Agosto tambien es un mes Mariano

Durante el octavo mes del año, celebramos la vida de Nuestra Madre bajo distintas advocaciones: Nuestra Señora de las Nieves, Virgen de Gracia, Nuestra Señora de los Ángeles, Nuestra Señora de África, María reina, Virgen de la Paloma, Nuestra Señora del Remedio, la Virgen Blanca,… pero es la fiesta de la Asunción de la Virgen la que quizá nos conmueve, y nos anima más en nuestro caminar cristiano. María, participando ya de la plenitud de la vida eterna, fortalece nuestra esperanza en esa vida a la que todos aspiramos.

El 15 de agosto celebramos que la Virgen María, que no conoció la corrupción del sepulcro, está ahora en cuerpo y alma en el cielo.

2 DE AGOSTO NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES

A María se le da el título de Reina de los Ángeles porque es favorecida por Dios sobre todo, incluso de los Ángeles. En la tradición, sabemos que los ángeles cantan sus alabanzas y son mensajeros de Dios, pero sabemos que María es más que una mensajera. Los ángeles también son sirvientes de Dios, pero María es más que eso.

Ella es su Madre y en el Reino de los Cielos, es Reina de los Ángeles. Desde el principio hasta el final, los ángeles jugaron un papel importante en la vida de la Santísima Virgen María.

El ángel Gabriel le anunció a María que había sido elegida para ser la Madre de nuestro Salvador.

Un ángel se le apareció a José y le explicó que debía tomar a María como su esposa.

Los ángeles se aparecieron a los pastores para anunciar el nacimiento de Jesús e instruyeron a José para evitar a Herodes.

Imaginamos a una gran cantidad de ángeles que escoltan a María al cielo y se reúnen alrededor de ella mientras es coronada Reina.

El Papa Pío XII explicó que «todo el paraíso reconoció que María era digna de recibir honor, gloria y hermandad porque está llena de gracia y también porque es más santa y más bella que el más grande santo y los ángeles individualmente o en conjunto».

En 1954 el Papa Pío XII, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María al coronar a la Virgen en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión el Papa también promulgó el documento principal del Magisterio acerca de la dignidad y realeza de Maria, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954).

Es en esto que María es la Madre de Jesús y reina en santidad más alta que todos los ángeles, que la aman como a una Reina.

El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.

Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997, habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó que «a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen ‘Madre de Dios’, se comienza a atribuir a María el título de Reina.

El Santo Padre explicó que «el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna. Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia».

DEVOCIÓN

La última parte de las letanías lauretanas se  refiere a María como Reina de los Ángeles y  Reina de todos los Santos en cada uno de sus coros, Reina del cielo, de la tierra, de  la creación. Reina sin mancha y por ello asunto al cielo en cuerpo y alma, con una sintonía social muy actual y urgente: Reina de la Paz San Juan Pablo II también lo ha proclamado en estas letanías como Reina de las Familias, para que en su seno se conozca más y se ame mejor a su hijo. Las coronaciones de sus imágenes se han multiplicado en toda la tierra, conforme a lo que dice la Sagrada Escritura: “Se levantaron sus hijos y la proclamaron bienaventurada”. (Cfr. Prov. 31, 28.)

HISTORIA

La Madre de Dios, al concluir su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma al cielo, allí fue coronada por la Santísima Trinidad como Reina y Señora de cielos y tierra, de ángeles y hombres.

Desde entonces Ella está intercediendo constantemente y sin descanso por sus hijos. El fundamento de este título es bíblicamente confiable y seguro. Por ello la fiesta ya era pedida desde los congresos marianos de Lyon en 1900, Friburgo en 1902 y Einsielden en 1906. Con la institución de la fiesta de Cristo Rey en 1925, la inquietud y deseo de la institución de esta fiesta se fue consolidando.

En 1954, en el centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción el Papa Pio XII expidió la encíclica Ad Coeli Reginam, que profundizo los fundamentos histórico – teológicos de esa festividad; así en 1955 el mismo Papa instituyó la fiesta de la Realeza de María, inscrita el 31 de mayo como para cerrar el mes de María con un broche de oro con esta celebración. Luego de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, la festividad cambió de nombre y de fecha: Santa María Virgen, Reina, en el 22 de agosto, la octava de la Asunción, para subrayar el vínculo de la realeza con su glorificación corpórea.

VIRGEN DE LAS NIEVES 5 DE AGOSTO.

Antigua advocación mariana que se remonta al siglo IV. Según la tradición, en la época del Papa Liberio (352 – 366), vivía en Roma un matrimonio piadoso y caritativo. Él se llamaba Juan Patricio mientras que el nombre de su esposa se desconoce. Habían sido bendecidos con abundancia de bienes y también de fe. Sin embargo, su gran dolor era no tener hijos con los que pudieran compartir sus dones. Durante años habían rezado por un hijo, finalmente se decidieron nombrar como heredera a la Santísima Virgen y le rezaron con devoción para que los guiara en la asignación de la herencia.

Nuestra Señora, muy agradecida por el gesto, se le apareció a Juan Patricio y a su esposa la noche del 4 de agosto diciéndoles que deseaba que construyeran una basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma), en el lugar donde ella les señalaría con una nevada. También se le apareció al Papa Liberio con el mismo mensaje. Al día siguiente, el 5 de agosto, a pleno día y con un sol brillante, la ciudad quedó sorprendida al ver un terreno nevado en el Monte Esquilino. La nieve cubrió exactamente el espacio que debía ser utilizado para la basílica y desapareció una vez señalado el lugar. Pronto se construyó la Basílica de Santa María la Mayor.

El Papa Liberio buscaba una imagen de la Santísima Virgen que fuera digna de esta espléndida Basílica de Sta. María la Mayor. Finalmente, donó la famosísima Madonna, Nuestra Señora y el Niño, la cual, según una tradición había sido pintada por San Lucas sobre una gruesa tabla de cedro y llevada a Roma por Santa Helena. Esta obra es venerada en el oratorio pontificio.

A lo largo de los años, el pueblo de Roma ha sido muy devoto de la Virgen. Cada vez que Roma se encontraba en peligro de calamidades o de pestilencia, corría en bandadas al santuario de Nuestra Señora para pedirle auxilio. La Virgen Santísima les demostró ser una poderosa protectora con grandes milagros.

El 1º de noviembre, de 1954, al final del Año Mariano, el Santo Padre Pío XII colocó una corona enjoyada sobre la pintura de Nuestra Señora, Protectora de Roma. En ese momento, se escuchó un fuerte clamos de entre la gran multitud congregada en Sta. María la Mayor: «¡Viva la Reina!». El Papa nombró a la Virgen Reina de cielos y tierra y decretó que se celebrara una fiesta especial para honrarla bajo ese título.

La fiesta de Nuestra Señora de las Nieves se celebra el 5 de agosto, San Pío V la declaró fiesta de la Iglesia universal en el siglo XVII.

15 DE AGOSTO LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN

La Asunción de la Santísima Virgen a los cielos es el último dogma emitido por la Iglesia Católica en 1950, que significa “llevada arriba.; es el trayecto de 20 siglos que recorrió la Iglesia en el discernimiento, hasta aprobar el dogma. María no sólo es la ‘mujer vestida de sol’ que batalla contra el maligno. Sino que fue la primera persona naturalmente humana que fue llevada al cielo, como algún día nosotros lo seremos. De ahí la importancia de este dogma para toda la fé.

Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:

«Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces (oraciones) y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo».

RAZONES

La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es consecuencia del pecado, y como María, careció de todo pecado, entonces Ella estaba libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces, entrar prontamente, en cuerpo y alma, en la gloria del cielo.

Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del cuerpo de María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la suerte del cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le cuidó, le estrechó contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús permitiría que el cuerpo, que le dio vida, llegase a la corrupción.

Su Virginidad Perpetua: como su cuerpo fue preservado en integridad virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente que después de la muerte no sufriera la corrupción.

Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor, por su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención, que es la glorificación del cuerpo y del alma.

La Biblia registra que Enoc y Elías fueron “llevados” por Dios al Cielo (Génesis 5:24; 2 Reyes 2:11). Por lo tanto, no es imposible que Dios hubiera hecho lo mismo con María.

LA MUERTE DE MARÍA

Es sabido que la muerte no es condición esencial para la Asunción y el Dogma de la Asunción no dejó definido si murió realmente la Santísima Virgen. Habiendo entonces una discusión sobre esto entre los Mariólogos y Pío XII, el papa prefirió dejar definido lo que realmente era importante: que María subió a los Cielos gloriosa en cuerpo y alma.

Diversos documentos históricos nos hablan de una veneración antiquísima de su tumba, en Jerusalén, específicamente en Getsemaní (Valle de Cedrón), en donde se edificó un santuario, y posteriormente la Iglesia de la Asunción, concluyendo que la Asunción tuvo lugar en el mismo sitio donde Jesús fue apresado antes de su Pasión y Muerte; es decir, en el Huerto de Getsemaní. También existen otros documentos en donde se señala la tradición de que María siguió a San Juan Evangelista hasta Éfeso y allí podría haber muerto.

LA IGLESIA ORTODOXA

La iglesia ortodoxa celebra la dormición, que se refiere al fallecimiento de María de la vida terrenal, no descrita en los Evangelios, pero registrada en un texto apocrifo del siglo VI atribuido a un escritor conocido con el pseudo de Juan. Esta narración dice que María regresó fielmente al lugar de entierro vacío de su hijo. Un viernes, el ángel Gabriel se acercó a ella y le dijo que pronto se levantaría para llevarla al cielo para encontrar a su hijo nuevamente. María decidió ir a Belén y rezó para que Juan y los otros apóstoles estuvieran a su lado.

El Espíritu Santo trajo a Juan de Éfeso, Pedro de Roma, Pablo de las orillas del Tíber y Tomás de la India. Todos se encontraron reunidos alrededor de María. Mientras oraban, escucharon el sonido de un trueno, apareció una gran cantidad de ángeles y una fuerte voz vino del cielo. La narración dice que el Espíritu Santo transportó a María y a los apóstoles de regreso a Jerusalén, donde el domingo, mientras los ángeles rodeaban su casa, Jesús la llamó desde el cielo. Ella murió, y los apóstoles llevaron su cuerpo a una tumba en el Jardín de Getsemaní. Al tercer día, los ángeles vinieron a llevar su cuerpo al paraíso.

UN POCO DE HISTORIA

El Papa Pío XII, que promulgó el dogma de la Asunción, tuvo la gracia de presenciar la ‘danza del sol’ varias veces en los días alrededor de cuando promulgó el dogma, tomándolo como un mensaje del cielo de aprobación a la decisión de promulgar el Dogma de la Asunción.

El Papa Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos:

«El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio» (JP II, 2-julio-97).

«Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos» (JP II, Audiencia General del 9-julio-97).

La Asunción es la victoria de Dios confirmada en María y asegurada para nosotros. Es una señal y promesa de la gloria que nos espera cuando en el fin del mundo nuestros cuerpos resuciten y sean reunidos con nuestras almas. Es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos.

María es una obra maravillosa de Dios: mujer sencilla y humilde, concebida sin pecado original y, por tanto, creatura purísima. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado de Dios.

El Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos explica el Dogma: «Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte». «La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos» (#966).

Son muchos los pueblos que celebran a lo largo dela geografía española esta fiesta también llamada la Virgen de Agosto, Madrid celebra en la Asunción a la Virgen de la Paloma, patrona popular de la ciudad

Cada 15 de agosto, la ciudad de Madrid, capital de España, se engalana para celebrar la Solemnidad de la Asunción a través de la Virgen de la Paloma, una de las advocaciones marianas más queridas de España.

Curiosamente no es la patrona de la Archidiócesis de Madrid, que en realidad es la Virgen de la Almudena pero muchos madrileños la reconocen como “patrona popular” y veneran el cuadro que se encuentra en el interior de la parroquia “Virgen de la Paloma y San Pedro el Real”, en el barrio de La Latina, en el centro de Madrid.

Es también patrona de los bomberos, que en este día descuelgan del retablo el gran lienzo enmarcado para que procesione por las calles de la ciudad. Una celebración a la que suelen asistir más de 600.000 personas.

La historia de la pintura se remonta a 1787, cuando una vecina del barrio, Isabel Tintero, observó a unos chicos jugando en la calle con un lienzo que encontraron tirado junto a otros objetos en un solar cercano. Tintero compró el cuadro, lo limpió, enmarcó y colgó en el portal de su casa.

Con el paso del tiempo, la devoción a la imagen creció y adquirió fama entre los madrileños, que le atribuyeron diversos milagros. Las mujeres embarazadas acudían para pedir a la Virgen un buen parto y después regresaban con los niños para agradecerle los felices nacimientos.

También llegaban a ella parejas de novios que le pedían un matrimonio santo.

Curiosamente la pintura, que representa a Nuestra Señora de la Soledad, muestra a una Virgen con un pequeño abultamiento en el vientre. Los expertos todavía no saben con certeza quien fue su autor y continúan investigando al respecto.

Su devoción adquirió tales proporciones que incluso las reinas María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV (rey de España de 1788 a 1808) e Isabel II (reinó de 1830 a 1904) fueron muy devotas.

Muestra de este fervor fue la curación de uno de los hijos de la reina María Luisa, gravemente enfermo. La monarca encomendó la salud del niño a la Virgen de la Paloma, que le sanó.

La reina, como agradecimiento, acudió con las damas de su séquito a la capilla ya construida a donar el traje más rico de su hijo y ordenó que el gasto de iluminación corriera por cuenta de palacio.

La Virgen recibía tantos fieles que la capilla quedó pequeña y fue necesario construir una iglesia. Fue también Isabel Tintero quien recogió las limosnas para su construcción, que tuvo lugar en 1795. Años más tarde se tuvo que construir en el mismo lugar un nuevo templo, inaugurado en 1912.

El lienzo sobrevivió a la Guerra de la Independencia (1.808-1814) y la Guerra Civil Española (1936-1939), en cuyo tiempo estuvo escondida en el cabecero de una cama y en los sótanos de una farmacia para que los republicanos no la destruyeran.

El 15 de agosto uno de los momentos más esperados al finalizar la Misa es cuando el cuerpo de bomberos descuelga la imagen de la Virgen ante los aplausos, vivas y cantos que los fieles le dedican.

Una vez bajada, la Virgen es llevada en procesión en una carroza (antiguamente se colocaba en un coche de bomberos) con el Arzobispo de Madrid al frente y acompañado por decenas de sacerdotes, seminaristas y autoridades.

También el 15 celebramos La Virgen de Gracia es una advocación mariana que tiene sus orígenes en la frase que el Arcángel San Gabriel dijo a María el día de la Anunciación «Dios te salve María, llena eres de gracia». Para los cristianos, esta advocación resaltar la cualidad divina que Dios puso en la Virgen María.

Es la patrona de la localidad de Carmona (Sevilla), donde tiene una ermita dedicada a ella (Ermita de la Virgen de Gracia). De esta ermita sale en procesión su simpecado cada año en la Romería, celebrada el primer domingo de septiembre. Tras esta festividad, viene la Novena, nueve días de fiesta en la ciudad en honor a la patrona. Su imagen es venerada en la Iglesia de Santa María de la Asunción.

Es también la patrona de la localidad malagueña de Archidona (España), en la cual se la venera con amplia devoción. Los días 15 de agosto de cada año se celebra una procesión. Su imagen es de estilo italo-gótico que data de finales del siglo XV y se conserva en la Ermita de la Virgen de Gracia (Archidona).

La Virgen de Gracia es la principal advocación mariana de los Trinitarios Descalzos de San Juan Bautista de la Concepción, rama reformada en 1599, de la Orden de la Santísima Trinidad y los cautivos fundada en 1198. La Virgen lleva la cruz descalza trinitaria en su pecho, porta un cetro en su mano derecha y al niño Jesús en la Izquierda. (Ver Virgen de Gracia de Granada y Antequera) en algunas representaciones no tiene niño ni cetro y las manos juntas en oración (Ver Virgen de Gracia de los Trinitarios de Córdoba) A partir de 1921 los trinitarios Calzados desaparecen y los descalzos van asumiendo poco a poco la advocación calzada, Virgen del Remedio, hasta que en 1961 el Papa Juan XXIII nombra patrona de la Orden a la Virgen del Buen Remedio. Sin embargo la advocación y hermandades de Gracia se conservarán en los conventos e iglesias donde comenzó este culto.

22 DE AGOSTO SANTA MARÍA REINA

La fiesta de Santa María Reina. Es aprovechada tanto, por fieles católicos y devotos marianos ya sea para llevar a cabo el acto de consagración, la renovación de la misma y llevar a cabo la coronación de la Santísima Virgen María como Reina y Señora de todo lo creado en sus hogares.

HISTORIA

La celebración fue instituida por el Papa Pío XII, en 1954 para venerar a María como Reina, igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, celebrando en la octava de la Asunción, para manifestar la conexión que existe entre la realeza de María y su asunción a los cielos. A Ella le corresponde no sólo por naturaleza sino por mérito el título de Reina Madre.

En la Encíclica “Ad Caeli Reginam”, que trata sobre la dignidad y realeza de María, se lee que “Cristo, el nuevo Adán, es nuestro Rey no sólo por ser Hijo de Dios, sino también por ser nuestro Redentor. Así, en cierta analogía, puede igualmente afirmarse que la Beatísima Virgen es Reina, no sólo por ser Madre de Dios, sino también por haber sido asociada cual nueva Eva al nuevo Adán”.

En la Encíclica «Lumen gentium» menciona: «La Virgen Inmaculada … asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte». (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).

MARIA REINA DEL UNIVERSO

María fue elegida para ser Madre de Dios y, aceptando con un Sí que cambiaría todo. Por esta razón, nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y de la Tierra; siendo elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino Hijo. Teniendo entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo.

La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. La Iglesia la proclama Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del Universo, a quien podemos invocar, no sólo con el dulce nombre de Madre, sino también con el de Reina.

CATEQUESIS PAPAL

El Papa Pablo VI subrayaba el vínculo profundo que existe entre la Asunción y la Coronación de la Virgen: “La solemnidad de la Asunción se prolonga jubilosamente en la celebración de la fiesta de la Realeza de María, que tiene lugar ocho días después. Y en la que se contempla a Aquella que, sentada junto al Rey de los siglos, resplandece como Reina e intercede como Madre. “(Marialis cultus, 6)

El Papa San Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997, habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó «el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (…) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia».

El Papa Benedicto XVI mientras celebraba esta Fiesta en el 2012 dijo que María “es Reina precisamente amándonos y ayudándonos en todas nuestras necesidades, es nuestra hermana y sierva humilde».

FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA

La razón se fundamenta teológicamente en su divina Maternidad y en su función de ser colaborar en la obra de la redención del género humano.

  1. a) Por su divina Maternidad: Es el fundamento principal, pues la eleva a un grado altísimo de intimidad con el Padre celestial y la une a su divino Hijo, que es Rey universal por derecho propio.

En la Sagrada Escritura se dice del Hijo que la Virgen concebirá: «Hijo del Altísimo será llamado Y a El le dará el Señor Dios el trono de David su padre y en la casa de Jacob reinará eternamente y su reinado no tendrá fin» (Lc. 1,32-33). Y a María se le llama «Madre del Señor» (Lc. 1,43); de donde fácilmente se deduce que Ella es también Reina, pues engendró un Hijo que era Rey y Señor de todas las cosas. Así, con razón, pudo escribir San Juan Damasceno: «Verdaderamente fue Señora de todas las criaturas cuando fue Madre del Creador» (cit. en la Enc. Ad coeli Reginam, de Pío XII, 11-X-1954).

  1. b) Por ser colaboradora en la obra de la redención del género humano: La Virgen María, por voluntad expresa de Dios, tuvo parte excelentísima en la obra de nuestra Redención. Por ello, puede afir­marse que el género humano sujeto a la muerte por causa de una virgen (Eva), se salva también por medio de una Virgen (María). En consecuencia, así como Cristo es Rey por título de conquista, al precio de su Sangre, también María es Reina al precio de su Compasión dolorosa junto a la Cruz.

«La Beatísima María debe ser llamada Reina, no sólo por ra­zón de su Maternidad divina, sino también porque cooperó íntimamente a nuestra salvación. Así como Cristo, nuevo Adán, es Rey nuestro no sólo por ser Hijo de Dios sino también nuestro Redentor, con cierta analogía, se puede afirmar que María es Reina, no sólo por ser Madre de Dios sino tam­bién, como nueva Eva, porque fue asociada al nuevo Adán» (cfr. Pío XII, Enc, Ad coeli Reginam).

ORACIÓN A MARÍA REINA

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Reina dignísima del mundo, María Virgen perpetua, intercede por nuestra paz y salud, tú que engendraste a Cristo Señor, Salvador de todos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.