NOTICIAS DEL MOVIMIENTO: INICIO DE CURSO EN LA DIÓCESIS DE HUESCA

Llegó octubre y con él los miembros de Vida Ascendente sabemos que iniciamos el curso. Hay ganas, hay ilusión y abrazos, hay ganas de compartir la vida en» comunidad» entre los amigos de los 5 grupos parroquiales y los de las 2 residencias… Y como siempre, en la Eucaristía Inicial que celebramos el martes 3 de octubre en nuestra sede – iglesia de San Vicente el Real, se nos recuerdan los tres pilares que sostienen nuestro Movimiento : Espiritualidad, Apostolado y Amistad.

Para todos fue el recibir una dosis fuerte de esperanza en Jesucristo – al que vemos en la imagen que nos preside – cuya mirada y brazos están dispuestos para bendecirnos y acogernos, y que nos invita a ser pertenecientes a una Iglesia con corazón alegre, que no se desanima y que es humilde. Su mirada nos enseña a contemplar la vida con sus ojos y que también propone que tengamos una actitud interior cordial y amable para poder ser testigos y misioneros del Evangelio en nuestros ambientes.

Dimos gracias a Dios por tantos bienes y Gracias recibidos – especialmente por el regalo de la vida – y a María por ser compañera en nuestros caminos.

Por todos,

María Cristina Longás Santolaria, la Presidente

NOTICIAS DEL MOVIMIENTO APERTURA DE CURSO EN SEGORBE – CASTELLÓN

La Presidenta de Vida Ascendente de Castellón, Berta Sancho, y Animadora del Grupo de Vida Ascendente de la Parroquia Sagrada Familia de Castellón, convocó, en la Sede de Vida Ascendente, a todos los animadores y a la Junta Diocesana.

Después de darles la acogida e interesarse por su situación, tras la época estival, pasó a informarles de la tarea a seguir durante este curso que va a comenzar. Entre otras cosas se hizo hincapié en que los animadores han de procurar que el grupo esté vivo, que todos y cada uno participen, compartiendo pensamientos, sentimientos en un clima de ayuda mutua.

A pesar….. de la cantidad de años de los asistentes, pues una gran parte pasan de los ochenta años, a pesar…..de vivir en los pueblos de Castellón, a pesar….. de sus limitaciones físicas, a pesar…..de que en un pueblo eran fiestas….. la asistencia fue concurrida ese dia 10 de Octubre, a la Apertura del Curso.

Durante la  ACOGIDA, nos pudimos saludar la gente nueva que se habían incorporado al Movimiento de Vida Ascendente y también afianzar la amistad con los conocidos, pues no nos veíamos desde antes del verano.

En la ASAMBLEA, Berta, la nueva Presidente, agradeció a todos el haber venido al inicio de curso, explicó el Plan a seguir durante el año, con mucho entusiasmo y mucha ilusión, y desarrolló los puntos a tratar y objetivos a lograr.

La EUCARISTÍA, fue uno de los mejores momentos, en la Parroquia de la Sagrada Familia , concelebrada por ocho sacerdotes, además de otro sacerdote tocando el órgano, amenizando la Celebración , siendo cantado el Salmo , por nuestra querida Presidenta.  Se nota en una Celebración Eucarística , cuando todos los fieles estamos en el Camino de la Fe, estoy seguro que ese día todos subimos un peldaño en dicha escalera, éramos un todo unido: música, cantos ,celebrantes, fieles…………… Se repartieron octavillas con el Himno del Movimiento y la participación fue completa en el momento final.

Tuvimos la idea, que sería interesante, confeccionar y regalar a cada uno de los asistentes, unas pañoletas, como signo del Movimiento de Vida Ascendente y señal de pertenencia, las cuales repartimos al final de la Eucaristía.

También se terminaron de repartir los libros-guiones, a quienes todavía no lo tenían, acabando con el primer pedido que se hizo de 200 libros- guiones.

Tuvimos la suerte que el Restaurante, estaba enfrente de la Parroquia, idóneo para la gente mayor del grupo, en total asistimos 84 personas, la comida estuvo bien y los empleados del Restaurante muy atentos y muy serviciales con todos nosotros. Muy amena la sobremesa y salimos todos complacidos y contentos.

Para practicar los tres pilares, Amistad, Espiritualidad y Apostolado, hemos creado un grupo de Whatsapp y poder estar conectados todos, en él, se dan las noticias de interés, se manda el Evangelio diario, notas religiosas, imágenes días festivos, y muy importante……cuando alguien tiene una operación, se pide al grupo, ORACIÓN por esa persona, para que todo salga bien, como hemos podido comprobar. Qué hermoso es, que un grupo de personas, estemos orando por alguien con problemas, notamos que hemos creado un Grupo  de Amigos Cristianos.

Texto cedido por la  presidente  de la Diócesis de Segorbe-Castellón.

 

EL PAPA PROPONE A CARLOS DE FOUCAULD COMO FIGURA PROFÉTICA DE NUESTRO TIEMPO

En la audiencia general de este miércoles, 18 de octubre, el papa Francisco glosó la figura de un santo al que ha recurrido en no pocas ocasiones, Carlos de Foucauld, «un hombre que ha hecho de Jesús y de los hermanos más pobres la pasión de su vida»

«Pero ¿cómo podemos aumentar esta participación? Como hizo Carlos: poniéndonos de rodillas y acogiendo la acción del Espíritu, que siempre suscita formas nuevas para involucrar, encontrar, escuchar y dialogar, siempre en la colaboración y en la confianza, siempre en comunión con la Iglesia y con los pastores», indicó el Papa

En la audiencia general de este miércoles, 18 de octubre, el papa Francisco glosó la figura de un santo al que ha recurrido en no pocas ocasiones, Carlos de Foucauld, «un hombre que ha hecho de Jesús y de los hermanos más pobres la pasión de su vida» y que anticipa «los tiempos del Concilio Vaticano II, intuye la importancia de los laicos y comprende que el anuncio del Evangelio pertenece a todo el pueblo de Dios»

«Pero ¿cómo podemos aumentar esta participación? Como hizo Carlos: poniéndonos de rodillas y acogiendo la acción del Espíritu, que siempre suscita formas nuevas para involucrar, encontrar, escuchar y dialogar, siempre en la colaboración y en la confianza, siempre en comunión con la Iglesia y con los pastores», indicó el Papa, que subrayó que Carlos de Foucauld es «una figura profética para nuestro tiempo, ha testimoniado la belleza de comunicar el Evangelio a través del apostolado de la mansedumbre».

Texto de la audiencia general

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Proseguimos nuestro encuentro con algunos testigos ricos de celo en el anuncio del Evangelio.

Hoy quisiera hablaros de un hombre que ha hecho de Jesús y de los hermanos más pobres la pasión de su vida. Me refiero a san Carlos de Foucauld el cual, «desde su intensa experiencia de Dios, hizo un camino de transformación hasta sentirse hermano de todos» (Cart. enc. Fratelli tutti, 286).

¿Cuál ha sido el “secreto” de su vida? Él, después de haber vivido una juventud alejada de Dios, sin creer en nada si no en la búsqueda desordenada del placer, lo confía a un amigo no creyente, al que, después de haberse convertido acogiendo la gracia del perdón de Dios en la Confesión, revela la razón de su vivir. Escribe: «He perdido mi corazón por Jesús de Nazaret»[1]. El hermano Carlos nos recuerda así que el primer paso para evangelizar es tener a Jesús en el centro del corazón, es “perder la cabeza” por Él.

Si esto no sucede, difícilmente logramos mostrarlo con la vida. Más bien corremos el riesgo de hablar de nosotros mismos, de nuestro grupo, de una moral o, peor todavía, de un conjunto de reglas, pero no de Jesús, de su amor, de su misericordia. Preguntémonos entonces: ¿yo tengo a Jesús en el centro del corazón, he perdido un poco la cabeza por Él?

Carlos sí, hasta el punto que pasa de la atracción por Jesús a la imitación de Jesús. Aconsejado por su confesor, va a Tierra Santa para visitar los lugares en los que el Señor ha vivido y para caminar donde el Maestro ha caminado. En particular es en Nazaret que comprende que tiene que formarse en la escuela de Cristo. Vive una relación intensa con Él, pasa largas horas leyendo los Evangelios y se siente su hermano pequeño. Y conociendo a Jesús, nace en él un deseo de darlo a conocer. Al comentar el pasaje de la visita de la Virgen a santa Isabel, le hace decir: «Me he donado al mundo… llevadme al mundo». Sí, pero ¿cómo? Como María en el misterio de la Visitación: «en silencio, con el ejemplo, con la vida»[2]. Con la vida, porque «toda nuestra existencia – escribe el hermano Carlos – debe gritar el Evangelio»[3].

Entonces decide establecerse en regiones lejanas para gritar el Evangelio en el silencio, viviendo en el espíritu de Nazaret, en pobreza y en lo escondido. Va al desierto del Sahara, entre los no cristianos, y allí llega como amigo y hermano, llevando la mansedumbre de Jesús- Eucaristía. Carlos deja que sea Jesús quien actúe silenciosamente, convencido de que la “vida eucarística” evangeliza. De hecho, cree que es Cristo el primer evangelizador. Así está en oración a los pies de Jesús, delante del tabernáculo, durante unas diez horas al día, seguro de que la fuerza evangelizadora está ahí y sintiendo que es Jesús quien le lleva cerca de tantos hermanos y hermanas alejados. Y nosotros, me pregunto, ¿creemos en la fuerza de la Eucaristía? Nuestro ir hacia los otros, nuestro servicio, encuentra ahí, en la adoración, ¿su inicio y su cumplimiento?

«Todo cristiano es apóstol»[4] escribe Carlos de Foucauld a un amigo laico, al cual recuerda que «cerca de los sacerdotes hacen falta laicos que vean lo que el sacerdote no ve, que evangelizan con una cercanía de caridad, con una bondad para todos, con un afecto siempre preparado para donarse»[5]. Carlos anticipa de esta manera los tiempos del Concilio Vaticano II, intuye la importancia de los laicos y comprende que el anuncio del Evangelio pertenece a todo el pueblo de Dios. Pero ¿cómo podemos aumentar esta participación? Como hizo Carlos: poniéndonos de rodillas y acogiendo la acción del Espíritu, que siempre suscita formas nuevas para involucrar, encontrar, escuchar y dialogar, siempre en la colaboración y en la confianza, siempre en comunión con la Iglesia y con los pastores.

San Carlos de Foucauld, figura profética para nuestro tiempo, ha testimoniado la belleza de comunicar el Evangelio a través del apostolado de la mansedumbre: él, que se sentía “hermano universal” y acogía a todos, nos muestra la fuerza evangelizadora de la ternura. Deseaba que quien lo encontrara viera, a través de su bondad, la bondad de Jesús. Decía que era, de hecho, «servidor de uno que es mucho más bueno que yo»[6]. Vivir la bondad de Jesús lo llevaba a estrechar vínculos fraternos y de amistad con los pobres, con los Tuareg, con los más alejados de su mentalidad. Poco a poco estos vínculos generaban fraternidad, inclusión, valorización de la cultura del otro. La bondad es sencilla y pide ser personas sencillas, que no tengan miedo de donar una sonrisa. Hermano Carlos dijo al respecto que «la risa pone de buen humor a quien está a nuestro lado, acerca a los hombres, les permite comprenderse mejor, alegra un carácter oscuro: es una caridad»[7]. Preguntémonos entonces finalmente si llevamos en nosotros y a los otros la alegría cristiana, que no es simple gozo, sino caridad del corazón. La alegría es el termómetro qu Mide el calor de nuestro anuncio de Jesús, Él que es para todos la dos buena noticia.

[1] Cartas a un amigo de la secundaria. Correspondencia con Gabriel Tourdes (1874-1915), París 2010, 161.

[2] Clamar el Evangelio, Montrouge 2004, 49.

[3] M/314 en C. de Foucauld, La bondad de Dios. Meditaciones sobre los Santos Evangelios (1), Montrouge 2002, 285. [4] Carta a José Horas, en Correspondances lyonnaises (1904-1916), París 2005, 92.

[5] Ivi, 90.

[6] Cuadernos de Tamanrasset (1905-1916), París 1986, 188.

[7] R. Bazin, Charles de Foucauld explorador de Marruecos, 1921, 379.

 Fuente: José Lorenzo para Religión Digital

EL SANTO DE LA SEMANA: ANTONIO MARÍA CLARET

Antonio Claret y Clará nacía en Sallent, Barcelona, el 23 de diciembre de 1807. Era el quinto de once hijos de Juan Claret y Josefa Clará. Le bautizaron el día de Navidad.

La escasa salud de su madre hizo que se le pusiera al cuidado de una nodriza en Santa María de Oló. Una noche en que Antonio se quedó en la casa paterna se hundió la casa de la nodriza muriendo todos en el accidente. Para Claret aquello supuso siempre una señal de la providencia.

La cuna de Claret fue sacudida constantemente por el traqueteo de los telares de madera que su padre tenía en los bajos de la casa. Ya desde sus primeros años Antonio dio muestras de una inteligencia despejada y de buen corazón. A los cinco años, Toñín pensaba en la eternidad: por la noche, sentado en la cama, quedaba impresionado por aquel «siempre, siempre, siempre». Él mismo recordaría más tarde siendo Arzobispo: «Esta idea de la eternidad de penas quedó en mí tan grabada, que, ya sea por lo tierno que empezó en mí o ya sea por las muchas veces que pensaba en ella, lo cierto es que es lo que más tengo presente. Esta misma idea es la que más me ha hecho y me hace trabajar aún, y me hará trabajar mientras viva, en la conversión de los pecadores». (Aut. nº9).

La guerra popular contra Napoleón embargaba vivamente el ambiente de la época. Sus soldados pasaban frecuentemente por la villa entre los años 1808 y 1814. Hasta los sacerdotes del pueblo se habían sumado a la lucha. En 1812 se promulgaba la nueva Constitución.

Mientras, Antonio jugaba, estudiaba, crecía… Dos amores destacaban ya en el pequeño Claret: la Eucaristía y la Virgen. Asistía con atención a la misa; hacía asiduas visitas al Santísimo; iba con frecuencia, acompañado de su hermana Rosa, a la ermita de Fusimaña y rezaba diariamente el rosario.

Una debilidad de Antonio eran los libros. Pocas cosas contribuyeron tanto a la santidad de Antonio como sus lecturas, las primeras lecturas de su infancia. Porque sus lecturas eran escogidas. Pero ya entonces Antonio tenía una ilusión: llegar a ser sacerdote y apóstol. Sin embargo, su vocación debería recorrer todavía otro itinerario.

Toda su adolescencia la pasó Antonio en el taller de su padre. Pronto consiguió llegar a ser maestro en el arte textil. Para perfeccionarse en la fabricación pidió a su padre que le permitiera ir a Barcelona, donde la industria estaba atrayendo a numerosos jóvenes. Allí se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de la Lonja. Trabajaba de día, y de noche estudiaba. Aunque seguía siendo un buen cristiano, su corazón estaba centrado en su trabajo. Gracias a su tesón e ingenio llegó pronto a superar en calidad y belleza las muestras que llegaban del extranjero. Un grupo de empresarios, admirados de su competencia, le propusieron un plan halagüeño: fundar una compañía textil corriendo a cuenta de ellos la financiación y el montaje de la fábrica. Pero Antonio, inexplicablemente, se negó. Dios andaba por medio. Unos cuantos hechos -el haber tropezado con un compañero que acabó en la cárcel, el lazo tentador de la mujer de un amigo, el salir ileso milagrosamente del mar donde había sido arrastrado por una gigantesca ola, etc.- le hicieron más sensible el oído a la voz de Dios. Por fin, las palabras del Evangelio: «¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?» (Mt 16,26), le impresionaron profundamente. Los telares se pararon en seco, y Antonio se fue a consultar a los oratorianos de San Felipe Neri. Por fin tomó la decisión de hacerse cartujo y así se lo comunicó a su padre. Su decisión de ser sacerdote llegó a oídos del obispo de Vic, D. Pablo de Jesús Corcuera, que quiso conocerle. Antonio salía de Barcelona a principios de septiembre de 1829 camino de Sallent y Vic. Tenía 21 años y estaba decidido a ser sacerdote.

SACERDOTE, MISIONERO APOSTÓLICO Y FUNDADOR (1829-1850)

En el seminario de Vic, forja de apóstoles, Claret se formó como seminarista externo viviendo como fámulo de Don Fortià Bres, mayordomo del palacio episcopal. Pronto iba a destacar por su piedad y por su aplicación. Eligió como su confesor y director al oratoriano P. Pere Bac.

Después de un año llegó el momento de llevar a cabo su decisión de entrar en la cartuja de Montealegre, y hacia allí salió, pero una tormenta de verano que lo sorprendió en el camino dio al traste con sus planes. Tal vez Dios no le quería de cartujo. Dio media vuelta y retornó a Vic. Fue al año siguiente cuando pasó la prueba de fuego de la castidad en una tentación que le sobrevino un día en que Antonio yacía enfermo en la cama. Vio que la Virgen se le aparecía y, mostrándole una corona, le decía: «Antonio, esta corona será tuya si vences». De repente, todas las imágenes obsesivas desaparecieron. Bajo la acertada guía del obispo Corcuera el ambiente del Seminario era óptimo. En él trabó amistad con Jaime Balmes, que se ordenaría de Diácono en la misma ceremonia en que Claret se ordenó de Subdiácono. Fue en esta época cuando Claret entró en un profundo contacto con la Biblia, que le impulsaría a un insaciable espíritu apostólico y misionero

A los 27 años, el 13 de junio de 1835, el obispo de Solsona, Fray Juan José de Tejada, ex-general de los Mercedarios, le confería, por fin, el sagrado orden del Presbiterado. Su primera misa la celebró en la parroquia de Sallent el día 21 de junio, con gran satisfacción y alegría de su familia. Su primer destino fue precisamente Sallent, su ciudad natal.A la muerte de Fernando VII la situación política española se había agravado. Los constitucionales, imitadores de la Revolución francesa, se habían adueñado del poder. En las Cortes de 1835 se aprobaba la supresión de todos los Institutos religiosos. Se incautaron y subastaron los bienes de la Iglesia y se azuzó al pueblo para la quema de conventos y matanza de frailes. Contra este desorden pronto se levantaron las provincias de Navarra, Cataluña y el País Vasco, estallando la guerra civil entre carlistas e isabelinos.

Pero Claret no era político. Era un apóstol. Y se entregó en cuerpo y alma a los quehaceres sacerdotales a pesar de las enormes dificultades que le suponía el ambiente hostil de su ciudad natal. Su caridad no tenía límites. Por eso, los horizontes de una parroquia no satisfacían el ansia apostólica de Claret. Consultó y decidió ir a Roma a inscribirse en Propaganda Fide, con objeto de ir a predicar el Evangelio a tierras de infieles. Corría el mes de septiembre de 1839. Tenía 31 años.

Con un hatillo y sin dinero, a pie, un joven cura atravesó los Pirineos camino de la ciudad eterna. Llegado a Marsella tomó un vapor a Roma. Ya en la Ciudad Eterna, Claret hizo los ejercicios espirituales con un padre de la Compañía de Jesús. Y se sintió llamado a ingresar como novicio jesuita. Había ido a Roma para ofrecerse como misionero del mundo, pero Dios parecía no quererle ni misionero ad gentes ni tampoco jesuita. Una enfermedad -un fuerte dolor en la pierna derecha- le hizo comprender que su misión estaba en España. Después de tres meses abandonó el noviciado por consejo del P. Roothaan.Regresado a España, fue destinado provisionalmente a Viladrau,  pueblecito entonces de leñadores, en la provincia de Gerona. En calidad de Regente (el párroco era un anciano impedido) emprendió su ministerio con gran celo. Tuvo que hacer también de médico, porque no lo había ni en el pueblo ni en sus contornos.

Como Claret no había nacido para permanecer en una sola parroquia, su espíritu le empujó hacia horizontes más vastos. En julio de 1841, cuando contaba 33 años, recibió de Roma el título de Misionero Apostólico. Por fin era alguien destinado al servicio de la Palabra, al estilo de los apóstoles. Esta clase de misioneros había desaparecido desde san Juan de Avila. A partir de entonces su trabajo fue misionar. Vic iba a ser su residencia. Claret, siempre a pie, con un mapa de hule, su hatillo y su breviario, caminaba por la nieve o en medio de las tormentas, hundido entre barrancos y lodazales. Se juntaba con arrieros y comerciantes y les hablaba del Reino de Dios. Y los convertía. Sus huellas quedaron grabadas en todos los caminos. Las catedrales de Solsona, Gerona, Tarragona, Lérida, Barcelona y las iglesias de otras ciudades se abarrotaban de gente cuando hablaba el Padre Claret.Caminando hacia Golmes le invitaron a detenerse porque sudaba; él respondía con humor: «Yo soy como los perros, que sacan la lengua pero nunca se cansan».

«Padre, confiese a mi borrico» -le dijo un arriero con tono burlón. «Quien se ha de confesar eres tú -respondió Claret- que llevas 7 años sin hacerlo y te hace buena falta». Y aquel hombre se confesó.

En otra ocasión sacó de apuros a un pobre hombre, contrabandista, convirtiendo en alubias un fardo de tabaco ante unos carabineros que les echaron el alto. La mayor sorpresa se la llevó el buen hombre cuando, al llegar a su casa, observó que el fardo de alubias se había convertido de nuevo en tabaco. Son algunas de las «florecillas claretianas» de aquella época.

Otros hechos prodigiosos se cuentan, pero sobre todo se destacaba su virtud de penetrar las conciencias. Tenía enemigos que le calumniaban y que procuraban impedir su labor misionera teniendo que salir en su defensa el arzobispo de Tarragona. Pero su temple era de acero. Todo lo resistía y salía airoso de todas las emboscadas que le tendían.

Además de la predicación el P. Claret se dedicaba a dar Ejercicios Espirituales al clero y a las religiosas, especialmente en verano. En 1844 , por ejemplo, los daba a las Carmelitas de la Caridad de Vic, asistiendo a ellos santa Joaquina Vedruna.

Durante este tiempo también publicó numerosos folletos y libros. De entre ellos cabe destacar el «Camino Recto», publicado en 1843 por primera vez y que sería el libro de piedad más leído del siglo XIX. Tenía 35 años.

En 1847 fundaba junto con su amigo José Caixal, futuro obispo de Seu D´Urgel, y Antonio Palau la Librería Religiosa. Ese mismo año fundaba la Archicofradía del Corazón de María y escribía los estatutos de La Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María y Amantes de la Humanidad, compuesta por sacerdotes y seglares, hombres y mujeres.

Es larga y digna de mención la lista de discípulos y compañeros que tuvo en aquella época, hombres que quedarían inscritos en la historia eclesiástica catalana: Esteban Sala, Manuel Subirana, beato Francisco Coll, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas…

El 6 de marzo de 1848 salía hacia Madrid y Cádiz camino de Canarias con el recién nombrado obispo D. Buenaventura Codina. Tenía 40 años. Y es que tras la nueva rebelión armada de 1847 ya no era posible dar misiones en Cataluña. Desde el Puerto de la Luz de Gran Canaria hasta los ásperos arenales de Lanzarote resonó la convincente voz de Claret. Misionó Telde, Agüimes, Arucas, Gáldar, Guía, Firgas, Teror… El milagro de Cataluña se repitió de nuevo. Claret tuvo que predicar en las plazas, sobre los tablaos, al campo libre, entre multitudes que lo acosaban. A pesar de una pulmonía no cejó en su intenso trabajo. En Lanzarote dio misiones en Teguise y Arrecife.Gastó 15 meses de su vida en las Canarias, y dejó atrás conversiones y prodigios, profecías y leyendas. Los canarios vieron partir con lágrimas en los ojos un día a su padrito y lo despidieron con añoranza. Era en los últimos días de mayo de 1849. Aún perdura su recuerdo.

Poco después de su vuelta a Cataluña, el 16 de julio de 1849, a las tres de la tarde en una celda del seminario de Vic fundaba la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, idea que venía madurando desde hacía tiempo. Tenía 41 años. Eran los Confundadores los PP. Esteban Sala, José Xifré, Manuel Vilaró, Domingo Fábregas y Jaime Clotet.»Hoy comienza una grande obra» -dijo el P. Claret.

No era Claret un seudocarismático que hablara en nombre propio, sino que se sentía impulsado por Dios; y Dios le reveló tres cosas: primera, que la Congregación se extendería por todo el mundo; segunda, que duraría hasta el fin de los tiempos; tercera, que todos los que murieran en la Congregación se salvarían.

ARZOBISPO DE SANTIAGO DE CUBA (1850-1857)

Un hecho de capital importancia puso pronto en peligro su recién fundado Instituto. El P. Claret era nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba. Aceptó el cargo, después de todos los intentos de renuncia, el 4 de octubre de 1849 y el día 6 de octubre de 1850 era consagrado obispo en la catedral de Vic. Tenía 42 años. El lema que eligió para su escudo arzobispal fue todo un proyecto de vida: «Charitas Christi urget nos» (el amor de Cristo nos apremia). Antes de embarcarse para Cuba y después de ir a Madrid a recibir el palio y la gran cruz de Isabel la Católica efectuó tres visitas: a la Virgen del Pilar, en Zaragoza, a la Virgen de Montserrat y a la Virgen de Fusimaña, en Sallent, su patria chica. Y aún le dio tiempo, antes de partir, para concebir una nueva fundación, las Religiosas en sus Casas o las Hijas del Inmaculado Corazón de María, actual Filiación Cordimariana. En el puerto de Barcelona un inmenso gentío despidió al Arzobispo Claret con una apoteósica manifestación.

En el viaje hacia La Habana aprovechó para dar una misión a bordo para todo el pasaje, oficialidad y tripulación. Y al fin… Cuba. Seis años gastaría Claret en la diócesis de Santiago de Cuba, trabajando incansablemente, misionando, sembrando el amor y la justicia en aquella isla en la que la discriminación racial y la injusticia social reinaban por doquier.Se enfrentó a los capataces, les arrancó el látigo de las manos. Un día reprendió a un rico propietario que maltrataba a unos nativos de color que trabajaban en su hacienda. Viendo que aquel hombre no estaba dispuesto a cambiar de conducta, el Arzobispo intentó darle una lección. Tomó dos trozos de papel, uno blanco y otro negro, les prendió fuego y pulverizó las cenizas en la palma de su mano. «Señor, -le dijo- ¿podría decir qué diferencia hay entre las cenizas de estos dos papeles? Pues así de iguales somos los hombres ante Dios».

El P. Claret tenía una capacidad inventiva que denotaba un ingenio poco común. En Holguín se organizaron fiestas populares. El número fuerte del programa era el lanzamiento de un globo tripulado por un hombre. El artefacto aerostático era de los primeros que se ensayaban en aquellos tiempos. No tuvo éxito; comenzó a elevarse, pero el piloto perdió el control y cayó en un pequeño barranco. El Arzobispo estudió el problema y un día sorprendió a todos: «Hoy he dado con el sistema de la dirección de los globos». Y les mostró un diseño, que todavía hoy se conserva.

Fundó en todas las parroquias instituciones religiosas y sociales para niños y para mayores; creó escuelas técnicas y agrícolas, estableció y propagó por toda Cuba las Cajas de Ahorros, fundó asilos, visitó cuatro veces todas las ciudades, pueblos y rancherías de su inmensa diócesis. Siempre a pie o a caballo. También supo rodearse de un equipo envidiable de grandes misioneros como los PP. Adoaín, Lobo, Sanmartí y Subirana.

Una de las obras más importantes que llevó a cabo el P. Claret en Cuba fue la fundación, junto con la Madre Antonia París, de las Religiosas de María Inmaculada, Misioneras Claretianas, que tenía lugar después de muchas dificultades el 27 de agosto de 1855 con la profesión de la Fundadora.

Pero ni siquiera en Cuba le dejaron en paz sus enemigos. La tormenta de atentados llegó al culmen en Holguín, donde fue herido gravemente cuando salía de la iglesia por un sicario a sueldo de sus enemigos al que había sacado poco antes de la cárcel. El P. Claret pidió que perdonaran al criminal. A pesar de todo sus enemigos siguieron sin perderle de vista.

Al cabo de seis años en Cuba un día le entregaron un despacho urgente del capitán general de La Habana en el que se le comunicaba que su Majestad la Reina Isabel II le llamaba a Madrid. Era el 18 de marzo de 1857.

APÓSTOL EN MADRID (1857-1868)

Llegado a Madrid, supo el P. Claret que su cargo era definitivamente el de confesor de la Reina. Contrariado aceptó, pero poniendo tres condiciones: no vivir en palacio, no implicarle en política y no guardar antesalas teniendo libertad de acción apostólica. Tenía 49 años cuando regresó de Cuba. En los 11 años que permaneció en Madrid, su actividad apostólica en la Corte fue intensa y continuada. Pocas fueron las iglesias y conventos donde su voz no resonara con fuerza y convicción. Desde la iglesia de Italianos, situada en la actual ampliación de las Cortes y desde la iglesia de Montserrat, donde está situado actualmente el Teatro Monumental, desarrolló una imparable actividad. Principalmente se hizo notar en sus misiones al pueblo y en sus ejercicios al clero.Mientras acompañaba a la Reina en sus giras por España aprovechaba también para desarrollar un intenso apostolado. A primeros de junio de 1858 la real caravana rodaba por las llanuras de la Mancha, Alicante, Albacete, Valencia… Luego al noroeste de España: León, cuenca minera de Mieres y Oviedo, Galicia, Baleares, Cataluña, Aragón y Andalucía. El recorrido por el sur fue de un gran entusiasmo, que aprovechaba el confesor real para misionar por todas partes, llegando a predicar en un solo día 14 sermones: Córdoba, Sevilla, Cádiz, Granada, Málaga, Cartagena y Murcia. Más tarde otra vez por el norte: País Vasco, Castilla la Vieja y Extremadura. El Reino de Dios era anunciado y el pueblo respondía con generosidad.

La Reina le nombró Presidente del Real Monasterio de El Escorial para su restauración, dado su lastimoso estado a raíz de la ley de exclaustración de 1835. Desempeñó este cargo desde el año 1859 hasta el año 1868. Corto tiempo, pero suficiente para dar muestras de su talento organizador. Se repararon las torres y alas del edificio, así como la gran basílica. Se restauraron el coro y los altares, se instalaron dos órganos, se adquirió material científico para los gabinetes de Física y laboratorios de Química, se restauró la destartalada biblioteca y se construyó otra nueva; se repoblaron los jardines, se plantaron gran cantidad de árboles frutales y de jardín. Con todo, el Arzobispo ponía anualmente en manos de la Reina un buen superavit. Parecía un milagro.Con la restauración material emprendió la espiritual. Creó una verdadera Universidad eclesiástica, con los estudios de humanidades y lenguas clásicas, lenguas modernas, ciencias naturales, arqueología, escolanía y banda de música. Estudios de Filosofía y Teología, con Patrística, Liturgia Moral y ciencias Bíblicas, lenguas caldaica, hebrea, arábiga, etc. Con la ayuda inestimable de su colaborador de Cuba, D. Dionisio González de Mendoza, hizo de este monasterio uno de los mejores centros de España. Y gracias a su afán recuperó su esplendor la octava maravilla del mundo.

«Antonio, escribe», -sintió que le decían Cristo y la Virgen-. Como una enorme y sensible pantalla de radar, Claret escrutaba continuamente los signos de los tiempos: «Uno de los medios que la experiencia me ha enseñado ser más poderoso para el bien es la imprenta, -decía-, así como es el arma más poderosa para el mal cuando se abusa de ella». Escribió unas 96 obras propias (15 libros y 81 opúsculos) y otras 27 editadas, anotadas y a veces traducidas por él. Sólo si se tiene en cuenta su extrema laboriosidad y las fuerzas que Dios le daba, se puede comprender el hecho de que escribiera tanto llevando una dedicación tan intensa al ministerio apostólico. Claret no era solamente escritor. Era propagandista. Divulgó con profusión los libros y hojas sueltas. En cuanto a su difusión alcanzó cifras verdaderamente importantes. Jamás cobraba nada de la edición y venta de sus libros; al contrario, invertía en ello grandes sumas de dinero. ¿De dónde lo sacaba? De lo que obtenía por sus cargos y de los donativos. «Los libros -decía- son la mejor limosna».El año 1848, como ya hemos dicho, había fundado la Librería Religiosa junto al Dr. Caixal, futuro obispo de Seo de Urgel, precedida por la Hermandad espiritual de los libros buenos, que durante los años que estuvo bajo su dirección hasta su ida a Cuba imprimió gran cantidad de libros, opúsculos y hojas volantes, con un promedio anual de más de medio millón de impresos. En el primer decenio de la fundación recibió la felicitación personal del Papa Pío IX. Aún sacerdote había fundado la Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, cuya finalidad era la de mantener permanentemente la difusión de los libros y que constituyó uno de los primeros ensayos de apostolado seglar activo por estar integrada por sacerdotes y seglares de ambos sexos.

Una de sus obras más geniales fue la fundación de la Academia de San Miguel (1858). En ella pretendía agrupar las fuerzas vivas de las artes plásticas, el periodismo y las organizaciones católicas; artistas, literatos y propagandistas de toda España para la causa del Señor. En nueve años se difundieron gratuitamente numerosos libros, se prestaron otros muchos y se repartió un número incalculable de hojas sueltas. He aquí algunos nombres de los que pertenecieron a ella según su principal biógrafo, el P. Cristóbal Fernández: el ministro Sr. Lorenzo Arrazola, los periodistas Carbonero y So y Ojero de la Cruz, el catedrático Vicente de la Fuente. Llegando su influencia a literatos de la talla de Ayala y Hartzenbusch.

Y fundó las bibliotecas populares en Cuba y en España, donde más de un centenar llegaron a funcionar en los últimos años de su vida. Bien merece el P. Claret el título de apóstol de la prensa.

La obra más significativa del P. Claret fue la fundación de la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María. Pero en la espléndida floración de nuevos institutos religiosos que se operó en el siglo XIX, fue el confesor real el más decidido colaborador que se encontraron casi todos los fundadores y fundadoras de su tiempo. Con la Madre París ya había fundado en Cuba el año 1855 el Instituto de Religiosas de María Inmaculada, llamadas Misioneras Claretianas, para la educación de las niñas.

Bajo su dirección espiritual se incluyen santa Micaela del Santísimo Sacramento, fundadora de las Adoratrices, y santa Joaquina de Vedruna, fundadora de las Carmelitas de la Caridad.

Intervino directa o indirectamente en otras fundaciones. Se relacionó con Joaquín Masmitjà, fundador de las Hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, con D. Marcos y Dña. Gertrudis Castanyer fundadores de las Religiosas Filipenses, con María del Sagrado Corazón fundadora de las Siervas de Jesús, con la Beata Ana Mogas fundadora de las Franciscanas de la Divina Pastora. Le encontramos con el beato Francisco Coll fundador de las Dominicas de la Anunciata. También tuvo parte en la fundación de las Esclavas del Corazón de María, de la M. Esperanza González. Y habría que añadir su influjo en la Compañía de Santa Teresa, Religiosas de Cristo Rey, etc.

Todas estas instituciones nacieron o germinaron gracias al P. Claret.

La suntuosidad cortesana no impidió al P. Claret vivir como el religioso más observante. Cada día dedicaba mucho tiempo a la oración. Su austeridad era proverbial y su sobriedad para las comidas y bebidas, admirable.Este era su horario: dormía apenas seis horas levantándose a las tres de la mañana; antes que se levantaran los demás tenía dos horas de oración y lectura de la Biblia, luego otra hora con ellos, celebraba su Eucaristía y oía otra en acción de gracias; desde el desayuno hasta las diez confesaba y luego escribía. Lo que peor soportaba era la hora de audiencia hacia las doce. Por la tarde predicaba, visitaba hospitales, cárceles, colegios y conventos.

Un día se llevó un susto al llevarse la mano al bolsillo. Le pareció haber encontrado una moneda, pero enseguida se repuso, no era una moneda, sino una medalla. En una ocasión no teniendo otra cosa para poder auxiliar a un pobre empeñó su cruz arzobispal.

Claret era un verdadero místico. Varias veces se le vio en estado de profundo ensimismamiento ante el Señor. Un día de Navidad, en la iglesia de las adoratrices de Madrid, dijo haber recibido al Niño Jesús en sus brazos.

Privilegio incomparable del que fue objeto fue la conservación de las especies sacramentales de una comunión a otra durante nueve años. Así lo escribió en su Autobiografía: «El día 26 de agosto de 1861, hallándome en oración en la iglesia del Rosario de La Granja, a las siete de la tarde, el Señor me concedió la gracia grande de la conservación de las especies sacramentales, y tener siempre día y noche el santísimo sacramento en mi pecho».

Esta presencia, casi sensible, de Jesús en el P. Claret debió ser tan grande, que llegó a exclamar: «En ningún lugar me encuentro tan recogido como en medio de las muchedumbres».

No es de extrañar que un hombre de la influencia del P. Claret, que arrastraba a las multitudes, atrajera también las iras de los enemigos de la Iglesia. Pero las amenazas y los atentados se iban frustrando uno a uno, porque la Providencia velaba sobre él que se alegraba en las persecuciones. Fueron numerosos los atentados personales que sufrió en vida. La mayor parte frustrados por la conversión de los asesinos.Pero fue peor, con todo, la campaña difamatoria que se organizó a gran escala por toda España para desacreditarlo ante las gentes sencillas. Se le acusó de influir en la política, de pertenecer a la famosa camarilla de la Reina con Sor Patrocinio, Marfori y otros, de ser poco inteligente, de ser obsceno en sus escritos refiriéndose a su libro «La Llave de Oro», de ser ambicioso y aún de ladrón. Pero Claret supo callar, contento de sufrir algo por Cristo.

El 15 de julio de 1865 el Gobierno en pleno se reunía en La Granja de San Ildefonso para arrancar a la Reina su firma sobre el reconocimiento del Reino de Italia, que equivalía a la aprobación del expolio de los Estados pontificios.El P. Claret ya había advertido a la Reina que la aprobación de este atropello era, a su parecer, un grave delito, y la amenazó con retirarse si lo firmaba. La Reina, engañada, firmó. Claret no quiso ser cómplice permaneciendo en la corte. Oró ante el Cristo del Perdón, en la iglesia de La Granja, y escuchó estas palabras: «Antonio, retírate».

Transido de dolor al verse obligado a abandonar a la Reina en aquella situación, se dirigió a Roma. Allí el Papa Pío IX le consoló y le ordenó que volviera otra vez a la corte. La familia real se alegró inmensamente de su retorno. Pero una nueva tempestad de calumnias y de ataques se desencadenó contra él. Se puede decir de Claret que fue uno de los hombres públicos más perseguidos del siglo XIX.

LOS ÚLTIMOS AÑOS (1868-1870)

El 18 de septiembre de 1868 la revolución, ya en marcha, era incontenible. Veintiún cañonazos de la fragata Zaragoza, en la bahía de Cádiz, anunciaron el destronamiento de la Reina Isabel II. Con la derrota del ejército isabelino en Alcolea caía Madrid, y la revolución, como un reguero de pólvora, se extendió por toda España. El día 30, la familia real, con algunos adictos y su confesor, salía para el destierro en Francia. Primero hacia Pau, luego París. El P. Claret tenía 60 años.

Los desmanes y quema de iglesias se prodigaron, cumpliéndose otra de las profecías del P. Claret: la Congregación tendrá su primer mártir en esta revolución. En La Selva del Campo caía asesinado el P. Francisco Crusats.

El 30 de marzo de 1869 Claret se separaba definitivamente de la Reina y se iba a Roma.

El día 8 de diciembre de 1869 se reunían en Roma 700 obispos de todo el mundo, superiores de órdenes religiosas, arzobispos, primados, patriarcas y cardenales. Comenzaba el Concilio Ecuménico Vaticano I. Allí estaba el P. Claret.Uno de los temas más debatidos fue la infalibilidad pontificia en cuestiones de fe y costumbres. La voz de Claret resonó, ya con dificultad, en la basílica vaticana el 31 de mayo de 1870: «Llevo en mi cuerpo las señales de la pasión de Cristo, -dijo, aludiendo a las heridas de Holguín- ojalá pudiera yo, confesando la infalibilidad del Papa, derramar toda mi sangre de una vez».

Es el único Padre asistente a aquel Concilio que ha llegado a los altares.

El 23 de julio de 1870, en compañía del P. José Xifré, Superior General de la Congregación, llegaba el Arzobispo Claret a Prades, en el Pirineo francés. La Comunidad de misioneros en el destierro, en su mayoría jóvenes estudiantes, recibió con gran gozo al fundador, ya enfermo. Él sabía que su muerte era inminente. Pero ni siquiera en el ambiente plácido de aquel retiro le dejaron en paz sus enemigos. El día 5 de agosto se recibió un aviso. Querían apresar al señor Arzobispo. Incluso en el destierro y enfermo, el P. Claret tuvo que huir. Se refugió en el cercano monasterio cisterciense de Fontfroide. En aquel cenobio, cerca de Narbona, fue acogido con gran alegría por sus moradores.Su salud estaba completamente minada. El P. Jaime Clotet no se separó de su lado y anotó las incidencias de la enfermedad. El día 4 de octubre tuvo un derrame cerebral.

El día 8 recibió los últimos sacramentos e hizo la profesión religiosa como Hijo del Corazón de María, a manos del P. Xifré.

Llegó el día 24 de octubre por la mañana. Todos los religiosos se habían arrodillado alrededor de su lecho de muerte. Junto a él, los Padres Clotet y Puig. Entre oraciones Claret entregó su espíritu en manos del Creador. Eran las 8,45 de la mañana y tenía 62 años.

Su cuerpo fue depositado en el cementerio monacal con una inscripción de Gregorio VII que rezaba: «Amé la justicia y odié la iniquidad, por eso muero en el destierro».

Los restos del P. Claret fueron trasladados a Vic en 1897, donde actualmente se veneran. El 25 de febrero de 1934 la Iglesia le inscribió en el número de los beatos. El humilde misionero apareció a la veneración del mundo en la gloria de Bernini. Las campanas de la Basílica Vaticana pregonaron su gloria. Y el 7 de mayo de 1950 el Papa Pío XII lo proclamó SANTO. Estas fueron sus palabras aquel memorable día: «San Antonio María Claret fue un alma grande, nacida como para ensamblar contrastes: pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo. Pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante. De apariencia modesta, pero capacísimo de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra. Fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la austeridad y de la penitencia. Siempre en la presencia de Dios, aun en medio de su prodigiosa actividad exterior. Calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y, entre tantas maravillas, como una luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios».

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA SOBRE SANTA TERESITA: «LA CONFIANZA PUEDE CONDUCIRNOS AL AMOR»

El Papa Francisco publica la exhortación apostólica sobre la confianza en el amor misericordioso de Dios, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz -del Carmelo de Lisieux- reconociendo el tesoro espiritual de su “caminito espiritual”: «es la confianza la que nos permite poner en las manos de Dios lo que sólo Él puede hacer».

La nueva Exhortación Apostólica «C’est la confiance» del Papa Francisco publicada este 15 de octubre, es dedicada a la confianza en el amor misericordiosos de Dios, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz: «La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor» (1), palabras de la joven santa francesa que «resumen la genialidad de su espiritualidad» (2).

En el 2023 se han conmemorado dos fechas importantes de Santa Teresa del Niño Jesús, el 2 de enero fue el 150º aniversario del nacimiento y el 23 de abril el centenario de su beatificación. El Papa Francisco ha querido que esta exhortación apostólica vaya más allá de una celebración y «sea asumido como parte del tesoro espiritual de la Iglesia». Además, «la fecha de esta publicación, memoria de santa Teresa de Ávila, quiere presentar a santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz como fruto maduro de la reforma del Carmelo y de la espiri

En cuatro capítulos: Jesús para los demás; El caminito de la confianza y del amor; Seré el amor; En el corazón del Evangelio; y mediante 53 parágrafos el Pontífice presenta la vida y experiencia espiritual la santa francesa del Carmelo de Lisieux que dejó la vida terrena a los 24 años

«La Iglesia reconoció rápidamente el valor extraordinario de su figura y la originalidad de su espiritualidad evangélica», de manera espacial los Pontífices siguieron de cerca su vida: “Teresita” conoció al Papa León XIII en su peregrinación a Roma en 1887 a quien pidió permiso para entrar al Carmelo a la edad de 15 años. Pío X percibió su enorme estatura espiritual, luego de la muerte de joven santa. Y Benedicto XV la declara Venerable en 1921, elogiando «sus virtudes centrándolas en el “caminito” de la infancia espiritual», fue canonizada el 17 de mayo de 1925 por Pío XI: «quien agradeció al Señor por permitirle que Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz fuera “la primera beata que elevó a los honores de los altares y la primera santa canonizada por él”. El mismo Papa la declaró patrona de las Misiones en 1927». Luego fue proclamada una de las patronas de Francia en 1944 por el venerable Pío XII.

Posteriormente san Pablo VI recordaba con frecuencia sus virtudes cristianas. San Juan Pablo II en «1997 la declaró doctora de la Iglesia, considerándola además «como experta en la scientia amoris». También, «Benedicto XVI retomó el tema de su “ciencia del amor”, proponiéndola como «guía para todos, sobre todo para quienes, en el pueblo de Dios, desempeñan el ministerio de teólogos». Y el Papa Francisco canonizó «a sus padres Luis y Celia en el año 2015, durante el Sínodo sobre la familia» (6).

Jesús para los demás

El Papa Francisco en el primer capítulo presenta la experiencia cristiana en la santa, desde su oración, vida mística, pero con alma misionera y sin autoreferencialidad: «En el nombre que ella eligió como religiosa se destaca Jesús: el “Niño” que manifiesta el misterio de la Encarnación y la “Santa Faz”» (7), y «el Nombre de Jesús es continuamente “respirado” por Teresa como acto de amor, hasta el último aliento» (8).

Como Patrona de las misiones, recuerda el Papa en la exhortación apostólica, que «como sucede en todo encuentro auténtico con Cristo, esta experiencia de fe la convocaba a la misión. Teresita pudo definir su misión con estas palabras: “En el cielo desearé lo mismo que deseo ahora en la tierra: amar a Jesús y hacerle amar”» (9).

Una alma misionera, señala Francisco, que enseña «su modo de entender la evangelización por atracción, no por presión o proselitismo. Vale la pena leer cómo lo sintetiza ella misma: “Al atraerme a mí, atrae también a las almas que amo…» (9), así lo escribía la santa en las últimas páginas de «Historia de un alma» (10) como su testamento misionero «con un ferviente espíritu apostólico» (11), dejándose guiar por la acción del Espíritu Santo: «Yo pido a Jesús que me atraiga a las llamas de su amor, que me una tan íntimamente a Él que sea Él quien viva y quien actúe en mí» (12).

El caminito de la confianza y del amor

En el segundo capítulo el Santo Padre recuerda el valor de “El camino de la infancia espiritual” (14) propuesto por Santa Teresa del Niño Jesús que subraya la primacía de la acción de Dios y “la confianza” plena en la misericordia de Cristo:

«Teresita relató el descubrimiento del caminito en la Historia de un alma: “A pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad. Agrandarme es imposible; tendré que soportarme tal cual soy, con todas mis imperfecciones. Pero quiero buscar la forma de ir al cielo por un caminito muy recto y muy corto, por un caminito totalmente nuevo”» (15).

Francisco señala que la santa en su época «frente a una idea pelagiana de santidad, individualista y elitista, más ascética que mística, que pone el énfasis principal en el esfuerzo humano, Teresita subraya siempre la primacía de la acción de Dios, de su gracia» (17), por ello «prefiere destacar el primado de la acción divina e invitar a la confianza plena mirando el amor de Cristo que se nos ha dado hasta el fin» (19).

«Por consiguiente -escribe el Papa Francisco-, la actitud más adecuada es depositar la confianza del corazón fuera de nosotros mismos: en la infinita misericordia de un Dios que ama sin límites y que lo ha dado todo en la Cruz de Jesucristo» (20).

Sobre esta “confianza” el Santo Padre sugiere no asumirla solo en referencia a la santificación y salvación, sino también como un “abandono cotidiano” en Dios: «Tiene un sentido integral, que abraza la totalidad de la existencia concreta y se aplica a nuestra vida entera, donde muchas veces nos abruman los temores, el deseo de seguridades humanas, la necesidad de tener todo bajo nuestro control» (23).

El Papa recuerda las palabras de Santa Teresita que se refieren a ese “santo abandono” en el Amor: «Los que corremos por el camino del amor creo que no debemos pensar en lo que pueda ocurrirnos de doloroso en el futuro, porque eso es faltar a la confianza» (24).

Este testimonio es considerado por Francisco como “un fuego en medio de la noche”, ya que vivió su última etapa a finales del siglo XIX que la edad de oro del ateísmo moderno: «pero la oscuridad no puede extinguir la luz: ella ha sido conquistada por Aquel que ha venido al mundo como luz (cf. Jn 12,46). El relato de Teresita manifiesta el carácter heroico de su fe, su victoria en el combate espiritual, frente a las tentaciones más fuertes» (26).

Seré el amor

«“La Historia de un alma” es un testimonio de caridad, donde Teresita nos ofrece un comentario sobre el mandamiento nuevo de Jesús: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado (Jn 15,12)» (31), escribe el Papa Francisco en el tercer capítulo de su exhortación ofreciendo un panorama de la repuesta confiada del amor de la santa, a través del prójimo, al amor misericordiosos de Dios.

Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, recuerda el Santo Padre, expresaba en sus escritos su «amor esponsal» (32) con Cristo: «Teresita tiene la viva certeza de que Jesús la amó y conoció personalmente en su Pasión: Me amó y se entregó por mí (Ga 2,20)» (33). Y «el acto de amor “Jesús, te amo”, continuamente vivido por Teresita como la respiración, es su clave de lectura del Evangelio» (34), asegura el Pontífice.

Amor que santa Teresita vivió en la mayor sencillez y experimento en la vida cotidiana (35): «Teresita vive la caridad en la pequeñez, en las cosas más simples de la existencia cotidiana» (36), y en el corazón de la Iglesia, donde buscó su lugar (38): «…Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor. Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre…» (39).

«No es el corazón de una Iglesia triunfalista, es el corazón de una Iglesia amante humilde y misericordiosa» (40), señala Francisco. Afirmando además que «Tal descubrimiento del corazón de la Iglesia es también una gran luz para nosotros hoy, para no escandalizarnos por los límites y debilidades de la institución eclesiástica, marcada por oscuridades y pecados, y entrar en su corazón ardiente de amor, que se encendió en Pentecostés gracias al don del Espíritu Santo» (41).

Explica el Papa Francisco que este llamado de Dios a «poner fuego en el corazón de la Iglesia más que a soñar con su propia felicidad» (42) le permitió a santa Teresita «pasar de un fervoroso deseo del cielo a un constante y ardiente deseo del bien de todos, culminando en el sueño de continuar en el cielo su misión de amar a Jesús y hacerlo amar» (43). Llegando de este modo «a la última síntesis personal del Evangelio, que partía de la confianza plena hasta culminar en el don total por los demás» (44).

El Papa Francisco llega a un punto central de su exhortación apostólica, indicando que «C’est la confiance. Es la confianza la que nos lleva al Amor y así nos libera del temor, es la confianza la que nos ayuda a quitar la mirada de nosotros mismos, es la confianza la que nos permite poner en las manos de Dios lo que sólo Él puede hacer. Esto nos deja un inmenso caudal de amor y de energías disponibles para buscar el bien de los hermanos. Y así, en medio del sufrimiento de sus últimos días, Teresita podía decir: «Sólo cuento ya con el amor» (45).

«Tengo la confianza de que no voy a estar inactiva en el cielo. Mi deseo es seguir trabajando por la Iglesia y por las almas» Santa Teresita

«Tengo la confianza de que no voy a estar inactiva en el cielo. Mi deseo es seguir trabajando por la Iglesia y por las almas» Santa Teresita

En el corazón del Evangelio

En el cuarto capítulo el santo Padre recuerda que el anuncio de una Iglesia misionera se centra en lo esencial: «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (47), y el aporte especifico que regala Teresita, “doctora de la síntesis”: «consiste en llevarnos al centro, a lo que es esencial, a lo que es indispensable. Ella, con sus palabras y con su propio proceso personal, muestra que, si bien todas las enseñanzas y normas de la Iglesia tienen su importancia, su valor, su luz, algunas son más urgentes y más estructurantes para la vida cristiana» (49).

El Papa Francisco afirma que la actualidad de santa Teresa del Niño Jesús perdura en toda su «pequeña grandeza: …En un tiempo de repliegues y de cerrazones, Teresita nos invita a la salida misionera, cautivados por la atracción de Jesucristo y del Evangelio» (52).

“Un siglo y medio después de su nacimiento, Teresita está más viva que nunca en medio de la Iglesia peregrina, en el corazón del Pueblo de Dios” (53), dice Francisco finalizando con la oración:

    “Querida santa Teresita, la Iglesia necesita hacer resplandecer el color, el perfume, la alegría del Evangelio. ¡Mándanos tus rosas! Ayúdanos a confiar siempre, como tú lo hiciste, en el gran amor que Dios nos tiene, para que podamos imitar cada día tu caminito de santidad. Amén.”

Fuente: Vatican News

 

LA UNIDAD ECLESIAL NO SUPRIME DIFERENCIAS

El Nuevo Testamento es un claro testimonio de las diferencias que había en la Iglesia primitiva. ¿Qué hay detrás de apelaciones como esta: en Cristo Jesús “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ni bárbaro ni escita” (Gal 4,28 con Col 3,11)? Unidos a Jesucristo desaparecen las diferencias culturales, sociales, sexuales, nacionales y raciales. Sin embargo, el varón sigue siendo varón, la mujer sigue siendo mujer, y el griego sigue hablando griego. Y lo que es más llamativo: sabemos muy bien que no desapareció la esclavitud entre los primeros cristianos. Y que, al menos visto con ojos de hoy, las mujeres estaban postergadas en la Iglesia. Según San Pablo debían guardar silencio en las asambleas; así es seguro que no se escuchaba ninguna queja; ya no es tan seguro que no las hubiera.

El Papa Francisco, en su encuentro con los jóvenes en Lisboa, puso un especial énfasis en un hecho fundamental, a saber, en la Iglesia caben “todos, todos, todos”. Otra cosa es que todos necesitemos convertirnos. Pero la Iglesia no es un lugar para un grupo de escogidos, sino la casa de todos los creyentes en Cristo. En las sectas no caben todos, solo caben los que comparten sin rechistar la ideología del líder; en un partido político tampoco caben todos, sólo caben lo que comparten un determinado programa o una determinada manera de entender cómo debe organizarse la sociedad. Por eso es un “partido”, porque en vez de unir parte, separa. Los que no están de acuerdo con el programa del partido deben irse a otro partido. Todos partidos.

Pero la Iglesia no es una secta, porque en ella tienen sitio los pecadores; más aún, los fieles de la Iglesia no se consideran a sí mismos puros y justos (como los adeptos de la secta), sino que se reconocen pecadores y necesitados de conversión; por eso, en el fondo, son humildes y están en la verdad. Tampoco es un partido, porque en ella caben “griegos y judíos, esclavos y libres, bárbaros y escitas”, ricos y pobres, votantes de uno y de otro partido, trabajadores y empresarios, solteros y casados, personas en búsqueda y personas que han encontrado, teólogos de uno y otro signo, amantes de una u otra forma de hablar la misma lengua.

La pregunta que en la Iglesia deberíamos hacernos para encontrar esa unidad esencial que no suprime las diferencias es: ¿nos amamos? La gran cuestión no es si celebramos en latín o en griego; no es si pensamos que las formulaciones dogmáticas pueden mejorarse (que sí pueden, porque todas son limitadas y deudoras de un momento cultural). La gran cuestión es si amo a mis hermanos y hermanas. San Francisco de Así tiene una frase que deberíamos meditar cada día, tanto al amanecer para que sea un criterio de nuestro actuar durante el día, como al anochecer, para que sea una valoración de lo que hemos hecho a lo largo de la jornada: “que no haya nadie en el mundo que se aleje de ti sin haber visto en tus ojos misericordia”.

Martin Gelabert. Blog Nihil Obstat

NOTICIAS DEL MOVIMIENTO: COMIENZO DE CURSO EN ALBACETE

Desde la Diócesis de Albacete nuestros hermanos nos cuentan como han comenzado el curso 2023 -2024

Celebramos una Eucaristía inicio de curso de Vida  Ascendente de Albacete, en la Parroquia de Fátima de Albacete  el día 11 de Octubre  a las 17,30 h. Preparada y participada por los grupos…

Nos acompañó un grupo de Jóvenes que compartieron su caminada y experiencia en la participación de la JMJ de Lisboa..

Diálogo de cómo nos ve  a los MAYORES, que nos piden y que’ les pedimos nosotros.

Todo dentro de lo que será’ nuestro caminar en este curso:» Alianza entre generaciones».

Intentaremos estos encuentros con otros grupos durante el año.

Fue muy válido y enriquecedor…

Celebraron otros sacerdotes y diáconos permanentes..

Un poco de lo celebrado y con recuerdo especial al desarrollo del Sínodo.

EL ATLÉTICO DE MADRID CUMPLE EL SUEÑO DE JUAN, UN AFICIONADO DE 93 AÑOS

La asociación ‘Adopta un Abuelo’ le ayudó a vivir una inolvidable experiencia

El amor a tu equipo de fútbol es algo que no cambia con el paso de los años. Muchos hinchas han seguido a su club durante décadas y han acompañado a sus colores tanto en los buenos como en los malos momentos.

Juan es un aficionado del Atlético de Madrid de 93 años que tenía el sueño de conocer el Cívitas Metropolitano y disfrutar en vivo y en directo de un partido de su equipo favorito. La organización ‘Adopta un abuelo’ se encargó de que Juan viva una de las mejores experiencias de su vida.

Gracias a dicha asociación y a la Fundación Atlético de Madrid, Juan pudo cumplir su sueño. Este hincha de 93 años sigue al Atlético desde pequeño y además cuenta con toda la equipación rojiblanca: camiseta, pantalón, gorra y bufanda.

Juan, a lo largo de su vida, siempre estuvo presente en las tribunas del Stadium Metropolitano y del Vicente Calderón, pero debido a algunos problemas de salud, aún no había podido asistir al actual estadio del Atlético de Madrid. El feliz aficionado contó que el amor por los colores rojiblancos viene de su padre, quién le transmitió los valores del club desde pequeño.

La experiencia de Juan empezó con la visita a “Territorio Atleti”, donde fue recibido por Adelardo Rodríguez, leyenda del club y presidente de la Fundación. Allí inició el recorrido por el museo del club y recordó los momentos en los que Juan acudía al antiguo estadio a disfruta de los goles de su equipo.

Después de eso, Juan accedió a las tribunas del Cívitas Metropolitano y se emocionó al verlo por primera vez. La sorpresa fue completa cuando luego vio a su equipo derrotar a la Real Sociedad en los últimos minutos gracias a un gol de penalti de Antoine Griezmann.

Después del partido, Juan pudo conocer a los jugadores de la plantilla y saludar al entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone. El hincha de 93 años intercambió palabras, historias y risas con los integrantes del club. Una experiencia que nunca olvidará.

Leído en 65 y más

UN TERCIO DE LOS MAYORES DE 75 AÑOS TIENE DIFICULTADES PARA ACCEDER DESDE LA CALLE A SU VIVIENDA

Una de cada tres personas mayores de 75 años afirma tener dificultades para acceder desde la calle a su vivienda en España.

Un informe realizado por la Fundación Mutua de Propietarios y la Cátedra de Vivienda de la Universidad Rovira i Virgili revela que la falta de ascensor o la obligación de subir escaleras son las causas de que este 35% de los mayores tenga problemas para salir a la calle.

Según este estudio, realizado con motivo del Día Internacional de las Personas de Edad, los españoles participantes en este estudio otorgan una nota de 5,7 a la accesibilidad del edificio en el que viven.

«Las importantes carencias en accesibilidad suponen una discriminación de los derechos fundamentales de las personas mayores como la libertad de residencia y circulación, el libre desarrollo de la personalidad o la igualdad», afirma la vicepresidenta ejecutiva de la Fundación Mutua de Propietarios, Laura López Demarbre.

Los autores de la investigación destacan que, en España, 4,73 millones de personas tienen 75 años o más (un 9,98% de la población) y, de ellos, un 35,1% de las mujeres y un 14,7% de los hombres entre 75 y 84 años viven solos, porcentajes que aumentan hasta el 44,1% y el 35,1%, respectivamente, a partir de los 85 años.

En este escenario, el informe muestra que los problemas de movilidad (68%) son la principal preocupación de los españoles ante una futura vejez, seguidos de la salud (67%); la falta de recursos económicos (59%); la posibilidad de no contar con una pensión de jubilación (60%) y la soledad (48%).

Así, el estudio pone de relieve que un 87% de los edificios de viviendas necesitan realizar actuaciones de eliminación de barreras arquitectónicas para mejorar su accesibilidad. En concreto, un 17% requiere instalar un ascensor; el 22% necesita instalar una rampa para salvar el escalón de acceso al portal; el 56% tiene porteros automáticos no accesibles desde una silla de ruedas; dos de cada tres tienen sus buzones elevados; y el 48% de los portales necesita un abrepuertas motorizado porque pesa demasiado.

Las barreras relacionadas con el ascensor son las actuaciones con un mayor grado de urgencia, ya que el 49% de quienes no cuentan con ascensor, lo reclaman como una medida urgente, de la misma manera que un 51% considera esencial mejorar la accesibilidad del portal hasta el ascensor con una plataforma elevadora eléctrica o una rampa.

El 63% de los españoles está de acuerdo con que un edificio accesible revaloriza sus inmuebles, pero seis de cada diez encuestados ve poco o nada probable realizar las mejoras de accesibilidad que se necesitan en su edificio. La falta de acuerdo entre vecinos (47%) y los motivos económicos (55%) son las principales razones expuestas, en especial cuando la inversión es superior a los 2.000 euros.

«Los propietarios pueden obligar a la comunidad de vecinos a asumir parte de las obras de accesibilidad y todas ellas están obligadas a pagar su coste, cualquier que sea su situación económica, por lo que no podrán vetar las obras por circunstancias económicas», explica el doctor Héctor Simón, de la Cátedra de Vivienda.

Visto en 65 y más

LAS SEIS CLAVES DE ‘LAUDATE DEUM’, LA NUEVA EXHORTACIÓN DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL CUIDADO DEL PLANETA

Si “Laudato si”, la encíclica publicada en el año 2015 se convirtió en la base de la ecología integral, Francisco ha seguido ahondando en este concepto. Todo lo que ha sucedido desde entonces es de lo que habla Bergoglio en Laudate Deum, publicada este miércoles 4 de octubre en coincidencia con la fiesta de san Francisco de Asís –día en que también se publicó Fratelli tutti en 2020. Alaben a Dios es el título traducido al español, con el que el Papa quiere recordar que «un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo».

Con seis capítulos y 73 parágrafos, Francisco da una respuesta a la crisis climática. Laudate Deum es una ampliación y precisión del camino abierto en el primer volumen, mediante el que el Pontífice lanza un llamamiento de alarma y responsabilidad ante la emergencia del planeta. El Santo Padre dedica expresamente su carta a «todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática» a quienes encomienda el cuidado de la casa común.

«Con el paso del tiempo, advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre», se puede leer en la encíclica. Advierte así Francisco de la inacción política y los intereses económicos ante el desastre están provocando el deshielo de los polos, incendios forestales imparables, la muerte y extinción de especies y la invasión plástica de los mares.

  1. La crisis climática global

En esta verde exhortación, Francisco carga contra los negacionistas de la emergencia climática. «Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos», escribe.

Al tiempo, lamenta que para «ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global, se acude al hecho de que suelen verificarse fríos también extremos». Se olvida, insiste Francisco, que «este y otros síntomas extraordinarios no son más que diversas expresiones alternativas de la misma causa: el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta».

Francisco rechaza en esta carta la versión de que «reduciendo el uso de los combustibles fósiles y desarrollando formas de energía más limpias, se provocará una reducción de los puestos de trabajo». En este sentido, lamenta que la crisis climática no sea de interés para los poderes económicos, que están «preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda».

Las criaturas de este mundo han dejado de ser compañeros de camino para convertirse en nuestras víctimas

Papa Francisco, Exhortación apostólica ‘Laudate Deum’ 6, 65

El hombre es el responsable de estos cambios. Recuerda Francisco en su exhortación que la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que provocan el calentamiento del planeta, se mantuvo estable hasta el siglo XIX, por debajo de las 300 partes por millón en volumen. «Mientras escribía la Laudato si se alcanzó el máximo de la historia –400 partes por millón– hasta llegar en junio de 2023 a las 423 partes por millón», recuerda.

No se puede ocular la «coincidencia de estos fenómenos climáticos globales con el crecimiento acelerado de la emisión de gases de efecto invernadero sobre todo desde mediados del siglo XX», que coinciden en el tiempo con la Revolución industrial y que mientras una «abrumadora mayoría de científicos especializados en e clima sostienen esta correlación, solo un ínfimo porcentaje de ellos intenta negar esta evidencia».

  1. Más paradigma tecnocrático

Tras exponer los daños y riesgos que supone para el planeta este calentamiento, algunos de los que son ya irreversibles «al menos por cientos de años», como el aumento de la temperatura de los océanos o el deshielo continental, el Papa Francisco pasa al segundo capítulo de la exhortación. En Laudato si, ya dijo del paradigma tecnocrático que es «un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla», «como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico». El paradigma tecnocrático es la idea de un ser humano sin límites.

Ahora, en Laudate Deum ahonda todavía más en este concepto y afirma que «la inteligencia artificial y las últimas novedades tecnológicas parten de la idea de un ser humano sin límite alguno, cuyas capacidades y posibilidades podrían ser ampliadas hasta el infinito gracias a la tecnología».

En contra de este paradigma, «decimos que el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada», escribe el Papa. Superar este reto pasa por «repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites», por «un ambiente santo que también es producto de la interacción del ser humano con el ambiente» que el paradigma tecnocrático ha destrozado; por considerar al ser humano como «parte de la naturaleza».

  1. La debilidad de la política internacional

Para que haya avances sólidos y duraderos, Francisco afirma citando su encíclica Fratelli tutti: «Me permito insistir que deben ser favorecidos los acuerdos multilaterales entre los Estados». Sobre esto, advierte que no ha confundirse el multilateralismo con una «autoridad mundial concentrada en una persona o en una élite con excesivo poder» e insiste en que «hablemos sobre todo de organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales».

El Papa Francisco denuncia que es «lamentable» que las crisis mundiales sean «desaprovechadas», cuando serían «la ocasión para provocar cambios saludables». Ello lo ejemplifica con la crisis financiera de 2007-2008 y la crisis del Covid-19. «Las verdaderas estrategias que se desarrollaron posteriormente en el mundo se orientaron a más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes», ahonda.

  1. Las conferencias sobre el clima

En el cuarto capítulo de la exhortación, Francisco hace un repaso de las cumbres del medio ambiente que se han celebrado, cuáles han sido sus objetivos y cuáles sus logros y fracasos, desde Río de Janeiro (1992,) hasta Sharm El Sheikh (2022). «Los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos», denuncia el Papa.

  1. ¿Qué se espera de la COP28 de Dubái?

«Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, ‘verde’, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos», apunta Francisco de cara al futuro. Pone el foco también en la próxima cumbre medioambiental que se va a celebrar en los Emiratos Árabes Unidos, y desea que esta sea «histórica» y dé lugar a una «una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente».

Tres son las características que le pide Francisco no solo a la COP28, sino a todas las demás que vengan después: «que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorizar fácilmente». «Sólo con ese proceso se podría recuperar la credibilidad de la política internacional, porque únicamente de esa manera concreta será posible reducir notablemente el dióxido de carbono y evitar a tiempo los peores males», escribe.

  1. Las motivaciones espirituales

El Santo Padre termina la Laudate Deum recordando a los católicos las «motivaciones que brotan de la propia fe» para el cuidado de la creación. Dado que el universo muestra la inagotable riqueza de Dios, «no es irrelevante para nosotros que desaparezcan tantas especies, que la crisis climática ponga en riesgo la vida de tantos seres».

Lo importante, escribe Francisco, es recordar que «no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas». En este sentido, insiste en que los esfuerzos en los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, «va creando una nueva cultura» que contribuirá a «gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad».

El Pontífice concluye su exhortación recordando que «las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres». Y afirma que «un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo».

Leido en El Debate