EL CANTO DEL “RORATE COELI”

Estamos en Adviento, el tiempo litúrgico en que nos preparamos para la venida del Salvador. La liturgia de la Iglesia ofrece una vasta gama de recursos para ayudarnos en esa preparación, incluyendo, entre ellos, el precioso tesoro que técnicamente no es una melodía gregoriana, (siglo VIII) sino un canto de origen posterior posiblemente del siglo XVII, aunque no deja de representar una evolución orgánica y coherente del idioma musical propio de la Iglesia de rito latino.

El estupendo y muy documentado blog Psallite sapienter sugiere que este canto fue compuesto hacia 1615 por el Padre Bourget, del Oratoire de Jésus-et-Marie-Immaculée de France fundado en 1611 por el cardenal Pierre de Bérulle.

El canto “Rorate caeli” no es estrictamente litúrgico, en cuanto no tiene un lugar propio y específico en el culto. Es costumbre tradicional cantarlo durante el Adviento al comienzo de la Exposición del Santísimo Sacramento, y también en el Ofertorio, después del canto propio, allí donde hay cantores capaces de entonar el ofertorio propio de cada domingo.

El «Rorate Caeli» está considerado una de las más bellas y sublimes composiciones no sólo de Adviento, sino de todo el repertorio litúrgico de la historia del cristianismo. Sus versos vienen del libro del profeta Isaías (45, 8), en que se suplica:

 «¡Que los cielos, desde las alturas, derramen su rocío; que las nubes hagan llover la victoria; ábrase la tierra y brote la felicidad y, al mismo tiempo, ella haga germinar la justicia! Soy yo, el Señor, la causa de todo eso».

Inspirado por las aclamaciones del Antiguo Testamento para que Dios nos rescatase y nos mandase al Mesías, el «Rorate Caeli» representa magistralmente el espíritu de súplica y espera del Adviento.

Escucha en este video una interpretación de esta opera-prima del canto litúrgico cristiano y descubre debajo el texto original en latín, acompañado de la traducción al español.

RORATE CAELI

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum

(Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo)

Ne irascáris Dómine, ne ultra memíneris iniquitátis

Ecce cívitas Sancti facta est desérta

Sion desérta facta est, Jerúsalem desoláta est.

Domus sanctificatiónis tuae et gloriae tuae

Ubi laudavérunt Te patres nostri.

(No te enfades, Señor, ni te acuerdes de la iniquidad.

Eh aquí que la ciudad del Santuario quedó desierta:

Sión quedó desierta; Jerusalén está desolada.

La casa de tu santidad y de tu gloria,

Donde nuestros padres te alabaron) (Cf. Isaías 64, 8-10)

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.

(Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo)

Peccávimus et facti sumus tamquam immúndus nos,

Et cecídimus quasi fólium univérsi

Et iniquitátes nostrae quasi ventus abstulérunt nos

Abscondísti fáciem tuam a nobis

Et allisísti nos in mánu iniquitátis nostrae.

(Pecamos y nos volvimos como los inmundos,

Y caímos, todos, como hojas.

Y nuestras iniquidades, como un viento, nos dispersaron.

Ocultaste de nosotros tu rostro

Y nos castigaste por mano de nuestras iniquidades) . (Cf. Isaías 64, 4. 5. 6)

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.

(Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo)

Víde, Dómine, afflictiónem pópuli tui

Et mitte quem missúrus es

Emítte Agnum dominatórem terrae

De pétra desérti ad montem fíliae Sion

Ut áuferat ipse jugum captivitátis nostrae.

(¡Mira, Señor, la aflicción de tu pueblo, (cf. Éxodo 3, 7)

Y envíale a Aquel que vas a enviar! (cf. Ex. 4, 13);

Envíale al Cordero dominador de la tierra

Del desierto de piedra al monte de la hija de Sión (cf. Isaías 16, 1);

Para que Él retire el yugo de nuestro cautiverio) (cf. Isaías 14, 25)

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.

(Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo)

Consolámini, consolámini, pópule meus

Cito véniet salus tua

Quare moeróre consúmeris, quia innovávit te dolor?

Salvábo te, noli timére

Ego énim sum Dóminus Deus túus Sánctus Israël, Redémptor túus.

(Consuélate, consuélate, pueblo mío, (cf. Isaías 40, 1):

¡En breve ha de llegar tu salvación!

¿Por qué te consumes en la tristeza, por qué tu dolor? (cf. Miqueas 4, 9)

¡Yo te salvaré, no tengas miedo!

Porque Yo soy el Señor, tu Deus,

El Santo de Israel, tu Redentor) (cf. Isaías 43, 1. 3)

Rorate Caeli desúper et nubes plúant justum.

(Derramad, oh cielos, vuestro rocío de lo alto, y las nubes lluevan al Justo)