Sacudirse el polvo: Vuelve la guerra a Europa

“El rey de Asiria hizo venir gentes de Babilonia, de Cutá, de Avá, de Jamat y de Sefarvaín para establecerlos en las poblaciones de Samaría, en lugar de los hijos de Israel, y ellos tomaron posesión de Samaría y habitaron sus ciudades” (2Re 17,24).

Hoy es martes 24 de febrero de 2022. Rusia ha invadido Ucrania. Me he levantado con miedo. Aunque con dolor, he aprendido a encajar las muertes de la pandemia, las catástrofes naturales que arrasan poblaciones enteras, los accidentes en la carretera o en la montaña que han sufrido seres cercanos e, incluso, las múltiples y cotidianas violencias que exhiben los medios o me topo en mi día a día. Pero hoy me he levantado con miedo.

Siempre me costó vivir con serenidad el desprecio a la persona que muestran los que ostentan cualquier tipo de poder. Nos consideran títeres, nos tienen a merced de su capricho, somos para ellos una pieza más de su partida de ajedrez y juegan con cosas que no tienen remedio, que cantara Serrat. No puedo con el mal del hombre con el hombre. Más allá de inseguridad, me genera un miedo triste.

La guerra llega a Europa, y seguimos mirando nuestros plácidos atardeceres mientras pensamos que el problema es de otros. Me aterra recordar que el siglo XX está lleno de malos cálculos que lo convirtieron en el más sangriento de la historia.

La Sagrada Escritura es la crónica del desprecio del poderoso por el ser humano: el pueblo judío vivió el escarnio constante del capricho de los poderosos de la época. El baile entre Egipto, Siria y Babilonia les tuvo constantemente a merced de los intereses de estos grandes imperios. El Evangelio también nos narra la salvación bajo el telón de fondo de la ocupación romana y el abuso al que la clase política y religiosa sometía al pueblo. Dios no se cansó de ser misericordioso con su pueblo. Y, hoy en día, su pueblo sigue sufriendo esclavitud, pobreza, injusticia, guerra.

Edulcorar la misericordia del Padre

En momentos como este, me queda la sensación de que los europeos acomodados, acostumbrados a mirar las grandes tragedias de la humanidad desde lejos, hemos edulcorado la misericordia del Padre y, los que nos llamamos cristianos, hemos cambiado la esperanza que nos trajo el Cristo muerto y resucitado, por el cómodo evangelio de la ilusión y el optimismo.

Conviene sacudirse el polvo.

Leido en Vida Nueva                                                                                                                   Por Raúl Molina, profesor padre de familia y miembro de CEMI

Mensaje de Papa Francisco para la cuaresma

 

El Santo Padre inició su mensaje recordando que “la Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado”.

«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a), es la cita bíblica del apóstol Pablo que medita el Papa Francisco en su mensaje para el tiempo litúrgico de la Cuaresma de este año.

La escucha asidua de la Palabra de Dios nos hace madurar una docilidad que nos dispone a acoger su obra en nosotros (cf. St 1,21), que hace fecunda nuestra vida. Si esto ya es un motivo de alegría, aún más grande es la llamada a ser «colaboradores de Dios» (1 Co 3,9), utilizando bien el tiempo presente (cf. Ef 5,16) para sembrar también nosotros obrando el bien”, dijo.

 Exhortando luego a recibir la gracia del perdón “en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar”.

Texto íntegro en:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/lent/documents/20211111-messaggio-quaresima2022.html

 

La Iglesia redefine la vejez en Italia

 

El Gobierno italiano ha puesto al arzobispo Vincenzo Paglia al frente de la reforma de la asistencia a los ancianos. Para ello contará con parte de los 18.490 millones de los fondos europeos que Italia dedicará a la salud

Cuando era niño, Mario Finotti superó los duros años del hambre después de la Segunda Guerra Mundial con pan duro y sopas de cebolla. A finales de noviembre cumplió 91 años. Su familia lo aparcó cuando tenía 85 y una demencia senil avanzada, en una residencia para ancianos.

Un día de este mes de enero Mario quiso escapar de aquella prisión que sentía ajena. Colocó una silla delante de la ventana, se subió y se tiró. Su cuerpo quedó hecho un guiñapo en el patio. La noticia desencadenó una ola de indignación en Italia. ¿Están seguros nuestros ancianos en estos centros para la tercera edad?

La pandemia de COVID-19 irrumpió primero como un monstruo letal que exasperó los miedos más profundos de las personas de edad avanzada. Después llegó la desesperanza de ver cada día las mismas paredes de la habitación de la residencia: sin poder ser visitados por sus seres queridos; con la prohibición explícita de tener contacto físico, y sin las únicas actividades diarias que les permitían disfrutar del día por la dificultad de los grupos burbuja.

Solos, sin caricias y sin alicientes para seguir viviendo. La supresión de la interacción personal y afectiva agravó las condiciones físicas y mentales de este colectivo, relegándolo a un estado catatónico entre la indefensión y la muerte. No hay cifras patentes de este malestar.

Una tragedia que –sumada a los miles de ancianos fallecidos en completa soledad a causa del coronavirus– impactó de lleno en el corazón del arzobispo Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, que se propuso cambiar la sociedad. «Es una contradicción que la ciencia nos permita vivir más años, pero que los centros que acogen la última etapa de la vida se hayan convertido en lugares de abandono y muerte», señala.

Por eso se presentó ante el ministro de Salud de Italia, Roberto Speranza, del partido Libres e Iguales –el ala más a la izquierda de la coalición de Gobierno–, con un plan para frenar el desahucio vital al que parecían condenados los ancianos. «Le dije que era una depravación lo que estaba sucediendo con los mayores y estuvo plenamente de acuerdo», sostiene.

Fue así como nació, en septiembre, la comisión para la reforma de la asistencia socio sanitaria de la población de más edad en Italia, presidida por Paglia, una especie de ministro del Vaticano para la familia.

En febrero adquirió rango gubernamental, con representantes de once ministerios distintos y un bufete legal para realizar una ley marco, gracias al impulso que le dio el primer ministro italiano, Mario Draghi.

Es poco frecuente que un Estado laico encomiende a un obispo presidir una importante comisión para reformar la asistencia a los ancianos y la ayuda a sus familias. Y es casi un hito que un Gobierno de coalición de mayoría de centro-izquierda colabore con la Iglesia en algún ámbito. El equipo de trabajo, además de personal sanitario, técnicos y expertos en geriatría, incluye ilustres personalidades del mundo artístico como la poetisa húngaro-italiana Edith Bruck.

Para Italia, así como para otros países con una alta tasa de ancianos –como es el caso de España–, «es indefectible pensar bien en cómo queremos pasar los últimos años de nuestra vida».

Para empezar, la comisión que preside Paglia ha definido una constitución de los derechos de los ancianos y los deberes de la comunidad que será la casilla de salida para reorganizar la vejez.

Una concepción que privilegia la atención domiciliaria y reivindica el derecho «a pasar los últimos años de la vida en casa» y no en una estructura extraña. «Desenraizar a los ancianos de la que ha sido siempre su casa es una equivocación», asegura Paglia. No solo crea «problemas humanos horribles», sino que además no es sostenible económicamente. «Únicamente una pequeña parte de las personas de edad avanzada están en residencias.

La mayoría viven completamente abandonadas, como acaban los objetos viejos que ya no sirven. Si se trasladaran a todos a residencias sufragadas por el Estado, saltarían por los aires los presupuestos públicos», asegura el arzobispo. Los datos lo avalan. Las regiones italianas pagan de media de 2.500 a 3.000 euros al mes por cada anciano ingresado en una estructura pública.

El documento de los derechos de los ancianos también ahonda en situaciones dolorosas, pero reales, como el abandono en hospitales públicos que han sufrido muchos abuelos por parte de sus familias. En algunos de estos casos, previamente se ha obtenido la declaración de incapacidad de estas personas, por lo que se quedan disfrutando de su pensión y sus propiedades. Para frenar este abuso, la comisión propone la creación de una figura competente en materia financiera que pueda indicar al anciano las consecuencias legales de sus decisiones y que le ayude a no perder el control de su patrimonio.

Paglia destaca que las residencias de ancianos nunca han funcionado bien. Frente al aislacionismo, propone trabajar con modelos de convivencia entre los ancianos, mejorar su vivienda y las experiencias de los hogares familiares pequeños, así como ayudar a las familias para que puedan mantener a sus abuelos y padres en casa. «Aquí la tecnología juega un factor clave. Hemos perdido las costumbres del barrio y hay que restablecerla esa importante red en las ciudades para evitar que se muera un anciano y solo nos enteremos cuando empieza a descomponerse el cuerpo», señala.

El modelo que propone pasa también por derribar las barreras arquitectónicas que imposibilitan, por ejemplo, a cerca de 560.000 ancianos italianos no autosuficientes y a los 2,7 millones con graves dificultades de movimiento, salir a dar un paseo. «Muchos están encerrados en pisos altos de edificios sin ascensor», asegura el arzobispo.

Repensar toda la perspectiva del cuidado de las personas mayores también requiere formación. «Crearemos nuevos puestos de trabajo y sacaremos de la economía en negro a los cuidadores, en su mayoría inmigrantes sin papeles y que están mal pagados». Además, «los jóvenes que no quieran irse de su pueblo podrán quedarse con un nuevo diploma de operador sociosanitario, que también incluirá formación psico-afectiva», señala.

La estrategia también pasa por visitas periódicas del personal médico a casa de los abuelos. Además, se establecerán 1.000 centros de día por todo el país restaurando inmuebles públicos abandonados. Parece un poco utópico, pero detrás de estas ideas hay un plan estratégico. El Gobierno italiano destinará parte de los de los 18.490 millones de los fondos europeos que Italia dedicará a la salud a repensar la vejez.

Freno a la eutanasia

El Tribunal Constitucional italiano frenó en seco la semana pasada la propuesta para realizar un referéndum sobre la eutanasia. Según el fallo, tal y como estaba propuesta la consulta popular, «no se garantizaría la protección mínima constitucionalmente necesaria de la vida humana», por lo que los jueces la consideraron «inadmisible».

En la práctica, la iniciativa pretendía tumbar el artículo 579 del Código Penal, que actualmente sanciona a «quien causa la muerte de un hombre, con su consentimiento» con penas de entre seis y 15 años de prisión.

Los obispos italianos manifestaron en un comunicado que con esta decisión judicial se ha confirmado que la eutanasia es contraria a la Constitución, que vela por «la vida, en general, con particular referencia a las personas débiles o vulnerables».

Victoria Isabel Cardiel C. 27 de Febrero de 2022

ALFA Y OMEGA

El Santo Padre inicia un ciclo de  catequesis sobre la vejez

 

En la Audiencia General del miércoles 23 de febrero  Papa Francisco inició una serie de catequesis sobre el sentido y el valor de la vejez porque “es una de las cuestiones más urgentes que la familia humana está llamada a afrontar en este tiempo”.

El Papa explicó que “la Palabra de Dios nos ayudará a discernir el sentido y el valor de la vejez” y rezó para que “el Espíritu Santo nos conceda también a nosotros los sueños y las visiones que necesitamos”.

Por ello, el Santo Padre recordó el pasaje bíblico del profeta Joel: “sus ancianos soñarán sueños, y sus jóvenes verán visiones” para explicar que “ha de existir una alianza entre las generaciones”.

“Si los ancianos, los abuelos, se repliegan en su melancolía y renuncian a soñar, los jóvenes no podrán ver más allá́ de su Smartphone. La pantalla puede también permanecer encendida, pero la vida se apaga antes de tiempo”, advirtió el Papa.

Y subrayó que “los ancianos, con los recursos que solo los años de vida otorgan, están llamados a comunicar sus sueños, para que a partir de ellos los jóvenes puedan ensanchar sus horizontes y tomar decisiones que abran caminos hacia el futuro”.

Texto completo en:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20220223-udienza-generale.html

Santos mártires Emeterio y Celedonio

Los Santos  Emeterio y Celedonio fueron  soldados romanos; decapitados por profesar el cristianismo, en Calahorra el  3 de marzo de 298  son mártires  de la Iglesia Católica y patronos  de la ciudad de Santander ( Cantabria) y de Calahorra, (La Rioja).

Emeterio y Celedonio eran posiblemente hermanos.  Algunos sitúan su nacimiento en Calahorra pero otros señalan a León como cuna por los libros de rezos leoneses -antifonarios, leccionarios y breviarios del siglo XIII- al interpretar «ex legione» como lugar de su proveniencia. Cuando parece ser que la frase latina es mejor referida a la Legión Gemina Pia Felix a la que pertenecieron y que estuvo acampada cerca de la antigua Lancia, hoy León, según se encuentra en el documento histórico denominado «Actas de Tréveris» del siglo VII.

Ambos servían en la ciudad riojana a finales delsiglo III y fueron honrados con la condecoración romana de origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo guerrero y disciplina marcial, cuando fueron encarcelados y puestos ante la alternativa de renunciar a su fe o abandonar la profesión militar, pudo ser en la persecución de Diocleciano o en la de Valeriano

 Por su disposición sincera a dar la vida por Jesucristo, primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el cabello. En la soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos, glosando la frase del Evangelio, que era el momento de «dar a Dios lo que es de Dios» después de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre castrense les ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles, amenazas y tormentos.

En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y momento del ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el martirio ven, asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el pañuelo de Celedonio como señal de su triunfo señero.

En ese lugar  es donde más tarde se levantó la actual  catedral, de ahí su extraño emplazamiento, extramuros de la ciudad. Muy pronto el pueblo calagurritano comenzó a dar culto a los mártires.

 El relato afirma que las cabezas de los santos llegaron a la ciudad de Santander (Cantabria) a bordo de una barca de piedra y fueron custodiadas por una comunidad de monjes que allí vivía.

También es posible que las cabezas llegaran a Santander para ser protegidas de la invasión musulmana, una vez ésta llegó a la zona devalle del Ebro, con el tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y medio día de Francia dispusieron de preciosas reliquias

Las cabezas reposan hoy en día en Santander, en la actual catedral construida sobre la antigua abadía de tiempos de Alfonso II. El resto de los cuerpos se veneran en la Catedral de Calahorra y procesionan por sus calles todos los 3 de marzo, 15 de mayo y 31 de agosto.

Muy pronto el pueblo calagurritano comenzó a dar culto a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del Salvador; con el tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y del medio día de Francia dispusieron de preciosas reliquias.

 

Miércoles de Ceniza

La celebración del Miércoles de Ceniza nos invita hoy a una profunda revisión de nuestra vida, de nuestras actitudes y criterios de comportamiento; a iniciar un serio proceso de conversión y de purificación. Cuaresma es un tiempo de gracia que Dios nos concede como un regalo.

La cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza

Convertíos y creed el Evangelio, un poco de historia

La implantación del Miércoles de Ceniza hay que relacionarla con la institución de la penitencia canónica. Éste era un día muy importante para los que iban a iniciar la penitencia cuaresmal antes de ser admitidos a la reconciliación el día de Jueves Santo. En los siglos V y VI, la entrada en la penitencia tenía lugar al principio de la Cuaresma. Este dato nos lo confirmará más tarde —en el siglo VII— el llamado Sacramentario Gelasiano b (I, XVI), uno de los más antiguos libros litúrgicos de la tradición romana.

En este sacramentado, la entrada en la penitencia canónica se sitúa el miércoles que precede al domingo primero de Cuaresma. Por eso será llamado «Miércoles de Ceniza». Ese día, después de haber oído en privado la confesión del penitente, el obispo, en un acto litúrgico solemne, impone las manos sobre la cabeza de los penitentes, les cubre de ceniza, les hace vestir de cilicio —una especie cíe vestimenta hecha con pelo de cabra— y les invita a emprender un camino de penitencia y de conversión. Al final de la celebración, los penitentes son expulsados de la Iglesia y entran a formar parte del grupo —el «orden— de los penitentes. El rito de reconciliación tiene lugar el día de jueves Santo.

Durante la Cuaresma, los penitentes se entregan a toda clase de mortificaciones y prácticas piadosas: visten de oscuro, con ropas miserables y burdas; se someten a un ayuno riguroso, privándose en absoluto de comer carnes; hacen abundantes limosnas y se ejercitan en toda clase de obras de misericordia.

 En las asambleas litúrgicas son colocados en un lugar especial, al fondo de la iglesia. Sólo asisten a la liturgia de la palabra. Antes del ofertorio, en el marco de la oración de los fieles, se hace una oración por ellos y se les despide».

Por otra parte, durante el tiempo de Cuaresma los sacerdotes imponen las manos a los penitentes y, en señal de duelo, en los días de fiesta asisten de rodillas a las oraciones de la iglesia. Todos estos gestos externos, marcados a veces de una extraordinaria rudeza y rigurosidad, deben ser la expresión visible de la penitencia interior. Deben hacer patente a los ojos de la comunidad cristiana el estado de ánimo del penitente, su actitud de arrepentimiento y de conversión y, sobre todo, su voluntad decidida de emprender un camino de renovación cristiana. No se excluye, sin embargo, entender estos actos de penitencia como gestos de expiación y de satisfacción por los pecados. En todo caso, todo este conjunto de prácticas penitenciales no son sino la expresión de la actitud interior del hombre que se siente pecador ante Dios y espera ansiosamente el perdón de la misericordia divina.

Desaparecida ya la penitencia canónica, la celebración del Miércoles de Ceniza nos invita hoy a una profunda revisión de nuestra vida, de nuestras actitudes y criterios de comportamiento; a iniciar un serio proceso de conversión y de purificación.

Cuaresma es un tiempo de gracia que Dios nos concede como un regalo. Quizás sea ésta, la cuaresma que ahora comenzamos, una oportunidad singular e irrepetible que no debiéramos echar en saco roto. Debemos tomarnos en serio este período de Cuaresma y enfrentarnos con nuestra propia realidad personal.

 Tenemos por delante un largo camino para la escucha de la palabra de Dios, para la reflexión personal y para el encuentro silencioso con Dios en la soledad de ese desierto singular que nos hemos construido en la profundidad de nuestra conciencia íntima. Al final de esa peregrinación, la Pascua se nos aparecerá como una explosión de luz fulgurante y transformadora.

Una experiencia de desierto

Cuaresma es, pues, sin duda, una experiencia de desierto. No es que la comunidad cristiana deba desplazarse a un lugar geográfico especial para vivir esta experiencia. Cuando aquí hablo de desierto, más que a un emplazamiento geográfico, me estoy refiriendo a un tiempo privilegiado, a un tiempo de gracia. Porque la experiencia de desierto es siempre un don de Dios. Es siempre él quien conduce al desierto. Fue él también quien condujo a Israel al desierto por medio de Moisés, y quien condujo a jesús por medio del Espíritu. Este mismo Espíritu es quien convoca a la comunidad cristiana y la anima a emprender el camino cuaresmal.

El desierto es un lugar hostil, lleno de dificultades y de obstáculos. Por eso la experiencia de desierto anima a los creyentes a la lucha, al combate espiritual, al enfrentamiento con la propia realidad de miseria y de pecado.

En este sentido, la Cuaresma debe ser interpretada como un tiempo de prueba. Los cuarenta años que Israel pasó en el desierto fueron también un tiempo de tentación y de crisis, durante los cuales Yahvé quiso purificar a su pueblo y probar su fidelidad (Dt 8, 2-4; Sal 94). También Jesús fue tentado en el desierto.

 Durante la Cuaresma, la Iglesia vive una experiencia semejante, sometida a las luchas y a las privaciones que impone la militia Christi. El cristiano vive un arduo combate espiritual. Lo vive siempre. No sólo durante la Cuaresma. Pero la Cuaresma representa una experiencia singular, una especie de entrenamiento comunitario en el que los creyentes aprenden y se ejercitan en la lucha contra el mal. Casi ninguno de los israelitas superó la prueba. En realidad fueron muy pocos los que, habiendo salido de Egipto, consiguieron entrar en la tierra prometida. La mayoría sucumbieron en el camino. Hasta Moisés. Cristo, en cambio, salió victorioso de la prueba. El diablo no logró hacerle sucumbir. Los cristianos que realizan seriamente el ejercicio cuaresmal y recorren con asiduidad el camino que lleva a la Pascua, compartirán sin duda con Cristo la victoria sobre la muerte y sobre el pecado.

Tiempo de conversión y penitencia

Toda cuaresma, por el simple hecho de serlo, debe ser un tiempo de penitencia. De hecho, ya el mismo Eusebio de Cesarea —el primero que nos habla de la Cuaresma— se refiere a ese tiempo de preparación a la Pascua llamándolo «ejercicio cuaresmal». Sin embargo, en Roma esta dimensión adquiere unas connotaciones propias. El mismo ayuno, que aparece desde el principio como ingrediente esencial en la preparación a la Pascua, reviste en Roma un sentido y unas resonancias que no poseía durante los primeros siglos.

La Cuaresma romana, al insistir sobre el ayuno y sobre la penitencia, lo hace desde una perspectiva eminentemente ascética y penitencial. Es una forma de expresar el permanente control que el cristiano debe ejercer sobre sí mismo y la lucha abierta contra las pasiones y las apetencias de la carne que se alza contra las exigencias del espíritu.

Al mismo tiempo, las prácticas de penitencia durante la Cuaresma son asumidas como una forma de «satisfacción» o castigo para purgar los pecados propios y los ajenos. Hay, por otra parte, una permanente invitación al reconocimiento de los propios pecados y una llamada insistente a una conversión radical y absoluta.

Todos estos aspectos, que caracterizan sin duda la penitencia cuaresmal, sólo se entienden adecuadamente si se tiene presente que, durante siglos, el tiempo de Cuaresma constituyó el cauce canónico oficial para celebrar el sacramento de la reconciliación.

 La misma estructura cuaresmal dio marco a la institución penitencial. Este hecho, que de suyo cae en la esfera de lo formal y accesorio, impregnó la Cuaresma de una dimensión espiritual determinante. Iniciar la Cuaresma ha significado y significa asumir las actitudes de fondo que caracterizan al hombre pecador, consciente de su pecado, arrepentido y confiado en la ilimitada misericordia de Dios.

Los antiguos ritos penitenciales estuvieron en vigor hasta el siglo VI, mientras duró la penitencia canónica. Después quedaron como restos arqueológicos de un pasado vigoroso. La Iglesia mantuvo el ritual de la reconciliación de penitentes. Pero como una ceremonia más, sin ninguna significación propiamente sacramental. A medida que fue introduciéndose la penitencia privada, la celebración solemne de la reconciliación fue conviniéndose en pieza de museo.

 A partir del siglo XII, la dimensión sacramental de la penitencia había quedado reservada de modo exclusivo a la confesión privada. Sin embargo, la Cuaresma, que había servido de marco a la penitencia canónica antigua, siguió manteniendo su significación penitencial, a pesar de haber caído en desuso la antigua forma de celebrar el sacramento del perdón.

En esa situación era la Iglesia entera la que, reconociéndose comunidad pecadora, entraba en penitencia y se sometía, durante la Cuaresma, a toda clase de privaciones, ayunos y asperezas, implorando la misericordia de Dios y el perdón de sus pecados. De aquí han debido surgir, sin duda, las asociaciones y procesiones de penitentes que la religiosidad popular ha mantenido hasta ahora y que abundan sobre todo durante la Semana Santa.

Los textos de oración litúrgica, mantenidos por la Iglesia hasta la reforma del Vaticano II, reflejan ampliamente la dimensión penitencial de la Cuaresma, cargando incluso las tintas en una visión pesimista del hombre, sometido al dominio de las pasiones y oprimido bajo el peso de sus culpas.

La reforma litúrgica del Vaticano II ha querido dar un enfoque nuevo a la espiritualidad y a la penitencia cuaresmal. Para ello se han introducido nuevos textos de oración y se han modificado muchos de los antiguos. Todas estas modificaciones reflejan un nuevo enfoque espiritual de la Cuaresma. No es tanto la penitencia corporal lo que interesa subrayar cuanto la conversión interior del corazón.

Los textos bíblicos, extraídos muchos de ellos de la literatura profética, orientan la actitud cuaresmal de cara a una profunda purificación del corazón y de la misma vida de la Iglesia. Hay una continua descalificación de cualquier intento de cristianismo formalista, anclado en ritualismos falsos. La verdadera conversión a Dios se manifiesta en una apertura generosa y desinteresada hacia las obras de misericordia: dar limosna a los pobres y comprometerse solidariamente con ellos, visitar a los enfermos, defender los intereses de los pequeños y marginados, atender con generosidad a las necesidades de los más menesterosos.

En definitiva, la Cuaresma se entiende como una lucha contra el propio egoísmo y como una apertura a la fraternidad. A partir de ahí es posible hablar de una verdadera conversión y de una ascesis auténtica. Sólo así puede iniciarse el camino que lleva a la Pascua.

En este sentido, Cuaresma viene a ser un tiempo que permite a la Iglesia —a toda la comunidad eclesial— tomar con-ciencia de su condición pecadora y someterse a un exigente proceso de conversión y de renovación. Sólo así la Cuaresma puede tener hoy un sentido.

José Manuel Bernal Llorente

Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),

Colección Nuevo Año Cristiano de EDIBESA.

Fuente: Dominicos.org

Intenciones de oracion para el mes de marzo

“El Papa Francisco confía cada mes a su Red Mundial de Oración, intenciones de oración que expresan sus grandes preocupaciones por la humanidad y por la misión de la Iglesia”, afirma el sitio web de la iniciativa.

“Su intención de oración mensual es una convocatoria mundial para transformar nuestra plegaria en «gestos concretos», es una brújula para una misión de compasión por el mundo”, para este mes de marzo nos propone orar

Por una respuesta cristiana a los retos de la bioética

Recemos para que los cristianos, ante los nuevos desafíos de la bioética, promuevan siempre la defensa de la vida a través de la oración y de la acción social.

La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española aprobó en su reunión del 19 al 23 de abril de 2021  las intenciones de la CEE para el año 2022

Para este mes de marzo la Conferencia Episcopal Española nos propone orar

 Por las vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y a la vida familiar fundada en el sacramento del matrimonio, para que los jóvenes escuchen la llamada que el Señor les hace y respondan con generosidad.

Primer viernes de Marzo: el besapiés del Cristo de Medinaceli

EL Cristo de Medinaceli, también conocido como Nuestro Padre Jesús de Medinaceli o Jesús Nazareno Rescatado, es una imagen de Jesús de Nazaret que evoca el momento de su Pasión cuando Pilatos lo presenta al pueblo.

Se encuentra en la Basílica de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli en Madrid (España). También es conocido como el Señor de Madrid. Se desconoce al autor, aunque pertenece a la escuela sevillana del taller del cordobés Juan de Mesa. La efigie data de la primera mitad del siglo XVII y mide 1,73 metros de altura.

Historia de la imagen

Fue llevada por los frailes menores capuchinos a La Mamora, tomada por España en 1614, para que recibiera culto por parte de los soldados. En el año 1681 en el mes de abril, cayó la ciudad, y con ella la imagen, en manos del sultán Muley Ismail, que decide enviarla a la ciudad de Mequinez como muestra de la victoria. En Mequinez, es arrastrada y tirada por las calles para que la gente pudiera mofarse de ella. Un padre trinitario, al ver lo que estaba sucediendo, decide hablar con el rey para recuperar la imagen ofreciendo el padre tanto oro como pesase la imagen. Cuando iba a ser pesada, redujo muchísimo su peso de forma milagrosa para enfado del rey.

La compra de la imagen se realizó finalmente por los Padres Trinitarios, prueba de ello es el escapulario con la cruz trinitaria (roja y azul) que lleva la imagen. Este escapulario era el «salvoconducto» para dejar pasar la imagen a tierras cristianas y significaba que los trinitarios habían pagado por ella. La imagen es llevada a Madrid a mediados del año 1682, donde es recibida ya desde el principio con una gran devoción. A su llegada se organiza una multitudinaria procesión. La imagen comienza a conocerse como Jesús del Rescate.

En 1710 se constituye la Congregación de Esclavos de Jesús Nazareno. Desde 1819 el rey figura como protector de la Esclavitud. La imagen de Jesús Nazareno se empezó a conocer como de Medinaceli gracias a que la capilla en la que se alojaba se encontraba en unos terrenos cedidos por el Duque de Medinaceli.

En 1928 es elevada la Esclavitud de Jesús Nazareno a Archicofradía Primaria con potestad de agrupación a cuantas asociaciones del mismo nombre y título, erigidas en territorio nacional, así lo soliciten, llegando a la actualidad a contar con 42 Cofradías agregadas en España.

La imagen fue traslada a diversos lugares dentro de España durante la Guerra Civil española (1936 – 1939), para protegerla de los bombardeos de Madrid y finalmente salió para Suiza en 1937 para participar en una exposición de obras de arte de la Sociedad de Naciones. Regresó en 1939.

En 1945 Francisco Palma Burgos realizó un soberbio trono procesional para el Nazareno. La imagen nazarena formó parte del Vía Crucis que tuvo lugar el 19 de agosto de 2011 con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud, presididas por el papa Benedicto XVI en Madrid.

La imagen

La imagen de Jesús tiene una altura 173 cm y fue elaborada en talleres sevillanos en el siglo XVII, atribuida al círculo del imaginero Juan de Mesa. Su iconografía es la llamada «de Sentencia», en el momento que Cristo es sentenciado a ser crucificado. Es de talla completa para vestir, constando simplemente de un paño de pureza. Tiene una mirada que refleja un gran sufrimiento así como una gran paciencia. La talla está encorvada por el dolor de espalda producido por la flagelación.

 Tiene una cabellera tallada a pesar de que no se muestre al estar tapada por la de pelo natural que se le pone. Consta de un gran ajuar compuesto por más de treinta túnicas entre las que destacan una de 1846, regalada por el rey Francisco de Asís y otra de 1883, regalo de la Duquesa de Medinaceli. Para las grandes ocasiones como el primer viernes de marzo o la procesión, Jesús luce una corona de oro macizo de medio kilo de peso con piedras preciosas incrustadas, regalo de los joyeros madrileños en la década de 1950.

Lugares donde ha recibido culto

Por motivos históricos la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno ha recibido culto en varios templos de Madrid. En 1930 se levanta al actual basílica. También ha sido venerada en varios lugares de España, como por ejemplo en Valencia y Cataluña, incluso ha sido venerada en Francia. Su última estancia fuera de España fue en Ginebra, donde participó en una exposición en el Palacio de la Sociedad de Naciones.

Actualmente se encuentra en el altar mayor de la mencionada basílica. La imagen se sitúa sobre el sagrario. En la puerta que precede al camarín, se lee: Archicofradía de la Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Durante el año 2013, con beneplácito del arzobispado de Valencia fue  nombrado patrono de la policía local de Massamagrell (Valencia).

Culto y Festividad principal

Nuestro Padre Jesús de Medinaceli se encuentra al culto en la iglesia de los RR.PP. Capuchinos de la Calle Jesús de Madrid. Preside el templo desde su camarín. Todos los viernes del año Nuestro Padre Jesús Nazareno es visitado por miles de devotos. El primer viernes de marzo de cada año tiene lugar su multitudinario besapiés, al que acuden muchísimos devotos. Tradicionalmente asiste un miembro de la familia real española para orar ante la imagen.

La imagen de Jesús de Medinaceli suscita mucha devoción en muchos lugares de España, encontrándose numerosas copias de la imagen y hermandades que le rinden veneración. También en el extranjero recibe el Nazareno de Madrid fervorosa devoción, siendo el caso más llamativo el de la Hermandad de Jesús de Medinaceli y la Esperanza Macarena de Miami, Estados Unidos.

Procesión de Semana Santa

Nuestro Padre Jesús Nazareno es sacado en procesión el Viernes Santo por la tarde por la Archicofradía Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Esta es una procesión multitudinaria, en la que desfilan los esclavos de Jesús vistiendo el hábito nazareno que consta de túnica y capirote morados. También participan los devotos que lo desean, portando cadenas o alumbrando, sin vestir hábito. Con frecuencia participan devotos llegados de muchos lugares de España y del extranjero. En las calles se concentran un total de 800.000 personas.

El trono que porta a Jesús pesa tres toneladas y media y alcanza los cuatro metros de altura. En cada esquina se disponen cuatro artísticos ángeles que sujetan los candelabros de guardabrisas. El trono fue tallado en madera y policromado por el artista Francisco Palma Burgos hacia el 1944 y es llevado por 128 anderos. La música de acompañamiento corre a cargo de la Agrupación Musical La Expiración de la localidad de Salamanca..

En la vejez seguiran dando fruto

La semana pasada os contábamos que se había hecho el anuncio del lema de la II jornada mundial  de los abuelos y de los  mayores,  que este año se celebrara el día 24 de julio: “En la Vejez seguirán dando fruto” (Sal 92,15).

 

Ahora añadimos que para preparar su celebración de la mejor manera posible,  se va a organizar un encuentro on-line,  con algunas de las instituciones que llevan más tiempo trabajando en el ámbito de la pastoral de las personas mayores.

Hasta aquí, parece que es un anuncio más de las cosas que dirimen las alturas eclesiales.  Para nosotros la noticia es otra, ya que en esta ocasión nuestro movimiento, Vida Ascendente, ha sido convocado a tal evento,  con el fin  de recoger algunas sugerencias sobre el contenido del mensaje que se publicara con motivo del Día Mundial.

Desde que en Roma 2020 se celebrara el Congrego “La Riqueza de los años”,  y a pesar de la pandemia por Covid  19,, la pastoral del mayor se ha ido gestando en nuestra Iglesia,  ya está muy avanzada, y Vida Ascendente ha  aportado su granito de arena junto a otras entidades eclesiales.

Son los frutos del trabajo, de la oración, es el Espíritu que nos conduce por donde debemos ir, es caminar juntos en estos momentos en los que la palabra sinodalidad está tan de moda.

Sang Woo y su abuela: Sencillez y honestidad

Sang Woo y su abuela (2002) es una producción coreana de Lee Jeong-hyang cuyo argumento es muy sencillo de explicar, pero tiene su enjundia a lo largo del paso del largometraje, ya que nos presenta a un niño de siete años que viaja con su madre de la ciudad a una aldea del campo para que el niño pase una temporada con su abuela donde se encontrará desencajado por aquella realidad  tan distinta a la que está acostumbrado a moverse.

Sinópticamente, podemos  apuntar que  se trata de un caprichoso y egoísta niño de siete años, Sang Woo, que procede de un ámbito urbano, se ve obligado a causa de las múltiples ocupaciones de su madre, a tener que ir  a vivir durante un mes con su abuela, una entrañable anciana  que vive sola  en el campo en una casa cercana a una aldea, donde los avances tecnológicos de la sociedad moderna a los que está acostumbrado nuestro pequeño protagonista no parecen haber llegado.

 Al principio, la relación entre ambos  será difícil, ya que e pequeño protagonista se resistirá a un cambio de  hábitos que no le complacen mientras su abuela intenta hacer  todo lo posible por contentarlo. El rechazo inicial del niño hacia su abuela – los insultos y las burlas- se irán tornando poco a poco, conforme compartan experiencias, en una relación de  amistad y compromiso.

Es una historia sencilla donde prevalece el simbolismo manifestado a través de los cuerpos  y las expresiones que de ellos emanan, más que por las palabras, puesto que reina el silencio por encima de todo a causa de que ella es sordomuda.

Desde el mismo momento en que se produce la despedida de la madre y Sang Woo seremos testigos dela cotidianidad de la vida sencilla del ámbito rural. El ritmo es muy pausado y se va viendo como los dos protagonistas que son desconocidos se van acoplando el uno al otro.

La abuela es de apariencia doblada y frágil, pero con una voluntad férrea y un gran corazón. Soporta el egoísmo del pequeño, sus continuos malos modos (incluidos insultos y empujones) y continuará cuidándole con esmero y paciencia sin dejar de hacer sus  quehaceres diarios.

Por su parte Sang Woo tarda mucho en dejar de hacer sus maldades, despreciar a su abuela, ignorarla…. Todos sus gestos son propios de un niño muy mimado de ciudad que no está dispuesto a perder sus comodidades y privilegios. A través del encaje que hace la abuela ante estas acciones  va desplegando una gran variedad de valores: generosidad, laboriosidad, paciencia…. Mucha bondad de fondo y forma.

 Ella pese al mal comportamiento del niño irá haciendo sus tareas con calma y paciencia, sin quejarse al niño  ni castigarlo  y aún más se dedica en cuerpo y alma a proporcionarle  todo lo que necesita aunque él no lo acepte  e incluso lo rechace de manera maleducada como un niño caprichoso.

Pero el comportamiento de Sang Woo ira cambiando con el tiempo  con las grandes dosis de amor  y de trato diario que la abuela va dándole sin perder la esperanza e incluso conseguirá hacer “amistad” con los niños vecinos del poblado. Sang Woo se irá transformando del niño maleducado  y quejoso del inicio de la cinta a un niño mucho más educado, preocupado por lo que le rodea, gracias a la influencia de su entrañable abuela y que conseguirá enternecer al público.

 Personalmente creo que es una cinta inteligente y emotiva, que nos habla de una realidad muy actual, la de donde dejar a los niños en los largos periodos vacacionales,  por supuesto en casa de los abuelos, que la mayoría de las veces no están dispuestos a cambiar sus hábitos circunscritos en las grandes ciudades, pero que poco a poco se van transformando por el amor y la sensatez de la que da gran cuenta  la abuela protagonista de la cinta.

Considero que esta película nos deja como enseñanza el modo  en que esta mujer sin emitir palabras, transmite tanta sabiduría  y valores a su nieto que difícilmente se pueden aprender en la sociedad de nuestros días como la tolerancia, la comprensión, la generosidad y sobre todo el amor incondicional.

Juan Manuel Bajo Llaudaró

Consiliario diocesano de Tortosa