Este hecho ocurrió durante el reinado de Fernando III.
Vivía en Segovia una joven llamada Esther que a pesar de ser judía se sentía atraída por la religión de Cristo. Algunos judíos lo descubrieron y no descansaron hasta buscar una excusa para castigarla.
Consiguieron con ayuda de la mujer de un hidalgo y falsos testigos acusarla de ser la amante de su esposo. La ley judía castigaba este pecado con la muerte por lo que fue hecha prisionera y llevada hasta unas peñas para ser despeñada.
Cuando la empujaron, Esther se encomendó a la Virgen. Mientras caía apareció una paloma que la ayudó a descender lentamente posándose sobre el suelo sin sufrir ni un rasguño. ¡Es un milagro! gritaron todos.
Desde ese día la Virgen tomó la advocación de la Fuencisla, porque en las Peñas Grajeras hay innumerables fuentecillas.
Tras este suceso, Esther se convirtió a la fe cristiana, bautizándose con el nombre de María en alabanza a la Virgen y a partir de ese momento se dedicó al cuidado de la Virgen de la Fuencisla.
El suceso fue extendiéndose por Segovia y, desde ese momento, se la conoció como Marisaltos o María del Salto, despertando la admiración y veneración por su figura en tierras de Segovia.
Esta historia, que se inmortaliza en las pinturas murales del claustro de la Catedral de Segovia, se localiza en el tiempo hacia el año 1237. Según se recoge, Esther fue acusada de adulterio y condenada a ser arrojada desde lo alto de las Peñas Grajeras, situadas a las afueras de la ciudad de Segovia y a cuyos pies se levanta ahora el santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla.
María del Salto fue enterrada en la antigua catedral, situada frente al Alcázar de Segovia, reconociendo de esta forma la importancia de este milagro para la comunidad cristiana. Tras la parcial destrucción de la antigua catedral debido a la Guerra de la Comunidades (1520-1522), se comenzó la construcción de la nueva en 1525.
Con las obras del actual templo catedralicio avanzadas, el 15 de agosto de 1558 se trasladó el Santísimo y, diez días después, el 25 del mismo mes, se llevaron en procesión solemne desde las ruinas de la antigua catedral de Santa María los restos de María del Salto, prelados, el Infante Don Pedro, entre otros.
En una urna a cierta altura en el tramo sur del claustro, contigua al acceso a la Sala Capitular, se depositaron los restos de Marisaltos. Sobre ella, se puede leer actualmente la siguiente inscripción: “Aquí está sepultada la devota Marisaltos, con quien Dios obró este milagro en la Fuencisla. Fijó su vida en la otra iglesia, acabó sus días como católica cristiana. Año de MCCXXXVII. Trasladose en este año de MDLVIII. Renobose, año de 1739 y en 1850”.
Esta inscripción resume el milagro de la judía Esther, una historia que ha cautivado durante siglos a los segovianos y cuya memoria la Catedral de Segovia mantiene vive y ora.
Colaboración de Pilar García Roman, Presidente Diocesana de Vida Ascendente.