LA OCTAVA DE PASCUA

Los días que trascurren desde el domingo de Pascua hasta el II domingo de Pascua se denomina Octava de Pascua, existe otra Octava,  la de Navidad.

  Durante esos días la Iglesia celebra la Pascua como en una única Celebración, es como la prolongación del júbilo del domingo de Pascua, la iglesia lo celebra en todo su esplendor, y así en la liturgia de la Horas se rezarán los Laudes del domingo de la primera semana del Salterio todos estos días

La Pascua se celebra durante cincuenta días, a los cuarenta se celebra la Ascensión del Señor y  Pentecostés el último día de la cincuentena Pascual.

En la Octava las lecturas que vamos a leer serán de los Hechos de los Apóstoles y los Evangelios que hablan del encuentro del Resucitado con los suyos.

Es una fiesta que debemos vivirla con intensidad y participando del más maravilloso de los acontecimientos que ha podido ocurrir.

El gran dolor de la Cruz permitió que el Señor abriera las puertas del Cielo para todos nosotros, por ello tenemos que celebrarlo. No podemos quedarnos con el dolor de la Crucifixión que tanto sacamos en procesión sino con la maravilla de que CRISTO HA VENCIDO A LA MUERTE.

Las fiestas de la Octavas ya las encontramos en el Antiguo Testamento con la fiesta de las Cabañas o los Tabernáculos (Levítico 23-26).  Constantino la introdujo en la liturgia católica.

Cada año, durante la Octava de Pascua, celebramos la misa con las oraciones y los cantos del día de Pascua. De este modo, la semana de Pascua es como un largo domingo que se prolonga ocho días. En el que cada día se celebra el día de Pascua.

Durante la historia de la Iglesia se aumentaron las fiestas con Octava pero en 1969  el Papa Pablo VI, redujo el número a dos: Pascua y Navidad.

La única fiesta que se celebra en la Semana de Pascua es el Domingo de la Misericordia que introdujo el Papa Juan Pablo II.

Aunque se han reducido las octavas son parte de nuestra historia y nuestro conocimiento de ellas debe de llevarnos a gozar y transmitir nuestro gozo en nuestra vida ordinaria.

Estad alegres y trasmitir la alegría de que CRISTO HA RESUCITADO ¡ALELUYA¡ ¡ALELUYA!

 

Mercedes Montoya

LA FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA

La celebración del Domingo de la Divina de la Misericordia tiene lugar en el segundo Domingo de Pascua que este año será el 24 de abril ¿Qué es y por qué es tan importante este día para los católicos?

Estos son 10 datos que debes saber al respecto:

  1. El Domingo de la Misericordia se origina en revelaciones privadas

La celebración de esta fiesta se origina en las revelaciones privadas de Santa Faustina Kowalska, religiosa polaca que recibió mensajes de Jesús sobre su Divina Misericordia en el pueblo de Plock, Polonia.

  1. Forma parte del calendario de la Iglesia gracias a San Juan Pablo II

En el año 2000, San Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina y durante la ceremonia dijo que “es importante que acojamos íntegramente el mensaje que nos transmite la palabra de Dios en este segundo domingo de Pascua, que a partir de ahora en toda la Iglesia se designará con el nombre de ‘Domingo de la Divina Misericordia’”. (Homilía, 30 de Abril, 2000).

  1. Esta revelación privada tiene efectos válidos en la liturgia

En su comentario teológico sobre el mensaje de Fátima, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, ahora Papa Emérito Benedicto XVI, escribió: “podemos añadir que a menudo las revelaciones privadas provienen sobre todo de la piedad popular y se apoyan en ella, le dan nuevos impulsos y abren para ella nuevas formas. Eso no excluye que tengan efectos incluso sobre la liturgia, como por ejemplo muestran las fiestas del Corpus Domini y del Sagrado Corazón de Jesús”.

  1. La Iglesia invita a celebrar la Divina Misericordia de varias formas

Entre otras cosas, ofrece una indulgencia plenaria: “para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el mismo Sumo Pontífice (Juan Pablo II) ha establecido que el citado domingo se enriquezca con la indulgencia plenaria para que los fieles reciban con más abundancia el don de la consolación del Espíritu Santo y cultiven así una creciente caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y una vez obtenido de Dios el perdón de sus pecados, ellos a su vez perdonen generosamente a sus hermanos”. [Decreto de la Penitenciaría Apostólica del 2002]

  1. La imagen de la Divina Misericordia fue revelada por Jesús mismo

Esta imagen le fue revelada a Santa Faustina en 1931 y Jesús mismo le pidió que se pintara. Luego el Señor le explicaría su significado y lo que los fieles alcanzarán con ella.

En la mayoría de versiones Jesús se muestra levantando su mano derecha en señal de bendición, y apuntando con su mano izquierda sobre su pecho fluyen dos rayos: uno rojo y otro blanco.

“El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas (…). Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos” (Diario, 299). Toda la imagen es un símbolo de la caridad, el perdón y el amor de Dios, conocida como la «Fuente de la Misericordia».

  1. Esta devoción cuenta con oraciones particulares

La Coronilla es un conjunto de plegarias utilizadas como parte de la devoción a la Divina Misericordia.

Se suele rezar a las 3:00 pm (el momento de la muerte de Jesús) utilizando las cuentas del Santo Rosario, pero con oraciones diferentes.

Usando una cuenta del Rosario empezamos con:

Padre Nuestro… Ave María… El Credo…

 Al comenzar cada misterio decimos:

Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta pequeña decimos:

Por Su dolorosa Pasión ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

 Al finalizar los cinco misterios de la coronilla decimos:

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

 

  1. La Divina Misericordia está vinculada al Evangelio del segundo Domingo de Pascua

La imagen de la Divina Misericordia representa a Jesús en el momento en que se aparece a los discípulos en el Cenáculo –tras su resurrección–, cuando se les da el poder de perdonar o retener los pecados.

Este momento está registrado en Juan 20:19-31, que es la lectura del Evangelio de este domingo.

Ese pasaje se lee ese día porque incluye la aparición de Jesús al apóstol Tomás, en la que lo invita a tocar sus llagas. Este evento ocurrió en el octavo día después de la Resurrección (Juan 20:26) y por ello se utiliza en la liturgia ocho días después de la Pascua.

  1. Los sacerdotes tienen una facultad especial para administrar la Divina Misericordia

En Juan 20, 21-23 dice: “Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío’. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos’”.

  1. La confesión es la acción de la Divina Misericordia hasta el fin de los tiempos

Jesús capacitó a los apóstoles (y sus sucesores en el ministerio) con el Espíritu Santo para perdonar o retener (no perdonar) los pecados.

Debido a que están facultados con el Espíritu de Dios para hacer esto, su administración del perdón es eficaz: realmente elimina el pecado en lugar de ser solo un símbolo de perdón.

  1. En las revelaciones privadas Jesús le da suma importancia a su Segunda Venida

Jesús promete regresar en gloria a juzgar al mundo en el amor, como claramente lo dice en su discurso del Reino en los capítulos 13 y 25 de San Mateo.

Solo en el contexto de una revelación pública como es enseñado por el Magisterio de la Iglesia se puede situar las palabras de la revelación privada dada a Sor Faustina:

“Prepararás al mundo para Mí última venida”. (Diario 429)

“Habla al mundo de mi Misericordia….Es señal de los últimos tiempos después de ella vendrá el día de la justicia. Todavía queda tiempo que recurran, pues, a la Fuente de Mi Misericordia”. (Diario 848)

“Habla a las almas de esta gran misericordia Mía, porque está cercano el día terrible, el día de Mi justicia”. (Diario 965)

“Estoy prolongándoles el tiempo de la misericordia, pero ay de ellos si no reconocen este tiempo de Mi visita”. (Diario 1160)

“Antes del Día de la justicia envío el día de la misericordia”. (Diario 1588)

“Quien no quiera pasar por la puerta de Mi misericordia, tiene que pasar por la puerta de Mi justicia”. (Diario 1146)

Fuente: Aciprensa, Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.

Colaborar al sostenimiento de la Iglesia Católica: Siete historias reales para apoyar la Campaña Xtantos

El director del secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia, José María Albalad, presentó el miércoles 30 de marzo, en la sede de la Conferencia Episcopal, la Campaña Xtantos 2022, con la que la Iglesia anima a poner la X en la declaración de la Renta.

La Campaña Xtantos es una acción comunicativa que cada año permite ayudar a más de cuatro millones de personas en nuestro país. La ‘X’ de la Iglesia constituye un escudo social de gran impacto, porque la Iglesia no deja a nadie al borde del camino. Las cerca de 23.000 parroquias que hay en España son signo gratuito de la cercanía, de la bondad, de la solidaridad y de la misericordia de Dios.

Esta Campaña también sirve para subrayar que detrás de cada ‘X’ de la Iglesia hay una historia. Hay personas con nombres, apellidos y rostros concretos que en la Iglesia católica han encontrado una mano tendida cuando sus vidas estaban rotas o a punto de estallar.

Esas historias, este año, se personalizan en Tino, Erika, Rosa, María, Álvaro, Blanca y Guillermo. Son siete historias reales. Son los siete protagonistas de la campaña Xtantos 2022. Su agradecimiento les ha llevado a mostrar públicamente la historia de sus biografías, a exponerse en una campaña nacional. Son conscientes del alcance de ese gesto, tan sencillo, pero trascendental, como es marcar la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta.

Faustino Tino, tiene 50 años. Vive en El Buste, un pueblo de la diócesis de Tarazona de menos de 50 habitantes y muestra el papel de la Iglesia en el mundo rural, la hoy conocida como España vaciada. Tino da las gracias a la Iglesia porque su párroco le rescató de las drogas y le permitió redescubrir a Dios, que es quien, según el propio Tino, ha conseguido lo que parecía imposible.

Rosa y María son dos historias unidas por la pandemia y por un centro de mayores de la Iglesia de Segovia. Estaban solas, se sentían vacías, y en ese centro de mayores recuperaron las ganas de vivir.

Blanca, hondureña de 37 años, lleva seis en España. Reconoce que el comienzo fue duro, pero que gracias a la diócesis de Cádiz y Ceuta ha logrado salir adelante e incluso juntar de nuevo a su familia. Hoy tiene su tiendecita, como le gusta decir a ella, y es autónoma. El rostro de Blanca es el elegido para el cartel de todas las parroquias de España. Ella ilustra el trabajo de la Iglesia con los migrantes y refugiados, especialmente significativo en este momento de drama humanitario que se vive a raíz de la invasión de Ucrania. La Iglesia se está volcando con el pueblo ucraniano, acogiendo a miles de personas, y enviando también recursos tanto económicos como materiales.

Guillermo tiene 26 años y es un rapero madrileño que responde al nombre artístico de Grílex. Él cuenta abiertamente cómo pasó de “sentirse muerto por dentro” a entregar su música a Dios para contagiar luz y esperanza a través de sus canciones.

El padre Álvaro tiene 38 años y es guatemalteco. Sacerdote y religioso mercedario. Capellán de prisiones en España. El padre Álvaro fue pandillero antes que sacerdote y cuenta cómo la misericordia de Dios ha marcado su caminar. Dice que si no es por la Iglesia él probablemente sería uno de esos presos a los que hoy ayuda como capellán.

Y, Erika, española de 44 años, casada y con dos hijos. Gracias a Caritas, ha redescubierto sus talentos y sus capacidades. Dice haber recuperado la confianza en sí misma y conseguido un empleo.

A partir de estas siete historias, se ha diseñado una campaña multisoporte y omnicanal en la que el público encuentra distintas vías de entrada. Esta visión 360º garantiza un mayor dinamismo y un enriquecimiento mutuo entre el universo online y offline.

Recursos para la Campaña Xtantos

La campaña pivota en torno a la página web portantos.es, donde el usuario, desde el lunes 4 de abril,  puede encontrar la versión completa, multimedia, de los seis testimonios. Además de una serie de artículos relacionados, como 10 razones para marcar la casilla de la Iglesia, o la respuesta a algunos de los mitos que circulan en torno a la financiación de la institución.

Partiendo de ese material, la campaña va a tener presencia en televisión, radio, y redes sociales (Facebook, twitter, Instagram y tik tok).

Además, el periódico Xtantos se encartará en prensa nacional y se distribuirá por todas las parroquias. Más de un millón de ejemplares, papel sostenible.

Campaña para asesores en Linkedin con el fin de que recuerden a sus clientes que pueden marcar la casilla de la iglesia y la de fines sociales.

Campaña informativa en PAIS VASCO y NAVARRA debido a que la agencia tributaria en estos ámbitos tienen una casuística diferente.

La Campaña en cuatro claves

 Marcar la ‘X’ de la Iglesia es una decisión libre que no perjudica a nadie y no tiene coste alguno, porque ni te cobran más ni te devuelven menos. En ejercicio de democracia fiscal.

Se pueden marcar simultáneamente las casillas de la Iglesia católica y de otros fines de interés social.

Es de las pocas cosas que podemos decidir sobre nuestros impuestos. Es decir, si la dejamos en blanco, es el Estado el que decide por nosotros sobre esa pequeña cantidad. Invitamos a que no se dejen las casillas en blanco.

Y que cada año se puede conocer, a través de la Memoria Anual de Actividades, en qué emplea la Iglesia sus recursos: para los no católicos o no practicantes, marcar la casilla supone también reconocer el papel que la Iglesia tiene en la sociedad española.

También esta campaña sirve para agradecer a tantos que han marcado la ‘x’ en su declaración de la Renta y han colaborado con el resto de campañas realizadas a lo largo del año, ayudando a sostener la actividad de la Iglesia.

En este enlace puedes ver el video.

https://www.youtube.com/watch?v=-hiNCgt5Coc

Fuente: Conferencia Episcopal Española

https://www.conferenciaepiscopal.es/campana-xtantos-2022/

Noticias del EIM 2022: EL Presidente de la CEE, Cardenal Omella anima a participar

 

Mons. Juan José Omella, Cardenal Arzobispo de Barcelona y Presidente de la Conferencia Episcopal Española anima a todas las personas mayores a participar en el EIM 2022, organizado por Vida Ascendente, en el siguiente video.

Puedes acceder haciendo click en el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=ZzjsvOzH_Ss

En su catequesis semanal de los miércoles el Papa Francisco pide llevar la paz de Cristo con las “armas del Evangelio”

Durante la Audiencia General de este miércoles 13 de abril, el Papa Francisco alentó a ser “portadores de la paz de Cristo con las ‘armas del Evangelio’ que son la oración, la ternura, el perdón y el amor gratuito a todos”.

El Santo Padre dedicó su catequesis semanal a la “paz de la Pascua” y explicó que la palabra “Pascua significa paso”.

La Pascua “es, sobre todo este año, la ocasión bendecida para pasar del dios mundano al Dios cristiano, de la codicia que llevamos dentro a la caridad que nos hace libres, de la espera de una paz llevada con la fuerza al compromiso de testimoniar concretamente la paz de Jesús”, señaló el Papa.

En esta línea, el Santo Padre invitó: “pongámonos delante del Crucificado, fuente de nuestra paz, y pidámosle la paz del corazón y la paz en el mundo”.

Leer completo en

https://www.vatican.va/content/francesco/es/events/event.dir.html/content/vaticanevents/es/2022/4/13/udienzagenerale.html

para ver en video

https://www.youtube.com/watch?v=cutIJGE-Ero&feature=youtu.be

EL INGREDIENTE MÁS IMPORTANTE PARA HACER LA FELICIDAD

Pepe Rodríguez nos da su receta para vivir la vida plena. El carismático chef desvela a Juan Manuel Cotelo en KATAKUMBA los ingredientes más importantes para cocinar una vida llena de paz, sencillez y alegría.

Para disfrutar  un rato y ver la entrevista completa os dejamos el enlace:

https://youtu.be/0-ONNNEQFCY

DOMINGO DE RESURRECCIÓN: ES TIEMPO DE LO NUEVO

El Domingo de Resurrección, también llamado Domingo de Gloria, Domingo de Pascua, Pascua Florida o sencillamente Pascua, es la fiesta central del cristianismo, en la que se celebra la resurrección de Jesucristo al tercer día de haber sido crucificado.

El Domingo de Resurrección marca el final del Triduo Pascual y de la Semana Santa, e inaugura un periodo litúrgico de 50 días conocido como Tiempo Pascual, que finaliza con el Domingo de Pentecostés

El Domingo de Resurrección es un día especial de gran importancia para los cristianos porque representa el inicio del cristianismo.

¡Cristo, el crucificado, ha Resucitado!, las promesas se han cumplido. Es el tiempo de lo nuevo.

 “Todo ha cambiado: de la cruz se ha pasado al gozo, de la muerte a la vida, de las afrentas a la alabanza, de las lágrimas al consuelo, del pecado a la gracia, de las tinieblas a la luz. Así es la Pascua: tránsito y cambio de lo viejo a lo nuevo”.

La Resurrección es un elemento indispensable de la religión cristiana, hasta el punto que San Pablo escribe: «Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe» (primera carta a los Corintios 15, 14).

Este día también cuenta con una secuencia propia, que se lee o se canta antes del Evangelio

Solo nos resta animaros a participar en estas celebraciones para llegar a la Pascua en la certeza de que Jesús ha resucitado. FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN.

Fuentes: Vivir el año liturgico. Ramiro González

Ctholic.net

Celebrar la Semana Santa. Pedro Farnes

 

SABADO SANTO: AGUARDAR EN EL SILENCIO HASTA QUE LLEGUE EL GOZO

El Sábado Santo es la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su descenso al abismo. Esta jornada cierra el Triduo Pascual (Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo).

Antiguamente, este día se solía llamar ‘Sábado de Gloria’, pero la reforma litúrgica de la Semana Santa acometida por el Papa Pío XII (encargada en 1955 a Monseñor Annibal Bugnini) la denominó como Sábado Santo únicamente.

Día del Silencio

El Sábado Santo rememora especialmente a María tras la pérdida de su hijo, por lo que es un día de dolor y tristeza, destinado al silencio, luto, y reflexión, así como lo hicieron en el sepulcro María y los discípulos.

 Todo se ha consumado: el cuerpo de Jesús está ya en el sepulcro, acompañamos a Maria, la Madre, en su Soledad.

Durante esta jornada, la comunidad cristiana vela junto al sepulcro en silencio. De esta forma, en la Iglesia Católica no se realizan eucaristías, puede administrarse la unción de enfermos no se tocan las campanas, el Sagrario se deja abierto y vacío, el altar está despojado, desnudo hasta la celebración de la Vigilia con que se inaugura el Tiempo Pascual.

Silencio, soledad, aparente fracaso… ¿Qué ha pasado? ¿Qué sentido tiene todo esto? Es un silencio en el que se medita y se recuerdan las promesas de Cristo: “Yo estaré siempre con vosotros”. Y en ese aparente fracaso brota de nuevo la esperanza.

Es el momento en el que el Señor desciende a los infiernos, tal y como rezamos en el Credo, no está parado, no está estático, va a  abrir el seno de Abraham a rescatar a los justos de Israel para llevarlos al cielo.

Vigilia Pascual

Según la tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor, y la Vigilia que tiene lugar en la misma, conmemorando la noche santa en la que el Señor resucitó, ha de considerarse como «la madre de todas las santas Vigilias» (San Agustín).

Durante la vigilia, la Iglesia espera la resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana. Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Lc 12,35-48), deben asemejarse a los criados que con las lámparas encendidas en sus manos esperan el retorno de su Señor, para que, cuando llegue, los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa.

Toda la celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche. Esta vigilia es figura de la Pascua auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación, en la cual, «rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo» (Pregón pascual). Desde su comienzo la Iglesia ha celebrado con una solemne vigilia nocturna la Pascua anual, solemnidad de las solemnidades.

La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza, y por medio del Bautismo y de la Confirmación somos injertados en el misterio pascual de Cristo, morimos con él, somos sepultados con él y  resucitamos con él, para reinar con él para siempre (cf. SC 6; Rm 6,3-6; Ef 2,5-6; Col 2,12-13; 2 Tm 2,11-12).

 Celebración de la Vigilia Pascual

1.-Lucernario: la Vigilia comienza cuando se apagan las luces y el sacerdote enciende una llama de fuego, o bien una hoguera,  con la que prenderá luz al Cirio Pascual, el cual es preparado, bendecido y llevado en procesión a través de la iglesia mientras permanece a oscuras.

El Sacerdote entona por tres veces la antífona propia del momento: “Luz de Cristo”  a lo que responden los fieles “demos gracias a Dios”. Al mismo tiempo los fieles van enciendo sus candelas, es la luz de Cristo que se reparte entre todos.

Cuando el sacerdote llega al altar se coloca el Cirio Pascual en su lugar, se inciensa el cirio y el libro, y  desde el ambón se proclama el Pregón Pascual

2.- Liturgia de la Palabra: Las lecturas de la Sagrada Escritura describen momentos culminantes de la historia de la salvación, cuya meditación se facilita a los fieles con el canto del salmo responsorial, el silencio y la oración del sacerdote celebrante. Se proponen siete lecturas del Antiguo Testamento, entresacadas de la Ley y de los Profetas, aunque este número puede reducirse.

Terminadas las lecturas del Antiguo Testamento se iluminan los cirios del altar y se procede a su adorno con flores, esto puede ser realizado por los fieles. Si hay campanas este es el momento de que comiencen  a tañer y de entonar Gloria a Dios en el Cielo como verdadero canto.  Al finalizar el Gloria se proclama la Epístola y se canta el Aleluya Pascual y  posteriormente el Evangelio.

De esta manera, la Iglesia, «comenzando por Moisés y siguiendo por los Profetas» (Lc 24,26; cf. Lc 24,44- 45), interpreta el misterio pascual de Cristo.

3.- Liturgia Bautismal: trata sobre los temas de la resurrección y el bautismo, como términos que se complementan. Puede dar comienzo con las letanías de los santos, durante esta Liturgia se bendice el agua, se bautiza a los nuevos cristianos de ese año y se renuevan los compromisos bautismales. Se asperge al pueblo  con el agua bautismal, es el momento de entonar la antífona “De tu costado ¡Oh Cristo! mana una fuente de agua viva que limpia el mundo de pecado y renueva la vida ¡Aleluya¡ Vi que manaba el agua del lado derecho del templo, ¡Aleluya!, y habrá vida donde quiera que llegue la corriente y cantaran ¡Aleluya!”

Cuando se termina el rito de la Aspersión tiene lugar la oración de los fieles, si ha habido bautismo de adultos los recién bautizados participan por primera vez en esta oración, pues por el bautismo han entrado a formar parte de los fieles, inaugurando así al orar por todos los hombres su sacerdocio bautismal.

4.- Liturgia  Eucarística: Es la Eucaristía más importante de todo el Año litúrgico, ya que si bien la Eucaristía  siempre celebra y hace presente la victoria y  el triunfo de la muerte de Cristo (Sacrosanctum Concilium 6) este triunfo se manifiesta especialmente en los signos de esta Noche en la que también la liturgia de la Palabra ha proclamado el mismo triunfo que luego se hace presente en el sacramento, De la centralidad de la misa de la Noche de Pascua se deriva la conveniencia de que, por lo menos en esta noche se comulgue bajo las dos especies siempre que sea posible, para así alcanzar la plenitud del signo eucarístico.

Los cantos apropiados para este momento deben tener evidente signo eucarístico o estar centrados en la victoria del Resucitado

Desde el Jueves Santo no hemos tenido bendición y hoy se hace la bendición solemne, cerrando el triduo.

Y se despide con “Podéis ir en paz, Aleluya, Aleluya”. A lo que el pueblo responde “Demos gracias a Dios Aleluya, Aleluya”. Es el momento de entonar el “Regina Coeli”, oración mariana pascual por excelencia.

¡Cristo ha resucitado!, ¡en verdad ha resucitado!

Fuentes: Celebrar la Semana Santa de Pedro Farnes.                                                  Vivir el año Liturgico de Ramiro González

Catholic.net

 

 

 

VIERNES SANTO: RECORDAMOS LA PASION DEL SEÑOR

El Viernes Santo es un día de ayuno y abstinencia en el que se recuerda la pasión y muerte de Jesús crucificado. Se recuerda la Pasión del Señor y no se realizan misas, es un día que debe vivirse en la oración personal y las celebraciones litúrgicas.

Hoy contemplamos a Cristo que, con su muerte inaugura la Pascua venciendo la muerte de toda la humanidad. La cruz, la eterna pregunta por el sentido del sufrimiento, el dolor, la muerte. Dios no permanece impasible, Dios no guarda silencio: el crucificado (la Palabra definitiva) es su respuesta.

Del huerto de los Olivos al Monte Calvario hay toda una noche de tormento, de abandono, de traición, de agonía, el Señor es traído y llevado por esas piedras que conforman Jerusalén y que 2000 años después aun hablan de aquello, que erizan el vello de la nuca al pensar que tu pie se coloca encima de donde estuvo el del Señor, que esa pisada, esa entrega, esos azotes, fueron para la salvación de todos y cada uno de nosotros, que esa muerte gloriosa de Cristo en la Cruz nos abre las puertas del reino, sin embargo no olvida la Resurrección del Señor cuando en la antífona decimos “ Tu Cruz adoramos, Señor, y tu Santa Resurrección alabamos y glorificamos”.

La austeridad  de los signos litúrgicos  y el ayuno de este día no es una práctica penitencial, ni de tristeza, pues ya no estamos en cuaresma, es más bien un signo sacramental con los que expresamos que los fieles estamos  unidos intensamente a Jesucristo preparándonos para la Resurrección y con ello nuestro propio transito del pecado a la gracia.

Este día la sobriedad se adueña de los templos, no hay flores, ni alfombras, ni música, tan solo las antífonas regladas por el Canon que son muy ricas en cuanto al lenguaje y el sentido. El celebrante  hoy se revise de color rojo

La celebración  de la Pasión del Señor está estructurada en cinco partes:

    1.-Rito de entrada: procesión en silencio y oración.

                “Recuerda, Señor. Que tu ternura y tu misericordia son eternas: santifica a tus hijos y protégelos siempre, pues Jesucristo, tu Hijo, en favor nuestro instituyó, por medio de su sangre, el misterio pascual. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”

    2.- Liturgia de la Palabra: con especial atención a la proclamación de la Pasión y la oración universal o solemne.

   3.-  Adoración de la cruz: triunfo de la donación y amor de Jesús. Generalmente y con la cruz tapada con un velo va hacia el presbiterio haciendo tres paradas en cada una de las cuales va descubriendo primero la parte superior de la Cruz, después el brazo derecho y por último el izquierdo, en cada parada se canta:

                “Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo”

Y el pueblo responde: “Venid a adorarlo”.

A continuación tiene lugar la adoración de la Cruz mientras se cantan los improperios, Oh Cruz Fiel, ¡Victoria! tu reinaras.  Al finalizar la Cruz se coloca ya en su lugar.

  4.-  Rito de comunión: configuración sacramental con Cristo, muerto y resucitado.

Llega el momento  de revestir el altar que permanecía desnudo, de ir a buscar la Reserva Eucarística,  que el día de Ayer dejábamos en el Monumento,  de orar al Padre con la misma oración que Cristo nos enseñó  para continuar con el rito de comunión.

Durante la comunión hoy es recomendable guardar silencio

  5.-Rito de conclusión con la recitación de oraciones para que la asamblea reunida, una vez dispersa, viva el misterio que ha celebrado.

Para meditar a lo largo del día podemos hacerlo con el Vía Crucis o con el Sermón de las Siete Palabras.

Fuente: Celebrar la Semana Santa, Pedro Farnés

                Vivir el año Litúrgico, Ramiro González

                Catholic.net

JUEVES SANTO: CELEBRACION DE LA CENA DEL SEÑOR

Con la Misa que tiene lugar en las horas vespertinas del jueves de la Semana Santa, la Iglesia comienza el Triduo pascual y evoca aquella cena en la cual el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los Apóstoles para que los sumiesen, mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también lo ofreciesen.

Durante la misa se  realiza el Lavatorio de los pies, así como lo hizo Jesús a sus apóstoles y se conmemora la institución de la Eucarística.

El Lavatorio de los pies se puede celebrar siempre aunque el número de los que se lavaran los pies  no llegue a doce, pues el significado de la acción del Señor conserva su finalidad.

Con el gesto del lavatorio de pies festejamos a todos aquellos que dedican su vida a servir de manera humilde y extraordinaria a los demás cumpliendo el último mandamiento de Cristo.

 Es el día de los tres grandes mandatos: “Tomad y comed este es mi cuerpo”, institución de la Eucaristía; “haced esto en memoria mía”, institución del orden sacerdotal, “amaos los unos a los otros”, mandamiento del amor fraterno.

Al comienzo de la celebración, el sagrario se presenta vacío con la puerta abierta. El altar mayor, donde se celebrará la Santa Misa, se adorna con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección.

Como en todas las celebraciones litúrgicas se inicia con la entrada procesional, encabezada por los acólitos, seguida por los ministros y finalizada por el celebrante principal, un Sacerdote u Obispo. Mientras tanto, el coro acompaña con cantos, pues ya ha terminado la Cuaresma y se va a celebrar uno de los momentos más importantes del año litúrgico, la Institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor.

Los cantos de esta celebración están enfocados a la celebración de la institución de la Eucaristía. El color de ésta celebración es el blanco  sustituyendo al morado.

En ésta celebración se canta de nuevo el “Gloria” a la vez que se tocan las campanas, y cuando éste termina, las campanas dejan de sonar y no volverán a sonar hasta la Vigilia Pascual en la Noche Santa por eso no debe de extrañarte que durante la Consagración no se oigan las campanas.

Las lecturas de éste día son muy especiales, la primera es del libro del Éxodo donde se nos presentan prescripciones sobre la cena pascual.  Jesús cenó la Pascua con sus apóstoles, siguiendo la tradición judía, ya que según ésta se debía de cenar un cordero puro y del año; y la sangre de éste se debía rociar la puerta en señal de purificación ya que si no se hacía así el ángel exterminador entraría a la casa y mataría al primogénito de esa familia (décima plaga), según lo relatado en el libro del Éxodo. La antífona el salmo responsorial (llamado así por ser la respuesta del pueblo a la primera lectura) dice: “El Cáliz que bendecimos, es la comunión con la sangre de Cristo”.

La segunda lectura es de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios donde se nos enseña que: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este vino, proclamamos la muerte del Señor.

El Evangelio nos narra  el momento del lavatorio de pies a los discípulos, que adquiere un destacado simbolismo dentro de los oficios del día, ya que posteriormente se recuerda el gesto que realizó Jesús antes de la Última Cena con sus discípulos, efectuándose en esta ocasión entre la Homilía y las ofrendas, este acto suprime el Credo.

Durante el lavatorio de los pies se entona un cántico relacionado con el Mandamiento Nuevo del Amor entregado por Jesucristo en esta noche santa, destacando frases del texto del discurso de Jesús en la última cena, recogido por el Evangelio de San Juan. Y es así que celebramos la Institución del Mandamiento de Amor, Ámense los unos a los otros como Yo los he Amado en términos sencillos El servicio a los demás con y por Amor a Cristo.

La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que se recordará a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús.

En el momento de la Plegaria Eucarística durante la consagración, se prefiere la recitación del Canon Romano o Plegaria I, dado que el texto prevé algunos párrafos directamente relacionados con lo que se celebra en este día, durante la Epiglosis se invoca al Espíritu Santo para que queden consagrados el vino y el pan; esto se da cuando el Sacerdote impone sus manos sobre los dones ofrecidos para que se conviertan en el cuerpo y la sangre de Cristo y para que la comunión, ayude a la salvación de los que participan de ella y actúe sobre la comunidad celebrante, esta es la parte Máxima de la Liturgia de este día y así se conmemora y se celebra la institución de la Eucaristía.

Una vez se ha repartido la Comunión como de costumbre, el Santísimo Sacramento se traslada desde el Altar donde se ha celebrado la Misa en procesión hasta el llamado “Altar de la reserva” o “Monumento”, un altar exclusivo preparado para esta celebración, que debe estar fuera del templo y de la nave central, debido a que en la celebración del Viernes Santo no se celebra la Eucaristía. Durante la procesión hasta la llegada al lugar del Monumento, se entona algún himno eucarístico, como el Pangue Lingua,  el sacerdote deposita el copón con el Santísimo, debidamente cubierto, dentro del sagrario de la reserva, y puesto de rodillas, lo inciensa. Por lo general, no da la bendición con el Santísimo ni reza las alabanzas, sino más bien se queda unos instantes orando en silencio. Antes de retirarse, cierra la puerta del sagrario de reserva, hace genuflexión y se retira

Automáticamente, una vez se ha reservado al Santísimo, los oficios del día jueves finalizan, pues la celebración continuará al día siguiente y se nos invita a conmemorar al día siguiente la muerte del Señor.

En algunas iglesias se celebra a continuación un sencillo acto de denudación de los altares, en el que los sacerdotes y ministros, retiran candeleros y manteles de todos los altares de la iglesia.

Durante la noche se mantiene la adoración del Santísimo en el “Monumento”, celebrándose la llamada “Hora Santa” en torno a la medianoche, quedando el Santísimo allí hasta la celebración del Viernes Santo. Esta reserva recuerda la agonía y oración en Getsemaní y el encarcelamiento de Jesús, y por eso los sacerdotes celebrantes piden que velen y oren con Él, como Jesús pidió a sus apóstoles en el huerto de Getsemaní. Una vez han terminado los oficios, se rememora la oración y agonía de Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y el prendimiento de Jesús, que se suele celebrar con procesiones en la tarde-noche del Jueves Santo.

En algunos lugares, existe la tradición de visitar siete monumentos en distintos Templos de una misma ciudad, para recordar a modo de “estaciones”, los distintos momentos de la agonía de Jesús en el Huerto y su posterior arresto.

Desde hace unos años, como Iglesia Católica celebramos el Jueves Santo como Día del Amor Fraterno pues Dios nos amó tanto que nos dio a su Hijo Único para que fuéramos salvados creyendo en Él, y Jesús entrega su vida a cambio de la nuestra y no hay prueba de amor más grande que el que da la Vida por los suyos. Y no sólo bastándole eso, en la locura de amor más grande por nosotros, no sólo se entrega y da la vida, si no que se queda con bajo las apariencias del Pan y el Vino; Su Sacrificio de Amor más grande: La Cruz. Su regalo de amor más grande: La Eucaristía.

Por tanto que este jueves Santo, no represente tristeza para ti, sino que al contrario represente una verdadera Felicidad y una respuesta de Amor ante el mandamiento que nos dejó Cristo de Amarnos como Él nos amó, sirviendo a los demás, que La Eucaristía sea un cumplimiento más de su palabra en ti, pues en ella se cumple su promesa de estar con nosotros siempre hasta el final de los tiempos, por tanto no permitas que el pecado te quite la gracia de poder comulgar, para que cada vez que comulgues se cumpla en ti su última promesa, y si ves a un Sacerdote, ora por él y agradece a Dios por su valentía al dar el Sí a la vida sacerdotal y si puedes felicítalo por un año más de tan grande ministerio y misterioso sacramento, pues sin ellos la Eucaristía no sería posible, como dijo Peter Parker (Spiderman) tienen en sus manos un gran poder, pero que lleva una gran Responsabilidad. Jueves Santo, día de Entrega y Servicio con y por Amor a Jesucristo.

Fuentes: Catholic.net

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