Cada vez más personas de más de 55 años hacen deporte por los beneficios que aporta para la salud física y mental a corto, medio y largo plazo. En concreto, en cinco años, desde 2015 a 2020, ha aumentado un 46% –de 26% al 38%– el número de sénior que hacen algún tipo de ejercicio semanalmente, según datos del Consejo Superior de Deportes –Ministerio de Cultura y Deporte–. Los que más triunfarían serían la gimnasia suave, seguida del senderismo, el ciclismo, la marcha y la natación –al margen de caminar varias veces a la semana más de 10 minutos (la actividad más repetida).
Y es que cada vez más estudios demuestran que las rutinas sedentarias, propias de la sociedad actual, deben ser compensadas con un mínimo de actividad física diaria, si se quiere evitar que acaben pasando factura –mayor riesgo de padecer ciertas patologías–.
Por esta razón, la Fundación MAPFRE (@fmapfre) y su centro de investigación Ageingnomics (@FM_Ageingnomics), en colaboración con Patrocina un Deportista (@Patrocina1Depor), han publicado una Guía sobre deporte y envejecimiento activo. Vida activa, longevidad sana, en la que analizan en profundidad qué y cuánto deporte practican los sénior.
«Empezar a gestionar el envejecimiento no requiere de grandes inversiones, pero sí de un cambio de actitud», ha asegurado en las jornadas organizadas para la presentación de la guía el director general de la Fundación MAPFRE, Julio Domingo Souto, quien ha pedido ver la longevidad como algo positivo y no como un problema. «No se valora el cúmulo de oportunidades que nos brinda», ha señalado. Eso sí, ha matizado, para poder disfrutar de la vejez en plenas facultades se hace imprescindible realizar ejercicio de forma rutinaria.
Prueba de ello, ha ejemplificado el CEO de Patrocina un Deportista, Julián Casas, es que durante la pandemia se dejó de hacer y esto probablemente haya tenido consecuencias para los sénior. «Les dijimos que se cuidasen y que no saliesen, y es verdad que se salvaron, pero hubo una incidencia en el estado de salud muy fuerte”, ha reconocido.
Sin embargo, tras la crisis sanitaria, no hay indicios de que se haya revertido la tendencia al alza en el interés de los mayores por el deporte –aunque debería comprobarse con cifras pospandémicas de 2022–.
Ahora bien, aunque el número de sénior que se cuidan siga aumentado, la frecuencia con la que realizan deporte está todavía muy lejos de acercarse a los estándares que recomienda la Organización Mundial de la Salud –al menos 150 minutos semanales de actividades aeróbicas moderadas y trabajo muscular, de flexibilidad, de coordinación o equilibrio varias veces a la semana–.
Por ello, según se desprende de un estudio incluido en la guía sobre deporte sénior –realizado en 100 ayuntamientos de toda España y promovido por Patrocina un Deportista–, las administraciones, y más en concreto los municipios, tendrían un papel muy importante que jugar para favorecer estas rutinas saludables para todas las edades, pero sobre todo para los más mayores.
Y es que sólo el 10% de los mayores de 55 años están apuntados a algún tipo de actividad deportiva ofertada por los ayuntamientos –los cursos estrella son los de gimnasia de mantenimiento (31,5%) y la gran mayoría de sus usuarios son mujeres (78%). Por tanto, el margen de crecimiento es aún muy grande. Además, por lo general, según este mismo estudio, el grado de satisfacción y la tasa de asistencia en estas actividades suele ser muy alto.
En esa misma línea se ha pronunciado el catedrático de la Universidad de Extremadura, Tomás García, quien ha asegurado que son «necesarias» políticas públicas que favorezcan el deporte como, por ejemplo, la reducción del IVA. «La esperanza de vida ha aumentado, pero debemos llegar más sanos a nuestra última etapa», ha afirmado. “Me sigue costando entender que no haya políticas que receten la actividad física”, se ha lamentado.
Referentes sénior
Una tesis, corroborada durante la presentación de la guía por los deportistas veteranos Theresa Zabell –dos veces campeona olímpica de vela– y Fermín Cacho –medalla de oro de atletismo en los Juegos de Barcelona de 1992–.
Zabell ha sostenido que para incentivar la práctica de ejercicio, «los referentes son fundamentales”. Eso sí, ha matizado, la actividad física no tiene por qué realizarse para competir, sino por el simple gusto, en base a las preferencias de cada uno. “Es una gran herramienta para ayudar a que nos conozcamos y que disfrutemos del contacto físico», ha comentado.
No obstante, ha puntualizado, a veces hace falta que se impulse la práctica del deporte. “No saben bien por dónde empezar”, ha afirmado. Por ello, ha indicado, es imprescindible que el hábito del ejercicio sea una constante a lo largo de la vida.
Por su parte, el medallista Fermín Cacho ha recomendado, antes de comenzar a hacer ejercicio con más de 55 años, «ponerse en manos de un nutricionista» y hacerse un chequeo médico. «El deporte es progresivo, si no, no sirve de nada”, ha sentenciado.
Las jornadas organizadas para presentar la guía de la Fundación MAPFRE han contado asimismo con la presencia de representantes de ayuntamientos y comunidades –que han compartido sus experiencias como promotores del deporte sénior– y con la presencia de Enrique Ayala, campeón de Tenis en la recién creada categoría de más de 90 años; todo un ejemplo de envejecimiento activo y superación. «Si se hace una vida ordenada y no se deja el deporte, una persona puede llegar a mayor en buenísimas condiciones”, ha afirmado. «Alguien de más de 60 años puede competir perfectamente», ha añadido.
Es más, ha asegurado, pronto su caso no será excepcional en el Tenis: «Están pensando ya en crear una categoría de competición de personas de más de 100 años».
Beneficios de la actividad física en mayores
La Guía sobre deporte y envejecimiento activo. Vida activa, longevidad sana enumera los diferentes beneficios del deporte para el colectivo sénior, tanto para la salud física como mental. Estos son:
A nivel cardiovascular: mejora la resistencia del corazón, mayor captación de oxígeno, mejor sincronización con los músculos, tensión arterial óptima, mayor capacidad de bombeo de sangre.
A nivel óseo y muscular: más masa y potencia muscular, mayor cantidad de calcio, reducción de caídas y fracturas y mejora del equilibrio.
A nivel metabólico: ayuda a controlar la glucosa, mayor eficiencia energética, más gasto de calorías y reducción de grasa corporal.
A nivel psicosocial: más bienestar y autonomía, menos estrés y ansiedad y mayor participación social.
A nivel cognitivo: mejor atención, memoria y función cognitiva.
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