educación integral de la juventud, y mantuvo un profundo desprendimiento de honores y riquezas, una humildad serena y jovial, un equilibrado conocimiento de la naturaleza humana, el buen humor y la ironía, y una seguridad en sus juicios y convicciones basado en la fe.

Tomás Moro ilustró con claridad una verdadera ética política, defendiendo a la Iglesia de las indebidas injerencias del Estado, y dando primacía a la libertad de conciencia de la persona frente al poder público.

Desde el ejercicio profesional se lanzó al desempeño de cargos públicos, como tantos Abogados. Y en ambas actividades nos lega una idea plena de actualidad: «el Cristianismo no es solo afán del espíritu, sino labor integral del hombre, en cuerpo y alma, y ha de empapar, por tanto, sus devociones, la vida de familia, los ocios y el trabajo cotidiano«.

Parece que se especializó en asuntos mercantiles y comerciales, navieros, importación y exportación. Sus biógrafos destacan algunos detalles del modo en que ejercía su profesión de Abogado: así aconsejando al cliente que desistiera de reclamaciones sin fundamento, o promoviendo acuerdos privados entre las partes.

Entre las funciones del Lord Canciller figuraban las de resolver peticiones dirigidas a la Corona; y así mismo las de ejercer un poder discrecional y moderador respecto de los demás Tribunales del Reino. Consta igualmente que en la aplicación del Derecho al caso concreto, Moro se inspiraba en criterios de equidad y en los Principios Generales del Derecho, superando la rigidez del Derecho inglés aplicado conforme a costumbres y normas medievales.

Se conocen intervenciones legales de Tomás Moro en temas concretos. Así, en el caso del embargo de un navío de los Estados Pontificios que atracó en el puerto de Southampton, o anécdotas atribuidas a Moro, como el caso en que dos mujeres se disputaban la propiedad de un perro, y que resolvió poniendo al perro entre ellas, haciendo que le llamasen, y entregándole a aquella con la que se fue el perro.

Pero sin duda alguna, el pleito más importante de su vida fue el defenderse de la acusación de traición.

El Parlamento aprobó el «Acta de Sucesión», por la que la Iglesia de Inglaterra se independizaba de Roma y se reconocía a los herederos de Ana Bolena como sucesores de la Corona, de manera que se negaba a Catalina su condición de Reina. El Preámbulo del Acta proclamaba la invalidez del matrimonio con Catalina y en consecuencia negaba la supremacía espiritual del Papa. Era obligatorio para los ciudadanos el jurar acatamiento a esta Ley, y Moro lo rechazó por razones espirituales (Supremacía del Papa), no por razones políticas (herederos de la Corona).

Posteriormente el Parlamento aprueba el «Acta de Traición», en la que se calificaba como traidor a quien privase maliciosamente al Rey, la Reina o sus herederos de sus títulos y dignidades, así como a quien calificase al Rey de hereje, cismático, tirano o infiel.

La negativa de Tomás Moro a jurar estas Leyes le llevó a juicio ante el Consejo Real. A la primera acusación contesta que su resistencia no es «maliciosa» (por tanto no se producen las condiciones del tipo penal), sino «en conciencia». A la segunda acusación, sobre privación del título y dignidad real, contesta que para ello son necesarias actuaciones positivas, y él se ha limitado a guardar silencio, no habiendo dicho ni hecho nada. Aduce además que de acuerdo con el Derecho común «el que calla, otorga».

Y cuando se pronuncia la sentencia de muerte Tomás Moro pide ejercer el derecho de última palabra, y argumenta: la Ley de Sucesión repugna a la Ley de Dios y de su Iglesia al negar la supremacía del Papa, por lo que no puede servir para acusar a ningún cristiano; Inglaterra no era más que un miembro de la Iglesia y no podía dictar leyes contra su universalidad; aunque los Obispos y Universidades de Inglaterra estuviesen contra la posición de Moro, los Obispos y las Universidades del resto del mundo cristiano estaban a su favor. Era consciente que el Tribunal buscaba su muerte no solo por la cuestión de la Supremacía, sino por no querer condescender en el asunto del matrimonio de Enrique VIII.

En resumen, Tomás Moro ostentó una serie de cualidades que, sorprendentemente, tienen plena vigencia en el mundo de hoy: rigor intelectual y competencia profesional, una fe a prueba de martirio, cultura y amor por los suyos.

La obra de Tomás Moro es muy copiosa, pero toda ella referida al humanismo y no al Derecho como se dijo. Es obra en prosa, obra poética, gran número de cartas, así como cursos o conferencias impartidas.

Entre 1498 y 1505 publica «Nueve rimas para las tapicerías de la casa de Sir Juan Moro«, «Endechas a la muerte de la Reina Isabel«; «El libro de la Fortuna«, donde recoge sus temores a las represalias de Enrique VII; «Sainete de cómo un oficial de Justicia tuvo que hacer de fraile«.

En 1506, traduce junto a Erasmo los «Diálogos de Luciano» y la «Vida de Pico de la Mirándola«. En «Epigramas» recoge sus meditaciones sobre la muerte y el desengaño de la existencia, la libertad política de los ciudadanos y la fortuna y azares de la vida. Y en la «Historia de Ricardo III«, recuerda las trágicas circunstancias conocidas en su niñez.

Impartió Conferencias sobre San Agustín y su «De civitate Dei» en Londres, y Cursos en el Lincoln ‘s Inn sobre materias jurídicas en 1511 y 1515. Antes, a la muerte de Enrique VII, escribe «Odas y poemas a Enrique VIII» a la coronación del nuevo Rey y a su boda con Catalina.

En 1515 escribió «Utopía» entre Flandes y Londres, su obra más famosa, nombre de una isla imaginaria, que desde entonces se hace concepto, y en el que reflexiona sobre muy diversos problemas sociales.  “Utopía”, que significa etimológicamente un lugar que no es (del griego “ou”=no y “topos”=lugar), lo que no está en ningún lugar. Se trata de un género literario en el que a través de una representación, más o menos, imaginaria de lo que no es, se describe lo que debería ser, o como se quisiera que fuese la realidad. La obra no contiene un programa social, sino una serie de principios basados en la razón sana y en las leyes de la naturaleza en perfecta armonía, para que, mediante un juego de alusiones, señalar los males que afligen a la sociedad y los criterios que se debería aplicar para resolverlos.

Tomás Moro luchó decididamente contra la herejía Luterana. «Réplica a Martín Lutero«, «Diálogo a cerca de las herejías«, «Escritos contra las herejías«, «Refutación de la respuesta de Tyndale» y «Apología«, están en esta línea. De tema religioso son «Los novísimos» en el que pasa revista a estos aplicándolas a cada uno de los siete pecados capitales; la «Súplica de las almas«, para contestar el libro de Simon Fisher «Súplica de los mendigos», escrito contra el clero; «Debelación de Salem y Bizancio» y «Respuesta a la primera parte del venenoso libro que un hereje anónimo ha titulado «La Cena del Señor«, en defensa de la eucaristía.

Ya en la cárcel, Moro escribe «Diálogo del consuelo en la tribulación«, sobre la invasión turca de Hungría y el peligro de la Cristiandad, y sobre la forma de vivir con Cristo en tiempos de persecución; «Tratado sobre la pasión de Cristo«, «Expositio Passionis«, y “Cartas desde la Torre”.

 Llamamos la atención sobre cómo interpreta Tomás Moro las Sagradas Escrituras, utilizando sus experiencias jurídicas. Así por ejemplo, cuando el Evangelista Mateo relata, «marchó a la otra parte del torrente Cedrón, a un huerto llamado Getsemaní«, la mención de dos lugares, Cedrón y Getsemaní dice Moro, no es vana, porque Cedrón significa tristeza, y Getsemaní, valle fértil.

Catequesis sobre la vejez 14. La Suegra de Pedro, el servicio gozoso de la fe que se aprende en la gratitud

En su audiencia del día 15 de Junio el Santo  nos ponía como ejemplo  a la Suegra de Pedro. Cuyo relato nos ayuda a reflexionar sobre la ancianidad, es  el relato de la curación de una mujer enferma que recibe la visita de Jesús, y su vida cambia.

En este breve pasaje evangélico encontramos varias enseñanzas. Vemos, en primer lugar, que Jesús no va solo, sino acompañado de sus discípulos.

Esto nos recuerda que son los miembros de la comunidad cristiana —familiares, amigos— quienes visitan, consuelan y ayudan a las personas mayores que atraviesan momentos de dificultad.

También son significativos los gestos que realiza Jesús y la actitud de esta mujer. Jesús se acerca a ella, la toma de la mano y hace que se levante, con delicadeza y ternura.

Inclinándose ante quien lo necesita, Jesús revela su sensibilidad por los que sufren y anuncia la salvación. La suegra de Pedro, al verse curada, responde con gratitud y espíritu de servicio. Podemos decir que agradece los dones que ha recibido de Dios con fe y alegría, a través de obras concretas.

Texto íntegro en:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20220615-udienza-generale.html

Lo escrito, escrito está

Juan Pedro Rivero González es Delegado diocesano de Cáritas Tenerife

“Lo escrito, escrito está”. Así sentenció Pilato a quienes le pidieron que cambiara el rótulo que había puesto sobre la cruz de Jesús. El valor del dato escrito, firmado y sellado, aparecerá muy posteriormente en la historia. Porque el valor del pacto verbal era el supuesto fundamental de cualquier contrato entre personas. No existía registro de propiedades ni medidas de las tierras. Se sabía lo que las partes habían dicho y eso bastaba para que se respetara cualquier acuerdo.

Las garantías sociales que devienen de los registros escritos vinieron a sumar. Primero al contemplar el sello de los nobles en salvoconductos y documentaciones, luego en decretos y expedientes, hasta que los registros de propiedades y civiles fueron dando rostro a lo que hoy consideramos como garantía de propiedad y soporte escrito de cualquier contrato, siempre ante alguien que garantice notarialmente su verdad.

A pesar de ello, no debemos olvidar el valor de la palabra. No todo queda por escrito. Y lo que digo sigue siendo expresión de mi compromiso con la verdad. Hay una nobleza y lealtad que no debe delegarse exclusivamente al escrito notarial. No me imagino a las parejas que comienzan a salir y se comprometen mutuamente llevar ante notario su decisión. El valor de la palabra es ya suficiente. No imagino -aunque todo se andará- que un taxista te cobre por adelantado porque no se fía de que le pagarás al final, o que el cliente le pida un documento escrito y firmado de que le llevará a su destino antes de que arranque el coche. Hay un marco de confianza que sigue siendo espacio de nobleza y lealtad mutua que construye nuestra convivencia social.

Pero ahí yace el problema. En los niveles de la confianza. Esa virtud que genera convivencia tranquila y que, una vez que se pierde, se reconstruye con no poca dificultad. Dicen que “la confianza es la creencia, esperanza y fe persistente que alguien tiene, referente a otra persona, entidad o grupo en que será idóneo para actuar de forma apropiada en una situación o circunstancia determinada”. Si matamos la confianza, morirá la convivencia.

Las personas son siempre dignas. Dignas de ser personas y sujeto de derechos. Pero para ser, además, dignas de confianza, hace falta la nobleza de ser fieles a la palabra dada y responder a las expectativas creadas en los demás. Ser responsables de lo que se ha dicho o prometido. Si esto no se diera, aún siguiendo siendo dignas, dejarían de vestir la extraordinaria capa de la confianza. Y si una persona ya no es dina de confianza se ha apagado la luz de su bondad.

No nos podemos acostumbrar a la mentira, a la media verdad, al electoralismo en el discurso. O se es digno de confianza, o apaga y vámonos. No nos podemos contentar con la apelación de Pilatos, porque también lo dicho dicho está.

Redescubrir la vida de la mano de los nietos

Cuando termina nuestra labor de padres, pronto surge una nueva vida. Podemos estar ahí, con nuestro apoyo y experiencia, disfrutando de una segunda oportunidad para volver a empezar; esta vez, con una ilusión diferente y con una expectativa futura llena de ilusión y esperanza.

María fue abuela hace cinco años. Nos contó cómo disfrutaba de cada paso en la evolución de su nieta y que no recordaba haber tenido las mismas sensaciones cuando fue madre. Se queda al cuidado de su nieta de vez en cuando y se ha propuesto ir con ella a todas las actividades interesantes que hay en la ciudad. Visitar el zoológico, el parque de atracciones, el museo de la ciencia, y hasta ir a ver trenes en la estación, se ha convertido en un objetivo, cosa que no haría en absoluto si no fuera por ella. Cuando vuelve a casa, se encuentra muy animada, con energía porque su nieta le contagia la alegría de descubrir la vida.

Joaquina comenta: «Jamás pensé que fuera tan divertido, es como un renacer, es observar el mundo con la inocencia y la espontaneidad que me regala mi nieta con sus puntos de vista tan auténticos, tan frescos». Cuando habla de ella, siempre tiene una sonrisa y muchas ganas de seguir viviendo.

Nos llenan de fuerza e ilusión

«Cuando supe que tenía cáncer, me armé de valor. Sabía que me enfrentaba a una enfermedad muy seria, pero lo que más deseaba en esos momentos era llegar al nacimiento de mi nieto. Todos los días, durante mi tratamiento, me decía a mí mismo: ‘Tienes que superar esto, tienes que conocer a tu nieto’. Cuando Jorge vino a este mundo pensé que ya había conseguido lo más importante, pero mi esperanza se fue proyectando hacia el futuro y me imaginaba paseando con él, que le llevaba al fútbol, a la playa, y un sinfín de imágenes positivas se apoderaban de mí, dándome ilusión para seguir adelante. Hoy mi nieto tiene tres años y los médicos creen que he superado lo peor. Lo increíble es que me siento como un roble y feliz con mi familia, pero con mi nieto me río mucho, ya que con poco más de tres años me dice: ‘Abuelo, cuando yo sea mayor, quiero mandar mucho’, y a mí se me cae la baba» (Julián Aparicio, Madrid).

El nido vuelve a estar lleno

Llega un momento en que los hijos se van de casa para emanciparse, y en muchos casos, sobre todo en algunas madres, aparece el «síndrome del nido vacío», perdiendo el sentido de sus vidas. Tener nietos es una oportunidad de volver a sentirse útiles e importantes. Los trabajos de ambos padres, las dificultades económicas facilitan que se tenga que contar con los abuelos para cuidar de los niños. Muchas mujeres aseguran que se sienten muy bien haciéndolo aunque deban atender también a sus esposos y sus propios hogares.

Una reciente encuesta del Imserso sobre Condiciones de vida de las personas mayores, revela que más de un 70% de las mujeres con más de 65 años ha cuidado a sus nietos con anterioridad o los está cuidando. Actualmente hay un 22% de mujeres que se dedica a sus nietos y casi la mitad de ellas lo hace a diario.

Sin embargo, pese al esfuerzo, se observa que, cuando esta relación se coloca en la justa medida, es decir, los abuelos sólo son una ayuda y no los sustitutos absolutos de los padres, la situación es beneficiosa para todos, en general. Según la encuesta del Imserso y el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), también se ha podido comprobar que el sentimiento de soledad desciende cuando cuidan de sus nietos y se sienten más útiles.

Ayudar a nuestros hijos y nietos es bueno, pero tiene que haber un justo equilibrio. Es muy importante no inmiscuirnos demasiado en la vida de nuestros hijos, debemos dejar que ellos tomen el testigo en la educación y en sus decisiones. Nosotros podemos estar para apoyar y nada más que esto. Nuestros hijos ya han crecido y ahora ellos deben gobernar sus vidas y las de sus pequeños.

Nos ponen al día

Margarita tiene 70 años. La primera vez que su hijo le regaló un móvil comprendió lo lejos que se hallaba de esta cultura tecnificada de hoy en día. No sabía manejarlo, solo quería llamar y recibir llamadas. No era capaz de memorizar los diferentes usos de su móvil, incluso le daba miedo apagarlo, por si luego no sabía cómo encenderlo. Fue su nieto Juan quien, con toda la paciencia del mundo, a pesar de tener solo 12 años, le enseñó a disfrutar con su móvil. Era increíble verlos involucrados en esta tarea. Juan le decía: «Abuela, si yo sé hacerlo, tú también puedes», y hasta que Margarita no consiguió intercambiar con Juan mensajes, este no paró de hacer con ella muchas pruebas.

Que un adolescente enseñe a su abuelo a utilizar internet, a enviar correos electrónicos o a instalar un vídeo o un DVD debería ser una conducta normalizada y cotidiana. Este intercambio es sin duda muy positivo, aunque es necesario que no nos quedemos atrás y podamos disfrutar de los avances que la tecnología nos presta en estos momentos. Gracias a esta actitud puede crecer la relación y el intercambio positivo entre dos generaciones tan separadas en el tiempo. También, los jóvenes pueden sentirse importantes y útiles; los abuelos comprendidos y ayudados.

Victoria Artiach Elvira. Psicóloga clínica.

Dos nietos consiguen que el Celta de Vigo felicite a sus abuelos por sus bodas de oro

Enrique y Flori son dos apasionados del Celta de Vigo desde que eran prácticamente unos niños. Sus nietos lo sabían y por eso como regalo por sus bodas de oro, decidieron pedirle al club de sus abuelos un favor: que felicitaran al matrimonio por sus 50 años de casados.

Una oferta que el Celta no pudo rechazar. Bajo el nombre de Misión: bodas de oro, el club de fútbol ha compartido el vídeo de todo lo que tuvieron que hacer Verónica y Javier, los nietos del matrimonio para sorprender a sus abuelos.

Los chicos se desplazaron a la ciudad del Celta para pedir personalmente a los jugadores que grabaran una felicitación a sus abuelos. Yago Aspas, Fran Beltrán, Brais Méndez y Vlado Gudelj fueron los elegidos para mandar un mensaje tan especial a la pareja, que desde antes de conocerse ya estaban unidos por el Celta.

El matrimonio no se esperaba nada

Con las felicitaciones grabadas, los nietos visitan a sus abuelos, que no sabían nada de lo que estaba pasando. Sentados en el sofá del salón, el matrimonio recibe la sorpresa. Los primeros en hablar son sus hijos Alberto y Enrique: «Papá, mamá, en unos días cumplís 50 años de matrimonio. Desde el momento en que os conocisteis el Celta siempre ha estado allí, y hoy no iba a ser menos».

«Es un orgullo poder felicitaros por todos estos años de unión, sabiendo que la historia del Celta ha estado unida a la vuestra», comentaban los jugadores del equipo.

Unas palabras que emocionaron a Enrique y a Flori, que no sabían que todavía quedaba una sorpresa más. Como regalo de aniversario, el equipo de toda su vida les regaló dos entradas para ver el partido contra el Barcelona en el Camp Nou.

«Muchas gracias por todo, es una maravilla. No contaba yo con todo esto», comentaba Enrique.

La historia de Enrique y Flori demuestra no solo que el fútbol no entiende de edad, sino que los nietos están dispuestos a hacer cualquier cosa por sus abuelos.

Para ver el video “Misión: bodas de oro” cliquea  el enlace:

https://youtu.be/ejlO3xOvnEc

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