Martin Gelabert es fraile dominico, profesor de teología de la Facultad de Teología de San Vicente Ferrer de Valencia y regente, desde 1980, de la cátedra de Teología Fundamental y Antropología teológica de la misma.
El acontecimiento de Belén, tal como lo relata Lucas, es una tragedia. Belén, pequeño pueblo donde todos debían ser parientes y conocidos, no tiene alojamiento para un joven matrimonio en dificultades. Belén, que significa “casa de pan” no hace honor a su nombre: no es hospitalaria, no tiene posada. En vez de “alojamiento” lo que allí hay es “alejamiento”. No tiene alojamiento ni siquiera para los suyos.
Si además la palabra “katályma” (albergue) designa una sala en la que se alojaba la familia de José, la cosa cobra mayor dramatismo. La familia de José, la familia de David, no les recibió: “vino a los suyos y los suyos no le recibieron” (Jn 1,11). Los “suyos”, convertidos en extraños, les enviaron a un pesebre, comedero del ganado, que sin duda se hallaba instalado en la pared de su pobre casa. Eran pobres y no hicieron honor a eso que a veces se dice: que los pobres son más acogedores y comprensivos que los ricos. ¿Cómo es posible que la propia familia de José no quisiera recibirles? ¿Estaban escandalizados de un embarazo no previsto, tan no previsto que el nacimiento estaba a punto de producirse a los pocos meses -bastantes menos de nueve- de matrimonio? Un auténtico escándalo para gentes religiosas y bien pensantes.
El Salvador nació en clave de marginación, se situó en los márgenes de la historia. Nosotros preferimos situarle muy arriba, muy arriba, contemplarle en clave divina y no de alejamiento. Porque contemplarle en clave de alejamiento exige cambiar nuestras actitudes de marginación, de exclusión, de rechazo a tantos distintos y diferentes, a tantos que tienen problemas no previstos, problemas que no encajan en nuestra moral y nuestras comodidades de gente aburguesada. El realismo de la encarnación continúa hoy y exige a los cristianos ver a Dios no en clave de grandeza, de triunfo, sino en clave de solidaridad, de esa verdad tan evangélica como es “estar con los pobres” (recordando esta frase de Casaldaliga: la verdad, Pilato, es estar con los pobres)
Visto en el Blog Nihil Obstat de Martin Gelabert.