BENEDICTO XVI: HUMILDAD, HONESTIDAD Y SABIDURÍA

Monseñor Satué, Obispo de Teruel- Albarracín publicaba hoy en sus Redes Sociales:

«Comparto mi reflexión acerca del Papa emérito, publicada hoy en Diario de Teruel

Ha muerto Benedicto XVI y no faltan los comentarios en los que se ensalza su vida y su obra, para denostar el ministerio del actual papa. También abundan las reflexiones que lo presentan como el «rottweiler de Dios», el pontífice que, a diferencia de Francisco, mantuvo a la Iglesia enfrentada al mundo actual. En este artículo quisiera huir de estas posiciones maniqueas, simplistas y alejadas de la realidad. Mi intención no es juzgar sus aciertos y errores, sino subrayar algunas pinceladas de su personalidad que siempre me impresionaron y que se resumen en tres palabras: humildad, honestidad y sabiduría.

Su primer discurso como Obispo de Roma estuvo marcado por la humildad. El 19 de abril de 2005, dijo: «los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor», y no eran palabras motivadas por el deseo de quedar bien. El 10 de febrero de 2013 confirmó esta actitud al anunciar su histórica renuncia. «He llegado a la certeza ?dijo entonces? de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino… Os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos». Los gestos humildes, que han marcado su servicio a la Iglesia y al mundo, revalidan ambas declaraciones.

Encaró los problemas de la Iglesia, particularmente el de los abusos, que tanto daño han hecho a las víctimas y a la credibilidad de la misma Iglesia, con una honestidad y decisión admirables, como repetidamente ha reconocido el papa Francisco. Resulta significativo que en mayo de 2006, un año después de acceder a la sede de Pedro, impuso diversas penas canónicas al entonces famoso e influyente sacerdote mexicano Marcial Maciel, obligándole a retirarse del ministerio. Y no es ésta la única intervención que puede citarse, pues la honestidad siempre guio su conciencia, sus palabras y actuaciones, sin importarle las críticas o los aplausos.

La talla intelectual del magisterio de Benedicto XVI ha sido reconocida dentro y fuera del ámbito de la Iglesia. Fino conocedor de la cultura de nuestro tiempo, supo dialogar con ella, convencido de que la fe y la razón no son posicionamientos opuestos, sino dos caminos que deben encontrarse en beneficio del ser humano, puesto que la persona humana, «en el irresistible deseo de verdad, sólo una relación armónica entre fe y razón es el camino justo que conduce a Dios y al pleno cumplimiento de sí», como afirmó en la Audiencia del 21 de noviembre de 2012. No sólo sus escritos teológicos anteriores al Pontificado, sino sus estudios divulgativos sobre Jesús de Nazaret, siendo ya Benedicto XVI, o sus sólidas encíclicas sobre el amor de Dios (“Deus charitas est”), la esperanza (“Spe salvi”) y un nuevo modo de encarar la Doctrina Social de la Iglesia, mediante la presencia del “don” en el ámbito de la economía (“Charitas in veritate”), son ejemplo de un Magisterio agudo y audaz, encarnado en la actual problemática del mundo.

Finalmente, quisiera destacar su acierto al recordar a los hijos e hijas de la Iglesia lo fundamental de la fe cristiana: el encuentro con la persona de Jesucristo y la práctica del amor fraterno. En su primera encíclica “Deus charitas est” afirmó: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» y también: «Sólo mi disponibilidad para ayudar al prójimo, para manifestarle amor, me hace sensible también ante Dios. Sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama». Al final de su ministerio, en su última Audiencia general, confirmó esta enseñanza al expresar este deseo: «Me gustaría que cada uno se sintiera amado por ese Dios que ha dado a su Hijo por nosotros y que nos ha mostrado su amor sin límites».

Dios acoja en su seno a este Papa humilde, honesto y sabio.»