“Amoris Laetitia”, la alegría del amor, es la exhortación con la que el Papa Francisco cierra el recorrido de dos Sínodos dedicados a la familia. Nos acerca la doctrina de siempre con un lenguaje claro y apropiado. La familia hoy es una urgencia pastoral de la Iglesia. Es «objeto de evangelización», pero, al mismo tiempo, es un privilegiado «sujeto evangelizador» dentro de la Iglesia. Es el corazón de la sociedad y de la Iglesia. Con motivo del quinto aniversario de la publicación de esta exhortación, el Papa Francisco inauguró el 19 de marzo de 2021 el año de la Familia que concluirá en Roma el 26 de junio de 2022.
La Exhortación apostólica quiere confirmar con fuerza, no el “ideal” de la familia, sino su realidad rica y compleja. Hay en sus páginas una mirada abierta que se nutre, no de abstracciones o proyecciones ideales, sino de una atención pastoral a la realidad. Es fruto de una experiencia concreta con personas que saben por experiencia qué es la familia y el vivir juntos por muchos años.
El Papa Francisco mira a los mayores como un tesoro, no como un problema. Pide a la familia que les ofrezca condiciones favorables para que puedan desarrollar su personalidad, teniendo en cuenta tanto lo que pueden aportar como lo que necesitan recibir. Y pide a los mayores que se dejen querer, que se dejen cuidar, y que den siempre testimonio de amor y servicio.
Es un documento largo y complejo: 264 páginas, 9 capítulos. Intentamos ofrecer unas pinceladas para animar a todos a una lectura y reflexión profunda de esta exhortación:
Capítulo primero: “A la luz de la Palabra”
La Biblia “está poblada de familias, de generaciones, de historias de amor y de crisis familiares” . La familia no es un ideal abstracto sino fruto de un “trabajo artesanal’”. La Palabra de Dios “no se muestra como un secuencia de tesis abstractas, sino como una compañera de viaje para todas las familias, también para las familias que están en crisis o en medio de algún dolor, y les muestra la meta del camino”.
Capítulo segundo: “La realidad y los desafíos de la familia”
El Papa considera la situación actual de las familias con “los pies sobre la tierra”; afrontando numerosos desafíos: desde el fenómeno migratorio a las negociaciones ideológicas de la diferencia de sexos; desde la cultura de lo provisorio a la mentalidad antinatalista y al impacto de la biotecnología en el campo de la procreación; desde la falta de casa y de trabajo a la pornografía y el abuso de menores; desde la atención a las personas con discapacidad, al respeto a los ancianos…
El Papa insiste en prestar atención a la realidad concreta. Afirma: “las exigencias y llamadas del Espíritu resuenan en los acontecimientos mismos de la historia”, que pueden conducirnos a una comprensión más profunda del inagotable misterio del matrimonio y de la familia”.
El individualismo exagerado hace difícil hoy la entrega a otra persona de manera generosa. “Se teme la soledad, se desea un espacio de protección y de fidelidad; pero, al mismo tiempo, crece el temor de ser atrapado por una relación que pueda postergar el logro de las aspiraciones personales” .
El realismo rechaza un ideal teológico del matrimonio. No ofrece “un camino dinámico de crecimiento y realización”
Las familias no se sostienen solamente insistiendo sobre cuestiones doctrinales, bioéticas y morales. Necesitan la apertura a la gracia”. “Estamos llamados a formar las conciencias no a pretender sustituirlas”(AL 37). «Debemos florecer donde el Señor nos ha plantado» (Mercedes Vilá. Valencia).
Capítulo tercero: “La mirada puesta en Jesús: la vocación de la familia”
El tercer capítulo está dedicado a algunos elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia a cerca del matrimonio y la familia: la vocación de la familia según el Evangelio tal como fue entendida por la Iglesia; la indisolubilidad, la sacramentalidad del matrimonio, la transmisión de la vida y la educación de los hijos. (Cita el Papa ampliamente: la Gaudium et spes del Vaticano II, la Humanae vitae de Pablo VI, la Familiares consortio de Juan Pablo II.)
Reconoce que hay elementos positivos presentes en las formas matrimoniales de otras tradiciones religiosas. La reflexión incluye también a las “familias heridas» Afirma que la doctrina debe expresarse con claridad. Hay que estar atentos a cómo las personas viven y sufren.
Capítulo cuarto: “El amor en el matrimonio”
El cuarto capítulo trata del amor en el matrimonio, y lo comenta a partir del “himno al amor” de San Pablo en 1 Cor 13,4-7. Se trata de un discurso amoroso; atento a describir el amor humano en términos concretos. Entra en el mundo de las emociones de los conyugues –positivas y negativas- y en la dimensión erótica del amor. Se trata de una contribución extremamente rica y preciosa para la vida cristiana de los conyugues. «La combinación de alegrías y de fatigas, de tensiones y de reposo, de sufrimientos y de liberación, de satisfacciones y de búsquedas, de fastidios y de placeres, constituye precisamente, el matrimonio».
El capítulo se concluye con una reflexión muy importante sobre la “transformación del amor” “No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable: comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad”.
Capitulo quinto: “El amor que se vuelve fecundo.
El capítulo quinto está todo concentrado en la fecundidad del amor. Se habla de la manera de recibir una vida nueva, de la espera propia del embarazo, del amor de madre y de padre. Pero también de la fecundidad ampliada: de la adopción, de la aceptación, de la contribución de las familias para promover la “cultura del encuentro”, de la vida de la familia en sentido amplio con la presencia de: tíos, primos, parientes de parientes, amigos…
Amoris laetitia concibe a la familia como amplia red de relaciones. La misma mística del sacramento del matrimonio tiene un profundo carácter social. Dentro de esta dimensión el Papa subraya el rol de la relación entre jóvenes y ancianos, la relación entre hermanos.. como práctica de crecimiento en relación con los otros.
Capítulo sexto: “Algunas perspectivas pastorales”
Ofrece orientaciones pastorales para construir familias sólidas y fecundas según el plan de Dios. Recurre a las Relaciones conclusivas de los dos Sínodos y a las catequesis del Papa Francisco y de Juan Pablo II. Confirma que las familias son sujeto, y no solamente objeto, de evangelización.
El Papa afronta el tema de la preparación al matrimonio, de acompañar a los esposos en los primeros años de vida matrimonial (incluido el tema de la paternidad responsable), pero también en algunas situaciones complejas y en particular en las crisis, sabiendo que “cada crisis esconde una buena noticia que hay que saber escuchar afinando el oído del corazón”. Nuestra tarea pastoral más importante con respecto a las familias -dice-, es fortalecer el amor y ayudar a sanar heridas. También el acompañamiento a personas abandonadas, separadas y divorciadas. Pone de relieve el sufrimiento de los hijos en las situaciones de conflicto. Y concluye: “El divorcio es un mal, y es muy preocupante el crecimiento del número de divorcios«. Aborda las situaciones de matrimonios mixtos y de aquellos con disparidad de culto, las situaciones de las familias que tienen en su interior personas con tendencia homosexual, confirmando el respeto en relación a ellas. Pastoralmente preciosa es la parte final del capítulo sobre el tema de la perdida de las personas queridas y la viudez.
Capítulo séptimo: “Reforzar la educación de los hijos”
El séptimo capítulo esta todo dedicado a la educación de los hijos: su formación ética, el valor de la sanción como estímulo, el paciente realismo, la educación sexual, la transmisión de la fe, la vida familiar como contexto educativo. Interesa, sobre todo, generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía”. Los mayores tenemos que saber perder el tiempo para transmitir experiencias, conocimientos y valores y enseñar a cada uno a ir hacia adelante partiendo de sí mismo.“Si a la educación sexual que debe realizarse en el cuadro de una educación para el amor y la recíproca donación.
Capítulo octavo: “Acompañar, discernir e integrar la fragilidad”
El capítulo octavo constituye una invitación a la misericordia y al discernimiento. El Papa usa tres verbos muy importantes: “acompañar, discernir e integrar” que son fundamentales para afrontar situaciones de fragilidad, complejas o irregulares.
Es un capítulo muy delicado. El Papa asume lo que ha sido fruto de las reflexiones del Sínodo sobre temáticas controvertidas. Para evitar equívocos, reafirma con fuerza: “Comprender las situaciones excepcionales nunca implica ocultar la luz del ideal más pleno ni proponer menos que lo que Jesús ofrece al ser humano.
Sobre la “lógica de la misericordia pastoral” Papa Francisco afirma con fuerza: “A veces nos cuesta mucho dar cabida en la pastoral al amor incondicional de Dios. Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio” .
Capítulo noveno: “Espiritualidad conyugal y familiar”
El noveno está dedicado a la espiritualidad conyugal y familiar, “hecha de gestos reales y concretos”. Habla de la oración, de la espiritualidad del amor exclusivo y libre en el desafío y el anhelo de envejecer y gastarse juntos, reflejando la fidelidad de Dios. Es una honda “experiencia espiritual contemplar a cada ser querido con los ojos de Dios y reconocer a Cristo en él” .
El Papa afirma: “ninguna familia es una realidad perfecta y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad.
Concluye el capítulo: ¡Caminemos familias, sigamos caminando! No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido” .
Los mayores somos una parte considerable del laicado católico. La Iglesia quiere aprovechar el potencial y la riqueza de los mayores para la evangelización y desea considerarles colaboradores valiosos para esta misión. Convoca a los mayores, como miembros de la pastoral familiar, a salir a evangelizar; a salir al encuentro de las familias.
Ángel García